sábado, 24 de noviembre de 2018

Matías Díaz Padrón: Rubens como punto de mira clave en la pintura flamenca


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San Agustín, por Rubens


 "Joven reina Tomiris" , pintura de Rubens



Julia Sáez-Angulo


            25/11/18 .- MADRID .- El historiador de Arte, Matías Díaz Padrón, con más de 600 artículos de investigación publicados en revistas científicas española y foráneas, sobre nuevas y correspondientes atribuciones de autoría de distintos cuadros de pintura flamenca, prepara un libro sobre todos sus ensayos relativos a la figura y obra de Pedro Pablo Rubens.

            Recordemos que, entre otros,  el Instituto Moll, Centro de Investigación de Pintura Flamenca, ha publicado The Young Queen Tomyris (2016), una bella monografía del cuadro del maestro flamenco con el mismo título, por el profesor Matías Díaz Padrón (El Hierro, Islas Canarias, 1935), residente en Madrid fue conservador de pintura flamenca en el Museo del Prado y es experto igualmente en pintura española de los siglos XVI y XVII.

            El profesor Díaz Padrón escribió entre otros un ensayo en la Revue Belge d´Arqueologie et d´Histoire de l´Arte, sobre “San Agustín” de Rubens, identificado recientemente por él en el convento de Agustinos Recoletos de Salamanca y otro, sobre El Archiduque Alberto de Austria. El medio, el espacio y el tiempo, con la colaboración de Magdala García Sánchez de la Barreda.

            Entre los descubrimientos científicos de Matías Díaz Padrón, figuran dos retratos del general Ambrosio Spínola, de Eyk van Dyk, que figuran en colecciones de París y Ginebra respectivamente, sobre los que también ha escrito un ensayo.

            ACTIVIDADES DE INVESTIGACIÓN
Tiempo dedicado a la investigación científica: Desde 1963 a 1979 colabora en numerosos trabajos de investigación en el Archivo Español de Arte, del Instituto Diego Velázquez del C.S.I.C., bajo la dirección de don Diego Angulo Íñiguez y de don Enrique Marco Dorta. El carácter de esta labor se registra en páginas siguientes.
Entre 1964 y 1975 trabaja en el estudio de las técnicas de conservación y restauración aplicadas a la pintura y a la escultura en el Instituto Central de Restauración. Conjugando la investigación de la Historia del Arte con la aplicación de métodos fisicoquímicos, el resultado de estas experiencias -por primera vez en España- es la catalogación y recopilación, por la Dirección del Centro, del tratamiento de pinturas entre 1965-1966 y 1967-1968, además de varias publicaciones en el Boletín: Informes y Trabajos Medicamundi.
Desde 1970, por acuerdo del Patronato del Museo del Prado, se encarga de la revisión y estudio de los depósitos de pintura del mismo, prácticamente inexplorados entonces. Resultado de este trabajo fue el hallazgo de numerosas obras inéditas y de gran interés. Entre ellas, es oportuno señalar, dos importantes dibujos de Rubens, luego mostrados en la Exposición Homenaje al pintor, en 1977. El resultado de las investigaciones continuadas de los fondos del Museo, desde 1970 hasta hoy, se reflejan en los hallazgos recogidos en el Catálogo Razonado de Pintura Flamenca del siglo XVII, publicado en 1975, junto con varios trabajos en Archivo Español de Arte, Bulletin Koninklijhe Musea voor Schone Kunstler van Belgie, Arte Español, Arte Español de la Sociedad de Amigos del Arte, Revue belge d'Archéologie et d'Histoire de l´Art de l' Académie de Belgique, Estudios Atlánticos y Boletín del Museo del Prado.
La actividad investigadora, académica y docente continúa en distintas instituciones hasta la fecha actual.

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Sergio Vallejo Fernández-Cela: “¿Es Turquía asiática o europea?”, conferencia en Tertumed


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Bósforo


 L.M..A.


25/11/18 .- MADRID .- 

¿Es Turquía asiática o europea?, fue el tema de la conferencia del periodista  Sergio Vallejo Fernández-Cela, en Tertumed, la tertulia que dirige el historiador Víctor Morales Lezcano. 

El planteamiento no es un tema meramente académico. Está sobre la mesa en instituciones europeas, y además es objeto de discusión en diversos ámbitos políticos, culturales y políticos. Y también en la propia Turquía. La cuestión es: ¿la posición geográfica y estratégica del país es un obstáculo en su aspiración a formar parte de la Unión Europea? Si hay algún país que puede definirse como euroasiático, ese es precisamente Turquía.

