sábado, 16 de agosto de 2025
LA ILÍADA. Resumen y comentario por Juan Berenguer
Príamo suplica a Aquiles que le devuelva el cuerpo de Héctor,
!6 de agosto de 2025.- Madrid
He terminado de leer la Ilíada que me ha ocupado el final del día durante una temporada. Hace años, en agosto, hice lo propio con la Odisea que me resultó más entretenida por la variedad de historias y lugares; aquí la trama es más lineal y el escenario no cambia: Ilión (Troya) y sus alrededores.
He leído la versión en español de Luis Segalá y Estalella sobre cuya vida y obra merece la pena saber un poco. Me gusta cómo traduce del griego antiguo este hombre, aunque a menudo he tenido que recurrir al diccionario, pues no son pocas las palabras que han dejado de ser de uso común en español. Esto no ha hecho pesada la lectura ¡ni mucho menos! Descubrir o redescubrir palabras que han sido cotidianas en nuestra lengua en el pasado, en un contexto tan interesante como este pilar de la literatura es para mí un motivo adicional para el disfrute.
Al igual que con la Odisea, me he deleitado con lo que se cuenta y cómo se cuenta. A menudo me he detenido para releer las breves y poéticas descripciones de cosas tan comunes como los amaneceres y anocheceres, los paisajes, el mar, los vientos. ¡Qué maravilla de adjetivos! ¡Qué manera breve y veraz de mostrar sentimientos y emociones!
La historia empieza in medias res cuando la guerra lleva diez años de curso. El casus belli lo iremos conociendo a medida que el libro avanza, y si bien no se dan muchos detalles sobre el suceso, de lo que no cabe duda es de que el llamado rapto satisfizo a Helena, quien sentía por Paris, hijo de Príamo y hermano de Héctor, lo que nunca sintió por Menelao, hermano de Agamenón.
Los afrentados surcaron el mar para vengarse, vararon las naves en las playas cercanas a Ilión la bien edificada, y allí mismo levantaron su campamento. Homero los denomina indistintamente Aqueos, Argivos o Dánaos. A los asediados les llama Teucros, Dárdanos y, con menos frecuencia, Troyanos. En la Ilíada nunca se habla de griegos, si bien los Aqueos de hermosas grebas y los Teucros domadores de caballos, comparten dioses y hablan la misma lengua, pese a vivir separados por el anchuroso ponto.
En el primer canto asistimos a los estragos de una peste mortífera enviada por Apolo que asola a los Aqueos y también al monumental cabreo de Aquiles el de los pies ligeros, con Agamenón rey de reyes después de que este le robara a Briseida su esclava/amante favorita. Contrariado, Aquiles abandona el combate junto con sus fieles Mirmidones lo que es un grave contratiempo para su bando pues es un líder carismático con dotes excepcionales para la guerra que se basta y sobra para derrotar a ejércitos enteros y a quien solo los inmortales parece que pueden derrotar.
La Ilíada es el relato de una guerra, donde contemplamos una y otra vez la desnuda realidad del combate cuerpo a cuerpo. Los que luchan, movidos por la rabia o la euforia y en ocasiones presos del miedo, se hieren de lejos con lanzas, flechas o incluso piedras, o de cerca con espadas o puñales. Es llamativa la manera en que Homero relata como si fuera un guion cinematográfico la zona anatómica por donde penetra el arma y el daño que causa. A veces los huesos se quiebran y en ocasiones no solo la sangre sino la masa encefálica o las vísceras se esparcen sobre el terreno. Cuando se lesiona la columna vertebral, los heridos sufren parálisis de los miembros. Homero también muestra la agonía, y a menudo describe la muerte como una niebla que cubre los ojos mientras el alma abandona el cuerpo por la herida o por la boca. Cuando los cuerpos caen, el suelo retumba y las armas resuenan. Es posible que alguien lo haya hecho ya, pero en caso contrario, las heridas que nos describe Homero en este libro son buen material para escribir una tesis o un libro.
El vencedor, de manera ritual y también pragmática, despoja al vencido de toda la parafernalia de combate para hacerla suya. Cuando los cadáveres pueden ser rescatados, reciben un trato honroso por los suyos y son quemados en piras para que el alma pueda transitar al Hades. Cuando eso no sucede, los cuerpos son devorados por los perros o las aves, algo ultrajante y deshumanizador, que condena al alma a quedar errante y sin reposo.
