30 de octubre de 2024
Por Julia Sáez-Angulo
Buenos días.
1.- Introducción.-
La vocación de escritor es una llamada privilegiada para trabajar con la palabra, un elemento clave, de la misma manera que lo es el color para un pintor.
Un escritor estudia y paladea las palabras, acude al Diccionario con cierta periodicidad al escribir, para dar con el buen significado de las mismas. Incluso para retocarlas o retorcerlas de modo artístico y lograr así un nuevo significado, o alcanzar una metáfora, que en la enriquece.
Recordemos que, según la Retórica: metáfora es la traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita, como en las perlas del rocío o la primavera de la vida. En Literatura la metáfora es importante, porque embellece la escritura, sobre todo en la Poesía, si bien no conviene abusar de ella en la prosa.
Siguiendo con las palabras: en cierta ocasión, le dijeron al escritor don Ramón María del Valle Inclán:
-Esta palabra que Ud. ha escrito no es español. No está en el Diccionario.
Su respuesta no se hizo esperar:
-Pues ya lo será porque la he escrito yo.
Esta afirmación hay que tomarla con cautela, con humildad, diría yo, por aquellos que escribimos y no somos todavía una autoridad de la lengua, como Valle Inclán o los miembros de la Academia de la Lengua. La Docta Casa se le llama a esta institución, que se encuentra en todos los países de habla hispana, y que trabaja el origen, la etimología y el pasado de las palabras para ofrecer a la comunidad de habla hispana, un Diccionario adecuado de significados, siempre al día, porque las palabras cuando están vivas pueden ir moldeando su significado o sus matices; si no lo hacen, acaban muriendo o retirándose como arcaísmos. Pero también las palabras antiguas o arcaicas sirven a los escritores, para narrar o fabular sobre tiempos pretéritos en que dichas palabras se utilizaban, o con otros matices. En la novela histórica, por ejemplo. Dicho esto, cabe añadir que las palabras no mueren nunca.
La palabra puede ser, a veces, polisémica o ambigua. El arte siempre es ambiguo, porque pretende alcanzar un más allá de lo obvio, de la roma realidad. Escribir es un arte.
Uno puede enamorarse de algunas palabras y paladearlas o saborearlas de modo casi sensual. Yo les diré algunas palabras que me enamoraron cuando las conocí siendo joven: samovar, palabra que encontré en las novelas de los grandes autores rusos del XIX como Dostoievski, Tolstoi o Nicolas Gogol. Era una palabra nueva para mí, porque nunca había visto o conocido un samovar, objeto tan común en la cultura rusa. Con el tiempo, unos amigos rusos me trajeron un samovar de Moscú, tras contarle mi fascinación por esa palabra que conocí gracias a su literatura.
Otras palabras del español que también me atraen o me gustan: alféizar, crema, alhelí … Cada cual tiene las palabras suyas preferidas.
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2.- Ser escritor.-
¿Que se necesita un escritor para escribir literatura? Conocer bien las palabras de uso en la vida y del Diccionario; conocer la Gramática y sus reglas; conocer el habla de nuestros conciudadanos.
Recientemente he visto una obra de teatro inspirada en una novela de la escritora doña Emilia Pardo Bazán (1851-1921): “La Tribuna”. Trata de la vida de unas mujeres cigarreras, que trabajan en una Tabacalera. Pues bien, la novelista, para escribirla, quiso conocer de cerca ese ambiente y convivir algún tiempo con ellas, las cigarreras. De esa manera realista conoció la forma de ser y pensar de aquellas mujeres, sus problemas, sus anhelos… y de ahí concibió y fabuló una preciosa historia insertadas en la sociedad en que vivían aquellas mujeres. Pardo Bazán se había inscrito en la órbita del Realismo, una corriente literaria que predominaba en su tiempo.
“El engaño está legitimado en la ficción, es su razón de ser; no en vano palabras como cuentacuentos, fabulador o teatrero poseen dobles sentidos. El escritor, además, es un observador cotilla: se precia de meter la nariz donde no le llaman, justifica su curiosidad por trabajo. Su territorio está blindado”, recuerda la escritora Cristina Ros.
Pero no todo tiene que ser calco de la realidad. El escritor puede inventar historias sin relación alguna con lo cotidiano, sin calco de lo que ve y oye cada día. “La v verdadera literatura es la fantástica”, decía el escritor argentino Jorge Luis Borges, no sin razón. La mente del hombre, y por ende, del escritor es un amplio castillo con muchas estancias y de ellas puede sacar invenciones y fábulas sin límite. La ciencia ficción es un género literario que ha dado grandes obras en la literatura. Ahí está los célebres títulos como “1984”, de Georges Orwell; “La Guerra de los mundos”, C.H. G. Wells; “Viaje al centro de la tierra”, de Julio Verne; “Yo, robot”, de Isaac Asimov, etc
Gabriel García Márquez decía que la Literatura había soles, lunas y estrellas, refiriéndose al brillo y aceptación que pueda tener en la comunidad de lectores. Pues, aunque uno sea una estrella diminuta, el oficio de escribir, el arte de contar o narrar es una satisfacción grande para el creador artístico.
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.- Lengua, literatura y libros
Del 30 de noviembre al 8 de diciembre se celebra la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara 2024, que tendrá lugar en la ciudad mexicana del 30 de noviembre al 8 de diciembre. Es la Feria más importante del mundo del español, por la que circulan más de 800.000 visitantes. Y esto es cultura del libro, de la palabra, del español como lengua, que es un activo muy importante porque se la considera la segunda lengua del mundo, que se habla.
