sábado, 28 de julio de 2018

Alberto Reguera: Experiencia pictórica en la galería Karin Weber de Hong Kong ante numeroso público


  

Alberto Reguera




L.M.A.

            28/07/18 .- HONG KONG .- El pintor español Alberto Reguera ha realizado una intervención / performace, delante del público y que ellos han llamado Live demostration painting. Lo hizo sobre el cristal de la galería. Ha realizado esta tarde esta acción pictórica, que viene a rememorar el trabajo del action painting de los expresionistas abstractos americanos. Se ha explicado que lo que cuenta en este tipo de intervención es el gesto y la materialización de este momento espontáneo, a través de dicha acción pictórica.

            Utilizando pinceles que se deslizaban  en varias direcciones, y delante del publico, el autor ha ido configurando dos pinturas con formas iguales, pero con cromatismo diferente. Poe que  el resultado fue diferente a uno y a otro lado del cristal. He intentado guardar la coherencia con s idea de trabajar mis pinturas por sus dos caras. Entonces el punto de vista del  público, y su lado interactivo vuelve a repetirse en este tipo de intervenciones en directo.

            Al igual que cuando el público rodea las instalaciones pictóricas. El lado interactivo, y el lado efímero de la pintura, están muy presentes en mi trabajo, Donde el espacio tiene máximo protagonismo. En este caso ha comenzado la intervención pictórica, sin una idea preconcebida, y dejándose llevar por la música de Bill Evans.

            La obra se llama Peaceful mountain. Esta pintura esta muy relacionada con el tema del Shan Sui, o las montañas aguas chinas, donde elemento flotante del paisaje adquiere gran relevancia. Este trabajo estará presente durante todo el periodo de la exposición, hasta el 1 de Septiembre de 2018.



viernes, 27 de julio de 2018

Leopoldo Cervera: La pintura pisando los talones



pintura de Leopoldo Cervera




 L.M.A.

            27.07.18 .- MADRID .- Vive frente a la playa santanderina de El Sardinero, por lo que con frecuencia sus pupilas se tiñen y dilatan de azul, de mar y de barcas, que a veces lleva a una eliminación de formas y lo emparentan con la abstracción enraizada en Kandinsky. Leopoldo Cervera González (Santander, 1951) ha ejercido su profesión en el campo de la topografía, fotogrametría y cartografía, pero su vocación profunda ha sido siempre la pintura, que le ha acompañado, perseguido, como amante celosa y él la ha atendido como requería, porque iba siempre pisándole los talones, hasta que se ha consagrado por entero a ella La pintura como arte, como expresión, como leguaje, como comunicación.

            No cabe hablar de autodidacta, cuando Leopoldo Cervera bebió de la maestría de Cobo Barquera y Gómez Cagigas, amén de la preparación lineal y artística que de algún modo conllevaba su profesión. Pero la libertad de expresión con el pigmento ante el lienzo, la tabla o el papel, con los conocimientos adquiridos le hacía sentirse en su plenitud. La figuración tomó cuerpo en paisajes y marinas, no en balde, su tierra cántabra es rica y hermosa en la naturaleza. También practicó con ciertos retratos –incluido el autorretrato- y algunos bodegones. La mirada de pintor nunca dejó de actuar en lo que le rodeaba, para ver, para aprehender, para pintar... El artista atento siempre aprende y se supera.

            El dibujo ha latido siempre en su obra, sobre todo en trabajos de carboncillo sobre papel. Incluso el estarcido y el collage también han entrado en su repertorio material. En ocasiones el pouring o el  deeping. El arte es uno y su manifestación se hace plural, si bien la pintura sigue siendo la pulsión primaria del autor cántabro. Admirador del impresionismo, Leopoldo Cervera sin embargo encontró en el expresionismo una manera de hacer que le llamaba, que le complacía. Su paleta se hace luminosa o sombría al compás de su ánimo, del trabajo y de los días, como diría el poeta griego Hesiodo (1).

