lunes, 6 de febrero de 2017

José Corredor Matheos presenta sus Memorias en la Residencia de Estudiantes publicadas por Tusquets







Julia Sáez-Angulo

            El escritor José Corredor Matheos, poeta, crítico de arte, ensayista y traductor, ha presentado sus memorias de 500 páginas, tituladas Corredor de fondo en la Residencia de Estudiantes de Madrid, publicadas por la editorial Tusquets. El autor ha sostenido un diálogo con el poeta y traductor Jordi Docet, después de la presentación de las palabras de introducción de Alicia Gómez-Navarro, directora de la Residencia.

            El título del libro es un juego de palabras con el apellido del autor y el hecho de que hubiera practicado el atletismo en el pasado.

            José Corredor Matheos (Alcázar de San Juan. Ciudad Real , 1929), residente en Barcelona, dijo que el libro era de memorias y no una autobiografía, por lo que contaba los encuentros y las relaciones que ha tenido con los otros, más que su propia vida o intimidad; “la existencia individual en función de la existencia colectiva”. Hablo de relaciones”, insistió el autor. “Hablo de mí y explico por qué estaba allí”. Uno tiene ego, pero hay que parecer que no lo tiene”, dijo también con humor. De las cosas emotivas de la infancia y la familia da los datos, pero no las emociones, reservadas para la poesía.

            “Mi poesía es otra cuestión”, aclaró Corredor Matheos. Poesía que hizo al margen de modas y corrientes, sobre todo de la poesía social del momento. El autor se interesó más por la poesía de China, Japón y Corea, una poesía del despojamiento, sin dependencia, trascendencia ni códigos, donde no hay nada, pero es una nada muy fértil. Corredor Mateos recibió el Premio Nacional de Literatura en 2005.




            “La crítica de arte es un fracaso, porque lo mejor que tiene un artista no se puede explicar con alabras”, dijo Corredor Mateos en otro momento. “El poeta no puede expresar con palabras lo que es inefable”, “el límite del lenguaje es el límite del conocimiento”.

            “En mi vida ha ocurrido necesaria o fatalmente lo que tenía que ocurrir”, dijo Corredor Mateos con humor. “Es como si uno tuviera una guía interior que te lleva y uno acierta o se equivoca en virtud de atender a esas voces que lleva dentro”.

            El escritor se siente manchego y barcelonés, más que catalán; “completamente manchego y de Alcázar de San Juan”. De acuerdo con la citas literarias que abren el libro, para Corredor Matheos “todo es presente”, ya que el tiempo y el espacio no existen.

            El autor señala que no ha tenido más que dos enemigos: el pintor Antoni Tapies, “que ha hecho mucho daño al arte y a artistas catalanes” y la viuda de Rafael Alberti, que despojó de su contenido a la Fundación que lleva el nombre del poeta en Cádiz, al hacerle firmar donaciones a su nombre. Estas cosa había que decirlas.

            Corredor Matheos habló de Alberti como esclavo de su imagen pública y persona entrañable en privado; de Miró como un hombre de apariencia ingenua, pero de gran fortaleza para defender su arte. Un artista capaz de decir: “Abajo el Mediterráneo”, referido al noucentismo en el arte, y finalmente, habló de Dalí como un hombre ambivalente que no se dejaba conocer, porque la máscara se comía al personaje.  El autor de las memorias discrepa de Breton y no considera a Dalí un “Avidadolars”, ni siquiera a su esposa Gala, porque así lo demostraron en su vida.

            También habló de Ortega Muñoz, como el “Morandi del paisaje” y de Benjamín Palencia, autor de excelentes dibujos en una brillante etapa de su trayectoria.



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