Procesión con la Santísima Virgen de Gracia
¡Ajofrineros; vecinos; amigos!
Un año más, la celebración de la Feria Grande, en honor a la Santísima Virgen de Gracia, nos convoca en esta plaza. Nuestro pueblo, Ajofrín, se viste de fiesta. Y lo hace, como viene marcando nuestra tradición, con la banda de música, con los gigantones, con las banderolas y las luces, con los caballitos, la limonada y los tostones.
Pero antes de comenzar, permitidme echar mano de la sabiduría del Caballero de la Triste Figura. Decía don Quijote a su fiel escudero Sancho que “De todos los pecados que puede cometer el hombre, el peor de todos es el desagradecimiento”. Y, aunque soy pecador, no quiero ser desagradecido. Por lo tanto, debo comenzar dando las gracias.
• Primero al Ayuntamiento, a su alcalde, José Joaquín González y a todos los demás miembros de la Corporación, a Don Fernando, párroco de la iglesia Santa María Magdalena y al Síndico de la Hermandad de la Virgen de Gracia, que han querido otorgarme el privilegio de pronunciar este pregón. Es un honor para mí ser, en este año 2024, el pregonero de la Feria Grande.
• Gracias a todos vosotros, amigos, vecinos de este gran pueblo. Vuestra presencia, vuestra alegría hoy, es el aliento que necesitaba para desearos lo mejor en estos días.
• Gracias, a quienes en años precedentes cuando habéis pronunciado vuestros pregones me habéis hecho sentir la emoción de ser ajofrinero. A ver si hoy puedo yo transmitir ese mismo sentimiento, esa misma pasión.
• Gracias a mis hermanos y a mis sobrinas que, como he dejado escrito, me han enseñado el valor del perdón. Y a los más pequeños de la familia: Luna, Carlos y Álex, ellos son la alegría de la inocencia.
• Gracias a Carmen, que es la timonel de mi navegación. La estrella polar. Ella está aquí cuando vienen los aplausos y los reconocimientos, pero también cuando no soplan los vientos favorables.
• Y gracias, en fin, a mis padres; a Dámaso y Carmen, que hoy me aplaudirán desde el cielo. A ellos les debo la vida y todo cuanto soy.
Allá por donde voy, allá donde me preguntan, siempre me enorgullezco de los dos méritos más grandes que poseo:
Haber nacido en Ajofrín.
Y ser el hijo de los drogueros.
Lo demás, son circunstancias sobrevenidas.
Pero no dejéis que me ponga sentimental, que no es bueno con este sol y con la limonada esperando en la plaza.
Cuando me propusieron ser el pregonero de la Feria de Ajofrín, primero me azoré un poco. Luego que me pasó el primer aprieto, me pregunté: ¿Por qué yo? Pero ya no tenía remedio. Así que tuve que preparar estas palabras. Es un verdadero honor estar aquí, ahora, anunciando las fiestas.
Porque uno de los momentos más importantes para un pueblo es el de sus fiestas. Las fiestas forman parte de la tradición, de las raíces de cada pueblo y de sus vecinos. Son, además, nuestra identidad común. Lo que nos define como pueblo. La tradición que mantenemos y debemos preservar.
De la mano de la historia de Ajofrín, la que vivieron nuestros abuelos, los abuelos de nuestros abuelos y la nuestra propia, han caminado las tradiciones festivas de este querido pueblo: la romería de Alimán, la de los Cuatro Caminos, la novena a la Virgen, la rifa de la rosca, la procesión del Vítor y la puja para colgar ese humilde pero tan simbólico cuadro, en el voladizo de la fachada sur de la torre… No podemos dejar que se pierdan.
Decimos cuando cantamos que “Ajofrín es chiquitito pero vale un dineral”. Y a los pies de nuestra chiquita y querida Virgen de Gracia, han florecido grandes músicos: Jacinto Guerrero, Fernando Moraleda, Josefina Meneses, Tito Ballesteros y otros, no tan conocidos, pero que están en nuestro recuerdo; como aquel joven Benito Ballesteros que nos dejó el himno a la Virgen con tan hermosas palabras:
Montes de Toledo,
tierras de labor,
campos de Castilla,
cañadas de sol,
vestíos de gala,
cantad con amor
¡Oh Virgen de Gracia!
¡Oh Madre de Dios!
Nuestro pueblo lleva la música en sus venas. Grandes músicos sí. Pero también grandes actores: Antonio Molero y Santiago Molero. Deportistas en la élite, como Óscar Valentín; periodistas como Javier Jiménez; notables empresarios como los hermanos Jesús y Joaquín Franco. Y algún abogado que le dio por esto de escribir libros... Todos llevamos a Ajofrín prendido de la solapa e hincado en nuestros corazones. Pero, lo dije antes, estas son circunstancias que a algunos nos adornan.
