sábado, 31 de marzo de 2018

Can Caldès: Una casa señorial con patio y jardín en la más pura tradición mallorquina


Ángela Garcías Truyols con sus nietos
           

            Can Calders

        

Julia Sáez-Angulo
Fotos A. Alarcón

            31/03/18.- PALMA DE MALLORCA .- Can Caldès es una casa señorial mallorquina en pleno centro de Palma, no lejos de la catedral, con patio ajardinado en la más pura tradición de la isla balear y en general del Mediterráneo. Sus dueños, Ángela y Andor Pálffy von Erdöd, condes Palffy, la habitan y cuidan con empeño y esmero.

            “Todo el centro de la capital de la isla cuenta con espléndidas casas que hablan de la historia y la vida de las familias mallorquinas que han sido protagonistas en el devenir de los años”, explica la historiadora Ángela Garcías Truyols, propietaria de Can Caldès, al tiempo que me muestra un catálogo del rico patrimonio histórico artístico de casas en la capital de Mallorca.

            “El barrio gótico de esta zona palmesana debió de ser magnífico. Lamentablemente muchos vestigios se han perdido y los nuevos propietarios somos responsables de una restauración adecuada que permita la genuina lectura histórica”, añade la historiadora.

            Can Caldés es una casa gótica del siglo XIV, con intervenciones arquitectónicas barrocas en el XVIII, eclécticas en el XIX y modernistas a principios del XX, sobre todo en las verjas y la pajarera del patio ajardinado, según reza el catálogo de la mansión. Está documentada en el catálogo de 1576. 

“A las casas señoriales mallorquinas no se las llama palacios, eso no tiene sentido, lo suelen hacer los de fuera, pero nunca un mallorquín de pro, que debe denominarlas casal”,  cal, can o ca, como can Morell, ca La Torre, cal Bisbe…explica la condesa de Palffy.

            “La adquirí en un estado casi ruinoso-sigue explicando Ángela- y la he ido restaurando paulatinamente, viviendo en ella. He invertido en Can Caldès esfuerzo y energías, pero vale la pena. Estamos muy a gusto en ella. Ahora voy a adecentar el jardín, que tiene un limonero y perdió otros árboles como una gruesa palmera, debido a la plaga del escarabajo egipcio. Creo que pondré un naranjo en su lugar. Las copas en torno a la alberca llevan flores de cada estación, ahora petunias y margaritas.






















El patio de la gran strelitzia 

            En el patio, presidido por una gran strelitzia blanca, la historiadora abre la puerta de bajada a la bodega y muestra unos bellos arcos de medio punto encastrados en el muro que hablan de ese pasado medieval noble de la casa. “Estas casas antiguas son un mundo sin fin de misterios, sorpresas y restauraciones.  Yo escribí un artículo para la revista Numen , que se tituló “Gustos y disgustos de una casa antigua: a quien le sirva de experiencia”, entre otras cosas decía:

            “Mi casa está situada en pleno casco histórico de Palma de Mallorca, en el barrio de la Calatrava, y se llama “Can Caldès”. A este tipo de casas señoriales antiguamente se les denominaba “casal” “palau” que, como seguro muchos de quienes me leéis sabréis, significa palacio. Vendría a significar pues su nombre en castellano: “ Casal Can Caldès”, denominación que toma de la familia que ya lo habitaba allá por la mitad del S XVI. Pero el origen de esta casa -que está catalogada y forma parte del programa municipal de visitas guiadas a patios de la ciudad- es mucho más antiguo, hundiendo sus raíces en época medieval, aunque luego sufriera posteriores intervenciones barrocas (S XVIII), eclécticas (S XIX) y modernistas (S. XX). Dicho sea esto para poder comprender mejor la especificidad de este inmueble”.

   Investigaciones diversas, nos llevaron para atrás, desde los Mir des Taulons, a Jafuda Cresques el primer cartógrafo mallorquin, casa amb ort valorada en 700 lliures… junto al temple…. Y a Pere de Caldès, protegido del Rei en Jaume, familia que dio nombre a la illeta de la calle den Caldès, aun seguimos en esta labor magnifica.

            “Pues bien, hace unos veinte años, decidí emprender la reforma de “can Caldès” con toda la ilusión y el cariño del mundo. Como os podréis imaginar resultó verdaderamente compleja, pues, al ser integral, implicó el tener que arreglarlo todo. Pero bueno, tanto la casa, como el patio barroco de columnas, y el jardín, con su reja modernista, quedaron muy bien. Además los viejos muros, en cuanto los piqué para buscar su piel más antigua, me depararon una gran sorpresa: el descubrimiento de unos arcos del primer gótico civil mallorquín fechados entre los siglos XIII y XIV. 

    Mi ilusión fue enorme porque, si bien es verdad que a mucha gente le molesta que estos elementos acaben apareciendo, por lo que de complicaciones administrativas, burocráticas y hasta dinerarios pueda suponer, a mí me encanta recuperar estos elementos porque aquilatan el valor y el significado de una construcción como ésta y le permite establecer un diálogo más íntimo y profundo con su pasado, el propio de una época que nos pertenece a todos. 

    Inflamada de este espíritu no me importaron el dinero que tuviera que gastar ni el rosario de trámites por el que hubiera de pasar con tal de poder recuperar una parte importante de la historia y la cultura de Palma que creo que no debía perderse. Ya ha sufrido nuestro patrimonio histórico y cultural suficientes pérdidas por las incurias del tiempo y la desidia de las personas y hasta de las instituciones, cuando no por la especulación pura y dura... “

            Mejor ahorrar todas las penalidades que conllevan las obras de restauración, la burocracia y los imponderables que se fueron presentando a lo largo de los años, una tarea que no acaba nunca. Afortunadamente hay que quedarse con lo bueno y lo positivo como es el haber salvado Can Caldès, poder habitarla y disfrutarla y saber que se ha aportado una gran labor al patrimonio histórico artístico de Mallorca, y en especial de Palma.


patio de Can Caldes





Can Caldes

Condesa de Palffy

1 comentario:

Mariangela dijo...

GRACIAS¡ PATIO Y JARDIN, HACE 30 AÑOS,,,, JAJAJA TE QUIERO A MORIR, ERES ÚNICA Y FANTASTICA AMIGA MIA