miércoles, 20 de febrero de 2019

RETRATOS. Manuel Muñoz Hidalgo, 80 años de poeta, dramaturgo, biógrafo, ensayista, conferenciante y fecundidad literaria


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 Manuel Muñoz Hidalgo en su casa


Julia Sáez-Angulo
Fotos: Pablo Bonne


            20/2/2019 .- MADRID .- Yo le felicito el día 14 de febrero, pero no por ser san Valentín, sino por los santos Cirilo y Metodio, que la liturgia católica les da preferencia en la misa del día, por ser patronos de la Europa del Este y porque Manuel Muñoz Hidalgo pertenece a la noble Orden de ambos santos, que inventaron el hermoso alfabeto cirílico, vía de una gran literatura de la humanidad. Y a él, que es un hombre bien nacido, le gusta y me lo agradece infinito, porque fue su primer reconocimiento en Bulgaria en 1982, país donde ha sido profeta, ya que allí ha estrenado su teatro con éxito y le concedieron el Premio Internacional de Literatura Nikola Vaptsarov. en 2008. En Sofia cuenta con una traductora excelente: Tamara Tákova.

            En su tierra murciana, sobre todo en Alcantarilla, también ha sido distinguido como hijo predilecto y tiene una avenida, una plaza, amén de personaje distinguido del Museo de la Huerta y no sé cuantas cosas más. Los premios y galardones se amontonan, pero no es cosa de enumerarlos.

            Manuel Muñoz Hidalgo (Alcantarilla, Murcia, 1939), Barón de Miracampos, ha cumplido hoy 80 años y lo hemos celebrado con empanada de atún en hojaldre recién hecho y vino de Rioja (en realidad, he sido yo sola la que lo ha comido, pues Manolo cuida mucho su salud y su figura). Hemos celebrado, repito, una trayectoria literaria fecunda como poeta, dramaturgo, biógrafo, ensayista,  conferenciante y en plenitud de vida.

            El escritor ha desgranado a lo largo de sus 80 años de trabajo, casi un centenar de libros y el más cercano, por recién salido de máquinas, es el de sus dos obras de teatro August Strindberg, el abismo y el alba, junto a Isabel y Fernando, rigor y prudencia, libro publicado Ediciones Irreverentes, nombre provocador donde los haya, que dirige con acierto sumo el escritor Miguel Ángel de Rus. Vale la pena destacar, porque me ha gustado mucho, la portada de Rojo Pistacho y el prólogo de Jaroslav Bielski, que acariciaba la idea de llevar la primera obra citada a escena. Unos videos de breve presentación completan la edición de estas piezas.

            Casi medio centenar de obras de teatro figuran en el haber de Manolo -nombre coloquial para los amigos-, un autor que pasa temporadas encerrado y ensimismado para zambullirse de un personaje a fondo y sacarlo a la luz en formato teatro. “Me leí, una por una, las obras de August Strindberg    (1849 -1912) para extraer de ellas lo que pensaba de la vida, la muerte, el amor, el padre... sólo así podría escribir una pieza fidedigna sobre este autor sueco, que bordeó la locura en los años de su estancia en París”, explica. 

            Manolo dedica la obra sobre Strindberg a Víctor von Schirach-Szmingiel, otro creador sueco,  actor, director y productor de cine “por su implicación en la vida y en el teatro”.

            El dramaturgo murciano, residente en Madrid desde hace cinco décadas, conserva su casa en Murcia, porque es un hombre de raíces, recuerdos y objetos familiares de la casa de sus padres. A su madre la adoraba,  a su padre lo admiraba y a su tío canónigo, lo respetaba. Quiere mucho a Elena, su única hermana mayor que él, residente en Murcia. Un mundo de afectos que le da consistencia.

            “Solo hoy, al cumplir 80 años, me estoy permitiendo balancearme en la melancolía de los que se fueron. El presente está hecho de pasado y yo no sería lo soy, ni escribiría lo que escribo, si no tuviera unas referencias que me han hecho y enriquecido”, me confiesa  como a vieja amiga.

