martes, 15 de junio de 2010

Fotografías de David Trullo y fondos de la Colección Visible en FiART



"Una historia verdadera"
Fotografías de David Trullo y fondos de la Colección Visible
Fundación FiART (Almirante, 2)
Madrid





L.M.A.


La fotografía fue utilizada durante los siglos XIX y XX como un documento con valor jurídico e histórico. Con frecuencia lo fotografiado adquiría el status de “verdad”, lo fijado en el negativo aparecía como “real”, aunque ahora sabemos que siempre fue manipulada en función de determinados intereses y actualmente se ha hecho un arte de esas manipulaciones, a través de diversos programas informáticos.

De este modo, la fotografia se usó también desde sus comienzos para simular esa verdad y dotar de realidad a todo aquello que no lo fue, bien mediante el posado o la manipulación de la imagen. De la misma forma, aquello que no era fotografiado no existía, por no ser probado.

De vez en cuando encontramos imágenes fotográficas que muestran el afecto entre hombres o entre mujeres. Sólo podemos hacer conjeturas sobre su relación: podemos estar ante retratos de familiares, de amigos o incluso de parejas que vivían su historia de amor en secreto, pero que un día se atrevieron a retratarse juntos como una forma de demostrarse a sí mismos que su relación existía e indirectamente, sin que fuese ese su propósito, de dejarnos a nosotros una muestra grafica de su relación, que en algunos casos ha atravesado la dura prueba del tiempo y de múltiples censuras que pudieron ocurrir tras sus muertes.

De esas imágenes huérfanas (generalmente no hay nadie que sepa explicarlas o conozca su historia) no tenemos datos suficientes para establecer qué tipo de relación existía entre los dos retratados. En aquellos álbumes familiares no había fotografías de bodas gay, lógicamente no estaban permitidas e incluso estaban penadas por la ley, pero si relaciones “equivalentes”, escondidas en esas imágenes ambiguas.

Muchas historias de estas no fueron documentadas, por razones sociales, religiosas, legales, políticas o económicas. El proyecto Una historia verdadera es solo una de ellas. Es un trabajo de investigación artística que pretende utilizar esos mismos instrumentos de manipulación para construir una serie de imágenes “reales” que nunca ocurrieron, pero que sí “existieron”. Revisitar la Historia a través del no-documento. Un viaje en el tiempo, hacia el pasado, para reconstruirlo haciéndolo más real a través de la mentira. Mentir y manipular, para hacer más real un pasado lleno de mentiras y de manipulaciones, pero ambas en sentidos contrapuestos.

Utilizando distintas imágenes anteriores a la era digital de la fotografía, convenientemente alteradas, se relata una historia de la fotografía (y de las familias) que no tuvo lugar (o sí, pero esto nunca lo sabremos con exactitud), y se rinde tributo a todos aquellos que tuvieron que ocultar su condición y que fueron condenados a no tener memoria.

La exposición muestra un grupo de fotografías encontradas y manipuladas digitalmente por el artista visual David Trullo, que altera fotos de los siglos XIX y XX de bodas y parejas de distinto sexo sustituyendo al hombre por otra mujer o viceversa, creando “falsas” parejas de hombres con hombres y mujeres con mujeres; el otro cuerpo del proyecto forma parte de los fondos fotográficos de la Colección Visible, un conjunto de imágenes de la misma época que muestran escenas similares, esta vez sin manipulación. Es el espectador el que reinterpreta las relaciones de las personas en las fotografías, intuyendo o imaginando y sacando sus propias conclusiones.

Los dos conjuntos de imágenes, inicialmente en dos niveles, se funden y confunden en la exposición, sin referencias que las distingan, creando un doble juego en el que la realidad aparece como ficción reconstruida y la ficción como realidad especulativa. Todo ello con el propósito de que el espectador se vea a sí mismo convertido en un juez del tiempo y de la historia, tratando de hurgar en sus secretos y de dilucidar cuánto hay de cierto o de inventado en las imágenes que tiene ante sus ojos, para que quizá acabe comprendiendo que de una u otra manera, aunque a través de una propuesta un tanto extraña, se le está contando “una historia verdadera”.


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