El español se habla oficialmente en 21 países: España, México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba y Guinea Ecuatorial. Esto es una fuerza cultural y económica, que debemos saber y potenciar. Son muchos los hombres y mujeres que viven de conocer, enseñar y divulgar esta lengua del español y su literatura, historia, economía… Hemos de ser conscientes de ello, valorarlo y sentirnos orgullosos con humildad, si cabe esta aparente contradicción. El instituto Cervantes, institución española, divulga el español por distintas ciudades importantes del mundo (por supuesto nunca en Hispanoamérica). Muchas de sus bibliotecas llevan el nombre de escritores hispanos, porque los países de habla hispana son más numerosos en población que la propia España, origen de la lengua, y por ello surgen de Hispanoamérica grandes nombres de la literatura en español, que pasan a ser propiedad cultural de todos los hispanohablantes.
El español, la lengua española, es por tanto una herramienta muy valiosa, muy poderosa, que nos permite y permitirá trabajar con ella, no solo para comunicarnos con esos casi seiscientos mil millones de habitantes que la hablan en el planeta, sino para ganarnos la vida. Con ella podemos ser y trabajar de manera especial como escritores, profesores, bibliotecarios, editores, periodistas, publicistas… La lengua está en todo lo de nuestras vidas, pero hay profesiones que la necesitan de manera especial, por ello es necesario que se enseñe bien, que se transmitan con claridad y firmeza algunas reglas elementales de la misma a los alumnos para que no las olviden como son esas de emplear la “m”, antes de la ”b”, o que los monosílabos no se acentúan, salvo que haya dos con significado diferente con por ejemplo “yo sé”, del verbo saber, o “se sabe”, como pronombre impersonal.
No es momento de dar una clase de gramática, pero cuando se ve mal escrita la lengua en algunas vitrinas de tiendas o almacenes, en algunos bares o restaurantes, duele, como si se clavara un cuchillo en la mente. Eso me ocurrió recientemente al ver acentuada la palabra “fe” en una banderola de iglesia, o ver escrito “El salón Antigüo” como nombre de un bar, con aquella diéresis inadecuada y faltona.
La lengua es sagrada y hemos de conservarla bien para no desvirtuarla. Si no lo hacemos, dejará de ser un instrumento útil de comunicación en la comunidad hispana. Esta es la tarea singular de todas y cada una de las Academias de la Lengua en los países de habla española, pero también nosotros como ciudadanos tenemos que protegerla y si no exigir, sugerir con cortesía que se escriba adecuadamente en cualquier establecimiento, porque es escaparate para todos cuando se muestran al público.
Y ya que hablamos de “sagrado”, permítanme que les diga también que el oficio de escritor es una vocación profunda, con la que se nace o se puede adquirir, si se tiene firme voluntad para ello. La vocación de escritor es como un sacerdocio que no termina nunca o casi nunca, incluso después de la jubilación de nuestro empleo, que no es otra cosa que, servicio a la sociedad, de la misma manera que nos sirven el carpintero o el tendero.
La Real Academia Española (RAE) y las academias de la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española) acaban de publicar la Guía panhispánica de lenguaje claro y accesible. Concebida como una obra que persigue transparencia, síntesis, comprensión y facilidad de uso, busca explicar el lenguaje claro con lenguaje claro. Extiende la reivindicación de claridad a todos los ámbitos en los que el mal uso del lenguaje se convierte en una barrera de incomprensión para la ciudadanía. Lenguaje jurídico, administrativo, político, mercantil, económico… que a veces resulta incomprensible para la ciudadanía en general.
Los diccionarios, gramáticas y la ortografía de la RAE y la ASALE velan por la corrección y capacidad expresiva del español. Si así no fuera, caeríamos en el caos de la torre de Babel. Persiguen una lengua transparente en sus descripciones gramaticales, rica en recursos léxicos, segura en su ortografía y dotada de las pautas discursivas de claridad forjadas por nuestros grandes escritores. En definitiva, una lengua que posibilite el éxito comunicativo en todos los ámbitos: desde la conversación familiar hasta los tratados científicos o humanísticos, desde una solicitud hasta una ley o una sentencia.
Vivir en la escritura es habitar en la palabra, un océano de términos sin fin, porque crecen y aumentan con el tiempo en número, matices y significados. Actualmente, según la RAE, el español cuenta con más de 93.000 palabras. Como dato interesante, cerca de 19.000 son americanismos. Por otro lado, el Diccionario Histórico de la Lengua Española, que también gestiona la RAE, cuenta con más de 150.000 entradas.
Cierto que después, cada zona o región tiene sus particularidades en vocabulario y dicción, pero si la gramática o sintaxis no se alejan de la norma general servirán para seguir entendiéndonos en español. El escritor y académico español José María Merino (1941), residió algunos años en Iberoamérica y cuando regresó a España y lo entrevistaron dijo que “en Hispanoamérica se habla el español con donosura”. No lo he olvidado desde que lo leí. También he leído que en Colombia, en general, se habla un español más correcto y elegante que en otros sitios. Dentro de España, también se dice que el español del Valladolid es el mejor de toda la península. Pero lo importante, junto a todos los localismos, es que la lengua se mantenga unida para poder comunicarla y contar con ella como lo que es hoy, un activo importante en la cultura, la economía, la literatura y el sector del libro.
ESTO ES TODO. MUCHAS GRACIAS