Apenas hay páginas sin dioses en la Ilíada; están por doquier y parecen hechos a imagen y semejanza de los humanos, y no al revés. Ambos viven en planos diferentes, pero la existencia de unos no se concibe sin la de los otros. Los inmortales tienen sus líos y rencillas, pero no pueden dejar de ser espectadores activos del día a día de los humanos. Infunden en ellos sentimientos y desatan pasiones, brindan consejo mediante aladas palabras y, de manera directa o indirecta, infligen daño o protegen, según toque.
Casi todos los dioses toman partido en esta guerra: algunos como Atenea la de ojos de lechuza, Hera veneranda la de ojos de novilla y níveos brazos, así como Hefesto, el cojo de ambos pies, apoyan a los Aqueos. Otros, como Afrodita la risueña, la dorada y amante de la risa, Febo Apolo el que hiere de lejos y el horrendo y luctuoso Ares (qué bien debía conocer la guerra Homero), se inclinan por los Teucros. Como siempre, no faltan los neutrales o de apoyo cambiante, como el mismo Zeus, que amontona las nubes y lleva la égida, pues pese a las presiones de los partidarios de ambos bandos, intenta mantenerse imparcial.
La Ilíada está plagada de personajes que aparecen fugazmente, a quienes Homero nombra como si fueran viejos conocidos, y de quienes nos cuenta sobre su patria, familia y hazañas. Fue para mí toda una sorpresa toparme con Dámaso a quien un tal Polípetes hiere fatalmente de un lanzazo en la cabeza que atraviesa el casco, rompe el hueso y conmueve el cerebro. No sabía del origen griego de este nombre, tan común en mi familia por generaciones. Por otras fuentes he conocido que no se conoce ningún Dámaso anterior a Homero, y que el nombre debe significar algo así como dominador o vencedor, lo que resulta muy apropiado para guerreros o príncipes.
Otro tanto me sucedió con Belerofonte. Yo conocía al navío de línea inglés HMS Bellephoron nombrado en su honor y cuyo nombre quedó grabado en mi memoria tras la lectura del libro sobre la batalla de Trafalgar de Roy Adkins. El Bellephoron salió indemne del combate y, años después, tuvo recluido entre sus cuadernas a Napoleón antes de que fuera desterrado a Santa Elena. De Belerofonte he sabido que, con la ayuda de Atenea, montó al indomable Pegaso, dio muerte a Quimera y segó la vida de las amazonas entre otras hazañas, pero de esto no se cuenta nada en la Ilíada sino en otros libros.
La muerte de Patroclo, discípulo y amigo de Aquiles marca un punto de inflexión en la Ilíada. Este joven, no entendiendo bien la pasividad del héroe y viendo los estragos que su actitud están provocando entre los Aqueos, le exhorta a que retome la lucha. Contrariado por lo infructuoso de su insistencia decide pasar a la acción y, cuando nadie lo ve, toma la cimera, la coraza y el escudo de Aquiles y blandiendo sus armas se lanza a la pelea, arrastrando a muchos que, ajenos al engaño, creen seguir al idolatrado líder. Sucede lo inevitable y termina luchando con Héctor, quien le quita la vida. Cuando Patroclo es despojado de su casco todos contemplan con sorpresa que no es Aquiles el que yace exánime en la ensangrentada tierra.
Esta muerte conmueve a Aquiles quien experimenta un deseo irrefrenable de venganza. Por mediación de su madre Tetis, la de argénteos pies y hermosa cabellera, recibe de Hefesto, un fuerte escudo, una coraza reluciente, un sólido casco, grebas dúctiles y nuevas armas, que el ilustre cojo ha fabricado en su fragua. Al frente de los suyos, el héroe se lanza a un ataque desaforado causando una gran mortandad entre los Teucros. Muchos cadáveres son arrojados al voraginoso Escamandro que además de río es dios, y quien ultrajado por ver sus aguas repletas de muertos y tintas en sangre se encabrita furibundo y se desborda buscando el ahogamiento de Aquiles. Sin embargo, el destino tiene preparado para el héroe otro final.
