lunes, 11 de noviembre de 2019

GRANDS VISIAPARISI ANNO MCMLXXVIII (Relato)


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11/11/19.- Madrid
por Julio Mendoza

Mi padre era tremendamente minucioso, detallista. Para él su estudio era su Sancta Santorum.

Yo estaba en cuarto de Bellas Artes cuando JVLIVS falleció con cincuenta y tantos años de edad, dejando cuatro hijos, yo con 19, mis hermanas con veintipocos y el menor de edad. Ahora soy consciente de que mi padre era aún joven cuando murió, yo ya soy mayor que él y soy joven. Y también soy más consciente de su minuciosidad y detallismo. Su letra era caligráficamente muy cuidada, podía escribir o pintar bellamente en tamaños mínimos que casi requieren lupa para ser vistos. Además de sus diarios casi en miniatura, tenía un pequeño calendario de los que se va arrancando una hoja cada día.

Este curioso totem es una raiz pintada de negro que le regaló Luis Aparisi, quien vivía en López de Hoyos con su esposa Visi. Luis me encargó un retrato al óleo de Visi, y también adquirió otras obras mías. Luis Aparisi era un coleccionista de imágenes, de miles de fotografías, de cintas de música, tenía un reproductor de calidad de cintas abiertas. En su casa había muchas pinturas, en cada pared y en cada rincón.

En este pequeño monumento reza ´Grands Visiaparisi anno MCMLXXVIII´, es decir se lo regalaron a JVLIVS en 1978, un año antes de que falleciese. Mi padre tenía su pequeño calendario incorporado a esta escultura natural. En mi escritorio conservo este conjunto con el último día en que mi padre fue a su estudio, el viernes 2 de febrero de 1979. Su muerte fue rápida. En la clínica en estado semicomatoso yo le oía decir como entre sueños ´dejadme levantar, tengo que ir a pintar´.

Este pequeño totem me recuerda cada día la realidad de la muerte, lo efímero de la vida como a los eremitas un cráneo pelado. Esta conciencia de la muerte y la brevedad de la vida me ayuda a relativizar todo.


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