sábado, 25 de abril de 2020

Antonio Daganzo: “La poesía como el puente natural entre la palabra y la música”




 Antonio Daganzo (escritor)




Cuestionario por Julia Sáez-Angulo
           
25.4.20 .- Madrid .- Antonio Daganzo Castro ,(Madrid, 1976), es autor de seis poemarios: Siendo en ti aire y oscuro (2004), Que en limpidez se encuentre (2007), Mientras viva el doliente (2010, con tres ediciones posteriores), Llamarse por encima de la noche (2012), Juventud todavía (2015) y Los corazones recios (2019). También es autor de dos amplias obras en prosa: la novela Carrión (2017; 2ª edición, 2018) y el ensayo de divulgación musical Clásicos a contratiempo (2014).
Entre otros galardones, destacan el Premio de Narrativa “Miguel Delibes” – 2018, el “Sarmiento” de Poesía – 2017 o el de la Crítica de Madrid – 2015. Dos de sus poemarios han visto la luz en Chile y Ecuador. Ha sido traducido al inglés, al árabe, y su cuento ¿Qué tal Mozart? lo fue a la lengua alemana en Salzburgo, Austria, en el marco de las celebraciones de 2006 por el 250º aniversario del nacimiento de Wolfgang Amadeus Mozart. Versos y relatos de su autoría han aparecido en antologías y revistas españolas e iberoamericanas, y ha brindado recitales poéticos en destacados foros.


1.     ¿Qué reflexión sobre la poesía le ha interesado más?
La poesía como el puente natural entre la palabra y la música… Y, al hilo de eso, recuerdo siempre aquello de Borges, cuando venía a decir que el lenguaje, en sí mismo, ya constituía un gesto creativo, un hecho estético.

2.     ¿Cuándo escribió su primer poema y de qué tema?
Comencé escribiendo narrativa de pequeño formato, así que los primeros poemas –los primeros poemas dignos de tal nombre- los compuse en torno a mis veinte años. El primero fue evidentemente de tema amoroso.

3.     ¿Qué lecturas poéticas le han influido fundamentalmente?
La gran tradición lírica en nuestro idioma, desde Garcilaso y San Juan de la Cruz hasta la poesía española surgida tras la Guerra Civil y la poesía iberoamericana del siglo XX. Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández, Luis Cernuda, Claudio Rodríguez, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, César Vallejo o Jorge Luis Borges, con la fecunda diversidad de sus miradas, son para mí nombres fundamentales.
     También Gabriela Mistral, Carmen Conde, Alejandra Pizarnik, en cierto modo. En lo que respecta a otras lenguas, siempre me han interesado mucho las creaciones de Rilke o T. S. Eliot, por citar dos ejemplos solamente. Y, aunque no creo que haya ejercido influencias apreciables en mi quehacer, la poesía polaca de las últimas décadas me parece realmente buena –con Wislawa Szymborska en primer plano-.

4.     ¿Qué poema le impactó?
Me han impactado muchos. A bote pronto, y si se me permite la licencia, citaré tres: “1936”, de Luis Cernuda; “Ajeno”, de Claudio Rodríguez; “Crecimiento de Rodrigo Tomás”, de Gonzalo Rojas.

5.     ¿Cuáles son los asuntos habituales en sus versos?
Soy un lírico que encuentra en la memoria tanto los aprendizajes de la edad como el trampolín hacia el amor o las celebraciones sensoriales e intelectuales. Complementariamente a eso, y de manera implícita o explícita, la música siempre forma parte de mi quehacer artístico.

6.     ¿Qué forma métrica prefiere?
Verso libre con pervivencias de una silva evolucionada. Es mi forma más habitual de componer. Por otro lado, es bien sabido que cultivo el soneto; en menor medida, pero lo cultivo, porque me parece una música heredada formidable, preciosísima. Y me interesa el haiku, según el esquema métrico que arroja su adaptación a nuestra lengua; eso sí, en cuanto a su tono, creo en una síntesis explícita entre la serena objetivación oriental y el anhelante lirismo occidental. Creo que ésa puede ser una manera culturalmente honesta de abordarlo. Borges lo entendió muy bien en sus “Diecisiete haiku” de La cifra (“Hoy no me alegran / los almendros del huerto. / Son tu recuerdo.”). Y aunque no es una estrofa que frecuente, me fascinan las décimas tal como las improvisan los payadores chilenos.