            El tema era importante en la pintura del autor, pero poco a poco el pintor lo fue conduciendo a su esencia, cuando encontró en la abstracción una forma más rica y polisémica de expresarlo. Pintura como concepto y ornamentación, como idea y belleza en un maridaje inextricable, como fondo y forma en unión indisoluble. Pintura como arte ilusionístico por antonomasia, con capacidad de sugerencia casi infinita. Pintura que abre y deshace las formas, pintura que plasma la imaginación del autor en lo cotidiano. Luces, sombras, paisajes interiores, vivencias…

            Óleo o acrílico, formato mediano grande, poco importa, cuando la pintura trasciende los materiales, soporte y pigmento, para seguir su propia deriva. Los títulos del autor dinamizan la interpretación de los espectadores: Laberinto, El Pichu, Homenaje al almirante Cervera… Las imágenes hablan sin necesidad de palabras. El espectador que las mira se hace poeta al interpretarlas.

Julia Sáez-Angulo
De la Asociación Internacional
de Críticos de Arte, AICA/Spain

Más información

https://listas.20minutos.es/lista/pintores-y-escultores-cantabros-por-lapp-256240/



!Homenaje al almirante Cervera", pintra de Loepoldo Cervera

Buñuel en los ojos de la Biblioteca Nacional de España



En los fondos de la BNE hay libros, cartas, poemas y películas para profundizar en su figura



L.M.A.


-27 de julio de 2018- El próximo 29 de julio se cumplen 35 años de la muerte de Luis Buñuel, uno de los cineastas españoles que más innovó en el séptimo arte. Los fondos de la Biblioteca Nacional de España albergan la mayor parte de sus películas, además de cartas, libros, guiones o ensayos sobre su cine.
Buñuel nació en 1900 en la localidad aragonesa de Calanda en el seno de una familia acomodada, que poco después se mudó a Zaragoza. Aficionado al teatro desde su infancia, en 1908 tendrá su primer contacto con el cine, tal y como describe en su autobiografía, Mi último suspiro, que puede encontrarse en la BNE. En estas memorias, además de sus experiencias vitales, desgrana cómo algunas de sus vivencias han sido reflejadas en su obra cinematográfica, por lo que resultará de interés para cualquier cinéfilo.
A los diecisiete años Buñuel marchó a Madrid para continuar sus estudios. Durante los siete años que estuvo en la capital vivió en la Residencia de Estudiantes, donde trabaría amistad con destacados intelectuales y artistas como Rafael Alberti, Federico García Lorca o Salvador Dalí. En este periodo se interesó por la vanguardia artística del momento, especialmente en el ultraísmo. Publicó algunos poemas en revistas poéticas como Horizonte o Vltra, que se encuentran disponibles en la Hemeroteca Digital.
En 1925 se fue a París como secretario de Eugenio D´Ors. Será en la capital francesa donde empiece a asistir asiduamente al cine, en ocasiones hasta tres veces al día y donde tomará la decisión de hacerse cineasta tras ver “Las tres luces”, de Fritz Lang, que puede consultarse en la sala Barbieri de la Biblioteca Nacional.
Su primer trabajo cinematográfico fue como ayudante en la cinta Mauprat, del director Jean Epstein en 1926. Colaboró en otros proyectos de cine mientras enviaba críticas y reseñas a medios españoles como La gaceta literaria hasta que en 1929 rodó su ópera prima como director: Un perro andaluz.
Esta obra, en cuya creación colaboró Salvador Dalí, está considerada como una de las piezas más significativas del cine surrealista. En el catálogo de la BNE se conserva esta cinta, así como una edición del guion publicada en 1947.
Las innovaciones de Buñuel no son solo estéticas, también técnicas. Así, en su segundo film La edad de oro incluirá un recurso muy innovador para el momento: la voz en off. Este trabajo será financiado por el aristócrata Charles de Noailles, cuya correspondencia con el director puede consultarse en la Biblioteca Nacional, que cuenta con una reproducción editada en 1993.
En 1933 realizó el documental Las Hurdes, Tierra sin pan. Esta pieza se aleja de sus inicios puramente surrealistas para tomar un carácter mucho más social y de compromiso con la realidad, aunque en una entrevista realizada por la revista Nuestro Cinema en 1935 Buñuel aseguraba que Dicho film no significa sino la continuidad de mi carrera”.
Durante la Guerra Civil se mantuvo leal a la República y trabajó para el embajador en Francia, Luis Araquistáin. Tras la guerra se exilió a Estados Unidos y después a México. Comenzaba así la etapa mexicana de Buñuel, en la que dirigió 20 de sus 32 películas.
En estos filmes se alternan trabajos comerciales como El gran calavera con proyectos más personales como Los olvidados, que le otorgó al cineasta aragonés el premio del festival de cine de Cannes en 1951 y que es una de las pocas películas incluidas en el proyecto “Memoria del mundo” de la Unesco.
Buñuel vivió el resto de su vida en México, pero en 1961 regresó por primera vez a España para dirigir Viridiana, con la que ganó la Palma de Oro de Cannes. En 1967 obtuvo el león de oro en la Mostra de Venecia por Belle de jour y cinco años después se convirtió en el primer director español en ganar el Óscar a mejor película de habla no inglesa gracias a El discreto encanto de la burguesía. Además, de esta última cinta se guarda en la BNE uno de los carteles promocionales.
Aparte de una gran parte de su filmografía, cartas, guiones o libros, en la BNE se conservan numerosos estudios sobre Buñuel y su cine que permitirán adentrarse no solo en su obra, sino también en su figura.