Los Aqueos llegan hasta las murallas de Ilión poco después del cierre de las puertas Esceas a través de las cuales han entrado en la ciudad los últimos Teucros en busca de refugio. Ante esas mismas puertas se planta Aquiles retador. En el interior todos son conscientes de la gravedad de la situación, entre ellos Héctor, quien para evitar un trágico fin para los suyos sopesa la rendición con la entrega de Helena junto con la mitad de lo que la ciudad contiene. Pero pronto se da cuenta que esto no aplacará la sed de venganza de los atacantes y ve que la única posibilidad para evitar el arrasamiento de Ilión y la muerte o esclavitud de sus habitantes es derrotar a Aquiles en combate singular.
Contrariando a sus padres Príamo y Hécuba y a su esposa, por puro honor, sale Héctor a enfrentarse con el héroe de pies ligeros aceptando la más que probable muerte en el combate. Apenas ve Aquiles a Héctor corre hacia él y la reacción inicial e instintiva de este último es la huida. En carrera recorren el perímetro de la ciudad, pero cuando llegan al punto de partida, se detiene Héctor para enfrentarse a Aquiles quien no tarda en darle muerte. Tras ello, despoja al vencido de pertrechos y armas, horada los tendones de los calcáneos e introduce correas de piel de buey que ata al carro. Después, azuza a los caballos que vuelan hacia el campamento Aqueo, arrastrando el cuerpo y levantando una gran polvareda. Arriba, en las murallas Príamo, familia y pueblo del vencido Héctor gimen de dolor.
La muerte de Héctor no sirve de bálsamo para el pasional Aquiles que es víctima de un duelo profundísimo que está maravillosamente descrito. La aflicción es de tal intensidad que a mi juicio es difícil de explicar solo por la pérdida de un amigo, aunque no hay nada en el libro que sugiera la existencia de lazos amorosos entre mentor y pupilo. El duelo coexiste con el rencor y Aquiles se resiste a entregar el cuerpo de Héctor a los suyos y, mientras los Aqueos celebran unos juegos en honor de Patroclo, mantiene a Héctor a la intemperie cerca de su tienda durante días sin brindarle una ceremonia fúnebre honrosa, en espera que las alimañas lo devoren. Milagrosamente el cadáver de Héctor permanece limpio e incorrupto.
El último canto es sublime. En el se relata el rescate del cuerpo de Héctor una vez que Zeus haya ordenado a Tetis que convenza a su hijo Aquiles a aceptar un rescate y dar el cuerpo de Héctor a Príamo quien penetra en el campamente Aqueo en compañía del dios Hermes quien lo lleva ante la presencia de Aquiles. El diálogo que mantienen Príamo y Aquiles es de lo más conmovedor del libro. Finalmente, este último acepta el rescate y permite al anciano padre llevarse el cuerpo del hijo muerto para brindarle unas exequias. Este último canto termina con la recogida de los huesos de Héctor después de que su cuerpo haya ardido en la pira funeraria. En la Ilíada no se cuenta nada sobre el ardid del caballo, ni se relata la muerte de Aquiles, ni la caída de la ciudad ni la huida de Eneas. Todo esto conocemos a través de otras fuentes literarias griegas y romanas, como dije, Homero nos relata tan solo unos episodios del décimo año de la guerra,
Como colofón, me gustaría dejar claro que al igual que Afrodita, Apolo y que mi prima Susana Berenguer que adora a los clásicos grecolatinos, me declaro partidario de los Troyanos. El rey de reyes, el Átrida Agamenón, me parece oportunista, codicioso y egocéntrico. Por el contrario, Príamo, rey de los Teucros, es un digno patriarca y conmueve la profundísima pena que le aflige tras la muerte de su amado hijo Héctor. Este último queda retratado como responsable, valiente e íntegro. Aquiles, insuperable en fortaleza y dotes marciales, me resulta inmaduro, caprichoso y cruel. De los Aqueos salvo por supuesto al valiente y altruista Patroclo y también a Néstor anciano sabio y suave en el hablar y a Odiseo fecundo en ardides, de quienes hablaré en otro momento.
Juan Berenguer, 15 de agosto de 2025
CONSTANTINO CAVAFIS y OLIVERIO GIRONDO: Dos poemas sobre la espera
Esperando a los bárbaros
[Poema - Texto completo.]
