L.M.A.
30.05.17 .- Hoy se cumplen exactamente 50 años de la publicación de Cien años de soledad. Winston Manrique Sabogal, director de WMagazín (wmagazin.com), ha recordado la efeméride y detallado las peripecias que desembocaron en la edición de uno de los clásicos del siglo XX: “La historia de un coronel envejecido al que no le escribían para recibir la pensión -dijo ante el MICRO DE LA FERIA- sería la mejor carta de recomendación de un escritor desconocido llamado Gabriel García Márquez. Era 1965 y Luis Harss preparaba su libro Los nuestros, donde buscaba reunir a los diez autores latinoamericanos más representativos del momento, cuando leyó El coronel no tiene quien le escriba, del narrador colombiano, no tuvo dudas, y lo incluyó junto a grandes como Borges, Guimarães Rosa, Rulfo, Onetti y nombres emergentes como Cortázar, Fuentes y Vargas Llosa…
Un año más tarde, Francisco Porrúa, editor de la argentina Sudamericana, leyó Los nuestros y preguntó a Harss por ese tal García Márquez. Harss le dio aquella novelita de apenas cien páginas. Porrúa la leyó. Supo que tenía que publicarla junto al resto de lo que tuviera escrito aquel desconocido. Llamó a García Márquez a Ciudad de México para pedirle los derechos. La respuesta fue un ‘no’, porque ya estaban cedidos. A cambio, el novelista le dejó caer que estaba terminando una novela. Así es que el martes 30 de mayo de 1967, tal día como hoy, Sudamericana terminaba de imprimir Cien años de soledad, una de las obras clásicas del siglo XX. Lo que vino después ya es historia”. Winston Manrique defendió que “este episodio de las vísperas del éxito de un gran libro” ilustra la importancia de contar con buenos editores, “aquellos que saben ver el talento y lo novedoso, que apuestan, que arriesgan y publican contra las tendencias y las modas”. El periodista no dudó en considerarlos “un ejemplo de valentía, porque nadie se hace solo”.
Pepa Arteaga, una de las fundadoras de Miraguano, la librería madrileña que este año cumple cuarenta años, recordó ayer ante el Micro de la Feria “la emoción de ver sentado en estos mismos bancos de El Retiro a José Hierro o de ver a Carmiña Martín Gaite, llegando a firmar a la caseta con una alegría desbordada ante la oportunidad de encontrarse cara a cara, corazón a corazón, con sus lectores”. La librera aseguró que los cambios tecnológicos y sociales de los últimos años “nos han facilitado la relación y la comunicación con los lectores, mejorando y transformando en gran medida nuestro trabajo”. A renglón seguido, confesó que lo que se mantiene intacto desde 1977, después de cuatro décadas, es “nuestro empeño inicial: manifestar el papel imprescindible del libro en el conocimiento”. Pepa Arteaga concluyó citando a Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones del cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.
¿Está el libro en la conversación de la gente?
¿Qué pueden hacer los medios de comunicación para difundir el hábito de la lectura? Esta fue la primera pregunta a la que respondieron la editora Sigrid Kraus, los escritores Jorge F. Hernández y Silvia Nanclares y el periodista Juan Cruz, reunidos en el Pabellón Bankia de Actividades Culturales por el diario El País en la mesa redonda El País: más de 40 años contando los libros y la literatura, moderada por Javier Rodríguez Marcos. Jorge F. Hernández defendió la conveniencia de superar “las murallas y los miedos frente a la electrónica”, porque pueden proporcionar “nueva instancias de contacto de los medios tradicionales con los lectores”. Por su parte, Sigrid Kraus admitió la extraordinaria importancia que Internet ha cobrado en la promoción de un libro y puso como ejemplo su experiencia con El cuento de la criada, de Margaret Atwood: “Lo editamos creyendo que íbamos a vender 3.000 ejemplares. Pero la noticia de la producción de una serie de televisión en Estados Unidos basada en la obra generó un ruido en la red que benefició a las ventas. Ahora vamos por la tercera edición”. Juan Cruz se confesó “muy descorazonado” al advertir “la falta de interés vivo por que el libro ingrese en la conversación de la gente”: “Dónde se cita un libro fuera de la sección de cultura de un periódico, en qué programas de radio o televisión, en qué tertulia. Hay una evidente falta de interés por el libro como factor de interpretación y diálogo. El autor que habla de libros ajenos habla de libros de muertos. Hay un absentismo activo de los escritores con respecto a la obra de sus contemporáneos que empobrece el diálogo”. Silvia Nanclares abundó en ese sentido: “Yo sí advierto un interés en el público. Lo que ocurre es que hay una oferta inasumible y la economía de la atención es escasa. Así, los escritores luchan por llamar la atención sobre sí mismos, lo que contribuye en ocasiones a romper la conversación”.
La mirada bondadosa de Lobo Antunes
La periodista María Luisa Blanco evocó esta tarde, en el Pabellón de Portugal, la serie de encuentros que mantuvo con Antonio Lobo Antunes entre abril de 2000 y febrero de 2001, germen de su libro Conversaciones con Lobo Antunes. Blanco destacó “la profunda humanidad” que caracteriza la obra del escritor luso: “En cierta ocasión, en un coloquio en Cambridge, George Steiner afirmó que lo que más le impresionaba de la prosa de Lobo -y que, además, lo asemejaba a Chejov- era la mirada bondadosa que dedicada a los hombres. Y, efectivamente, así es. La empatía con los más débiles, así como su capacidad para comprender y perdonar las contradicciones humanas encuentran constantes manifestaciones en su escritura”. La periodista confesó que “los encuentros que mantuve con él me permitieron descubrir, además, que no hay diferencia entre su vida y su obra, que la línea divisoria entre ambas es inexistente”. Por eso mismo, en su opinión, el relato de algunos episodios de su biografía resulta especialmente pertinente: “Comentando su trabajo en un hospital psiquiátrico, donde acostumbraba a tocar mucho los hombros, las manos de sus pacientes, me decía que el contacto físico hacía que los enfermos perdiesen su agresividad. Su experiencia también le demostraba que era frecuente que al ponerse en lugar del enfermo, al entrar en su delirio, este terminase por reclamar un ejercicio de racionalidad”.
César Antonio Molina: “El iberismo es una forma de conocimiento mutuo”
“El iberismo en Saramago” ha sido el título de la conferencia dictada esta tarde, en el Pabellón de Portugal, por el escritor César Antonio Molina, quien sostuvo que en las apelaciones del Premio Nobel al iberismo se puede apreciar “la resurrección de un espíritu que ha estado latente, de forma permanente, en Portugal y España desde el siglo XIX”. Al fin y al cabo, añadió, el iberismo podría definirse como “una forma de conocimiento mutuo”.
Comienza el reparto de 1.200 árboles
La Asociación Plantamos Árboles (https://www.plantamosarboles. com) regalará entre los visitantes de la Feria del Libro de Madrid 1.200 cepellones de arces, fresnos, castaños de indias, olmos, robles y moreras. Esta mañana comenzó el reparto, que continuará los próximos días 1, 5 y 7 de junio.
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