            Manolo Muñoz Hidalgo se dedicó un tiempo a la docencia, principalmente de la literatura y los alumnos le recuerdan con afecto, cuando lo descubren y saludan. 
           En los 70 fundó Instituciones Culturales Vox, el Taller de Poesía Vox y la editorial del mismo nombre, en la que participaron, entre otros, Gabriel Celaya, Buero Vallejo... El teatro le puede a este murciano ilustre, que ha visto traducidas sus obras a una decena de lenguas europeas y las ha estrenado en teatros de escenarios a la italiana, en patios al aire libre, televisión, catedrales, iglesias...Ha escrito sobre pedagogía teatral y pertenece por derecho propio a la Academia de las Artes Escénicas, que acaricia un edificio propio para un futuro inmediato.

            Manolo tiene una predilección, devenida en especialidad, por el teatro religioso y por el histórico. Solo él es capaz de escribir autos sacramentales y representarlos durante lustros, como Momos en la Nochebuena, el auto de Navidad en Calabazanos (Palencia), con un seguimiento fiel de público cada año y que ha celebrado el XLV aniversario en 2018.

            El teatro histórico le interesa sobremanera, porque le permite hacer una inmersión total, una metamorfosis de espíritu, en el personaje del pasado como lo ha hecho con Miguel Hernández (del que ha escrito y conferenciado repetidas veces), Nikola Vaptsarov, Cirilo y Metodio, San Juan de la Cruz, Gustavo Adolfo Becker, la princesa medieval Kristina de Noruega o la renacentista princesa de Éboli... o como en sus próximas obras ya escritas, pendientes de publicar, sobre Salzillo o Quevedo.

            En poesía nos ha dejado poemas de amor y de gran ternura, así como libros sobrecogedores sobre Auschwitz o la matanza de Katyn, tras su viaje a Polonia. Entre sus títulos: Pueblo y escarnio  (1970); El jaral y la piedra  (1978); 50 sonetos de la Pasión (2002); La calle del vacío/Ulica Prózna (2009) en edición bilingüe español/polaco, y otros.

             Como el dramaturgo tiene una mente efervescente en la creatividad literaria y da gracias a Dios por tener el don de la escritura, ahora anda inmerso en el compositor romántico ruso Tchaikovsky (1840 – 1893) para darle forma en la escena. Sabe que no es fácil hacerlo, porque los rusos esperan con un kalashnikov, si dice algo que no les parezca procedente de su amado músico. Veremos.

            Manolo Muñoz Hidalgo es un hombre célibe o, más bien, matrimoniado con la literatura. Es un tipo fotogénico y él lo sabe; no hay más que ver las fotos adjuntas realizadas por Pablo Bonne no hace mucho. No recuerdo por qué, me comenta en latín aquello de hypocresis simia virtutis est (la hipocresía es la virtud de los simios). Como persona inteligente y trabajadora tiene sus manías y pequeñas vanidades; no se las niego. Yo tengo la suerte de haber compartido con él su 80 aniversario y saber de sus proyectos más inmediatos. Un honor.

Más información
https://lamiradaactual.blogspot.com/search?q=Manuel+Mu%C3%B1oz+Hidalgo

 Manuel Muñoz Hidalgo, Barón de Miracampos



1 comentario:

Emilio Porta dijo...

Espléndido artículo, espléndida semblanza. Rezuma cultura por todas partes. Y frases recogidas como esta: "El presente está hecho de pasado...." Claro, todo está envuelto en la memoria. Qué sería de la Humanidad sin ella. Aparte de los datos vertidos que reflejan una personalidad de escritor apasionante, el hilo conductor con el que Julia Sáez Angulo entreteje biografía y obras es el de una magnífica prosa que convierte cualquier cualquier retrato en una obra de colección. Enhorabuena.