domingo, 7 de noviembre de 2021

GEORGIA, LA MÍTICA CÓLQUIDE



07.11.2021

M. Dolores GALLARDO LÓPEZ

Dedicado a los miembros de GRUPO PRO ARTE Y CULTURA que, generosamente, han donado obra a este país.

  I) LA CÓLQUIDE

    Los primitivos griegos creían que, en el extremo oriental del mundo, cerca de donde el sol nacía, estaba la región que llamaban “Cólquide”.

   El poeta griego Mimnermo (finales siglo VII a.C.) en un fragmento que hemos conservado, decía que allí, en una estancia de oro, el Sol (Helio) guardaba sus rayos.

Actualmente se ubica la Cólquide mítica algo más arriba de la frontera noreste de Turquía, exactamente en el territorio de la actual República Socialista de Georgia (se independizó de la Unión Soviética en 1991).

Creían que el mítico río Fasis desembocaba en las estribaciones de la actual cordillera del Caúcaso. Remontando este río se llegaba la ciudad de Ea, capital del rey Eetes. Se cree que esta ciudad estaba aproximadamente donde hoy está la ciudad georgiana de Kutaisi.

 Eetes fue hijo del dios Helio (el Sol divinizado). Eetes primeramente fue rey de Efira (antiguo nombre de la ciudad griega de Corinto).  Marchó de allí, se estableció en la Cólquide y fundó la ciudad de Ea.

 La capital de Eetes es conocida en la Mitología como “Ea oriental” para diferenciarla de la ciudad de  Ea ubicada en occidente, donde gobernaba la famosa maga Circe, hermana de Eetes e hija también de Helio. 

  Ambas ciudades Ea se ubicaban en los confines del mundo imaginado por los primitivos griegos. 

 Ea del rey Eetes marcaba el límite oriental: por allí salía diariamente el Sol (ya hemos visto que, según Mimnermo, en ella guardaba sus rayos).

   Ea occidental estaba cerca del límite del mundo los vivos.

 En ambas Ea reinaba un hijo de Helio (Eetes y Circe). Helio, el Sol divinizado, surge cada día en oriente y recorre su camino hasta occidente, donde se pone, para regresar durante la noche a oriente e iniciar su diario y eterno recorrido.


II) LA LEYENDA DE LOS ARGONAUTAS

  La Cólquide es importante en la Mitología griega porque la primera de las tres únicas hazañas colectivas de los griegos tuvo como objeto llegar a ella: el viaje de los argonautas.

    Es decir, el viaje que, desde el golfo de Págasas, en la región griega de Tesalia, emprendieron los principales héroes griegos del momento, bajo la dirección de Jasón, para hacerse con el llamado “vellocino de oro”, a saber, la piel de oro o dorada de un carnero.

 El viaje de los argonautas está preñado de simbolismos.

Existió un ciclo de canciones muy antiguo sobre la leyenda de los argonautas en busca del vellocino de oro. Los textos de Homero y Hesíodo también mencionan este viaje. Asimismo, de él había referencias en obras de Eumelo (siglo VIII a.C.), Mimnermo, Simónides, Herodoto, Acusilao (siglos VII y VI a.C.).

   Algunos suponen que Ferecides de Atenas fue el primero que hizo un relato completo del viaje de los argonautas, en una obra no conservada. El relato completo más antiguo que nos ha llegado está en la IV oda Pítica del poeta Píndaro. 

  1. Antecedentes

    Los hermanos Frixo y Hele (hijos de Atamante, rey de Beocia, y su primera esposa, llamada Néfele), para escapar de las insidias de su madrastra, huyeron sobre un carnero de dorado vellón y, en la versión más conocida, volaron sobre el mar. El carnero se lo dio su madre Néfele, que lo había recibido del dios Hermes. En algún texto el carnero era hijo del dios Posidón y llegó a la Cólquide atravesando el mar, no sobrevolándolo.

Desgraciadamente, Hele perdió el equilibrio y cayó en el estrecho que, desde entonces, en honor suyo, se llamó Helesponto, es decir "mar de Hele" (el actual estrecho de Dardanelos).

Frixo llegó a la Cólquide, a la ciudad Ea, donde reinaba el rey Eetes. Sacrificó el carnero y entregó la piel al rey. Eetes lo colgó en una encina en el bosque sagrado de Ares.

        El vellón de ese carnero es conocido en la Mitología como el vellocino de oro. Recuperarlo motivó la primera de las empresas colectivas de los griegos: la leyenda de los argonautas. 

