Madrid, 03.03.2025
NUESTRA VECINA (de Luis Alberto de Cuenca)
(A Javier del Prado)
Tiene, Javier, nuestra vecina un talle
que resucita a un muerto, y unos ojos
que derriten el plomo y dan antojos
a quien se los tropieza por la calle.
Hay que trazar un plan que no nos falle
para descerrajarle los cerrojos
y pasear en triunfo sus despojos
cuidando hasta el más mínimo detalle.
Tú en el portal y yo en el descansillo,
siempre al acecho, cristalina media
velándonos la cara y un cuchillo
afilado. Si Dios no lo remedia,
de la vecina haremos picadillo
y de un cuento vulgar una tragedia.
SONETO APÓCRIFO DE UNA VECINA DE LUIS ALBERTO DE CUENCA, HARTA DE CONSPIRACIONES DE OPERETA EN SU DESCANSILLO
(por Enrique Gracia Trinidad)
Menudo vecindario me ha tocado
en suerte. No me explico cómo puedo
salir del ascensor, bajar sin miedo
la escalera, si un tal Javier del Prado
y un poeta famoso y descarado
andan urdiendo planes con denuedo
para hacerme escabeche. Y lo hacen quedo,
huidizo el cuerpo, el rostro enmascarado.
En el portal ocultan su colmillo
acechando el palmito de mi menda
y dicen que han de hacerme picadillo.
Mujer al fin, decido la contienda:
No hagáis más el canelo en el pasillo
y pasad a mi casa que hay merienda.
1 comentario:
Eterno gracejo español, que alegra mi día. Nuevos saludos, Raúl
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