domingo, 2 de junio de 2013

Adela H. Herranz, autor del poemario de “Un punto en el alma”



Julia Sáez-Angulo

         02.06.13 .- Madrid es ciudad de poetas y de tertulias poéticas. Desde la alta cuna a la marginación, surgen poetas que reflexionan sobre el amor, la vida, el paso del tiempo y la muerte. Adela H. Herranz trabaja hoy en protocolo del Ayuntamiento de Madrid y si vida transcurre entre la cortesía institucional y el verso.

         “Mi primer libro fue de poesía. Yo tenía entonces tres años y mi abuelo que hasta su reciente muerte fue el Oriente de mi vida, me había enseñado a leer y escribir (…) Y a los once años escribí mi primer poema”, cuenta Adela Herranz en la presentación de su libro “Un punto en el alma”, que lleva ilustraciones de conocidas pintoras como Mayte Spínola, Nati Cañada o Solange da Costa. Una vez más la colaboración de poetas y pintores ha sido fructífera.

         Que importa el mundo en medio/ si tú y yo estamos juntos/ a través del tiempo,/ de la gente/ del silencio/ y en paz./ Poemas claros, directos, comprensibles, que el lector y el oyente agradece. La cortesía del escritor es la claridad, decía Ortega y Gasset y Adela Herranz se atiene a ella en su poesía.

         “Abrir este libro de Adela H. Herranz es asistir a una historia y drama irrepetibles”, escribe Alfonso Ortega, de la cátedra poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca. “Desde el romanticismo ha prevalecido en la lírica europea una tendencia constante a verter en el ritmo y en la melodía de la palabra aquellos estados interiores que expresan la vivencia individual y sentimiento del momento, objetivado en la voz del poeta”.

UN PUNTO EN EL ALMA, 
Adela H. Herranz
F. Javier Martínez del Olmo, Madrid, 1995.
Rústica ilustrada. Estado de conservación: Muy bueno.
1ª edición. 15x21. 92 págs.
Dedicado y firmado por la autora.
Preámbulo de Alfonso Ortega. Ilustraciones de Nati Cañada, Elsa Díaz Jurado, Solange da Costa, David Martín, Martín Boveda, Santiago de Santiago, Peñuca de la Serna, Mayte Spínola y Emilio de Villanueva.


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