Acabamos de perder algo más de nuestra común herencia romana: el edificio conocido como “Domus de los Gladiadores” de Pompeya. Formaba parte de este extraordinario enclave arqueológico del sur de Italia y acaba de derrumbarse, según han informado los medios de comunicación italianos.
La construcción se encontraba en la calle de la Abundancia, una de las vías principales de la ciudad.
En declaraciones recogidas por la edición digital de hace unos días en el diario Corriere della Sera, los guardas de las excavaciones explicaron que el derrumbe tuvo lugar a primeras horas de la mañana de ayer. "Primero ha cedido el muro de la Domus y después, debido al peso del techo, se ha derrumbado todo el complejo", señalaron los vigilantes, que atribuyeron los daños a las filtraciones de agua.
Las excavaciones ocupan 440.000 metros cuadrados y fueron declaradas por la UNESCO Patrimonio de la humanidad. En los últimos años han sido a menudo objeto de comentarios en los medios de comunicación por el continuo deterioro que están sufriendo.
Destrucción de la ciudad
El 24 de Agosto del año 79 d.C., tras prolongados temblores premonitorios, el volcán Vesubio entró en erupción.
Una tremenda explosión originada por la acumulación de un gran depósito de magma bajo el volcán fue acompañada de la expulsión de ceniza volcánica, que al entrar en contacto con el aire y la lluvia se convirtió en una lluvia de piedra pómez que sepultaría lentamente la ciudad durante casi 24 horas. Estas emisiones se extendieron a lo largo de 20 km a la redonda, afectando a las ciudades de Pompeya, Estabies y Herculano. Que desaparecieron de la faz de la tierra.
Muchos pompeyanos, acostumbrados a la actividad del volcán, en un principio decidieron esperar a que la erupción se calmase; otros tantos optaron por huir. Fue inútil: la ciudad y gran parte de sus habitantes quedaron sepultados.
En la bahía de Nápoles se encontraban naves de la flota romana, su comandante -conocido por nosotros como el escritor Plinio “El Viejo”- hizo lo que pudo por auxiliar a los desesperados pompeyanos que, despavoridos corrían hacia la playa. El propio Plinio fue una de las víctimas de la tragedia.
Descubrimiento de Pompeya
El rey Carlos VII de Nápoles y Sicilia ordenó iniciar de modo sistemático las excavaciones de la ciudad perdida. Carlos VII era un príncipe español, el mayor del segundo matrimonio del rey Felipe V de España con la culta princesa italiana Isabel de Farnesio. Después de gobernar veinte años en Nápoles, debido a la muerte de sus dos hermanos mayores, hijos del primer matrimonio del rey Felipe V, se convirtió en rey de España: nuestro rey Carlos III, al cual nuestra ciudad de Madrid, en concreto, tanto debe.
Desde entonces hasta hoy la ciudad sepultada ha ido descubriéndonos poco a poco cómo era la vida en el siglo I se nuestra era en todos los de la vida cotidiana. Hoy hemos perdido un trozo de ese pasado, conservado al precio de una enorme desgracia y recuperado con enorme esfuerzo.
Dado que- a excepción de las vasijas- nada hemos conservado de la pintura grecorromana, una interesantísima aportación de las hermosas casas pompeyanas ha sido la posibilidad de estudiar, en los numerosos frescos magníficamente conservados, la evolución estilística de la pintura romana.
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martes, 16 de noviembre de 2010
jueves, 6 de mayo de 2010
VOLCANES
Dolores Gallardo
Desde hace algún tiempo el volcán islandés llamado Eyjafjallajökull, nombre impronunciable para un latino, está poniendo en jaque el espacio aéreo internacional. Hace un par de semanas obligó a cancelar 100.000 vuelos en apenas una semana.
La noche del pasado martes leía que los aeropuertos que Escocia e Irlanda del Norte -esa misma tarde habían vuelto a la normalidad- cerrarían de nuevo la mañana del miércoles a las 06.00 (las ocho, hora peninsular) debido a nuevas nubes de ceniza del volcán de nombre impronunciable.
Quizás es momento de recordar al más famoso volcán de la Antigüedad: el Vesubio y la famosa erupción del año 79 d.C. que acabó sepultando a las ciudades de Pompeya, Stabies y Herculano.
Pinio y el Vesubio
Hemos conservado una magnífica descripción de cómo sucedieron los hechos en una de las cartas del escritor latino Plinio el Joven, la carta 6,16. veintisiete años después de la terrible erupción Plinio, a ruegos de su amigo el gran historiador Tácito -conocido en la literatura universal por sus Historias y sus Anales- describió aquellos horribles momentos y la muerte de su tío el escritor romano Plinio el Viejo.