7.     ¿Cómo es su biblioteca poética? ¿Hay autoras en ella?
Mi biblioteca poética se halla muy en consonancia con las influencias que señalaba antes, a lo que habría que sumar mucha de la poesía que se ha venido escribiendo en España durante las décadas más recientes. Y sí, por supuesto que hay autoras, según indicaba antes también.

8.     ¿Qué libro de poemas está leyendo?
Releyendo, cabría matizar. Oír la luz, de Eloy Sánchez Rosillo.

9.     ¿Qué tres libros de poesía recomendaría?
A bote pronto, como respondí a una pregunta anterior: Historia del corazón, de Vicente Aleixandre; Memorial de Isla Negra, de Pablo Neruda; Conjuros, de Claudio Rodríguez.

10. ¿Qué proyectos literarios se trae entre manos?
En mi mesa siempre hay proyectos poéticos y narrativos, definidos en mayor o menor medida. Y he avanzado en otra serie de prosas de divulgación.

11. ¿Cómo lleva el confinamiento?
Resignadamente. Con paciencia; con algunos momentos de mejor luz.


CASTRO DE BAROÑA


                                                                             A Alfonso Daniel Rodríguez Castelao,
                                                                             in memoriam.

            En mi sueño hay unos celtas aguerridos
            que sólo al mar se entregan.

            En la hora del silencio de los hombres
            la noche se abre en olas,
            y tranquilos escuchan.

            La perfecta península,
            erizada de círculos como un sordo alfabeto
            -fiel piedra sobre piedra-,
            su pacto con las aguas testimonia:
            la carne del sonido.

            Los aguerridos celtas sucumben hacia el alba,
            por propia voluntad.

            Al despertar con ellos
            me sorprendo esperando la poesía.

                                                
(De Los corazones recios, 2019)


 Más información

Invitación a los artistas realistas del mundo a la exposición "Tu mejor pintura"




L.M.A.


25.04.2020 .- En estos días de confinamiento Galería artelibre - (www.artelibre.net)  ante la dificultad de encontrarnos con todos los estamentos culturales cerrados, propusimos realizar una exposición virtual de arte figurativo-realista en exclusiva, invitando a todos los artistas realistas del mundo a participar en este evento que quisimos llamar "Tu mejor pintura" - "Your best painting", el artista participante nos enviaba su mejor o una pintura especial para él, donde nos puede explicar su porque es especial.
La exposición la organiza Galería artelibre en colaboración con el Museo MEAM 

Hasta el día de hoy casi 700 artistas están participando en la misma.

El enlace se encuentra en la portada de Galería artelibre
tu-mejor-pintura10.jpg

la dirección directa es https://artelibre.net/autor/28704

Es nuestro deseo mantener las inscripciones hasta que finalice el confinamiento y una vez finalizado la exposición se mantendrá durante un largo periodo de tiempo.
Se dispondrá de un catálogo físico de la misma, en papel a un tamaño de 20x20 cm.

Para cualquier consulta
José Enrique Gonzalez
Director Artelibre
movil 605045368

"Bonifacio", Relato breve del escritor argentino Roberto Alifano





Buenos Aires, 25.04.2020

Bonifacio

        Soy poco fisonomista. Como político resultaría un fracaso, ya que una de las aptitudes de esta gente, que se especializa en convocar a elecciones, fomentar la división entre compatriotas e imponer tarifas, es  recordar la cara de la gente que ven hasta de perfil. Sin embargo, mi memoria literaria no es lábil ni perentoria; diría que es envidiable. Puedo recitar poemas en diversos idiomas y traer a una conversación frases completas de remotos autores. Tengo, además, la ductilidad para correlacionar de un modo espontáneo y transversal, circunstancias y hechos inverosímiles; esas minucias son mi motivo de orgullo, lo confieso. Pero, a pesar de mi olvido de las caras, recuerdo ahora como si lo estuviera viendo, y creo que no se me borrará de la memoria, la del joven apuesto y carismático que llegó a la fiesta de graduación acompañando a la profesora Rosarito Buenaventura, una de mis colegas en el Colegio Superior de Internet, del que ejerzo la vice rectoría.

-He invitado a Bonifacio, un hombre cibernético de pura cepa -me dijo entrecerrando los ojos con un gesto de coquetería-. Estoy segura que te deslumbrará conocerlo.  

No sin fatuidad y con algo de celos repliqué:

-Viniendo de tu parte, cómo dudarlo. Tú vives rodeada de gente brillante.

