Romano Guardini, teólogo
Julia Sáez-Angulo
27/4/25.- Riaza (Segovia) .- Una tiene un gurú para cada campo, entendiendo por tal, un buen maestro para dirigir la disciplina. En la crítica de arte tengo como maestro, a través de sus libros, a Robert Hughes (1938-2012), profesor australiano de Historia del Arte, crítico de arte de la revista “Time” y comisario de exposiciones en los Estados Unidos de América. Su libro “El impacto de lo nuevo”, llevado a una serie de TV, me golpeó en el planteamiento de la crítica. Magnífico su libro Barcelona (1992).
Pero yo hoy quiero hablar de Romano Guardini (Verona, 1885-1968), que regentó la cátedra de “Filosofía Católica de la Religión y cosmovisión católica” en la Universidad de Berlín. Su actividad intelectual como filósofo y promotor de movimientos juveniles en la iglesia de St. Ludvig de Munich fue admirable, pero sus libros de teología están muy bien escritos en alemán, y traducidos, son, un gozo en la lectura, porque su escritura se lleva a cabo con “la cortesía de la claridad”, la gran recomendación de José Ortega y Gasset a los filósofos. Su éxito se debe, a que dirige su mensaje a un grupo determinado de lectores u oyentes, y no a un público general, lo que le da una cercanía viva.
“Sobre la vida de la fe”, “Sobre el Dios vivo” son dos grandes de sus obras editadas por Rialp, y ahora estoy leyendo “El Señor”, que abre muy bien los ojos sobre la figura de Jesucristo. El filósofo y profesor Alfonso López Quintás escribe una amplia y amena Introducción, que ya sólo por ella merecería la pena leer el libro de Guardini.
“Tenemos que volver a aprender que no es solo el corazón el que deber rezar, sino también la mente. El mismo conocimiento ha de convertirse en corazón”, escribe Guardini.
“Sería hermoso exponer el conjunto de la fe sin tecnicismos teológicos en el lenguaje común de las personas cultas. He aquí una vez más mi intento de penetrar en el “fenómeno”, verlo todo en su frescura originaria”.
“El cristianismo no es, en último término, ni una doctrina de la verdad, ni una interpretación de la vida. Es ésta también, pero nada de ello constituye su esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazaret, por su existencia, su obra y su destino concretos, es decir, por una personalidad histórica”, añade el autor italo-alemán.
“Cristo no habla solo con palabras, sino con todo su ser. Todo lo que Él es revela al Padre. Solo ahora alcanza el concepto cristiano de revelación toda su plenitud. Todo su ser es la palabra: sus gestos, sus ademanes y su actitud, su actividad y su obra (…)”.
“El amor del que habla Cristo es, por así decir, un río de vida que nace en Dios, pasa por el hombre y vuelve a desembocar en Dios; una forma de vida consagrada que va de Dios al hombre, del hombre a su prójimo y del creyente a Dios. El que rompe la continuidad en alguno de sus estadios, destruye todo el conjunto. Y el que la respeta limpiamente en alguno de sus estadios, hace sitio a la totalidad”, afirma Guardini.
López Quintás concluye: ”Cuando uno lee “El Señor”, con el sosiego y la capacidad de penetración suficientes, para elevarse al nivel de la sabiduría en que se movió Guardini, se comprende la profunda razón por la que éste consideró dicha obra como su predilecta, junto a su comentario de Holderling “Concepción del mundo y piedad”.
Editado por Cristiandad -cuarta edición- “El Señor” recoge una parte de sus homilías, aquéllas que versan sobre la persona y la actividad de Jesús. Con palabras iluminadas por un certero instinto sobrenatural, busca Guardini contemplar al Señor, admirar su talante para acogerlo como Salvador. De esa intención nacen reflexiones llenas de naturalidad y de solidez teológica, que bosquejan atractivos perfiles de la personalidad de Jesús.
«Romano Guardini vivió intensamente su vida sacerdotal y la tarea apostólica que implica». Así comienza la espléndida introducción de Alfonso López Quintás.
Como dije, el escritor Juan Manuel de Prada cita con frecuencia y con acierto a Guardini en sus columnas periodísticas.
2 comentarios:
Hermosísima nota, toda ella transmite una iluminada espiritualidad! Gracias Julia !
Querida Julia
Tu bello artículo me trae el recuerdo de unos quince meses atrás. En Múnich, cerca de la Biblioteca principal de la ciudad (donde está el códice de los CARMINA BURANA) hay una iglesia, que visitamos con mi mujer. En ella está la sencillísima tumba de Romano Guardini. Este hombre tan sabio no necesitó un gran monumento funerario, como algunos pretendidamente importantes, sino que desde su propio descanso eterno me da lecciones de sabiduría y humildad.
Tiene Verona a Romeo
y a Julieta la bella
y el castillo sobre el río
y también romana Arena...
pero nos dio un hombre sabio
que habló de la vida eterna.
Nuevos saludos,
Raúl
Tiene Verona a Romeo
y a Julieta la bella...
y dio al mundo un filósofo,
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