jueves, 18 de octubre de 2018

RETRATOS: Rosa Moreno de Castro, bella y lozana andaluza, profesora de Dibujo, pintora, retratista


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 Rosa Moreno de Castro con Jaén al fondo



Julia Sáez-Angulo


            17/10/18 .- MADRID .- Su abuela aseguraba que la niña le pintó un retrato a lápiz cuando tenía tres años. Lo cierto es que la pintora, bella y lozana andaluza, jaenera como las morillas del romance de moros, es profesora de Dibujo y durante muchos años ha sido titular en un Instituto de Enseñanza Secundaria, hasta que se retiró para dedicarse por entero a la pintura. Con un carácter muy suyo y un temperamento aparentemente volatinero, sabía encarrilar como nadie a sus alumnos adolescentes y los centraba con una frase coloquial o castiza. A casi todos ellos les hizo y regaló un retrato rápido a grafito, que guardan como un tesoro. En su totalidad la admiraban; alguno hasta se enamoró de ella, porque ya se sabe que los primeros amores platónicos juveniles son la prima cercana o la profesora guapa. (Los profesores de enseñanza media son hoy los héroes de la sociedad contemporánea, por tener que bregar cada día con  elementos no fáciles).

            Rosa tiene una casa/estudio muy singular con patio, portón y salida a la calle, con espacios distribuidos a modo de bancales y dormitorios retranqueados como en un loft, donde recibe a sus amigos para ofrecerles su cocido madrileño o la olla gitana a base de verduras, buena para la Cuaresma y para la dieta. La pintora baila el tango como una argentina profesional, sobre todo cuando lo hace con el doctor Francisco Díaz de Rojas. Los que contemplamos sus movimientos de piernas y rodillas cuando ella  lo baila, nos quedamos con los ojos sin párpado.

            A Rosa Moreno de Castro (Jaén, 1958) le apasiona la tarea de pintar, que para ella es algo así como domeñar la realidad en tres dimensiones a la planitud de dos, sin perder la sensación ilusionística de las tres como punto de partida. La realidad y la escultura son tridimensionales, la pintura es mágica porque es bidimensional y volúmica en apariencia.

            A Rosa le da igual la técnica, el soporte o el pigmento; son medios. Rosa afirma que cada modalidad tiene su gracia: “me gusta el pastel, por su inmediatez; la acuarela, por sus efectos inesperados; el carboncillo, porque es misterioso y bello; el acrílico seca rápido…, pero con el óleo consigues todos los efectos que desees”.

            Captar el rostro humano fue la constante de la larga trayectoria artística de Rosa Moreno de Castro quien, por su maestría, ha tenido numerosos encargos a lo largo de su vida, pero si ella observaba un rostro interesante, que le motivara, también lo representaba, aunque fuera en apunte y no fuese encargo, porque estimaba que era digno de pasar al arte. Tiene retratos que son cumbres de su pintura como los del escritor Torrente Ballester o el poeta Luis Hernández del Pozo. También ha realizado retratos cercanos de familia o de amigos, como el de su hija o el de Amparo Ruiz de Ayllón.

            Los paisajes naturales o urbanos son otro capítulo importante en el quehacer plástico de esta autora. El color fauvista se cuela en sus bosques y parques, donde logra con frecuencia la idea misteriosa de la presencia cercana y ausente de alguien. En las ciudades pinta con frecuencia escenas de cafés o terrazas habitadas por gente que conversa y disfruta de esos momentos de calma. Una pintura grata y habitada que sugiere el dulce encanto de la conversación o la tertulia.

            Los concursos de pintura rápida le han tentado en el pasado por lo que tienen de reto en el tiempo y el espacio. Ha ganado numerosos primeros, segundos y terceros premios, además de disfrutar de estas jornadas al aire libre de encuentro y medida con otros colegas. Cuando a Rosa le da la ventolera, viaja, pinta, participa en los concursos, pero si el cuadro no le convence, no lo entrega al jurado. Eso lo ha hecho más de una vez. La última regresó con el cuadro a casa y lo vendió de inmediato en Madrid, porque la pintora tiene un circuito de conocidos y amigos que  conocen y valoran su arte. Ahora dice que va a regresar a alguno de los concursos al aire libre, para obligarse a hacer de modo rápido y está preparada para viajar a uno de ellos en Asturias.

            Desde que se prejubiló en el Instituto, se ha hecho cargo como comisaria del Club 567 de Madrid (c/ Santa Engracia), donde ella misma expuso una amplia individual en 2009. Antes celebró sus 25 años de matrimonio con la pintura en una interesante retrospectiva en el madrileño Centro Cultural Nicolás Salmerón. Su hija, hoy residente en Australia, le siguió en el estudio de Bellas Artes, si bien se ha especializado en iluminación –como la hija de Maica Nöis-, factor clave en la arquitectura de interiores.

           Rosa Moreno de Castro participa de vez en cuando en los proyectos del Grupo pro Arte y Cultura y se la ve en los encuentros artísticos en casa de la fundadora Mayte Spínola.

          Muy familiar y jaenera ella, Rosa regresa con frecuencia a casa, a su ciudad natal Jaén –la más castellana de la provincias andaluzas-, para estar con su madre y sus hermanas. Recientemente falleció su padre y eso ha lacerado tanto su corazón que apenas si puede hablar de él sin emocionarse. Recientemente le había ayudado a presentar un libro de memorias en Madrid. Un pequeño retrato del rostro de ese padre, figura en el salón de su casa.

Más información





 Un primer premio de pintura rápida
 pintura fauvista

 Retrato de niña

 Retrato de Luis Hdez. del Pozo
 Retrato de dama 


Retrato de Amparo Ruiz de Ayllón

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