jueves, 26 de octubre de 2023

POESÍA PARA QUÉ, por José María Muñoz Quirós

J. M. Muñoz Quirós, poeta, ante las murallas de Ávila (Foto: Babelio)   


27.10.2023 Madrid                                                      

El poeta José María Muñoz Quirós pronunció estás palabras en la entrega de los Premios de Poesía Santa Teresa de Jesús 2023, que otorga el Hogar de Ávila en Madrid y que tuvo lugar en el Centro Cultural de los Ejércitos, el pasado 25 de octubre


Debo comenzar haciéndome y haciéndoles una doble pregunta: ¿poesía para qué? ¿Cuál es el futuro de la poesía?

Partimos de la necesidad que exige, a todo poeta, una dedicación a la creación de su obra, a esa materia tan subjetiva que se transforma en un universo personal en permanente metamorfosis, y que nos acompaña a sabiendas de que el único valor de la poesía es que no vale para nada, y que por esta curiosa paradoja, es lo más valioso que tenemos.

La poesía vive en las raíces de la sociedad y del hombre. Digo raíces porque solo en lo más profundo se forja lo más genuino, también lo más transcendente y lo más necesario.

Contemplamos cómo la existencia de la poesía se materializa en libros, en textos, en movimientos culturales, en escuelas, en el tráfago de lo que es más el mundillo de los poetas que el necesario quehacer de su tarea como escritores. Y de esta manera, todo lo que convive en los extrarradios de la creación poética se eleva a categoría esencial dejando al lado lo que realmente es el centro de la verdadera sustancia de lo poético: la soledad y el pensamiento secreto de los creadores, su entrega sin límites a la obra siempre en marcha, siempre en permanente aprendizaje.

Paradoja misteriosa la que manipula la creación a favor de un resultado más social que personal, más espejo de vanidades que raíz de vida.

Tal vez debería comenzar indicando mi postura frente al hecho poético: muchas son las razones que se han dado para justificar la existencia de la poesía en tiempos siempre difíciles para su mantenimiento. La poesía es tarea de laborioso secreto, de silenciosa evolución, de mesurada vitalidad en la búsqueda de un mundo que conduce a la fecundidad de la palabra, concibiéndola como fundadora de un lenguaje que cristaliza en una voz personal y diferente.

La poesía es un modo peculiar y distinto de conocer, de acercarse al mundo y penetrar en sus difíciles caminos, en sus vericuetos oscuros. También es una transformación de la experiencia, una nueva mirada que aspira a reflejar de otro modo la vida. Y también es una forma de participación con el mundo. Y es, como dice Ana Blandiana, “el descubrimiento de que en un mundo en el que se habla y se escribe tanto, el significado del poema consiste en restablecer el silencio...”.

Es decir, la poesía tiene la capacidad de albergar tantas voces como poetas, y cada poética se servirá de aquello que mejor le sirva para conseguir su voz, para medirse con la tradición y la escritura de los distintos periodos de la historia de la literatura. 

Y en este estado de secreta diversidad se mueve el universo de los poetas, y creo que si algo va a cambiar en el futuro no será su dinámica sino sus circunstancias externas, el modo de transmisión, el acercamiento del lector al texto o la capacidad de profundización que el futuro lector tendrá al enfrentarse con la poesía.

¿Hacia dónde se encamina la poesía en nuestra sociedad actual?

Estamos viviendo un momento difícil: las nuevas tecnologías que nos están acercando a una inmediatez enfermiza que deja poco espacio a la meditación y al silencio que se precisa para entrar en el universo de la creación y de las relaciones humanas. Esta característica de la vida puede transformar muchos de los esquemas sociales y culturales, ¿pero hasta dónde va a influenciar en el hecho poético? Se habla más que de poesía de escritura de poemas. Más que de creación, de actividad. Más que de búsqueda y profundidad, de inmediatez. 

Nada que no pueda ser conseguido con rapidez tiene sentido, ni importa. Nada que no sea rápidamente comprensible, tiene validez…Y la labor del verdadero poeta tiene que ser todo lo contrario: un lento y constante constructor de un mundo personal, de una mirada secreta y silenciosa sobre sí mismo y sobre todo lo que conforma su vida. El poeta tiene que indagar en las profundidades del lenguaje, en las inquietantes marejadas de sus sombras, en el precipicio al que se lanza en cada poema, y esto conlleva un aprendizaje, un estímulo lento y constante, y mucho conocimiento de las distintas poéticas que se han ido sucediendo en la historia de la poesía, es decir, tiene que ser un meditativo lector, un aprendiz permanente. 

