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miércoles, 22 de julio de 2015

El Monte Saint Michel, un faro y un símbolo de Francia en Normandía





Carmen Valero

         23.07.2015.- Nunca ha dejado de ser francés a lo largo de la historia en continua disputa con Inglaterra. El Monte Saint Michel, un roquedal sobre el que se levanta la célebre abadía de San Miguel, se encuentra en plenas aguas del océano en Normandía y constituye un faro y un símbolo para toda la región y el país. Cuando las mareas son notorias el roquedal queda completamente aislado como una isla.

         Jurídicamente, la abadía pertenece hoy al Centro de Monumentos Nacionales de Francia y desde el 2001 son las Fraternidades Monásticas de Jerusalén –una fundación francesa de la década de 1970- las que se ocupan de la oración en el seno de la abadía. Quizás sean las obras, que hoy se llevan a cabo en el ábside del monumento, las que resten esa necesaria y ansiada espiritualidad a la abadía. No hubo modo de encontrar un lugar de oración con la Eucaristía, dentro de la basílica, que sólo “sabía” a faro de turismo.

         El Mont Saint Michel es el monumento histórico artístico más visitado de Francia. Tres millones de personas lo visitan al año con un promedio de seis mil personas por día. La riada de gente por sus empinadas calles y escaleras lo han masificado y han hecho que su abadía haya perdido silencio y espiritualidad. Este último detalle no se ha cuidado y le ha hecho perder mucho, demasiado, a un lugar llamado a ser faro del espíritu más que una continua girola de gente.

         Fue en el siglo X cuando se comenzó a construir la primera abadía benedictina del Mont Saint Michel, de la que todavía quedan vestigios románicos, para seguir con el estilo gótico y sucesivas restauraciones y remodelaciones hasta el XX. Durante la Revolución Francesa de 1789 sufrió agresiones y abandono para convertirse, hasta el Segundo Imperio, en una prisión de alta seguridad, de la que quedan ciertos testimonios como una gran polea de subida y bajada de pesos.

         Desde 1969 se entregó de nuevo al culto católico, que celebra todos los días una misa a las 12,00 horas del mediodía, para quienes lleguen –previo pago- a lo más alto donde se encuentra la abadía. Otra misa tiene lugar en la diminuta iglesia parroquia de San Miguel, a la entrada de la subida al monte, para los pocos habitantes del municipio en el roquedal y los visitantes que lo deseen.



         La abadía de San Miguel se inscribe en una serie de monasterios con la misma advocación al Arcángel, en Italia e Inglaterra, cuya divisa ¿Quien como Dios? llevó a vencer a Lucifer, el príncipe de las tinieblas, el demonio arrojado a los infiernos, según relata el Génesis, primer libro de la Biblia.

         Et le Couesnon dans sa folie a mis le Mont à Normandíe. “Y el río Couesnon, en su locura/ ha puesto el Monte en Normandía”, dicen los célebres versos del lugar. En pleno limite con Bretaña, el río Couesnon, que divide Bretaña de Normandía, hace una curiosa hoz en la desembocadura al océano para dejar el Monte Saint Michel a Normandía y no a Bretaña como en principio parece marcar la orografía del lugar.

         La construcción de la abadía de Saint Michel se debe a la aparición del arcángel en tres sueños sucesivos a San Aubert en el 708. La iglesia prerrománica, centro de peregrinación destacado, se erigió en el año 1000. Hoy veinte salas, entre abadía, refectorio, scriptorium y criptas, constituyen el recorrido de un lugar hermoso, al que insisto falta la presencia espiritual que le sería conveniente.

Claustro de la abadía del Mont Saint Michel

         Una visita nocturna, para seguir de cerca la iluminación del Mont Saint Michel y su abadía, completan la explotación turística del monumento, toda una mina de oro en ingresos económicos para el Ministerio de Cultura de Francia. El Gobierno francés lleva a cabo una gran canalización de sus aguas fecales.

           Viajé al Mont Saint Michel con el recuerdo de mi juventud de un lugar recóndito, de estudio y de retiro, para limpiar la mente y el alma. Hoy me he encontrado un tanto decepcionada al verlo como un lugar masivamente turístico.



        


          

jueves, 16 de agosto de 2012

Monte Saint Michel, la espiritualidad de un lugar fascinante (II)





Julia Sáez-Angulo

         Es un lugar sorprendente, inquietante, fascinante. El Mont Saint Michel en la baja Normandía acoge la creencia de la lucha del arcángel san Miguel contra el demonio en forma de dragón marino, que aterrorizaba a las gentes del lugar. Un remedo del pasaje del Apocalipsis cuando el arcángel Miguel venció a Luzbel y lo convirtió el Lucifer arrojándolo a los infiernos, por negarse a adorar a Dios.  La divisa de san Miguel: “Quien como Dios? Nadie como Dios”.

Una hermosa abadía de granito, situada en la cima del monte rocoso, cuya silueta se divisa en decenas de leguas a la redonda, dedica su advocación y culto a san Miguel. Un lugar reconocido como patrimonio de la humanidad en su conjunto. El Mont saint Michel es el orgullo de los habitantes de la zona que miden la importancia de sus pueblos o casas por la cercanía o visibilidad del Mont Saint Michel.

Una estatua de bronce dorado culmina la gran flecha de la torre de la abadía con la representación del arcángel san Miguel, a prueba de vientos y tempestades. El mecanismo de su ajuste se renovó en 1989, un sigo después de su instalación.

Pese a los miles de visitantes, el Mont Saint Michel recibe también a peregrinos que van a orar y a recoger su espíritu, atendidos por los monjes o monjas miembros de las Fraternidades Monásticas de Jerusalén, institución  contemplativa que custodian la espiritualidad del lugar a base de oración, silencio y recogimiento, además de trabajo y fraternidad.

Las Fraternidades Monásticas de Jerusalén se crearon en París en 1975, que celebran servicios abaciales con oraciones y canto llano que conmueven por su piedad y recogimiento. Visten hábitos sencillos grises ellos, azules, ellas, y todos, capas blancas envolventes con capucha. Rezan de rodillas y apoyan sus glúteos y caderas sobre las piernas y los pies. Pueden sentarse en asientos diminutos sin respaldo. La institución se ha repartido por Europa y Canada; todavía no ha llegado a España y su objetivo es instalar islas de oración medio del fragor de las ciudades; en la abadía de saint Michel es casi una excepción.

En la parte inferior, una capilla igualmente dedicada a san Miguel, depende del obispado y se celebra misa todos los días. Cerca del altar mayor una preciosa estatua de san Miguel en plata ornada con turquesas. Lastima que se encuentra un tanto polvorienta en los últimos meses.

La visita nocturna al Mont Saint Michel es una experiencia mística y mágica. Divisar la marea y las marismas desde sus muros y paseos altos en torno al monte rocoso es un espectáculo excepcional. Música de cámara llena de notas la abadía y los visitantes perciben el lugar de manera renovada respecto a la multitudinaria visita del día.