Cayo Plinio Cecilio Segundo, conocido en la Literetura como Plinio el Viejo, para diferenciarlo de su sobrino – Plinio el Joven- fue escritor, científico, naturista y también militar. Nació en la ciudad de cómo, en el año 23 d.C. Bajo el principado de su amigo, el emperador Vespasiano, se incorporó al servicio del Estado. En el transcurso de su actividad pública estuvo en Hispania, en la Tarraconense. Durante esta estancia se conoció los recursos agrícolas y mineros de la región.
Plinio se encontraba en Miseno al mando de la flota romana cuando el 24 de agosto del año 79 se produjo la terrible erupción. Para llevar socorro a las victimas atravesó con sus galeras la bahía de Nápoles y llegó hasta Stabies, hoy llamada Castellamare di Stabia. Pretó toda la ayuda que pudo para salvar el mayor número posible de personas que, sin escapatoria posible entre para la mayoría de ellas, huían desesperadas entre los gases y piedras que incesantemente lanzaba el volcán y el mar embravecido. Él mismo fue una víctima más, pues murió al día siguiente. Tenía 56 años.
Las tres ciudades –Pompeya, Stabies y Herculano- desaparecieron de la faz de la tierra. Muchos siglos después los descubrimientos arqueológicos las están devolviendo a la luz. La capa de lava y cenizas y cascotes que las envolvió ha actuado como manto conservador y la ciudad de Pompeya, sobretodo, nos muestra con todo lujo de detalles como se vivía en el siglo I de nuestra era.
Decisivamente contribuyó al auge de los trabajos arqueológicos nuestro rey Carlos III, al que, entre otras muchas cosas, los madrileños le debemos la Puerta de Alcalá y el eje Prado/Atocha. Antes de ser rey de España lo fue del Reino de Nápoles y Sicilia con el nombre de Carlos VII. Él ordenó comenzar la excavación sistemática de las ciudades sepultadas
Desde hace algún tiempo el volcán islandés llamado Eyjafjallajökull, nombre impronunciable para un latino, está poniendo en jaque el espacio aéreo internacional. Hace un par de semanas obligó a cancelar 100.000 vuelos en apenas una semana.
La noche del pasado martes leía que los aeropuertos que Escocia e Irlanda del Norte -esa misma tarde habían vuelto a la normalidad- cerrarían de nuevo la mañana del miércoles a las 06.00 (las ocho, hora peninsular) debido a nuevas nubes de ceniza del volcán de nombre impronunciable.
Quizás es momento de recordar al más famoso volcán de la Antigüedad: el Vesubio y la famosa erupción del año 79 d.C. que acabó sepultando a las ciudades de Pompeya, Stabies y Herculano.
Pinio y el Vesubio
Hemos conservado una magnífica descripción de cómo sucedieron los hechos en una de las cartas del escritor latino Plinio el Joven, la carta 6,16. veintisiete años después de la terrible erupción Plinio, a ruegos de su amigo el gran historiador Tácito -conocido en la literatura universal por sus Historias y sus Anales- describió aquellos horribles momentos y la muerte de su tío el escritor romano Plinio el Viejo.
Cayo Plinio Cecilio Segundo, conocido en la Literetura como Plinio el Viejo, para diferenciarlo de su sobrino – Plinio el Joven- fue escritor, científico, naturista y también militar. Nació en la ciudad de cómo, en el año 23 d.C. Bajo el principado de su amigo, el emperador Vespasiano, se incorporó al servicio del Estado. En el transcurso de su actividad pública estuvo en Hispania, en la Tarraconense. Durante esta estancia se conoció los recursos agrícolas y mineros de la región.
Plinio se encontraba en Miseno al mando de la flota romana cuando el 24 de agosto del año 79 se produjo la terrible erupción. Para llevar socorro a las victimas atravesó con sus galeras la bahía de Nápoles y llegó hasta Stabies, hoy llamada Castellamare di Stabia. Pretó toda la ayuda que pudo para salvar el mayor número posible de personas que, sin escapatoria posible entre para la mayoría de ellas, huían desesperadas entre los gases y piedras que incesantemente lanzaba el volcán y el mar embravecido. Él mismo fue una víctima más, pues murió al día siguiente. Tenía 56 años.
Las tres ciudades –Pompeya, Stabies y Herculano- desaparecieron de la faz de la tierra. Muchos siglos después los descubrimientos arqueológicos las están devolviendo a la luz. La capa de lava y cenizas y cascotes que las envolvió ha actuado como manto conservador y la ciudad de Pompeya, sobretodo, nos muestra con todo lujo de detalles como se vivía en el siglo I de nuestra era.
Decisivamente contribuyó al auge de los trabajos arqueológicos nuestro rey Carlos III, al que, entre otras muchas cosas, los madrileños le debemos la Puerta de Alcalá y el eje Prado/Atocha. Antes de ser rey de España lo fue del Reino de Nápoles y Sicilia con el nombre de Carlos VII. Él ordenó comenzar la excavación sistemática de las ciudades sepultadas
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