El libro que nos ocupa, "El imperio otomano y la República de Turquía: percepciones hispanas y relaciones ruso-turcas", trata de mostrar el impacto del Imperio Otomano en el sistema de relaciones internacionales europeo. La obra consta de cuatro artículos independientes, cuyo hilo conductor es la presencia otomana, y posteriormente Turquía, en el espacio europeo.
Ya desde desde principios del siglo XX, la decadencia del Imperio Otomano fue objeto de interés político, literario diplomático y militar por parte española. 

.El primer capítulo," La caída del Imperio Otomano y la fundación de la República turca: una visión española", indaga en las percepciones españolas de la decadencia del Imperio Otomano y el nacimiento de la República Turca en 1923. A pesar de la literatura del Siglo de Oro, no existió en España un Orientalismo (estudio de culturas asiáticas , musulmanas o no) equivalente al de otros países europeos. Aquí el interés se centró en el norte de África, especialmente en Marruecos.

En el artículo se exponen las opiniones de políticos, intelectuales y escritores como Juan Donoso Cortés, Emilio Castelar, Vicente  Blasco Ibáñez o Ramiro de Maeztu. Se recoge la visión de la prensa de la guerra greco-turca, el movimiento de liberación nacional en Anatolia y el ascenso de Kemal Atatürk (entonces Mustafá Kemal) A este respecto, destaca la opinión de Francesc Cambó. El político catalán supo vislumbrar, tras un viaje a Turquía en 1923, los cambios políticos, sociales y culturales que trajo la proclamación de la República turca en octubre de dicho año. El final del capítulo nos ofrece los comentarios, algunos no exentos de sarcasmo, de los impactos de las reformas del nuevo Estado sobre la sociedad.

El segundo capítulo "Minorías étnicas y problemas internacionales en los Balcanes otomanos: la cuestión de Macedonia", está dedicado a los problemas que surgieron en este territorio otomano del sureste de Europa a partir del siglo XIX: el despertar del nacionalismo en los pueblos balcánicos y la progresiva intervención de las potencias europeas en los asuntos internos otomanos para debilitar al Imperio. Con respecto a los Balcanes, se apoyó a los nacionalistas balcánicos con el objetivo de crear nuevos Estados independientes.

La presencia turco-otomana en los Balcanes se remonta a mediados del siglo XIV, con el asentamiento de los ejércitos otomanos en Tracia, cerca de Constantinopla,durante su enfrentamiento con el Imperio Bizantino. El resultado de esta presencia fue una sólida huella a lo largo de más de quinientos años: poblaciones islamizadas mezcladas con elementos étnicos turcos, costumbres, monumentos y algunas palabras de origen túrquico en las lenguas balcánicas.

A lo largo de su existencia, el Imperio otomano consiguió un equilibrio entre las comunidades (llamadas millets)  balcánicas, ya fueran musulmanas o cristianas, favoreciendo o perjudicando los intereses de unas y otras. Aunque los Gobiernos otomanos también practicaron, sobre todo desde el siglo XIX, una política de represión directa cuando lo consideraron necesario. Mediante el traslado de poblaciones, por ejemplo.

Tras el Congreso de Berlín de 1878, las principal les potencias europeas llevaron a cabo una política de modificación territorial de los Balcanes. Alemania, Francia, Gran Bretaña,Rusia y el Imperio Austro-Húngaro intervinieron directamente en la región. Con una fuertemente rivalidad las dos últimas. El punto culminante fueron las Guerras Balcánica de 1912-1913 y el estallido de la Primera Guerra Mundial. La última parte del libro se refiere a la situación de las poblaciones de origen turco en los países balcánicos tras el Tratado de Lausana (1923)
Los turcos apenas obtuvieron reconocimiento como minoría étnica, como estipulaba el tratado. Fue a fines del siglo XIX cuando Macedonia  (surgida después de la desintegración de Yugoslavia) y Bulgaria reconocieron derechos políticos,sociales y culturales a sus ciudadanos de origen turco.

El tercer capítulo, "El Gobierno de los Jóvenes turcos: nacionalismo y orígenes de la República turca (1908-1918)". El Gobierno de los Jóvenes Turcos, como eran conocidos los miembros de Comité de Unión y Progreso (CUP), supuso el último intento de frenar la descomposición del Imperio otomano mediante una serie de amplias reformas políticas económicas y sociales. Los Jóvenes Turcos tomaron el poder en 1908 tras derrocar al Gobierno autocrático del sultán Abdülhamd II. Desde el primer momento este grupo de intelectuales, funcionarios y militares se dispuso a modernizar el Estado otomano para evitar su descomposición. Uno de sus objetivos fue poner en marcha un estado constitucional como marco para una federación delos pueblos integrantes del Imperio. Pero con la pérdida de los territorios del sudeste europeo tras las Guerras Balcánicas (1913-1913), ya era tarde para la creación de un Estado plurinacional. Además, ante el inicio de la rebeliones árabes en Oriente Próximo, se inició el proceso de turquización del Estado otomano. Pese a todo, los Jóvenes Turcos continuaron el proceso de reformas: organizaron elecciones legislativas, ampliaron los derechos políticos y sociales de los ciudadanos.avanzaron en la laicización del Estado al sustituir la Sharia por un código civil y dictaron las primeras medidas de emancipación de las mujeres. También pusieron los resortes para reducir la deuda y la dependencia económica externa del Imperio otomana de las potencias europeas.