Constantino Cavafis (Alejandría, 1863-1933)-¿Qué esperamos congregados en el foro? -¿Por qué esta inacción en el Senado? -¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto -¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron -¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores -¿Por qué empieza de pronto este desconcierto ¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros? ***** "Espera", de Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967) |
“La Bella de Cádiz” de Luis Mariano, en un parque de París, junto a Nôtre Dame
15/8/25.- El Escorial.- A mi hija, cuando era niña -ahora supera los 40- yo la llevaba siempre con el pelo cortado a lo tazón, porque me horrorizaban siempre las melenas largas (por eso yo la llevo siempre al estilo paje). Como la niña tenía los ojos un poco rasgados, una tarde me preguntó una mujer francesa, en el parque anexo a Nôtre Dame de Paris, ciudad en la que pasábamos todos los años un mes:
-Madame, ¿está usted casada con un japonés?
-No, le respondí asombrada. ¿Por qué lo pregunta?
-Porque su niña parece oriental.
Sonreí y seguimos conversando. La francesa me contó, que ella si estaba casada con un japonés y sus hijos habían salido todos con rasgos orientales, algo que a ellos les trajo algunos inconvenientes en el colegio y, sobre todo en el servicio militar.
“Esta sociedad es muy racista y clasista, aunque no quiera reconocerlo”, me dijo. La francesa y yo seguimos hablando animadamente de todo un poco, hasta llegar al cantante español Luis Mariano (1914-1970), ”príncipe de la opereta”, que triunfó en Francia, y, que la francesa adoraba. De pronto, la mujer se puso a entonar y fue levantando la voz, a medida que le rodeaban para escucharla:
La Belle de Cadix a des yeux de velours
La Belle de Cadix vous invite à l′amour
Les caballeros sont là, si, dans la posada, on apprend qu'elle danse
Et pour ses jolis yeux noirs, les hidalgos le soir viennent tenter la chance
Mais malgré son sourire et son air engageant
La Belle de Cadix ne veut pas d′un amant
Chi-ca, chi-ca, chic, ay, ay, ay
Chi-ca, chi-ca, chic, ay, ay, ay
Chi-ca, chi-ca, chic, ay, ay, ay
Ne veut pas d'un amant
La Belle de Cadix a des yeux langoureux
La Belle de Cadix a beaucoup d'amoureux
Juanito de Cristobal, tuerait bien son rival, un soir au clair de lune
Et Pedro le matador pour l′aimer plus encore donnerait sa fortune
Malgré son sourire et son air engageant
La Belle de Cadix ne veut pas d′un amant
Chi-ca, chi-ca, chic, ay, ay, ay
Chi-ca, chi-ca, chic, ay, ay, ay
Chi-ca, chi-ca, chic, ay, ay, ay
Ne veut pas d'un amant
La Belle de Cadix est partie un beau jour
La Belle de Cadix est partie sans retour
Elle a dansé une nuit dans le monde et le bruit, toutes les seguidillas
Et par un beau clair matin, elle a pris le chemin qui mène à Santa Filla
La Belle de Cadix n′a jamais eu d'amant
La Belle de Cadix est entrée au couvent
La francesa fue muy aplaudida por el público improvisado. Luis Mariano triunfó en 1950 y 1960, con las películas “La Bella de Cádiz” con Carmen Sevilla, “El cantor de México” y Violetas imperiales”.
Más información
https://es.wikipedia.org/wiki/La_bella_de_C%C3%A1diz
viernes, 15 de agosto de 2025
OBITUARIO. Isabel Díez Serrano, poeta afincada en El Escorial, ha fallecido a los 85 años. Fue Premio literario iberoamericano Medalla de Oro José de Vasconcelos 2015
DIS BERLIN – Exposición “VAGANDO POR EL LABERINTO”, en Villa Elisa. Benicassim
Villa Elisa – Benicassim
Del 19 de junio al 28 de septiembre de 2025
Mayca NÖIS
Benicassim.- 13/08/2025.- En esta época estival los acontecimientos cercanos al mar se suceden en intensidad para acrecentar el tiempo de ocio de los visitantes. El extenso paseo marítimo entre Villas (véase el artículo escrito sobre las mismas en este blog) son un reflejo de las actividades.
Destaca entre todas Villa Elisa por ser una hermosa propiedad con un jardín con 30 especies vegetales construida por el conde Joaquín Bau, presidente del Consejo del Reino, para su esposa Elisa Carpi en 1942. Tras su restauración en 2019 es propiedad municipal y acoge diversas actividades socioculturales.