Sin embargo, la intrahistoria (como la llamó Unamuno), la vida tradicional y cotidiana, que sirve de fondo permanente a la que recogen los libros, es la que han escrito nuestros padres y abuelos; la que vais escribiendo vosotros, a quienes retraté en mi poema “Paseo por la memoria”, dedicado a Ajofrín:
Hombres curtidos de sol, afanes y sudor;
y mujeres sufridas,
como esta dura tierra de vides, olivos y almendros
que nos ha dado pan y nos dará sepultura…
Trazos de vidas, pedazos de historia
que hicieron aquellos que nos precedieron
y hoy vamos haciendo los ajofrineros.
Vosotros, grandes y chicos, sois los protagonistas de verdad. Los que en cualquier ocasión y con buen merecimiento, podréis hacer este pregón en años venideros.
Y para todos, las fiestas son un buen momento para disfrutar, convivir y salir de la rutina de cada día. Tienen que ser la excusa para que volvamos a retomar lo que nos contaban nuestros mayores. Juntarnos con familiaridad, con amistad y sin rencores. Que ya bastantes horas nos pasamos preocupados por nuestros problemas o mirando la televisión o hablando a través de los móviles.
Vamos a celebrar de nuevo unas fiestas de vecinos, de personas. De reencuentros en las calles, en los bares, en el casino, en la verbena. Fiestas de baile en la plaza y de churros con chocolate, de quínolas con que ganar un paquete de almendras, de puestos de chucherías…
Este es nuestro pueblo: Ajofrín.
No es un lugar más en los mapas. No es un pueblo más. Nuestra historia se empieza a documentar allá por el siglo XI, cuando los Al-Yafar, establecen una alquería, un caserío, en estos parajes. Hoy, este origen está definitivamente asentado, pues acaban de describirse y documentarse unos baños árabes en la calle Buitragos, que van a ser, seguro, objeto de estudio más profundo.
Una historia que nos habla de un importante señorío laico en un primer momento y eclesiástico después. Un pueblo que tuvo fábrica de paños, viñedos y una importante cabaña caprina, porcina y lanar. Y que, aún hoy, mantiene un interesante patrimonio artístico: La iglesia con su esbelta torre mudéjar; el convento de las madres dominicas descalzas; grandes casonas con escudos heráldicos.
Y el Hospital de San Diego que, con el apoyo de todos, nos tenemos que empeñar en recuperar para su uso cultural, artístico y recreativo…
Ajofrín. Nuestro pueblo. Nuestro privilegio. Para quienes nos sentimos ajofrineros, este es el más hermoso y acogedor rincón de la provincia de Toledo.
Amigos, vecinos, forasteros, permitidme que termine mi pregón, con unas rimas que aspirarán a ser versos. Pido perdón a Jorge Manrique, gran poeta del siglo XV, al que hirieron por estas tierras, mientras guerreaba en las proximidades de la sierra de Layos. Aunque bien sabéis que es mi oficio el de poeta, no llego ni aunque lo intente a su nivel. Pero aquí os los dejo:
Dad de lado a los pesares,
que ya hay días en el año para estar de mal humor.
Bailad, reíd, divertíos.
Bebed con moderación.
Comed con tino y buen seso.
Remojando con buen vino el jamoncito y el queso.
Sed amigos del vecino,
acoged al forastero,
olvidad los desatinos que os hayáis podido hacer.
Porque en los días de fiesta, se me antoja
que no hay cosa que me parezca más seria
que disfrutar con pasión.
Recordad a los mayores que fueron haciendo pueblo.
Recordad a los que faltan
y a los que ya se nos fueron.
Que también ellos gozaron, disfrutaron y rieron.
¡Vengan risas, vayan copas!
Que bien decía Sancho Panza
a su señor don Quijote,
que la gente de Castilla son de risas y de chanzas.
Que la alegría no es poca cuando se divierte y baila.
Salid a la calle alegres,
campechanos y fiesteros.
Este pregón se termina
(“menos mal”, piensan algunos,
ya se calla este pesado).
Y en este momento quiero expresaros
mis deseos para estos días de fiesta:
Que olvidéis los sinsabores.
Que os divirtáis sin medida.
Que derrochéis alegría.
Y que demostréis al mundo
que a la hora de hacer fiestas
las nuestras son las mejores.
Salud. Y que seáis muy felices.
¡VIVA AJOFRÍN!
¡VIVA LA VIRGEN DE GRACIA!
Muchas gracias.
Rogelio Sánchez Molero
Lamenté no poder estar, porque aunque soy murciano también me honro con ser amigo de un colega e ilustre ajofrinero (espero escribirlo bien) como es el pregonero de 2024. No es lo mismo oírlo que leerlo, pero una idea me hago. Y como decía mi paisano Vicente Medina, leo a Rogelio y para él, como para Medina, la literatura es palabra, acento e historia: paisaje, costumbres, pasiones, pensamiento.
ResponderEliminarNo pude asistir y, aunque no soy ajofrinero de nacimiento y sí de adopción, pues paso aquí los veranos, he leído el pregón y me ha gustado mucho, así como los versos que incluyes. Enhorabuena.
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