El amigo de Rosarito, debido a las personas que me rodeaban se había quedado, acaso con cierta timidez, unos pasos atrás y lo observé de reojo. Me resultó extrañamente familiar. Tenía facciones recias, pero a la vez gratas y sutiles. No sé por qué encontré que sus rasgos se asemejaban bastante a los del joven Lawrence Olivier interpretando Hamlet. Tengo bien en mente que luego, cuando la hermosa y verborrágica Rosarito me vio conversando a solas con él, percibí que se alarmaba. Las manos de Bonifacio fueron la otra cosa que me llamó la atención. Cuando extendió la izquierda (no la derecha como es usual) para estrechar la mía, noté que estaba decorada por anillos de diamantes y rubíes. Parecía artificial; digo esto también por lo fría y extremadamente blanca. Como la mano de un muerto.

Confieso, por otro lado, que después de ese saludo, me sentí en un estado de confusión que me impidió formarme una idea más o menos cierta del personaje; además del lugar y tiempo en que estaba sucedido el hecho, todo me pareció irreal. Soy constitucionalmente nervioso. Es un defecto de familia, que no he podido superar. La menor apariencia de misterio, la cosa más ínfima o enigmática que no alcanzo a comprender, bastan para sumirme de inmediato en un estado de lamentable agitación. Para ser cortés, cuando nos dejaron solos, intenté impulsar un diálogo, que Bonifacio aceptó complacido, aunque sus primeras respuestas fueron vagas e imprecisas. Me pidió el correo electrónico que yo, como un imbécil, se lo di de inmediato. Cosa que los expertos en internet, por una razón de privacidad, recomiendan no hacer.
Comprendí que advertía mi zozobra y convencido de que era un colega, pregunté sin mucha curiosidad:
-¿Dónde dicta sus clases, profesor?

Al mismo tiempo, para tener privacidad, señalé una sala que estaba detrás nuestro para conversar en privado. Atravesamos el corredor con puertas laterales, que da al auditorio y lo invité a sentarse. Una alumna del colegio, con una bandeja en la mano, nos siguió para convidarnos con unos sanwichitos de jamón y queso.

Los rasgos de mi interlocutor eran agudos y tenía algo singular en la mirada. A pesar de mi negada capacidad para recordar los rostros. No olvidaré esos ojos severos y pálidos. No gesticulaba al hablar.

-Permítame decirle, señor vicerrector, que antes de iniciar nuestro diálogo le diga quién soy yo; de usted, conozca bastante. Sé que es uno de los profesionales que más saben de la materia que a ambos nos apasionan. Pero no dudo, sin embargo, que usted se asombrará, cuando le revele  lo esencial de mi biografía -me advirtió, juntando las manos en actitud de rezo-. Sé, a través de nuestra amiga, que usted es uno de los principales investigadores de los fenómenos cibernéticos, y que algunas de sus teorías han sido consideradas por hombres de genio como Bill Gates y Mark Zuckerberge, por eso quiero revelarle mi caso. No soy humano, sino un hibrido total. Así, como ve, no vine al mundo como cualquier hijo de vecino; es decir, a través del encuentro amoroso de dos seres humanos. Nací imprevistamente de la ciencia, sin madre ni padre. Vine al mundo como una idea digital. Me asumo, aunque le resulte inverosímil, como un ciberg de pura cepa; es decir, como una computadora con una infinita capacidad de almacenamiento, que atesora todas las historias, todas las geografías y todas las parodias humanas habidas y por haber. Agrego que el concepto del híbrido hombre-máquina, tan generalizado en la ciencia ficción, se da en mí de un modo general. Todo esto, estoy seguro que lo sorprenderá y quizá le produzca algún rechazo, pero mi naturaleza es así y se la quiero revelar.

Como un versado en la materia, sé muy bien que la masificación del uso de internet ha modificado los modos de interacción entre los individuos, generando nuevos códigos y es sabido que la masificación del uso de redes sociales ha introducido nuevos y variados modos de interacción; sobre todo entre la gente joven, que suele abusar de las posibilidades, generando como es público nuevos códigos comunicacionales, además de una imponente producción y consumo de imágenes. En esta era digital, todos sabemos, la Web se utiliza cada vez más para evadirse de la realidad y a este uso se entregan los jóvenes con afán de aventuras e intención de la posibilidad de participación virtual. También sé que de manera disparatada se postulan  actitudes divergentes y que algunas suelen rayar con el delirio o la alteración mental. Existen posturas divergentes respecto de si la identidad que se construye a través del mundo virtual, es una extensión de la realidad cotidiana o un espacio de falsedad.

