jueves, 22 de mayo de 2014

DIEZ AÑOS DE MATRIMONIO DE LOS PRINCIPES DE ASTURIAS






L.M.A.

            ¿Se casó Don Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias, con la mujer adecuada? Esa es la pregunta que se hacen hoy muchos españoles, al cumplirse los diez años de su matrimonio. Chocó ese matrimonio hasta el extremo, por el hecho de que el Príncipe se casara con una presentadora de TV divorciada y que de inmediato se cerrara su sentencia de divorcio con siete llaves como el sepulcro del Cid. Las oscuridades no gustan. Luego han venido derivadas de la vida anterior, de su pasado personal, como lo cuenta el libro Adiós princesa de su primo carnal, David Rocasolano, donde se dicen cosas tremendas, que no han sido desmentidas.

            Letizia Ortiz Rocasolano, hoy princesa de Asturias consorte, no acaba de despertar las simpatías de la gente. No ha sabido ganarse la popularidad positiva, no ha hecho el esfuerzo de comportarse como Serenísima, como una princesa que después va a ser reina. Se la sigue viendo forzada, envarada, impostada a la hora de hablar. Le falta la naturalidad que se ve en otras princesas europeas. El hecho de que se haya hecho diversas operaciones de estética da que pensar que se ha tomado el puesto y cargo como un escaparate con papel de actriz.

            Lo que peor lleva la opinión pública es su carácter de mandona, de falta de autocontrol cuando se quiere ir de los sitios, como sucedió en Roma y en otros lugares, donde es ella la que exige al Príncipe heredero en público, con un “¡Vámonos!” y hasta “es la tercera vez que te lo digo”. Las personas testigo se quedan estupefactas. Ese comportamiento ya lo puso de manifiesto con el gesto y palabras al Príncipe de que no la interrumpiera cuando la presentó como prometida. No nos gusta a nadie esa faceta de ir arrasando.

            Hoy Letizia se presenta como agnóstica para no apadrinar en un bautismo. Se veía venir. Un arribismo de oportunismo puntual.

            El hecho de que no acabe de integrarse en la familia Borbón y se permita llevarse mal con sus cuñadas y hasta casi no dirigirles la palabra, parece grotesco; como si ella fuera de pura por la vida cuando hay hechos y gestos más graves que el de apropiarse de dinero. Con la familia en desgracia –aunque sea por su propia culpa- hay  que  tener cierta indulgencia –aunque se tomen algunas medidas-, pues lo contrario dice poco a su favor. La misma comprensión que tuvo con su hermana.

            El hecho de que no facilite su presencia ni la de las Infantas a la prensa dice poco a favor suyo, máxime siendo periodista.

            El Príncipe de Asturias sin embargo ha ganado con su matrimonio, ha madurado. El hecho de ser padre le ha dado una mejor actitud y lejos parecen haber quedado sus ademanes anteriores de niño pijo. Los tiempos tampoco se prestan a ello.

            En conclusión: No sé si el Príncipe se ha casado con la mujer adecuada. El enamoramiento pasional del comienzo suena bien para el debut, pero había que pensar que no sólo buscaba una mujer sino una reina para los españoles. Estuvo dispuesto a renunciar si no se casaba con Letizia, dada la no aquiescencia del Rey, lo cual dice de su mucho empeño para hacerlo y menos de su reflexión de futuro.

Ahora el Príncipe tiene que seguir adelante con lo que hay y salvar la situación con objeciones lo mejor que pueda, sobre todo de cara a la educación de las Infantas. Afortunadamente hay un contrato prematrimonial, que con más sensatez preveía lo que se adivinaba.

Hoy sólo cabe desear buenos augurios a la pareja y desear que ella controle su carácter impulsivo de mando e imperativo, pues más de uno piensa que si no lo hace, cuando sea reina será un peligro institucional. El Príncipe de Asturias es él y apostó mucho por casarse con Letizia, lo menos que puede hacer ella es corresponderle con respeto y ayuda. A ella, las encuestas no la favorecen. Sería terrible que el Rey no se atreva a abdicar –como se dice- por temor a las ventoleras de Letizia.

Algunos medios informativos han hablado de divorcio, después del viaje de los Príncipes a Buenos Aires por la candidatura y la incidencia de la actitud bronca de Leticia con la Moncloa por el avión de regreso. Felizmente se ha superado esa crisis, que un comunicado de La Zarzuela calificó de "altibajos" en el matrimonio. Lo cierto es que si tuviera que haber divorcio, más vale antes de que ella llegue al trono.




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