L.M.A.
15/10/25.- Madrid.- Editorial El Desvelo publica En el búnker con Hitler, de Gerhard Boldt, oficial encargado de redactar los partes de guerra diarios y que vivió bajo tierra junto al Führer sus últimos días.
“Aunque Hitler ha confesado que la guerra está perdida, parece no tener la menor sospecha de lo que realmente sucede afuera… Cada vez que alguien en su círculo se atreve a decirle la verdad, empieza a desvariar…”
El refugio del Führer, así lo describe Gerhard Boldt, ocupa solo una de las alas de toda la estructura de refugios de la Cancillería, y consta de dos partes: el apartamento de Hitler -su dormitorio, sala de estar y baño, con la única bañera de todo el complejo- y además una sala de conferencias con antesala. Desde allí, un pasillo conduce a cinco habitaciones adicionales en las que se alojan el médico personal del Führer, el profesor Morell, la perra collie de Hitler con sus cachorros, un pequeño centro de noticias, el cuarto de guardia para su guardia personal y un aseo. En el pasillo, hay cuatro centralitas telefónicas. Así lo describe el oficial alemán la primera vez que sus ojos lo ven. El descenso se le hace duro. Son 37 escalones y una cubierta de diez metros de espesor de acero y hormigón por encima de sus cabezas. Ahí está, en teoría, la salvación. O quizá la muerte segura.
“Es la primera vez que soy admitido en la llamada Conferencia del Führer, una reunión diaria de las tres fuerzas —Ejército de Tierra, fuerza aérea y marina— con Hitler. Los temas de estas conferencias son los eventos y decisiones concernientes a la conducción de la guerra por tierra, mar y aire. Hoy voy a ser presentado…” En el búnker con Hitler, que acaba de editar El Desvelo, recoge el valioso testimonio desde que Boldt empieza a asistir a las reuniones diarias entre Hitler y sus generales, primero en Zossen o la “Guarida del Lobo” y después en el búnker de Berlín, hasta pocos días antes del suicidio del dictador y la caída del III Reich. La atmósfera se va haciendo progresivamente más opresiva e irrespirable, los cacheos y revisiones se incrementan por días, la gente que pulula por esa pequeña urbe se hacina en sus pasillos. El olor no es apto para cualquier pituitaria.
A lo largo del tiempo será testigo de la progresiva degradación del Führer, casi una caricatura de sí mismo a quien sus allegados no se atreven a rebatir o contrariar, como cuenta en este fragmento: “¿Te lo imaginas, Hitler quiere atacar, quiere reconquistar la línea del Óder por asalto?». Lo miro fijamente, simplemente atónito. «¿Atacar, atacar?». «Sí, eso es. Aunque el propio Hitler ha confesado que la guerra está perdida, parece no tener la menor sospecha de lo que realmente sucede afuera. Así como había evitado previamente mostrarse en cualquier línea del frente, ha evitado, desde que regresó a Berlín, salir de la Cancillería del Reich ni una sola vez para ver por sí mismo el estado de las cosas en la ciudad (...) Pero no desea que su mundo imaginario sea perturbado por la realidad. Cada vez que alguien en su círculo se atreve a decirle la verdad, empieza a desvariar. Allá afuera, el Ejército alemán bajo el asalto del enemigo por todos lados se desintegra, pero Hitler todavía quiere atacar(...)”
El día antes del suicidio de Hitler, Boldt recibe autorización para salir del búnker. Logra cruzar las líneas soviéticas y es detenido por los británicos. Y es precisamente durante ese periodo en que permanece cautivo cuando decide escribir para no olvidar. Son recuerdos a vuela pluma que plasma en caliente y que le marcarán de por vida. La obra, por la que desfila la plana mayor de jerarcas nazis, combina descripción sin aderezos, interés documental y juicio moral, revelando la psicología y arrogancia de los jerarcas nazis.
Gerhard Boldt (nacido el 24 de enero de 1918 en Lübeck, fallecido el 7 de mayo de 1981 también en Lübeck) fue oficial de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial. Condecorado con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro, sirvió en el Frente Oriental con la 58.ª División de Infantería y más tarde se incorporó al Estado Mayor de inteligencia militar de Reinhard Gehlen.
Durante los últimos meses de la guerra fue destacado al búnker del Führer, donde asistió a las últimas conferencias con Hitler, Krebs, Bormann, Göring y Goebbels. El 29 de abril de 1945 escapó junto a Bernd Freytag von Loringhoven y otro oficial, pero tras la fuga y algunas peripecias, fue detenido por los británicos y pasó varios años como prisionero antes de establecerse en la Alemania Occidental, donde trabajó como escritor.
Más Información
No hay comentarios:
Publicar un comentario