A pesar de la interrupción de las reformas por la derrota en la Primera Guerra Mundial, el Gobierno de los Jóvenes Turcos sentó las bases para la creación del nuevo Estado con el nacimiento de República de Turquía. Entre aquellos miembros del Comité de Unión y Progreso estaba el propio Mustafá Kemal, futuro Kemal Atatürk.

El cuarto y último capítulo, se titula "Las relaciones entre Turquía y la Rusia soviética y la cuestión de los estrechos del Bösforo y Dardanelos: antecedentes y repercusiones en la prensa española (1920-1926)"

El control de la navegación por las aguas de los estrechos del Bösforo y Dardanelos, vía marítima que comunica el Mar negro y el Mediterráneo, fue una de las claves del enfrentamiento entre el Imperio otomano y el imperio ruso. Tras la toma de Constantinopla en 1453, y el reconocimiento de la soberanía otomana por parte del khanato tártaro de Crimea en 1475, los otomanos llegaron a la orilla norte del Mar Negro. De este modo la Sublime Puerta (como se conocía en la jerga diplomática al Gobierno otomano), pudo controlar una de las vías de comunicación que, desde la Antigüedad, habían puesto en contacto el mundo mediterráneo y las estepas euroasiáticas. Por otra parte, el Imperio de los zares, sobre todo desde fines del siglo XVII, con la consolidación de la dinastía de los Románov, comenzó su expansión territorial hacia el sur. A partír de entonces, el conflicto entre los dos imperios fue inevitable. 

En 1783, con Catalina II, Rusia se anexionó la península de Crimea en 1783. Por otra parte, con el Tratado de Kütcük-Kainardj de 1774, Rusia conseguía territorios, la libre navegación de mercantes por el Mar Negro y otras concesiones. Además, y no menos importante, el Estado zarista logró de la Sublime  Puerta la protección de los cristianos ortodoxos en el Imperio Otomano. 

A partir del siglo XIX, y hasta la Primera Guerra Mundial, el Imperio ruso no dejó de injerirse en los asuntos internos del Imperio otomano, en uno de los episodios de lo que se conoce como Cuestión de Oriente.

Tras la Primera Guerra Mundial, se produjo un acontecimiento clave que convulsionó la política internacional y las propias relaciones turco-rusas: la Revolución Rusa. Los antiguos enemigos pasaban a ser aliados frente las potencias europeas y occidentales. En marzo de 1921 se firmó el Tratado de amistad turco-soviético, con el que el nuevo Gobierno turco coseguìa el reconocimiento internacional y salía de su aislamiento diplomático. Además, la nueva Turquía consiguió en sus comienzos nuevo el apoyo del nuevo estado surgido tras la
Revolución Rusa: la Unión Soviética. El Gobierno Bolchevique contempló el nacimiento de la República turca como un éxito en la lucha de los pueblos orientales frente al imperialismo occidental.

En cuanto al problema de los estrechos, en la Conferencia de Lausana, Moscú apoyó las reivindicaciones turcas sobre la soberanía territorial en dichas aguas. Dicha pretensión  chocó con la postura de Gran Bretaña y las potencias aliadas, que pretendían la internacionalización de la zona. En el Tratado de Lausana se plasmaron las tesis británicas, hasta que se reconoció la plena soberanía turca sobre los estrechos en la convención de Montraux en 1936. 

La prensa española reflejó en sus artículos y editoriales las nuevas relaciones turco-rusa y la cuestión de los estrechos. Con respecto al Bósforo y los Dardanelos, los periódicos españoles no dejaban de insistir en que las exigencias británicas de "libertad de navegación" escondían en realidad la voluntad de control sobre el Mediterráneo oriental. La comparación con el estrecho de Gibraltar era recurrente.

Los diarios españoles también se ocupaban de las relaciones entre los dos nuevos Estados. Para  la prensa española en general, y en particular la conservadora, no era posible que los comunistas rusos y los nacionalistas turcos mantuvieran relaciones cordiales. Éstas estaban condicionadas por la necesidad de consolidarse en el nuevo sistema de relaciones internacionales nacido del final de la Primera Guerra Mundial.

