domingo, 19 de octubre de 2014

“Escritura Experimental en España 1963 -1983”, exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid


             
                                                                
Julia Sáez-Angulo

         “Escritura experimental en España, 1963-1983” es el título de la exposición que tiene lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid hasta el 11 de enero de 2015. La muestra, que ha sido comisariada por Javier Maderuelo, se ha llevado a cabo con los Archivos Lafuente. Un buen catálogo de 358 páginas, con ensayos correspondientes e ilustraciones dan fe de un movimiento creativo muy singular y poco estudiado.

         Los 23 artistas presentes en ela exposición son: Jorge Oteiza, José Antonio Sistiaga, Javier Aguirre, Juan Eduardo Cirlot, Joan Brossa, Josep María Mestres Quadreny, Julio Campañ, Fernando Millán, Ignacio Gómez de Liaño, Manolo Quejido, Hermino Molero, Alain Arias-Mision, Elena Asíns, Zaj, José Luis Castillejo, Esther Ferrer, Francisco Pino, Felipe Boso, Guillen Viladot, José-Miguel Ullán, Isidoro Valcárcel Medina, Concha Jerez y Eduardo Scala.

Son todos los que están, pero no están todos los que son. Hay que decir que el denominado “arte experimental”,  más adelante conceptual, ha tenido en España una presencia interesante de nombres, muchos de los cuales derivaron más adelante con otros lenguajes plásticos. Entre las ausencias que se echan de menos están los nombres de Julio Plaza, Soledad Sevilla y Lugán. Dicho esto, la exposición es una de las más interesantes que se han podido ver en este campo y de la mano de un comisario, que también practica con interés notable, el arte experimental.

Escritores, poetas, músicos, cineastas y artistas quisieron hacer un arte experimental en los años 60 y 70, una vez aue la sociedad española había asumido el informalismo y la abstracción. Letras, palabras y textos eran sus vehículos de creación. La nueva música, la poesía concreta o el cine experimental se unían a esta corriente en un todo que dio lugar a obras con un lenguaje singular y novedoso. Todos ellos iban en paralelo a los poetas letritas de otros países como Francia, Brasil o el grupo Fluxus.

El Archivo Lafuente, propiedad del empresario coleccionista José María Lafuente, situado en Cantabria, con tres mil obras de arte y unos ciento cuarenta mil documentos, cuenta con fondos interesantes en el arte experimental, si bien el comisario ha recurrido a préstamos puntuales de la Biblioteca Nacional de España, Museo Reina Sofía, Museo Jorge Oteiza o Fundación Viladot.





La exposición es un recreo visual de la creatividad a base de letras, collages, celuloide de cine y otros materiales que ponen de relieve la imaginación y posibilidades de un lenguaje especial y novedoso, que todavía continúa en el panorama artístico.  Una escritura caligramática interesante en muchos casos de gran sugerencia plástica. Un arte que ha dado lugar a libros muy sugerentes y particulares como los de Cirlot

Campal trajo la vanguardia en este campo de Argentina. La poesía se da cita o alterna en esta escritura artística novedosa. Los happenings en la calle se suceden en paralelo a su creación, dando lugar al asombro. Se habla de “Palabras frágiles” o “silencio difícilmente audible”; Gómez de Liaño crea la denominada “Cooperativa de Producciones Artísticas”; Fernando Millán dio fama al grupo NO, Aberastury está cerca; la correspondencia entre los poetas visuales es un hecho; se producen los fotocollages y hacen fotografías para poemas; Esther Ferrer hace el libro de los números primos; Zaj saca cinco libros; se lleva a cabo la Antología de Felipe Boso en Alemania, que se publicará años más tarde; Francisco Pino se encierra en su casa y publica un libro por año de tan solo 150 ejemplares no venales, regalo a sus amigos; se utiliza la fotocopiadora con profusión como forma de escritura; aparecen los libros transparentes; el diplomático Castillejo lleva a cabo una obra constante y casi secreta, que hoy figura en la Biblioteca Nacional; el se consideraba un escritor más que artista plástico...

 “Mi patria es la palabra”, decía Felipe Boso, que conocía bien la vanguardia alemana. Quiso publicar con Seix Barral, pero el célebre editor Carlos Barral le fue dando largas y no se llevó a cabo.  Isidoro Valcarcel transcribe una partida de ajedrez a papel pautado…

La creatividad y la imaginación se dan cita con audacia en esta exposición de escritura experimental que al mismo tiempo es un arte plástico. Lástima que Javier Maderuelo no haya contratado sus trabajos con lo expuesto.




         

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