Totalmente desconcertado, creí que en algún momento que me encontraba ante un impostor. Se lo hice saber acompañando mi sonrisa con un gesto de desconfianza.

-No sé por qué me hace a mi depositario de su secreto –atiné a decir casi balbuceando.

Había, por así decir, algo notable -acentúo notable, aunque el término es quizá muy débil para expresar plenamente lo que quiero dar a entender- en la apariencia de aquel personaje, que se presentó ante mí de una manera menos natural que incomprensible. Su presencia, no obstante, era impresionante y perfecta, digna de un genuino modelo de varón seductor. Tenía probablemente un metro ochenta de estatura y un aspecto imponente. Se notaba en él un distinguished air bostoniano y se expresaba con una voz grave, melodiosa y bien timbrada, que daba a entender una refinada cultura de alta alcurnia. Sobre este tema, el de la presencia física de Bonifacio, siento una especie de melancólica satisfacción en ser minucioso, y prosigo mi descripción. Lucía los dientes más regulares y más blancos que se puedan concebir. En cada ocasión apropiada nacían de aquella boca de labios carnosos y sensuales frases melodiosas, rítmicas y bien timbradas. Con respecto a los ojos, de un celeste penetrante, Bonifacio miraba con la firmeza de un Julio César o de un Napoleón y cada uno valía por un par de órganos oculares estremecedores; grandes y brillantes; esos ojos tenían pupilas de un color castaño profundo, y una que otra vez se advertía en ellos esa ligera e interesante oblicuidad que da tanta fuerza a la expresión.

En cuanto a su abundante cabellera rubia, con rizos apenas canosos, bien hubiera hecho honor a los jóvenes James Dean o Robert Redford; pues ondulaba con la brisa de la manera más sutil, y tenía un brillo incomparable. Eran asimismo impactantes sus distinguidas patillas. El pecho de Bonifacio era sin ninguna duda el más soberbio e imponente que yo haya visto; poco que ver con el exagerado pecho de los fisicoculturistas, ni el de los atletas de las pruebas olímpicas. En vano se hubiera querido encontrar alguna falla en sus maravillosas proporciones. Tan rara peculiaridad ponía de manifiesto, muy ventajosamente, unos hombros que hubieran provocado el rubor y la humillación en el David de Miguel Ángel. Me subyugaron los brazos musculosos y perfectamente modelados, que se adivinaban debajo de su chaqueta; puedo decir, con total seguridad, que jamás había visto perfección semejante. Sus miembros inferiores no les iban en zaga en cuanto a simetría. Eran realmente el nec plus ultra de las hermosas piernas de un Apolo de mármol. Todo conocedor podría afirmar conmigo que aquellas piernas eran notables. Ni demasiado musculosas, ni demasiado delgadas; tampoco rudas ni frágiles. Imposible imaginar una curva más graciosa que la de esos femoris; ni siquiera faltaba la suave prominencia de la parte posterior de la fíbula, que contribuye a la conformación de una pantorrilla debidamente proporcionada.

Empero, aunque los hombres tan apuestos no abundan tanto como las razones o las guindas bien moradas, me resultaba imposible creer que en lo notable ya aludido (pues creo con convicción en el extrañó je ne sais quoi que envuelve a contadas personas) mi reciente conocido, aunque procediera tan sólo de la acabada perfección de sus dones corporales, se adivinaban además los espirituales. Quizá este otro don emanara de su actitud, pero tampoco en esto puedo ser demasiado afirmativo. Había un estiramiento, por no decir rigidez, en su actitud, un grado de precisión mesurada y, si se me permite decirlo así, rectangular, en todos sus movimientos, que en una persona más pequeña hubiera parecido lamentable afectación o pomposidad, pero que en un caballero de las dimensiones de Bonifacio no podía atribuirse más que a una palabra: el loable sentido de lo que corresponde a la dignidad de las proporciones colosales que viene de los griegos o del “hombre de Vitruvio”, que perfeccionó Leonardo da Vinci. En fin, ya se advierte que no puedo hablar sin entusiasmo de este personaje virtual, de este ciborg incomparable con cualquier humano que pisa sobre la tierra. Después de mi quizá exagerada descripción, tampoco es decir demasiado si afirmo que eran el más hermoso hombre que existía bajo el sol.

