Paco, Catalina, Pilar y Pilar, artistas de la exposición
C.V.E.
19/5/25.- Madrid.- “Recetario pictórico. Homenaje a la tradición culinaria española”, es el título de la singular exposición de los artistas Pilar Sagarra, Catalina Benavides, Pilar Pérez Hidalgo y Francisco Recuero, que tiene lugar en la Galería Cano de Madrid (c/ Alonso Cano, 7). La exposición permanecerá abierta todo el mes de mayo
El propósito de este proyecto es el de aunar, bajo un mismo paraguas expositivo, las artes culinaria y plástica. La exposición es, en definitiva, un homenaje, tanto a la pintura -como transmisora y creadora necesaria de la cultura-, como a nuestra gastronomía, las artes de la cocina -y los fogones-, tan arraigada en nuestras vidas y nuestra identidad.
Nuestra tradición pictórica nos recuerda que las naturalezas muertas, verduras, frutas, hortalizas, carnes de caza como la liebre, el conejo, bebidas tan arraigadas en nuestra cultura como son el vino y otros caldos, han estado presentes en infinidad de bodegones, temática recurrente en la historia de la pintura. Y por tanto son, por justicia también, testigos vehiculares durante siglos de nuestra realidad gastronómica, algo que pretendemos siga siendo, ahora desde una perspectiva más actual, refrescante y diferente: en una exposición donde se hermanen y explosionen al unísono el goce del paladar y el deleite visual de las artes plásticas.
La muestra nace también, como resultado inmediato del disfrute de algunos de estos platos en innumerables encuentros familiares de los pintores que concretan este grupo: meriendas entre amigos, recuerdos de infancia o recetas heredadas y compartidas son una parte vital de nuestras vivencias personales y nos ha empujado a una necesaria proyección a nivel plástico.
Es por esto mismo que la exposición busca el objetivo de ensalzar y dar protagonismo a la cultura gastronómica de nuestro país, no sólo con el fin de recordar un exquisito legado, también con la intención de despertar nuestros recuerdos de tierna infancia, compartirlos, ensalzar su valor y curiosidades y las delicias de tantos y tantos productos típicos de toda nuestra geografía. En nuestro país tenemos una rica y variada tradición gastronómica, resultado sin duda de unas raíces culturales con profundas conexiones populares, similitudes o diferencias y con variantes entre territorios, localidades y entornos.
En la medida en que se pretende aunar pintura y arte culinario, la muestra combina el trabajo de cuatro pintores con variedad de técnicas (óleo, acrílico, acuarela, lápiz) procedimientos y platos, y se seguirá un diseño expositivo nada convencional: la muestra es en sí misma un recetario vivo, trasladado a las paredes en forma de cuadros, y al espacio de las salas en forma de platos, dulces y comidas típicas.
La exposición, por tanto, se fundamentará en aquellos platos que vimos en nuestros hogares y que nos enseñaron a cocinar en casa, guisos, sopas y las recetas que tanto conocemos y hemos variado a nuestro gusto están presentes en los cuadros de Pilar Sagarra, que conoce bien los trucos de los deliciosos platos tantas veces cocinados en encuentros familiares.
Sin embargo, en la obra de Pilar Pérez Hidalgo son los arroces de las distintas regiones del levante español lo que definen su trabajo: ha vivido vinculada al territorio y sus paellas, al olor del mar y la salitre entre mariscos, arroces caldosos y toda clase de recetas variadas; es buena en el arte de los arroces y lo traslada con colores a sus tablas y lienzos.
En un salto más introspectivo se sitúan los collages de Francisco Recuero: sensaciones y emociones, sensualidad y juego de sentidos más cercano a una poesía visual, porque la comida son encuentros sociales, son el partir un pedazo de pan entre amigos o brindar por una celebración misteriosa: la comida siempre como vehículo.
Los cuadros de Catalina Benavides sin embargo están colmados de azúcar, nata y chocolate: pasteles, galletas, bizcochos, hojaldres, tartas y otras tantas delicias son las que definen sus cuadros, porque sus recuerdos de más tierna infancia están vinculados a los dulces que compraban en familia: la visita en pastelerías y reposterías típicas de muy distintas partes formaba parte del protocolo de conocer y degustar lo más típico de cada zona y aprender también que toda fiesta popular tiene su parte más dulce Productos tan conocidos por todos -y que recordamos incluso con nostalgia- son, ahora, el eje de esta exposición.
El disfrute del paladar a través de la pintura, arte de similar calado, es por tanto, otro de los objetivos de esta exposición: retomar la fuerza y empaque de la comida como transmisor necesario de nuestro pasado y presente, creador directo de recuerdos compartidos, del imaginario colectivo entorno al gusto del buen comer.
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