Producción del teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa y Secuencia 3, con la colaboración de Focus, Pentación, Saga, Hawork Estudios y Olympia Metropolitana
Carmen Valero Espinosa
Fotos: Pedro Gato
24/2/24.- Madrid.- La célebre novela de Leopoldo Alas, Clarín, “La Regenta” se ha inaugurado en el Teatro Fernán Gómez, adaptada al teatro por Guillermo Galán y dirigida por Helena Pimenta. La puesta en escena ha sido tan acertada, que el reconocimiento del público no se ha hecho esperar. El cartel de “No hay billetes” para el fin de semana podía constatarse y a la salida del teatro, todo era asombro y parabienes sobre la obra representada.
Ciertamente adaptación y dirección han sido muy acertados, ágiles, naturales, convincentes. El tono de época, el provincianismo cerrado de Vetusta (un Oviedo decimonónico), la soberbia del Magistral, la codicia de la madre, la ambigüedad o vacilación de conducta de Ana Ozores, la dejadez del esposo, el donjuanismo de Don Mesía… todo ello se pone bien de manifiesto, con ayuda en ocasiones de apartados de voz que centran mejor la trama o monólogos interiores de algunos protagonistas.
La viveza y rapidez del teatro (no llega a dos horas) ponen de manifiesto su valía como instrumente social inmediato, para transmitir una historia y unas ideas. A la vista de todo ello, solo cabe conocer las reflexiones de adaptador y directora de esta extraordinaria pieza literaria: “La Regenta”.
No olvidemos que las tres grandes "adúlteras" de la literatura europea son: Ana Karenina, de de Tolstoi; Madame Bovary, de Gustave Flauvert, y Ana Ozores, La Regenta, de Leopoldo Alas, Clarín.
La interpretación no va a la zaga de la adptación. Actores bien elegidos para personajes bien perfilados.
Tres hombres, tres actitudes negativas ante la mujer
“Atrapar el mundo ancho y complejo de La Regenta, de Clarín, en una hora y media o en una hora y cuarenta y cinco minutos es un desafío casi inalcanzable y que podría provocar la tentación de arrojar la toalla”, explica Guillermo Galán, adaptador de la obra. “Soy consciente de que es imposible reflejar en su totalidad el ambiente opresor, represor y falso de la sociedad vetutense, que con tanta precisión nos muestra Clarín en sus más de mil páginas de la novela. No obstante, he intentado mostrar la doble moral de algunos de sus representantes, la ambición y la codicia de doña Paula, el deseo carnal de don Fermín de Pas encubierto en un aparente deseo de paternidad espiritual con Ana Ozores, la profunda desolación determinista de Ana Ozores, una mujer abatida por la falta de madre y de hijos a la vez de estar casada con un hombre mayor que ha perdido el deseo por ella y se comporta como un padre compasivo”.
“En esta adaptación teatral se defiende el derecho de la protagonista a elegir su destino, aunque este no coincidía con la moral reinante en su época, por lo que será castigada con el desprecio, el abandono y un final de trágica soledad. Ana Ozores se mueve entre la pasión sacrílega por ella de su confesor (don Fermín), el juego seductor del señorito don Juan y ya de retirada Álvaro Mesía y un marido alejado de sus deseos y necesidades (Víctor Quintanar). He creído oportuno enfocar la historia desde el punto de vista de Ana Ozores. Para ello me he servido de dos recursos teatrales muy de nuestro tiempo: el flashback y los fragmentos narrativos en los que Ana nos descubre su yo más íntimo y oculto. El lenguaje de los diálogos conserva el sabor a época y el estilo de Clarín a la vez que evita arcaísmos y sintaxis antigua para acercar el texto a nuestro tiempo. Confío en que sea del interés del público actual”.
Palabras, imágenes, texto
Por su parte, Helena Pimenta, directora de la obra, dice: “Es La Regenta una novela inmensa en todos los sentidos. Llevarla al teatro se antoja una tarea casi imposible, pero una vez tomada la decisión, se hace necesario responder a la pregunta de si vamos a ser fieles al texto de Clarín. La respuesta es sí. En la adaptación para la escena que abordamos, necesariamente condensada, nos importa la historia que cuenta pero, nos interesa especialmente cómo lo cuenta el autor, su lenguaje. El lenguaje obedece a un sistema de pensamiento y es precisamente ese sistema particular de Clarín lo que queremos conocer y en el que queremos sumergirnos”.