En algún momento Rosarito se acercó a mí de manera muy cauta para decirme al oído algunas frases elogiosas sobre su amigo. Era una persona notable, muy notable, tal vez uno de los más notables de nuestra época, que yo tenía el privilegio de conocer. Cosa que asentí de inmediato y agradecí a mi amiga. Completo este párrafo diciendo que Bonifacio era atractivo y seductor a primera vista y seguramente gozaría de especial favor ante las mujeres, sobre todo por su alta reputación de homme séduisant.

-Veo que se entienden muy bien -me susurró al oído al oído mi amiga-. Pero ojo, no te pases de la raya… Es sólo apariencia. Un verdadero paladín del universo virtual, sin la menor duda.

-Sí, un paladín completo -asentí-. Y lo demuestra en cada gesto y en cada palabra.

Pensé en aquel momento (y lo sigo pensando) que jamás había escuchado una voz tan clara y resonante, ni contemplado semejante sonrisa. Lamenté que nos hubiera interrumpido justamente cuando, después de los murmullos y las insinuaciones que anteceden, me sentía interesadísimo por ese héroe de internet, dueño de un pasado mágico y acaso aterrador como todo lo referente a dicho sistema. Y de un presente activamente virtual.     

La deliciosa y brillante conversación de Bonifacio no tardó en disipar completamente mi disgusto. Como nuestro amigo se marchó, según justificara, por compromisos ineludibles, en un aparte de la reunión sostuvimos un largo tête-à-tête con Rosarito a quién abrumé de inquisidoras preguntas sobre nuestro hombre-máquina, y no sólo quedé muy complacido sino que aprendí muchas cosas que decididamente ignoraba.

-Jamás había oído a un narrador más fluido, ni a un hombre más informado -le confesé a mi amiga-. Con loable modestia, sin embargo, se abstuvo de tocar el tema que más me inquietaba; es más diría que lo eludió hábilmente. Por mi parte, una delicadeza que considero oportuna me vedó mencionar la cuestión de su (llamémosle) naturaleza digital, pese a que me sentía muy tentado de hacerlo. Noté asimismo que el apuesto Bonifacio prefería orientar la conversación a los tópicos de interés filosófico y que se complacía especialmente en comentar el rápido progreso de las invenciones mecánicas. Cualquiera fuera el rumbo de nuestro diálogo, volvía invariablemente a ocuparse de asunto estéticos o filosóficos.

-¡Oh, profesor Alifano, no hay nada comparable a esto -comentó con vaguedad-. Somos un mundo admirable y vivimos en una época maravillosa. Fíjese, computadoras y celulares por todos lados, robots de todo tipo y para todos los gustos; aviones, satélites, televisores, micros-sistemas que nos asisten todo el tiempo y nos rodean de confort… y seres como yo, productos genuinos de este tiempo asombroso y -por qué no, aterrador-. Nuestros mensajes recorren todos los mares y todos los espacios, y una empresa que ha fabricado un cohete inter espacial ya vende pasajes para visitar la Luna y Marte. El mundo es un pañuelo; qué digo, el planeta, el universo ya lo es y, no tenga dudas, amigo mío, que así como estamos comunicados por las aplicaciones más diversas, llegará el momento en que de cuerpo presente, quizá apelando a un más perfeccionado Facebook o WhatsApp, o a las cuentas de Twitter, nos podamos estrechar la mano; como yo lo hago ahora con usted, o besar a una amante en los labios. Y quién puede prever la inmensa influencia sobre la vida social, las artes, el comercio y la literatura, que habrán de tener los grandes principios de la cibernética. Y le aseguro a usted, créame que no es todo… El progreso de las invenciones no conoce fin. Las más admirables, las más ingeniosas y los dispositivos mecánicos más útiles, los más verdaderamente sutiles, surgirán de un momento a otro como hongos, si es que puedo expresarme así o, más figurativamente, como conejos de la galera de un mago. Sí, como lo usted lo oye, mi apreciado Alifano. En torno de nosotros, por supuesto… ¡ja, ja, ja! Qué digo, sobre nosotros.

-Usted es una muestra de ello -atiné a murmurar, visiblemente confuso-. ¿Dígame qué tiene de humano y qué de máquina?

-Bueno, bueno, sí, claro -asintió con una sonrisa, algo conmovido-. Ya me he resignado a ello como usted se conforma con ser quién es.    

Mi curiosidad, sin embargo, no había quedado completamente satisfecha, y resolví de inmediato hacer averiguaciones más minuciosas sobre su condición de hombre-máquina; pero, abriendo sus brazos, Bonifacio se disculpó, y apretando mi mano ensayó una despedida emotiva, sin palabras y con los ojos húmedos de emoción. Lo cual demostraba que, como cualquier humano, una máquina puede tener sentimientos.