Otro aspecto comentado fue la repercusión que el panturanismo pudiera tener en las relaciones turco soviética. El panturanismo o panturanismo una noción elaborada por intelectuales nacionalistas turcos en el siglo XIX, buscaba la unificación de todos los pueblos de etnia turca. En 1922, Enver Pasha, uno de los hombres fuertes del Gobierno de los Jóvenes Turcos murió en el Turquestán (Asia Central), en un enfrentamiento con el Ejército Rojo. Enver Pasha se había unido a una rebelión islámica y nacionalista en contra del Gobierno soviético. Pero las repúblicas de Asia Central no entorpecieron las relaciones entre la República de Turquìa y la Unión Soviética, que fueron excelentes hasta la Segunda Guerra Mundial.

En resumen, puede decirse que el Imperio otomano, y su heredera, la actual República de Turquía, siempre han estado presente en Europa. Europa miró con temor y admiración al poderoso imperio musulmán, y las élites otomanos, en la crisis final del Imperio, miraron a Europa en busca de soluciones modernizadoras. Actualmente, Turquía se debate entre dos opciones: una vuelta al pasado, con un "neotomanismo" proyectado hacia Oriente Próximo, y la búsqueda de nuevos aliados en países emergentes. O la espera a las puertas de la Unión Europea, con vistas a una adhesión que no parece divisarse en un horizonte próximo.


Ilumín Cortázar entre la geometría y el gesto, prepara exposición en Madrid


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L.M.A.

            24.12. 18.- MADRID .- Contemplando la obra pictórica de Ilumín Cortázar se ponen de manifiesto las dos grandes fuerzas que nutren la historia del Arte: lo apolíneo y lo dionisíano, si nos atenemos a la semántica de los griegos. El dios Apolo representa la razón, la bellza y el orden, y Dionisos, la fiesta, la bacanal y el exceso. Lo que en la crítica de arte se denominaría de modo smiplificado como la geometría y el gesto.

            La abstracción geométrica, el arte constructivo o geométrico llegó al circuito artístico en los años 20 y se reafirmó en los 60. La pintura hard edge o de borde duro fue un movimiento que llegó para quedase y convivir con la abstracción lírica y gestual, con el informalismo. Los neo-geos son una constante en el arte.

            Abstracción geométrica y gestual son dos vetas tan potentes que van a dar un fecunda secuencia en la pintura que llega a nuestros días. La geometría, que compone y estructura, es infinita en su mundo de líneas, planos o polígones; la gestualidad no tiene fin y viene a ser la caligrafía plástica inmediata de cada artista.

            Ilumín Cortázar ha cristalizado ambas tendencias en su trabajo artístico. Su pintura participa, alternativa o conjuntamente, de ambas manifestaciones, porque no ha querido renunciar a ninguna de ellas. La geometría de borde duro estructura algunos sus cuadros; la gestualidad inunda de ritmos curvos y danzantes la superficie de otros. En algunas ocasiones se establece una conjunción de ambos lenguajes, con la sabiduría sorprendente de la autora, que se manifiesta en armonía y no en contradicción.

            La pintora madrileña viene del mundo del diseño, donde el estudio de la forma y los campos cromáticos requieren amplio dominio. Con ese profundo bagaje, la autora se sumerge en el campo de la pintura para indagar e investigar a fondo, el mundo del color y de la forma en la planitud del soporte lienzo, papel o tabla. Toda una tarea por delante en la que está dispuesta a afrontar con conocimiento y energía.

            La pintura de llumín Cortázar ha sido seleccionada en algunos certámenes y la pintora prepara actualmente una exposición individual para el mes de abril de 2019 en Madrid. Ella sabe que el arte es una carrera de fondo, en la que se registran distintos quiebros. Da la razón a Picasso cuando dice que al trabajar, no se busca, sino que se encuentra. La dinámica indagatoria lleva al eureka como recompensa.

            A Ilumín Cortázar no le asusta el maridaje de los colores, porque sabe mucho de ello. Colores fríos o calientes se enlazan y armonizan en la obra de arte. Indaga en la técnica, porque con ella se consiguen resultados visuales sorprendentes de relieves y apariencias, que a veces frisan el trampantojo. Cuida los bordes y los cantos del cuadro, para prolongar la pintura más allá del plano o incorporar el propio soporte a la apariencia de marco. 

      Regresando a Picasso, recordemos lo que el maestro malagueño dijo en 1923: cuando se crea una forma, esta adquiere vida propia. La obra de Ilumín Cortázar es un continuum, donde cada cuadro conforma una manera de estar y de interpelar al espectador.


Julia Sáez-Angulo

De la Asociación Internacional
de Críticos de Arte, AICA/Spain


Más información
www.ilumincortazar.com