viernes, 1 de junio de 2018

TOLEDO: CORPUS CHRISTI, TRADICIÓN Y ESPIRITUALIDAD


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 Corpus Christi en Toledo


Custodia de Arfe






 Rogelio Sánchez Molero

01.06.18 .- MADRID .- La procesión del Corpus Christi, remonta sus orígenes a las disposiciones del Papa Urbano IV que, en 1262, para dar cauce a la creciente devoción por la Hostia Consagrada en la Eucaristía, decretó que se celebrasen procesiones con ella para que los fieles manifestasen su fe.

Toledo y sus vecinos se vuelcan desde 1342 para lograr que la presencia y la participación de todos sea lo más esplendorosa posible. El jueves 31 de mayo, siguiendo la tradición de los jueves que relucen más que el sol, se han engalanado la ciudad para celebrar la procesión solemne.

Las peculiaridades de este Corpus toledano comienzan con la misa celebrada en rito hispano-mozárabe.

Terminada la misa, comienza la procesión. La abre la figura del pertiguero; con su peculiar peluca y la capa blanca, golpea el suelo con su vara de plata, anunciando la llegada del Santísimo Sacramento.

Sigue la cruz procesional de la Santa Iglesia Catedral  Primada, regalo que el rey Alfonso V de Portugal hizo al Arzobispo de Toledo, Carrillo de Acuña. Es de plata dorada, y va montada sobre la manga bordada en seda y oro, de la época del Cardenal Cisneros.

Desfilan las hermandades, órdenes y cofradías. Destacan por la vistosidad de sus vestes, capas y birretes los Caballeros y Damas de la Orden de Isabel la Católica; la Cofradía de Caballeros Cubicularios de de San Ildefonso y San Atilano; la Cofradía Internacional de Investigadores Santo Cristo de la Oliva; el Capítulo de Caballeros Mozárabes, el Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro, el Capítulo de Infanzones de Illescas y el capítulo de Caballeros del Corpus Christi.
  
Tras ellos, la Cruz de Mendoza, primer símbolo cristiano que campeó en la torre de la Vela de la Alhambra cuando los Reyes Católicos conquistaron la ciudad de Granada. El incienso y esta cruz abren paso a la magnífica Custodia de Enrique de Arfe. Realizada por disposición del cardenal Cisneros a principios del siglo XVI, con su inconfundible figura de torre gótica calada, está fabricada con 183 kg de plata y 18 kg de oro, con 5.600 piezas sujetas con 12.500 tornillos y adornada por 260 pequeñas esculturas.


El viril que contiene la Hostia Santa se instala dentro de esa joya esplendorosa y cada año deslumbra discurriendo por una ciudad cuajada de adornos y flores; sobre una alfombra de tomillo y cantueso; bajo el palio que conforma el entoldado desplegado a lo largo del recorrido. A su paso el gentío prorrumpe en aplausos y vítores. Las lágrimas empañan los ojos de los fieles. La emoción embarga a la multitud y la tradición se transforma en espiritualidad.

Todo es nuevo cuando se mira con ojos nuevos y el Corpus en Toledo, es como reza la canción de San Agustín belleza siempre antigua y siempre nueva.




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