En su sala de exposiciones corresponde en este verano a la exhibición de Dis Berlin con unas treinta obras realizadas entre 2004 y 2024 en un intenso trabajo de veinte años profundamente instalado en una búsqueda aislado en su estudio. Definido por Elena Ruiz, según consta en el programa de sala, como “un cuarto de las maravillas, fue como entrar en uno de esos grabados a buril que ilustran las colecciones de los reinos naturales de Levinus Vincent, como entrar en un trom-pe-d´oeil de De Dominico Remps”
Siguiendo el hilo de esta información se contemplan los oleos, realizados en acrílico-vinilico, con paisajes soñados y pensados ya que el autor revela que están en mundos no visitados físicamente por él.
Estos paisajes tienen su recorrido. Así asistimos a: “Atardecer de domingo soviético”-2012. “Un día en el pasado de Saint-Michel”, “Ilusiones perdidas” en el que se nos presenta un barco varado en mitad de un desierto donde anteriormente debió de existir un mar -2018.
Se suceden los bodegones: “Bodegón cósmico”-2013 que contiene un observatorio y caracolas en primer plano. “Bodegón mediterráneo” con el mar y un frutero de cítricos.
Entre los bodegones otros varios con elementos cotidianos: platos, bucaros siguiendo preferencias de amigos y familiares. “Harén” 2013, “Cena Campestre” 2023.
Los temas que reflejan homenajes como el dedicado al pianista “Paisaje para Glenn Gould” 2012, del que se declara su admirador. Al que compaña “Variaciones Goldberg” de Bach, donde se puede imaginar al músico en su casa canadiense interpretando frente al teclado
Otro referente es Man Ray al que dedica “Proyecto de monumento a Man Ray en las salinas de Tombuctú” 2004-2005 que hace alusión a la serie fotográfica “La mode au Congo” que realizó el autor surrealista en la década de los años treinta del siglo XX.
En la obra “Balada de un solitario” 2012-2013, obra de pequeño formato con un solo elemento, un sillón de los años cincuenta, cabe la expresión del aislamiento humano. Se le podría hacer varias preguntas ¿es cómodo este sillón de la creatividad? ¿Es desde este sillón desde donde el autor contempla su propia obra? ¿Se siente en una soledad deseada?
El programa añade contestación a estas. Una soledad a la que hizo referencia Carlos Llop “Inventa un universo complejo y multiforme, en soledad, una factoría en las que las posibilidades son inagotables y están al servicio de salpicar con un poco de fantasía, colores de ensueño e ilusión la realidad gris”.
En la inauguración de la exposición la alcaldesa de Benicassim Susana Marqués expresa “Villa Elisa ya es un referente en nuestra provincia de atracción de cultura y conocimiento. Es un orgullo que este enclave tan benicense se haya asentado como vivero cultural donde conviven arte y sabiduría en proyectos que amplifican su oferta como el que nos ocupa de la mano de la Diputación”.
Asimismo el diputado de Cultura Alejandro Clausell, ensalzó la calidad y singularidad de una “colección fascinante que invita a descubrir un sorprendente universo creado de mundos oníricos, paisajes,arquitecturas metafísicas, bodegones y homenajes, que integran conceptos como la utopía o la metafísica entre otros”
Salir de la exposición y respirar el aroma del mar rodeado de tan exuberante jardín nos incita a reconocer que “la vida es según el color del cristal con que se mira” y si además le acompaña tan espléndida visión mucho mejor.
RELATOS REALES DESDE EL REAL SITIO: Baños de verano
Cala levantina
Julia Sáez-Angulo
EN LA PISCINA
Un antiguo alumno de nuestro colegio en Madrid, hoy Director General de Libertad Religiosa, nos pidió que alojáramos a una comunidad de mujeres islámicas en nuestra residencia S. J. de El Escorial, que teníamos para retiros y convivencias, en su mayor parte religiosas. Las mujeres querían celebrar un congreso de fin de semana y no encontraban sede. No entusiasmó la solicitud en el patronato, pero yo, como director, abogué por el antiguo alumno que ocupaba en el presente un alto cargo institucional y nos pedía un favor.
El autobús con las mujeres islámicas llegó a última hora de la tarde, todas ellas con yihab a la cabeza y chilabas hasta los tobillos. La jefa de grupo me recordó que había que prescindir del cerdo y el alcohol, al tiempo que la administradora me decía que el almacén de cocina ya tenía sus previsiones y habría que comprar otras viandas para ellas.