Y yo no sé si esto será posible en los tiempos que nos está tocando vivir, no sé si los escritores de versos han pensado antes sobre lo que ya otros han escrito, y si se han estimulado con las obras de los grandes poetas que son, en definitiva, a los que hay que conducir nuestros ojos para poder aprender y huir de cualquier manera de cansancio repetitivo, de ausencia de creación.

Me temo que la cultura poética de muchos de los grupos que pululan por esos mundos de las redes sociales no alcanza este objetivo, se pierde en piruetas y en aconteceres de cada día, no elaboran sus pensamientos ni adquieren la capacidad de discernir entre lo que es verdaderamente poético o no. Y este riesgo va a determinar, aún más, la necesidad de lectores que sean competentes con el valor y el significado de la poesía, que sean capaces de orientar sus miradas a los territorios donde la poética se envuelva de un esfuerzo de búsqueda y de hallazgos, en un terreno espinoso en el que muchas veces es preciso estar solos, sin que nada estorbe ni distraiga el encuentro con la palabra creadora.

¿Será un reducto cada vez más limitado, o por el contrario, creeremos que el número de seguidores no es un elemento fundamental para su supervivencia? 

Creo que la poesía sobrevivirá a todos los vaivenes de la cultura de masas, de los planteamientos sociales que lo comparten casi todo. Una vez más se acercará a las personas que la busquen, que se aferren a sus peculiaridades, que la analicen y la sepan reconocer como algo esencial para construir sus pensamientos. Entonces, se producirá aún más la disidencia de los poetas frente a las cárceles de la manipulación y de la repetitiva secuencia de lo más inoperante, de lo que no sobrepasa la cercanía de una labor efímera.

Sin la verdadera poesía no podrá el mundo resolver sus misterios, poner palabras donde se hace un vacío de comunicación profunda, dar voz a lo que se oculta en los campos de la indigencia del alma, limpiar de contaminaciones las relaciones humanas en el centro de sus actos. Dar voz a los que siempre son víctimas frente a la pobreza y la injusticia.  

El llamado postureo literario es una realidad que a veces supera con creces el significado auténtico de la poesía: se busca el estar, el ser presencia de capillas, de foros, de círculos, de generaciones o de estéticas por encima de los valores esenciales de la escritura. 

Lo gregario supera a lo individual, y sobrevivir en este bosque de tan complejos vericuetos, va a ser difícil. El individualismo no tendrá nada que hacer, pero ese va a ser su valor, y creo que es un objetivo que hay que intentar conseguir: salirse del redil, campear en solitario, ser corredor de fondo y no de velocidad, vivir en la autenticidad en estrecha relación con lo que nos rodea, intentar construir un universo propio, una voz peculiar, una distancia con lo genérico y lo repetitivo.

El pago puede ser caro y difícil: la soledad, la no existencia en los terrenos del reparto de beneficios, la creencia de que se está en un sendero equivocado, la duda ante todo y ante uno mismo. 

Pero esa puede ser la apuesta de la poesía verdadera en un tiempo próximo, en los momentos difíciles y extraños que ya estamos viviendo.

Se puede llegar a pretender hacer de la poesía una carrera para conseguir la gloria, la vana gloria del aplauso, del reconocimiento, del yo social frente al yo existencial, vivencial y profundo, hondo y solitario. Hay quien desconoce que la poesía se centra en el ser y no en el estar, es un aposentarse frente al bullicio de los otros.

La escritura poética nos deja siempre la opción de poder atravesar los espacios por donde se transita en plena libertad. Es en este ámbito donde el creador de poemas, el poeta, puede saltarse las normas, los obstáculos, las limitaciones del lenguaje y todos los extraños filtros que la vida nos pone a cada paso.

 ¿Hacia dónde camina la poesía? ¿Cuál es el futuro de este quehacer tan improductivo, tan poco útil? ¿Quiénes revelarán al lector futuro dónde se encuentran las claves de su inmediatez y su secreto? ¿Pervivirán en el sentir del lector las razones que llevan al ser humano a escribir poesía? 

Solo lo auténtico se podrá salvar del tránsito cada vez más vacío de una sociedad que ignora y desprecia la individualidad, que trata, por todos los medios, de diluir al ser humano en sus aguas cenagosas.