Desconcertado, lo confieso, con un gran vacío en el pecho y mi corazón palpitando a full, agradecí la gentileza de Rosarito por haberme presentado a Bonifacio, y me despedí de este ciberg tragado por la noche, al que nunca más volví a ver. Era evidente. Era clarísimo. Bonifacio era la reencarnación moderna que anticiparan los relatos de ‎Isaak Yúdovich Azímov o Ray Bradbury. Tampoco es tan raro si tenemos en cuenta que del prodigioso arte de la literatura, sea de un modo lírico o ficcional, nace todo. Hasta esta humilde ramita del frondoso árbol de ciencia-ficción, que yo bautizo con el nombre de ciber-ficción y me ha hecho estrechar la mano de un hombre-máquina; el perfecto remedo -aunque mejorado desde luego- del conocido homo sapiens que dejó al chimpancé colgado en el eslabón perdido, mutando hacia el ente superior empeñado en entender su propia existencia dada ahora en un robot producto de la ciencia.

Aunque no salgo de mi asombro y me siento confuso, no dudo en exclamar a viva voz que soy un elegido de los dioses.


viernes, 24 de abril de 2020

Milagros Salvador: “Organizo mis archivos de poesía y preparo mi próximo libro”

Milagros Salvador (escritora)

Cuestionario por Julia Sáez-Angulo
            25.04.20.- Madrid .-   Milagros Salvador  (Milagros López-Salvador Díaz) Madrid 1941.- Licenciada en Filosofía y Letras y psicóloga. Autora de los siguientes títulos: Acrostolio, Balaje, Del barro a la ceniza, Espejo de la tierra, Frontera de humo, Gira nocturna, Habitando la tierra, Inevitable voz, Jornada de retorno, Kilómetro 0, Los últimos madroños, Mil Parnocikles, Noche de tul sobre la piel, Ñ de sonado latir, Olvidaron sus nombres en San Telmo, Pájaro solitario de la tarde, Quinientos y algunos Pornocilles, Ritual de palabras, Síxparo, Tierra sin luz que mira al cielo y Un camino sin nombre.             Coautora de El dragón y la luna. Cuadernos y Breviarios, entre otros: Cuaderno de Bagdad, Cuaderno de otras voces, Cantiñas de caminante, No siempre son doradas las espigas. Co-traductora de El ojo de la matriz de la poeta Susan Suntree.
            Ha sido seleccionada  en más de 20 antologías y traducida al chino, al ruso y al croata. Ha presentado ponencias sobre literatura y estudios de poesía en congresos, en España y en otros países. Ha colaborado con el Instituto Cervantes en el centenario de Cernuday publicados diez artículos en Rinconete ( Cervantes Digital ), en 2009.Ha participado en los “ Encuentros de Verines”, en 2006, y en el I Acta de la Lengua Española en 2006. Ha escrito numerosos prólogos y presentado a poetas españoles e hispanoamericanos. Ha participado como ponente  en los Cursos de Verano de la Universidad de Alcalá de Henares en 2009, 2010, 2012 y 2013. Ha coordinado la Tertulia de Poesía de Prometeo en Trovador durante dos años, ha pertenecido al Grupo poético en el  Círculo Bellas Artes, al Grupo Octógono y a la Tertulia Trastienda. Directora del Capítulo de Madrid de la Academia Iberoamericana de Poesía, en 1997 y 1998.
            Tiene un Reconocimiento de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros de México. Distinguida de la S.A.D.E. ( Sociedad Argentina de Escritores Argentinos). Socia de Honor de P.R.Ó.S.O.P.O.N. ( Festivales de Teatro Grecolatino). Miembro distinguido de la Plataforma Cultural ”Raíces de Papel”. Socia del Ateneo de Madrid, pertenece a la Asociación de Escritores y Artistas Españoles  y a escritores en RED, entre otras.