jueves, 26 de julio de 2018

María Antonia García de León: “Años de luz y niebla”, premio Stefan Zweig de Biografía y Memorias 2018


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Julia Sáez-Angulo


            26/07/18 .- MADRID .- “Años de luz y niebla. Contra la conjura del olvido”, libro de María Antonia de León, ha sido el premio Stefan Zweig de Biografía y Memorias 2018. Varias fotografías en blanco y negro enriquecen el final del volumen, así como un prólogo de Rosalía Cornejo Parriego y un epílogo de Olivia Muñoz Rojas. El libro se acabó de imprimir el 28 de marzo, aniversario del nacimiento de Teresa de Ávila en 1515.

            Profesora de Sociología en la Universidad Complutense, además de ensayista y poeta, María Antonia García de León Álvarez (Torralba de Calatrava. Ciudad Real, 1954), territorio Mancha como a ella le gusta decir, y residente en Madrid, es una intelectual activa e inquieta, interesada por los temas de mujer y feminismo. Ha publicado diez poemarios, es conferenciante y colaboradora habitual de la revista Troquel.

            Desde la Sociología, ha escrito numerosos ensayos sobre Género y Poder, específicamente sobre las mujeres élites profesionales. Algunos títulos: Élites discriminadas, Rebeldes ilustradas, Las académicas, Herederas y heridas, Cabeza moderna/Corazón patriarcal. Los poemarios llevan por título: No hay señal (2012), Poemas al ritmo de las estaciones, de los días y del amor (2011), A trescientos kilómetros por hora  (2012) y Per Se (2013), Resplandece el Jardín de la Malinche (2014), Arrebato (2015), El Yo Conquistado (2016), Desde mi Torre de Adobe en La Habana (2016)Cernuda, el pájaro pardo, la guacamaya, mi abuela Umbelina y yo (2016) y Casa de Fieras (2017). Ha participado en numerosas antologías y obtenido diversos premios. Sus poemas han sido traducidos al inglés. Miembro de la directiva del Pen Club Español. 



Seis capítulos estructuran el libro

            El libro se divide en seis capítulos que abarcan aspectos personales desde la escritura del yo, hasta las chicas Rohmer, referidas a las protagonistas del cineasta francés muy en boga en sus años universitarios, pasando por la memoria de una joven rebelde en tiempos del franquismo y de la Transición. La autora habla de tres memorias referidas a tres mujeres de su vida: abuela –célebre Umbelina-, madre Valeria y Micaela,; de memorias oblicuas; de memorias de una joven universitaria…

            La infancia es la patria del poeta, nos dijo el poeta Gil de Biedma y ciertamente la autora se recrea en ella y subraya los hitos y personajes que marcaron su idiosincrasia. La personas que coincidimos en el tiempo con María Antonia disfrutamos de modo particular estas memorias que tienen mucho de generacionales, donde la cultura y la adscripción política eran claves, sobre todo en la Universidad. Su inquitud militantes por la posición de la mujer, un hecho. La reivindicación femenina es una constante. Se echa de menos quizás una inquietud interior o crisis más profunda, espiritual y trascendente, que a todas luces suele acompañar a una muchacha española de su situación social. María Antonia se detiene en el “no hay señal”, título de su último poemario.

            En suma, unas memorias interesantes por lo que tienen de testimonio, en un país donde ha faltado mucho este género del yo. Una memorias que continuarán, que se leen con amenidad e interés porque son un friso que trascienden a la misma autora.

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