lunes, 2 de agosto de 2010

Esculturas en los Tres Hitos del Rodenal en memoria de los muertos en el incendio de Guadalajara en 2005



Julia Sáez-Angulo

Las esculturas de los Hitos del Rodenal, que comenzaron en 2007, vienen a ser memoriales de las víctimas del gran incendio que tuvo lugar en Guadalajara en 2005. Los artistas han querido dejar constancia de su trabajo en recuerdo de los muertos por el fuego y el lamento de los miles de hectáreas de bosque denso y espeso que se hizo de pronto pavesas por la devastación del fuego y la inoperancia de las autoridades responsables de la zona ante las catástrofes como esta.

En el incendio de Guadalajara ardieron 10.352,57 hectáreas de monte arbolado, en su mayor parte masas de pino resinero, sabina mora y roble, 2.380,16 hectáreas de matorral y pasto y 154,64 hectáreas de superficie no forestal. El incendio devastó 2.400 hectáreas de alto valor ecológico pertenecientes al Parque Natural del Alto Tajo. Hubo medio millar de desalojados, incluyendo poblaciones enteras como Ciruelos del Pinar, Luzón, o Tobillos entre otras.

La idea nació en la Fundación Concha Márquez y las esculturas de todo tipo, concepto y material, pero principalmente de madera, piedra, mármol y bronce, se han instalado entres hitos, en tres localidades: Villarejo de Medina, Ablanque y Luzón, los tres pertenecientes a la Guadalajara herida por el fuego.

Algunas escuelas de Bellas Artes como la de Murcia y Altea han colaborado en el trabajo, dando la ocasión a sus jóvenes alumnos de llevar a cabo una obra de arte en medio de la tierra, emparentando de alguna manera con el land-art.

Entre los artistas presentes se encuentran la portuguesa de nacionalidad española, Linda de Sousa, que ha consagrado una pieza a la única mujer que pereció en el incendio: “Cenotafio para Blanca/Branca” se titula y resulta conmovedora en su forma de túmulo cubierto de piedra y tierra, sobre el que luce una gran interrogante en hierro oxidado. El artista portugués Moisés también tiene otra gran pieza, en este caso de mármol, no lejos de su compatriota.

Otros nombres presentes: Ana Hernando: un gran figura humana titulada “Aire de vida”; Luz Baquedano: “Ángel triste”; Pedro Martínez Mora: “Llama sobre pirámide”; Daniel Tejero: “Un bosque de plantas”; David Trujillo, “Hitos R.G.B.”; Javi Moreno: “Combustión”; Lourdes Tarró y Javier Boluda: “Renacimiento del equilibrio natural”; Milagros Angelini, “La ermita de Phycis”, un hermoso edículo con palos de madera; Neil Callahan: “Como un paseo por el parque”; Miguel Moreno: “Verde sobre negro”; María José Bardi y Victoria Hermida: “Entre hojas, paisaje de foliolos”;

Actualmente la Fundación Concha Márquez ha convocado un premio de fotografía sobre estas esculturas, para seguir perpetuando la memoria de los desaparecidos y de las mismas piezas artísticas.


Exposición de Federico Blanco


Por otra parte, la Fundación Concha Márquez ha inaugurado una exposición sobre el artista español Federico Blanco, un gran dibujante e ilustrador. La muestra se exhibe en las Escuelas de Luzón.

Federico Blanco nació en Madrid, en el Barrio Salamanca, en su querido foro, del que más adelante iniciaría todo un mosaico de maravillosos dibujos en gouache, que ilustrarían la historia del siglo XX en estampas costumbristas llenas de gracia y estilo.

Estudia en la Escuela de Artes y Oficios, posteriormente en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde conoce a algunos de los más ilustres pinceles de la época. Sus comienzos en el estudio de López Rubio, determinan claramente lo que sería su trayectoria.

Del entrañable universo de las historietas han pasado por su pluma; "Peter", "Sandalio", "Marco Polo", "Pinocho", "Apache", "Espartaco", "El Capitán Trueno" en su versión Extra, (algunos entintados por Claudio Tinoco); y al que a su modo de ver era su favorito, Fredy" para Hispanoamericana de Ediciones. Son las aventuras de un niño situado en la América Colonial, reeditado hace poco, casualmente, nombre que lleva uno de sus nietos.

Llega el turno a "Diego Valor" creado por su gran amigo Enrique Jarnés (que firmaba con el seudónimo de "Jaber"), del que solo llegaría a hacer algunos cuadernos y como dice Fernando Bernabón, en su obra sobre el personaje: "fueron realizados por el más que competente Federico Blanco".


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