miércoles, 22 de agosto de 2018

La BNE recibe más de 1.400 cartas del poeta Rafael Morales



El autor ganó el premio nacional de Literatura en 1954


L.M.A.

-22 de agosto- Rafael Morales Barba ha donado a la Biblioteca Nacional de España un amplio epistolario de su padre, el poeta Rafael Morales Casas (1919-2005). El conjunto, cuyo inventario se está realizando, está compuesto por más de 1.400 cartas que reflejan las relaciones del escritor con numerosos literatos de su época como Dámaso Alonso, Antonio Buero Vallejo, Blas de Otero, Camilo José Cela o Fernando Fernán Gómez, así como con distintas editoriales. Esta donación completa la amplia correspondencia que mantuvo con Vicente Aleixandre, al que le unió una gran amistad hasta la muerte de este último en 1984.
Según palabras de su hijo, Rafael Morales Barba, el poeta “fue testigo de excepción de nuestra poesía desde la Guerra Civil. Formó parte de la Alianza de Escritores Antifascistas junto a Rafael Alberti, Miguel Hernández o Vicente Aleixandre, dirigió la revista La Estafeta literaria desde 1957, fue consejero de la Fundación Juan March, y  profesor de literatura en la Universidad Complutense de Madrid en sus últimos años. Siempre con elegancia y sin intrigas”.
Rafael Morales comenzó a escribir versos con apenas siete años de edad, publicando los primeros en la revista Rumbo. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid y durante la Segunda Guerra Mundial estudió dos años en Portugal gracias a una beca, con la que obtuvo la licenciatura en Literatura Portuguesa por la Universidad de Coimbra. Durante la Guerra Civil escribió en la revista El mono azul.
A lo largo de su vida mantuvo una intensa vida literaria colaborando con distintas instituciones y revistas: dirigió el Aula de Literatura del Ateneo de Madrid y la revista La Esfera Literaria; en 1952 asesoró a la revista Poesía Española, editada por la Dirección General de Prensa; ejerció como crítico literario en la revista Ateneo y en varios periódicos españoles, entre ellos el diario Arriba y también colaboró en la sección de filología y literatura de la Enciclopedia de la Cultura Española.
Entre los numerosos premios que obtuvo podemos destacar, el Premio Nacional de Literatura de 1954, el “Gibraltar”, que otorgaba el semanario madrileño Juventud y el “Internacional de poesía Ciudad de Melilla” de 1993 por su libro Entre tantos adioses. El ayuntamiento de Talavera de la Reina, lugar de su nacimiento, ha creado un premio de poesía que lleva su nombre.
Rafael Morales, cuya poesía fue divulgada en las páginas de la revista Escorial de Madrid cuando apenas tenía 22 años, cultivó la estrofa clásica dentro de lo que Dámaso Alonso  llamó “poesía arraigada de la primera generación poética de la posguerra”. En sus poemas se deja ver la influencia de  la obra de Miguel Hernández, entre otros autores.
En 1943 publicó Poemas del toro y tres año después llegó a las librerías  El corazón y la tierra, pero será en 1947 con su libro Los desterrados cuando se sumerja en la poesía desarraigada con el primer libro de poesía social y existencial de su época, obra cuya temática ahonda en la desgracia, teniendo como personajes centrales a los marginados y desheredados por la sociedad.
Siguieron Poesías completas (1949), Canción sobre el asfalto (1954), La rueda y el viento (1971), Prado de serpientes (1982), y Obra poética completa (1999). En alguna ocasión, Morales definió su ideal poético como una aspiración a cumplir lo que llamaba la "tríada divina" de la poesía del Siglo de Oro español: «Decir con la belleza de Góngora, pensar con la hondura de Quevedo, sentir con la sensibilidad de Lope».
Entre sus libros en prosa destaca la atención que dedicó a la literatura infantil y juvenil con obras como Dardo, el caballo del bosque o Narraciones de la vieja India, Leyendas del Río de la Plata, Leyenda del Caribe, Leyenda de los Andes, Leyenda del Al-Andalus... En 1982 la Universidad Autónoma publicó su conferencia Reflexiones sobre mi poesía. De sus trabajos finales sobresalen Entre tantos adioses (1993), por el que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla en 1992, y Poemas de la luz y la palabra (2003) su último poemario.
La donación de estos materiales tendrá grandes ventajas tanto para la conservación y seguridad de la correspondencia de su padre, Rafael Morales Casas como para su difusión, favoreciendo la investigación de la poesía de la generación de la posguerra no sólo ahora sino también para trabajos futuros.

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