sábado, 17 de octubre de 2009

Elsa di Santo, poeta en "La fuente del parque"



LA FUENTE DEL PARQUE
Elsa Leonor di Santo
Prólogo de Olga Fernández Latour de Botas
Editorial Dunken (70 pags)
Buenos Aires, 2009


Julia Sáez-Angulo


17.10.09 .- Buenos Aires. Argentina .- Doctora en Letras y graduada en la Universidad Complutense, la poetisa argentina Elsa Leonor di Santo ofrece un emotivo poemario titulado “La fuente del parque”, editado por Dunken en Buenos Aires. Los poemas recrean la memoria de la infancia para pasar al capítulo de Sinfonía de plantas, árboles y flores, seguido de Interludio, para finalizar con Variaciones en torno a la Divina Comedia. Olga Fernández Latour de Botas, de la Academia Argentina de Letras, prologa la edición.

Mujer culta y erudita, di Santo sabe que la infancia es una patria de refugio y que cuando uno la exalta es porque ya no se reposa en ella. “Recordar es el volver, el ser ya otro” dice el escritor español Rafael Morales y esta cita abre el libro en una suerte de reconocimiento. La elegía de la infancia no resulta desgarradora en la poeta argentina, sino más bien evocadora, incluso con el clásico “Ubi sunt” en el poema que da título al libro, cuando pregunta: ¿A dónde te llevaron/ vieja fuente del parque, cuando la alegría/ colmaba tus márgenes? Y continua con el mismo lamento en otros interrogantes.

En “Sinfonía de plantas, árboles y flores”, la poeta recrea los ejemplares de la flora que le llaman la atención por su visualidad, su valor de sugerencia y su referencia metafórica. La orgullosa paternidad de Virgilio y su amor a la naturaleza laten en este poemario. Poemas al áloe vera, al que “ahora asedian/ cosmética y ciencia”, al “lapacho en flor” del cielo salteño; al aguaribay; a los cipresales que recuerdan: “cuan vana es esta vida/ sin la luminosidad revelada”; a los grandes castaños en flor “Primavera del Retiro. / Nubes silentes y rayos / para alzar el alma toda/ en un contrapunto de albas”. Hermoso el “Preludio Otoñal” que habla de las hojas como “dagas amarillas”.

En el “Interludio” recuerda los Tres cerrillos de Salta, donde “la oración se plasma/ en rosarios, racimos que/ brillan suspensos/ entre las ramas de un Árbol de la vida”. El “pájaro profeta” reaparece en los versos de Elsa di Santo, con gran oportunidad en el bosque misterioso del poema titulado Schumann.

Con los personajes y lugares de la Divina Comedia de Dante Alighieri, la poeta argentina dialoga y ofrece una nueva textualidad: “para que la mirada/ se nutra en el espejo/ de la Palabra/ y la sabiduría de Beatriz/, incensario de virtud angélica, unido a la serena razón virgiliana”. Las pinturas del Giotto y la evocación de Italia, país visitado en repetidas ocasiones por la autora, dan juego poético a la evocación de la verdad y la belleza

Elsa L. di Santo, con otros varios libros en su haber, tiene una reflexión ascética y una visión mística en muchos de sus poemas. Una confesión cristiana que no oculta y una admiración grande y virgiliana por la naturaleza y el universo. Versos cortos y de una aparente sencillez llenos de cargas de profundidad, de presencia de fe y esperanza, de diálogo de amor con los hombres y los niños. Hay metáforas hermosas como: “Juntaré las estalactitas/ del tiempo: pasos de danza”. En suma, un poemario bello, estimulante y fresco.


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