Julia Sáez-Angulo
Fotos: David Garcimartín
12/9/24 .- El Escorial.- Pintor y escultor, Miguel Ángel Sáez (Villacastín. Segovia, 1946) lleva 40 años residiendo en El Escorial, en la conocida urbanización de Parque Real, no lejos de la estación de tren. Antes residió largos años en Centroeuropa, principalmente Bélgica, para recabar en Canarias y finalizar en el Real Sitio, un lugar que le gustó, porque no tenía el clima triste y brumoso de Amberes, ni el monótono de Canarias, sin estaciones del año. En cualquier caso, fueron sitios donde el artista visual trabajó mucho, bien arropado por marchantes que le ofrecían buenas casas y talleres para pintar o esculpir. Lugares donde contó con buenos coleccionistas y donde dejó muchos cuadros vendidos.
Los retratos reales o imaginarios, así como los colectivos de “familias “ o “gente”, nos contemplan durante la entrevista.
El crítico de arte José Marín Medina, experto en escultura, escribiço un libro sobre el trabajo artístico de Miguel Ángel Sáez.
Después de algunos problemas de salud, ha vuelto, con calma, a retomar los lápices y pinceles, para seguir con sus dibujos y pintura expresionista, que hunde sus raíces en la tradición alemana, las etapas azul y rosa de Picasso o el tremendismo de Francis Bacon. "Velázquez y Picasso son los más grandes artistas". Le aburre permanecer en la cárcel de un estilo y por ello rompe y cierra etapas para abrir otras. “Siempre me ha gustado investigar y cambiar de registro”, explica, al tiempo que me muestra los 500 cuadros envueltos y apilados en el estudio, sito en el duples de su casa.
Del retrato de Inocencio X, por Velázquez, ha hecho cinco versiones. Le gusta dialogar con la pintura de los clásicos.
Reconoce que admiraba la belleza de la ciudad de Amberes, pero no su modo de vida. “No me iba el carácter flamenco y la ciudad era bastante conservadora y rancia, aunque fuera bella”. Por eso se fue a Canarias, pese a tener en la ciudad belga una enorme casa de cuatro pisos a su disposición, que le proporcionó el marchante judío de origen italiano, Eric Fintzi. “El me compraba toda mi producción y, a veces, me decía “no trabajes tanto ni produzcas tanta obra, porque eso te puede perjudicar”. Pero yo no hacía otra cosa que trabajar”. En Bélgica expuso en Amberes y Gante, y allí vendió mucha obra de las tres mil piezas que calcula en su haber total, entre dibujos, esculturas y pinturas.
“No sé hacer otras cosas que trabajar. Si me metía en una obra, era capaz de permanecer 24 horas ante ella, para dejarla como yo quería. No soy muy sociable, quiero decir que las relaciones sociales me dan sensación de pérdida de tiempo”, comenta entre atención a una u otra pieza suya, de las que cuelgan en las paredes del estudio luminoso. Nos acompaña su hijo David Garcimartín Sáez, marchante de su padre y de otros artistas, de los que ha vendido obra, como Úrculo o Yturralde. (Garcimartín es el primer apellido de Miguel Ángel, si bien lo cambió en Bélgica porque era largo y difícil de pronunciar).
David cuenta que son muchas las llamadas o correos que recibe de antiguos coleccionistas o subastas que quieren asegurar la autoría o el precio de una obra firmada por M.A. Sáez.
“En alguna ocasión he recibido la consulta de una coleccionista, preguntándome si puede vender un cuadro mío, porque necesita dinero”, cuenta M.A. Sáez. “Le respondí que el cuadro es suyo y que puede hacer lo que quiera”. Es una deferencia.
Trabaja casi siempre al óleo y menos con acrílico. Echa de menos la escultura, en la que tanta energía ha puesto, para tallar madera y modelar papel, además de llevar a cabo monumentos públicos solo o en colaboración. “Ahora tengo menos energía, pero hay están mis obras que lo demuestran”. En el estudio pueden verse preciosas tallas de madera, más bien altorrelieves de personajes que sobresalen de los marcos tallados por el propio artista, en una sola pieza con el tema, sin solución de continuidad.
De Bélgica guarda muchas anécdotas, como la de Madame Lambert -su marido era Barón- , una noble que le alojó en su castillo durante tres meses para que trabajara allí sus obras, a cambio de una sola pieza. “Después de elegirla, me compró algunas más”. “Fue una experiencia singular, cuenta M. A. Sáez. “Creo que se dedicaban al comercio de diamantes y que tenían un taller para cortarlos en el sótano”.
Desde Canarias y El Escorial ha seguido proveyendo de cuadros a los marchantes centroeuropeos, y el pintor insiste: “Me he dedicado en cuerpo y alma al arte. He tenido muy buenos clientes, una coleccionista tiene ella sola 400 obras mías…”. Ahora no le interesa tanto vender, como exponer y situar las obras que retiene, sea en una Fundación o museo. Quizás en su pueblo natal, Villacastín.
Más información
https://www.artsaez.com
Talla en escultura cuadro, de M. A. Sáez
Pintura, por Miguel Ángel Sáez
ResponderEliminarCarmen Duerto : Gracias, Julia. Qué interesante, al principio pensé que era familiar tuyo. Su obra me parece inquietante
Rosario Galván : Julia, qué vecino más interesante.Gracias y felíz finde.
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ResponderEliminarJulia Marina : Gracias !!!
Gran Artista . Su pintura es especial .