  1. ¿Qué reflexión sobre  la poesía le ha interesado más?
Las que se enfocan desde el punto de tratamiento del lenguaje, que arropa el poema y desde la filosofía o conocimiento, en tanto que mensaje, sin olvidar que las dos apuntan a la belleza, en reconocimiento de una revelación.
  1. ¿Cuándo escribió el primer poema y de qué tema?
A los 13 años, poema que ahora guardo, y que encontré entre los   documentos de mi madre cuando murió. El tema  a la Virgen con motivo del mes de mayo.
  1. ¿Qué lecturas poéticas le han influido fundamentalmente?
Los Romances y las Leyendas  de Zorrilla en la adolescencia, el Siglo de Oro y el la generación del 27.
  1. ¿Qué poema le impactó?
El Canto cuarto de  Garcilaso de la Vega
5. ¿Cuáles  son los asuntos habituales en sus versos?
      En diferentes  poemarios, los dedico a temas variados, como la existencia, la vida, la muerte, el amor, nuestro idioma, el mundo  grecolatino, la mujer, Madrid y la infancia.                                  
6. ¿Qué forma métrica prefiere?
De la métrica tradicional, el soneto y el romance; actualmente escribo más en verso blanco o italiano, aunque no olvido las anteriores.
7. ¿Cómo es su biblioteca poética? ¿Hay autoras en ella?
Mi biblioteca poética consta de más de 2.000 libros, de los 6.000 que reparto por la casa. Autoras, muchas, Sor Juana Inés, Delmira Agustini, Rosario Castellanos, Eunice Odio, Alfonsina Storni, Ángela Figuera, Carmen Conde, Blanca Varela, Concha Zardoya…y por no citar nombres de poetas actuales que además son amigas.
8. ¿Qué libro de poemas está leyendo?
Vivencias de una mónada, (más de 400 sonetos) de David Jesús.
9. ¿Qué tres libros de poesía recomendaría?
La última edición de la obra de Miguel Hernández, ( un tomo), de Alianza, la Obra de Ángela Figuera (un tomo) y Poesía Completa de Garcilaso de la Vega (un tomo).
10. ¿Qué proyectos literarios se trae entre manos?  
Organizando mis archivos de poesía, preparando mi próximo libro al que le corresponde la letra V, un próximo cuaderno y la edición de mi tercer estudio de los ocho que tengo escritos.
11. ¿Cómo lleva el confinamiento?
Bastante bien, organizando mi tiempo, con ánimo y con la consciencia de que esto será largo.
VERSO
El verso es un relámpago,
una emoción que se intercala
en el camino del poema,
equilibrio, armonía,
una revelación
que nos concede la belleza.

  Del poemario RITUAL DE PALABRAS.


                      
                                                                                                                                                        
Milagros Salvador (escritora)


OBITUARIO: Alejandro Sáez González, deán emérito de la catedral de la Redonda e investigador de Uruñuela y Somalo (La Rioja)


catedral de Santa María la Real de la Redonda. Logroño

Alejandro Sáez-González, presbítero


Julia Sáez-Angulo

            24.4.20 .- Alejandro Sáez González (Uruñuela. La Rioja, 1934 – Logroño, 2020), presbítero, deán emérito de la catedral de Santa María la Real de la Redonda en la ciudad de Logroño, ha fallecido en un hospital de Logroño víctima de la pandemia covid-19.
            El finado es autor de las biografías sobre dos personajes ilustres en la Rioja: el abad Martínez de Uruñuela, primer abad del monasterio de Santa María la Real de Nájera que se independizó de Cluny (Francia) en el siglo XV y la del canónigo Juan González Mateo, que fue fusilado en Toledo durante la guerra civil española de 1936 – 39, por el solo hecho de ser sacerdote.

            Ambos personajes están relacionados con Uruñuela, pueblo natal del autor, en cuya parroquia de San Servando y San Germán está enterrado el abad Martínez de Uruñuela, en un histórico panteón, donde fue párroco don Juan González Mateo (Corella. Navarra, 1884 – Toledo, 1936) y donde fundó el Sindicato Agrícola Católico, que cumplió su primer centenario en 2016.
            Alejandro Sáez González facilitó la documentación del citado canónigo toledano don Juan González Mateo para el libro sobre los mártires durante la Guerra Civil Española en La Mancha.

            Alejandro Sáez González desempeñó su tarea de sacerdote durante casi veinte años en Alemania, entre los medios emigrantes españoles de los años 60 y 70. Después fue nombrado deán de la catedral de la Redonda en Logroño, célebre por sus torres gemelas.
            Recientemente don Alejandro escribió una monografía sobre los 25 años de esa labor pastoral de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño en suelo germano, “para dejar constancia de aquella presencia y trabajo apostólico”, señaló  el deán emérito.
            