Eetes concedió en matrimonio a Frixo su hija Calíope

2. Jasón y los Argonautas

   Jasón fue hijo de Esón, rey de la ciudad de Iolco (Tesalia). Esón fue destronado por su hermanastro Pelias.  Jasón, tras ser educado por el centauro Quirón, regresó a la ciudad de Iolco, donde ya reinaba Pelias. Jasón reclamó el trono de su padre.

  Pelias, para entregárselo, le impuso una condición prácticamente imposible de cumplir: que, primero, trajera de la lejana Cólquide el vellocino de oro.

    Por toda Grecia se difundió la noticia de la expedición a la Cólquide. Los héroes que quisieron participar se embarcaron, bajo la dirección de Jasón, en la nave Argo. Estos héroes son llamados argonautas, es decir “marineros de la nave Argo”.  

 La nave había sido construida en Págasas con madera del monte Pelio. Una vez construida, la diosa Atenea colocó en la proa un madero procedente de un roble del santuario de Zeus de Dodona. Debido a ello la nave podía hablar y profetizar. 

       La expedición salió del golfo de Págasas rumbo a la Cólquide. El viaje de la nave Argo a veces ha sido interpretado como la radiante nave de la luz que pone rumbo a la tierra donde nace el sol y después regresa. Es decir, realiza a la inversa el recorrido diario del sol. 

       Algunos poetas latinos consideraron a Argo la primera nave que surcó el mar: es una licencia poética, pues la Mitología griega nos informa de otras navegaciones de época anterior a ésta.

     Argo se llamaba el constructor del navío, y por él la nave fue llamada “Argo”.

       El timonel, Tifis, poseía profundos conocimientos de los vientos y de los astros. Se los había enseñado la misma diosa Atenea. Tifis nunca aparece en escenas de combates en tierra firme.

       Aunque número de argonautas es relativamente fijo (entre cincuenta y cincuenta y cinco), el catálogo de los héroes que embarcan es variable: los aedos viajeros recorrían Grecia, cantaban de memoria, los nombres que olvidaban suplían con otros. También, posiblemente, para halagar a los oyentes del lugar donde actuaban, mencionaban entre los argonautas a algún antepasado local ilustre. 

     Las dos listas de nombres más conocidas: la que aparece en la Biblioteca del pseudo Apolodoro y la que se lee en Las Argonaúticas, obra del poeta latino Valerio Flaco.

   Los nombres más significativos -aparecen en ambas listas- son, además del de Jasón, que mandaba la expedición: Acasto, hijo del rey Pelias; Argo, el constructor; Tifis, el timonel; el músico Orfeo; los gemelos dióscuros Cástor y Pólux; Idas y Linceo también gemelos y primos de los anteriores; Cálais y Zetes, los alados hijos del viento Bóreas; Teseo y su amigo el lápita Pirítoo; Peleo y su hermano Telamón; Admeto rey de la ciudad de Feras; el adivino Idmón. Idmón, pese a que profetizó su propia muerte se unió a la aventura. Murió, según la mayoría de los testimonios mitográficos, en una cacería en el país de los mariandinos, antes de llegar a la Cólquide; algún texto lo hace llegar a la Cólquide. Heracles en algunas versiones embarca y abandona la nave en Misia; en otras versiones Heracles no participa en la expedición por coincidir con el tiempo en el que era esclavo de la reina Ónfala.

      Algunos héroes intervienen activamente en las aventuras de esta expedición, los restantes son simples comparsas.

     La expedición, como queda dicho, partió del puerto de Págasas. Su desarrollo es sumamente complejo y lleno de hazañas

 Tras muchísimas hazañas antes de llegar a su destino, ya en la Cólquide, Jasón pudo superar las duras pruebas que le impuso el rey Eetes y recuperar el vellocino, gracias a la ayuda de la maga Medea, hija del rey. 

  El regreso también estuvo lleno de hazañas.

  3.- Medea

   Medes era hija de Eetes y maga como su tía Circe. Se enamoró de Jasón y lo ayudó en todos los trabajos que debió llevar a cabo por orden del rey. Marchó con Jasón a Iolco.

 Por su gran crimen posterior -años después, abandonada por Jasón, para contraer nuevo matrimonio, mató a los hijos de ambos- se ha convertido en uno de los grandes personajes trágicos de la Literatura, protagonista de numerosas tragedias.


1 comentario:

Esperanza dOrs, escultora dijo...

Maravillosa narracion de la leyenda clásica que hoy se me presenta como la mejor defensa de los estudios clásicos cuya reivindicacion tuvo lugar en las calles de Madrid ayer.