Necesitamos, más que en ningún otro momento, perseguir el silencio, alejarnos del ruido sin límites de los ecos de quienes se hallan en permanente guardia sobre lo que les sucede a los otros. 

Tertulias y foros libres como este de El Hogar de Ávila son necesarios y tienen razón de ser. Por eso hay que alegrarse de que todavía la poesía encuentre oídos en quienes van queriendo escuchar en este secreto existir.

Solo así construiremos una sociedad más libre, más intensa, más profunda. Solo así tendrá sentido que los poetas dediquen su trabajo en buscar la belleza de las palabras, las emociones y los grandes misterios de la vida.  

Tan solo así conseguiremos que nuestro idioma tan manipulado y tan maltrecho por el uso de los destructores de las palabras, puedan mirarse en el espejo limpio y sosegado de la poesía.


9 comentarios:

Enrique Gracia Trinidad dijo...

Certera y brillante exposición de Muñoz Quirós. Para tenerla muy en cuenta. Se lo agradezco.
Gracias también, Julia, por traerla.

Emilio Porta dijo...

"Hay quien desconoce que la poesía se centra en el ser y no en el estar" Esta y otras muchas frases y conceptos, extraordinarias reflexiones, habitan en esta entrada de hoy en La Mirada Actual. Pequeño ensayo, gran análisis, de Jose María Muñoz Quirós, que hay que guardar en la mente y sus estribaciones. Demuestra que no solo es un gran poeta, sino un magnífico escritor (todo buen poeta tiene que ser, necesariamente, escritor) y pensador. Gracias por poner en letra, vamos a llamar impresa, elementos esenciales de esta parte, inmensa, de la literatura y la vida, que es la Poesía.

Julia Saez Angulo y Dolores Gallardo dijo...

Carlos Penelas
18:33 (hace 6 minutos)
para mí

Muchas gracias. C

josea.santano1@gmail.com dijo...

Mi querido amigo y poeta José María Muñoz Quirós ha puesto el dedo en la llaga. El "ser" es la clave de todo, porque conlleva una existencia apartada del ruido y el escaparate. El silencio y la soledad como norma suprema de la creación, que no de escribir versos. Muy certero este análisis y por ello felicito a su autor.

Jeannette dijo...

Ese espacio para el silencio, José María, se entiende poco. Pero tú nos acercas a reflexiones esenciales en tiempos, que quizá no son de hoy, sino que hemos venido luchando para que permanezcan en nuestras sociedades. Gracias por mostrarnos que la poesía capta y enseña a vivir esos silencios como moradas de lo sagrado.

Rogelio Sánchez Molero dijo...

La Poesía (yo la nombro siempre com mayúscula) es, precisamente, eso que tan acertadamente expresa Muñoz Quirós. Una búsqueda de la belleza desde el ser íntimo. Crear en silencio. Sin prisas. Buscar la palabra precisa. Sublimar el lenguaje. Aunque a veces, tantas, nos encontremos con lo que ya escribió Juan Ramón Jiménez: "No sé con qué decirlo, porque aún no está hecha mi palabra". ¡Qué difícil oficio!

Anónimo dijo...

Un texto excelente, en el que se aúnan la profundidad conceptual y la claridad expositiva. Crucial me parece la dicotomía ser/estar aplicada a la poesía y la decidida apuesta por el primero de esos términos, una reivindicación necesaria en tiempos en que con frecuencia se confunden, debido entre otras razones a la proliferación de todo tipo de saraos seudopoéticos, proclives a la mera comparecencia festiva y la complacencia en el recíproco estar y reconocerse, y de los cuales cualquier atisbo de auténtica poesía queda, me atrevería a decir que programática, sustancialmente, desterrado.

Pedro López Lara dijo...

El texto que aparece como anónimo lo ha hecho Pedro López Lara. Disculpen su -mi- impericia técnica.

Manuel Leone Ortiz dijo...

La poesía nunca languidecerá, perderá interés o se extinguirá ya que cada ser humano tiene unos dones y entre la diversidad y la complejidad de nuestra existencia estará la esencia bien protegida y guardada dentro de cada uno de nosotros los seres humanos. Cierto es que en muchos no brotará como capullo en primavera ni verá crecer sus brazos de creatividad plasmados en papel... por no decir otra cosa, pero la semilla está y nacerá constantemente haciendo perdurár en nosotros tanto la poesía como la creatividad del buen hacedor en la medida que la propia existencia lo crea oportuno. Poesía somos desde que nacemos. Somos poemas...