            La última investigación de Alejandro Sáez Gonzáles iba sobre la antigua y desaparecida ermita de Nuestra Señora de Somalo (apenas si quedan vesigios de piedras), en el terreno denominado  Ermita  Caída, en el término de Somalo, lugar de peregrinaciones principalmente de los alrededores (Somalo, Uruñuela y Nájera) en el pasado reciente. Había descubierto que el ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos (1744 -1811), visitó ese lugar durante su viaje por La Rioja.
            Le envié un breve relato con esa breve noticia que me anticipó y se mostró encantado con el mismo. Dijo que pensaba leerlo en la conferencia que pensaba pronunciar en Uruñuela sobre sus recientes investigaciones.  Ahora habría que darles cauce.
        "La Virgen de Somalo  y otras pertenencias de la capilla de Somalo pertenecen a la parroquia de Uruñuela, tal y como se dispuso en el testamento de los dueños del caserío, aunque los herederos salesianos se las han llevado a sus casas", me dijo Alejandro recientemente en el entierro de Damián Leza en Uruñuela. "He hablado de esto con la diócesis de Logroño, pero, ya sabes, ellos son muy mirados y no quieren líos. Tendrían que ser la propia gente, los parroquianos de Uruñuela los que reclamaran el asunto, al fin y al cabo es una cuestión de arte sacro local, que pertenece a la comunidad histórica que lo adquirió y veneró. Lo contrario es meter la cabeza bajo el ala y atenerse a los hechos consumados. Este es un tema viejo en las iglesias diocesanas".

          Alejandro Sáez González tenía la bondad de un buen sacerdote y la elegancia de un príncipe.

Más información

Don Juan González Mateo, presbítero (1884 - 1936)

"Filosofía de la medicina" una obra que demuestra que la medicina es un objeto de estudio ineludible para la filosofía

¿Qué es la salud? ¿Qué criterios se utilizan para identificar y clasificar las enfermedades? ¿De qué forma se debe conjugar la perspectiva de los médicos con la de los pacientes? ¿Existen realmente las enfermedades mentales?

Editorial Tecnos publica Filosofía de la medicina una obra que demuestra que la medicina es un objeto de estudio ineludible para la filosofía


L.M.A.
24.04.2020

A la consciencia de que tenemos una naturaleza frágil le acompaña la esperanza de que podemos tomar medidas para combatir el sufrimiento y postergar la amenaza de la muerte. A lo largo de los siglos y en todas las culturas nos hemos esforzado por identificar, prevenir y tratar de revertir aquellos estados corporales que consideramos molestos o peligrosos, lo que ha dado lugar a esa particular síntesis de ciencia y arte a la que llamamos medicina.

Todos somos, hemos sido y seremos, en algún momento de nuestra vida, enfermos. Es decir, todos experimentamos, de forma más o menos intensa y frecuente, la vivencia, muchas veces terrible y otras casi anecdótica, de la enfermedad. No es sorprendente que pocas actividades humanas, si es que hay alguna, tengan tanta importancia para nosotros como la de (intentar) sanar. Averiguar cómo podemos sanarnos a nosotros mismos y ayudar a sanar a otros es una de las ambiciones más apremiantes de los seres humanos a lo largo de su historia y una a la que las sociedades dedican más recursos.

Cristian Saborido, autor de la obra, demuestra que la medicina es un objeto de estudio ineludible para la filosofía utilizando un lenguaje accesible y cercano.
A través de la descripción de casos médicos concretos, del recurso a ejemplos históricos, e incluso de la alusión a diferentes productos de la cultura popular como el arte, el cine o la televisión, se analizan críticamente las cuestiones que conforman la emergente filosofía de la medicina, al tiempo que se ofrecen herramientas conceptuales para comprender qué asunciones presupone y qué consecuencias implica la práctica médica.
Los lectores encontrarán al final del libro un glosario de términos para facilitar la lectura. 

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Colección: Filosofía y Ensayo
Páginas: 288
Precio: 16,00€
Formato: Digital
I.S.B.N.: 978-84-309-7893-9
Cristian Saborido es profesor del departamento de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia de la UNED, donde imparte las asignaturas de Filosofía de la Ciencia, Bioética, Filosofía de la Biología, Filosofía de la Medicina e Introducción al Pensamiento Científico. Es doctor en Filosofía de la Ciencia por la Universidad del País Vasco /Euskal Herriko Unibertsitatea y autor de varias publicaciones en compilaciones y revistas de investigación. Además, colabora frecuentemente en medios de divulgación científica y forma parte de diversos comités de bioética.