Una de las limpiadoras de piso me avisó, al día siguiente, de que habían desaparecido los crucifijos de las paredes de las habitaciones, y estaban todos en el suelo de los armarios, cuando no en el de los pasillos
Y ya, el colofón me llegó cuando fui a la piscina y vi metidas en ella a un grupo de mujeres con sus largos sayales y pañuelos puestos. No pude contenerme y las mandé salir de inmediato Seguidamente cerré la valla del recinto.
Verlas partir, fue un alivio. Las limpiadoras recolocaron los crucifijos en su sitio. Alguno estaba roto. Una y no más. Tuve que dar explicaciones al patronato de la residencia, que estaba un tanto perplejo. FIN
EN LA PLAYA
Estimada Ximena, ahí va mi historia reciente, para uno de tus relatos:
Todos los días me bañaba en la diminuta cala levantina, cerca de la casa que yo había alquilado para este verano. El azur del Mediterráneo me relajaba, sus aguas caldas me acariciaban y el salitre me dotaba de una energía extraordinaria. Éramos pocos los que elegíamos esa pequeña cala, porque no permite largos paseos, que es lo que buscan otros.
Un día, apareció en aquella playa una pareja joven en sendas bicicletas. Al desvestirse, él se quedó en un bañador reducido, casi un tanga, que llevaba puesto, y ella permaneció con su lujoso velo en la cabeza, ornado de cristales de brillos y turquesas, y su vestido largo y completamente negro. Con esta vestimenta descrita, ambos entraron al agua.
Verla a ella con aquel atuendo tan largo y oscuro, tan tapada y metida en el agua, me causó estupor. Me desagradó. Me pareció una provocación a la higiene, a la estética, al buen gusto, a la equidad, comparada con su acompañante casi desnudo.
Decidí llevar a cabo un reto, quizás una provocación: bañarme en topless. Así lo hice y caminé igualmente varias veces por la arena de la diminuta playa.
A los tres días, aquella pareja, disímil y opuesta en indumentaria, desapareció.
Más información
https://www.eldebate.com/opinion/tribuna/20250815/hipocresia-multicultural_325865.html
DINO BUZZATI: “El desierto de los tártaros”, libro recomendado para el verano
Julia Sáez-Angulo
15/8/25 .- El Escorial.- No siempre cabe recomendar un libro de actualidad, editado centro del año o del curso académico. Este verano estoy leyendo numerosos libros recomendados por escritores, pintores, políticos, militares, empresarios, periodistas… No voy a ser menos y voy a recomendar uno de los libros leídos que más me han impactado en mi larga carrera de lectora, que me hace recordar la afirmación de Borges: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído".
“El desierto de los tártaros” (1940) es una breve novela del escritor italiano Dino Buzzati, que relata la estancia de unos soldados en una fortaleza destartalada y medio abandonada, para defender el país de una posible invasión de los tártaros, que no son otros que los bárbaros. El protagonista, Giovanni Drogo, se va haciendo a esa vida, a esa idea, a esa posible defensa y soledad, hasta el punto de que un viaje a la ciudad le resulta extraño, ajeno y desagradable.
La novela está escrita con tal elegancia de estilo y sencillez en su planteamiento, que seduce y enamora. La invasión de los bárbaros ha sido siempre una obsesión de Occidente -ahora con los emigrantes de otras culturas-, quizás porque olvida que hubo un tiempo en que Oriente, con sus milenarias culturas en Persia, India y China, consideraban bárbaros a los occidentales, que como Alejandro Magno (356-323 a. C.), invadieron sus territorios. El refinamiento siempre estuvo en Oriente.
Una hermosa metáfora -también símbolo- la de “El desierto de los tártaros”, novela de Buzzati, que se emparenta con la de “Esperando a los bárbaros” (1980) de Coetzee, con el poema anterior de Cavafis, con el título original de “Esperando a los bárbaros” (1898), publicado como folleto en 1904 y como libro, junto a otros poemas de Cavafis en 1948. El libro “Esperando a Godot” (1952), de Samuel Beckett también conecta en concepto con el libro de Buzzati, así como el poema “Espera”, de Oliverio Girondo (1891-1967).
La espera, la esperanza o la desesperanza forman parte del hombre, cada uno a su manera. Ningún lector que lea “El desierto de los tártaros”, quedará indiferente.
Idioma original: italiano
Título original: Il deserto dei Tartari (1940)