“El contexto socio-histórico elegido son los primeros años de la Restauración 1877-1880. El autor analiza los males y defectos de esa nueva sociedad surgida del fracaso de la revolución liberal del 68. Una sociedad convulsa donde la Iglesia es para algunos la opción de ascensor social y, desde luego, una forma de control sobre el pensamiento, en especial del de las mujeres, con el beneplácito de los hombres. Clarín hace una irónica crítica de las clases dirigentes de una sociedad aristocrática o que sueña con serlo, inmóvil, atrasada, conservadora y beata. Será precisamente esta sociedad ociosa, ocupada en las apariencias y murmuraciones, en juzgar la vida de los demás, quien marque el recorrido vital de Ana Ozores, heredera de una nobleza empobrecida, huérfana de madre obligada a vivir sin apenas referencias adultas desde niña y que decide casarse con un hombre mayor con la esperanza de tener una buena vida”
“La joven no encontrará jamás en ese matrimonio la pasión que su juventud le reclama, ni podrá ser madre. Pronto albergará un deseo y una inclinación prohibida hacia un maduro seductor de Vetusta y asustada tratará de buscar en su confesor el freno que ella apenas sabe poner. Su búsqueda constante, su refugio en la imaginación nos sorprenden. Apenas tiene herramientas pero es asombroso ver cómo toma decisiones tratando de construir su vida, de conocer la libertad cuyo impulso siente. Su voluntad de libertad choca con el sometimiento a la conveniencia social”.
“Conviven en el mismo lugar el desengaño y frustración con la ilusión amorosa pero apenas hay espacio para la compasión por lo humano. Todos los personajes existen en función de ese contexto que a veces hiela el alma y en el que las ansias de libertad de Ana serán brutalmente reprimidas. La ciudad y a la cabeza los tres hombres que la quieren para sí; su marido, el magistral Fermín de Pas y el seductor oficial D. Álvaro Mesía, sentirá una atracción extraña hacia esta mujer que se les escapa, que no es de este tiempo. Todos pretenden dirigir su vida. Egoísmo, ambición desmesurada, envidia, hipocresía, maledicencia, la opinión de los demás ... marcarán el camino de destrucción al que se ve abocada Ana Ozores a pesar de sus esfuerzos por evitarlo. Abrimos la puerta a otra época para poner un espejo. Se trata de reconocer las partes de nosotros en las que se agitan los comportamientos de personajes de otro siglo.
“El teatro nos permite trasladar palabras a imágenes, a gestos, a inflexiones de voz a movimientos internos o externos de los personajes, a espacios poéticos... Esta novela de novelas es riquísima en propuestas e inspiración para la escena. Destaca entre sus características el uso de la voz del narrador. Esta voz nos ofrece un juego extraordinario; de encarnación de personaje en forma de diálogos, de la mirada que ellos hacen sobre sí mismos en el monólogo interior y del viaje a sus cabezas, a sus verdaderos deseos, que Clarín realiza con su narrador mediante el uso del estilo indirecto referido, cargado casi siempre de ironía. Nos hemos servido de estos recursos para, siguiendo los pasos del autor, ofrecer diversos puntos de vista sobre esa realidad en la que Clarín se nos muestra como un gran descubridor del alma verdadera de unos personajes aplastados por la inmovilidad, por el deseo de que nada cambie para poder mantener sus privilegios”.
Ficha artística
Autor: Leopoldo Alas Clarín
Adaptación: Eduardo Galán
Dirección: Helena Pimenta
Reparto:
Ana Ruiz - Ana Ozores
Alex Gadea - Don Fermín
Joaquín Notario - Victor Quintanar
Jacobo Dicenta - Álvaro Mesía
Pepa Pedroche - Doña Paula
Francesc Galcerán - Frigilis / Cayetano
Lucía Serrano - Petra / Visi
Alejandro Arestegui - Vegallana
Espléndida reseña de Carmen Valero. Extraordinaria referencia para una gran obra que, estoy seguro, Helena Pimienta, una magnífica directora teatral, lleva al mejor puerto.
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