domingo, 26 de abril de 2015

ORIENTE MEDIO, EL DESARROLLO DE UN CONFLICTO





 Víctor Morales Lezcano 


Oriente Medio se enardece más y más, cada día que consume sus horas reglamentarias. Los términos y los actores del conflicto son aproximadamente como siguen.
            La irrupción del Califato Islámico en diferentes reductos de Siria, Iraq y Líbano mismo, hace un par de años, vino a movilizar los estados mayores y tropas de choque de varias naciones en la Zona. Principalmente, los pertenecientes a Turquía, Iraq, Irán, los principados del Golfo y Arabia Saudí. Las intervenciones foráneas en el tinglado geopolítico de la región -que no siempre fueron afortunadas, como ocurrió con la anglo-americana en Iraq hasta 2009- nutrieron las respectivas “primaveras” del mundo árabe, inclusive en el Magreb (Túnez y Libia, por ejemplo). De toda aquella convulsión, esperanzadora, sin embargo, Libia se vio reducida, al final, a una polvareda de grupos guerrilleros que encendieron varios rescoldos yihadistas en territorios sub-saharianos, limítrofes con el “bajo vientre” del Magreb. Siria, por su parte, entró en estado de guerra civil, que acaba de cumplir su cuarto  -y funesto- aniversario, inundando con una cohorte de refugiados las frágiles fronteras  de Jordania, sur de Turquía y flanco kurdo del atomizado Iraq.

Si a lo anterior se suma el hecho de la existencia de otro Estado precario, como es Yemen, y se percibe la inclinación del gobierno saudí a respaldarlo frente a sus enemigos frontales -supuestamente armados por Teherán- obtendríamos el cuadro de la débâcle reinante hoy en la región.

            Diríase, sin un ápice de exageración, que el “síndrome macedónico” de los politólogos (todos versus todos) ha inoculado hasta la médula Oriente Medio; alterando a fondo el precario statu quo establecido a lo largo de los años 50 del siglo XX.
                                                  ………………….
            Ahora bien, si hay un fenómeno geopolítico de cuño nuevo en el marasmo actual de esta región medio-oriental, es el que trata de la desavenencia y hostilidad entre la República Islámica de Irán y la monarquía de Arabia. Los enfrentamientos entre ambas potencias se han hecho manifiestos al filo del conflicto armado en Yemen, aunque no sería un desatino indicar que, coincidiendo con la sacudida generada por el yihadismo islámico de los últimos meses, el trono saudí haya destapado su “vocación” hacia el proselitismo de cuño sunní versus la variante chií del Islam iraní. Un conflicto de procedencia religiosa entre las dos potencias regionales inserto en un proceso de reconfiguración fronteriza, con la consiguiente pugna por establecer la hegemonía en el Oriente Medio de pasado mañana.

            Como ha sido señalado en más de una ocasión, Ryad y Teherán han mantenido su antagonismo hasta el momento, a través de intermediarios; pero podría ocurrir que el diferendo latente entre suníes y chiíes volviera a ensangrentar el escenario medio-oriental. Ojalá que no.

            La monarquía saudí está intentando aglutinar a países tan significativos como Egipto, Qatar, Iraq y Líbano en una suerte de santa alianza (musulmana)  -respaldada por la Liga de Estados Árabes- que, llegado el caso, frenara la supuesta pulsión iraní hacia el hegemonismo en la Zona.

            Súmese a todo lo anterior el largo y ancho proceso de negociación que Estados Unidos (John Kerry) e Irán (Mohammad Yavad Zarif) han mantenido en el histórico hotel Beau Rivage, sito en Ginebra. Negociación que ha girado en torno al grado de capacidad nuclear para fines civiles que el gobierno de Hassan Rouhani aspira a obtener, junto con la paulatina reducción de las sanciones comerciales y financieras, impuestas a Irán por Estados Unidos y varias instancias internacionales.

            Solo queda por ver si Benjamin Netanyahu y el partido republicano que controla el Congreso en Washington DC logran obstaculizar el avenimiento iranio-estadounidense que propugnan tanto el presidente Obama como los sectores iraníes más proclives al pacto de intereses.

A propósito. De algo de todos estos extremos suscitados aquí, se viene hablando con rigor en los desayunos que organiza desde hace un par de meses la Asociación de Periodistas y Escritores Árabes en España, que reside en el madrileño Centro Internacional de Prensa.
                                                 



No hay comentarios: