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martes, 30 de octubre de 2012

Museo de la Catedral de la Almudena en Madrid, una historia bien narrada






Julia Sáez-Angulo

         Situado frente a Palacio Real, el Museo de la Catedral de la Almudena es un discurso bien articulado de piezas y obras de arte y vale la pena una visita. Las celadoras de la Corte de Honor de Nuestra Señora de la Almudena, institución que celebra el centenario de su fundación por la Infanta María Teresa de Borbón en 1912, han recorrido el museo siguiendo las explicaciones del capellán don Jesús Junquera, y de la directora del mismo, Cristina Tarrego.

         La visita comienza por la sala capitular y la sacristía mayor, ambas revestidas de mosaico por el sacerdote esloveno P. Marco I. Rupnik, que cuenta con un equipo que trabaja a la manera tradicional del icono: en silencio y después de haber hecho oración. Actua con el rigor de las indicaciones clásicas, reservando los colores oro, rojo y el blanco para la divinidad, el azul para Cristo Hombre; la tres estrellas para indicar la virginidad de María, etc. Todo un mundo simbólico. La unión con figuras del Antiguo Testamento es motivo icónico en el frontal, seguido por pasajes evangélicos en los otros paramentos.

         El discurso del museo, que ha cumplido un lustro (la catedral se abrió en 2003), es el de mostrar la historia de la diócesis de Madrid, creada por León XIII en 1885 y llevada a cabo por el primer obispo Narciso Martínez Izquierdo en tiempos de Alfonso XII.

         La relación de obras de arte expuestas en el museo es amplia, pese a que la guerra civil de 1936 – 39 arrasó con más del 80 por ciento del patrimonio sacro de la diócesis, según explico Jesús Junquera.

         Se puede ver una cruz gótica medieval como la pieza más antigua, seguida de buenas pinturas, dibujos y planos, en su mayoría  todo ello donado por fieles madrileños a la catedral, como el boceto de la Virgen de la Almudena, donado por Clara Álvarez de Linera, antigua presidenta de la Corte de Honor.

         El recorrido muestra las fotos de los diez obispos que han regido la diócesis, así como los sagrarios, portapaces, cálices, copones o revestimientos sacros bordados en numerosos ternos y capas pluviales, como los del patriarca de Indias, título que tuvo el cardenal de Madrid. Hay bellos mantos de la Virgen de la Almudena hechos con vestidos o mantos reales como el de la reina María Luisa de Parma.

         San Isidro, el otro patrón de Madrid, junto a la Virgen de la Almudena, también tiene su apartado iconográfico y documental. Allí está, bien custodiado, el códice de Juan Diácono, la hagiografía más antigua escrita  en Madrid durante el siglo XIII.

Tienen su apartado las dos congregaciones de la Real Esclavitud (1640) fundada por el duque de Pastrana a instancias del rey Felipe IV e Isabel de Borbón, y la Corte de Honor, ambas difunden la fe y devoción a la santa patrona de Madrid. La Infanta María Teresa cuenta con un bello busto de mármol en el que se aprecia el gran parecido con su hermano el rey Alfonso XIII.

La subida a la cúpula y el recorrido circular permiten contemplar el interesante perfil de Madrid a base de torres y otras cúpulas de la capital de España.

Se echan de menos las vidrieras del pintor Manolo Ortega, ganador del concurso, que se retiraron del ábside para colocar las de Kiko Argüello.

viernes, 4 de marzo de 2011

Ruta sacra de iglesias y seminarios con murales de Manuel Ortega





Julia Sáez-Angulo

       04.03.11.- Madrid .- El artista madrileño Manuel Ortega y Pérez de Monforte (Madrid, 1921) es uno de los artistas del siglo XX que ha dejado su impronta en las iglesias de Madrid, tanto de la capital como de la región. También lo ha hecho en otras iglesias e instituciones sacras como capillas y seminarios de otras provincias españolas. El pintor terminó Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando de Madrid, en 1949, donde recibió el premio extraordinario fin de carrera y el Primer Premio de Pintura Mural Vázquez Díaz.

Elisa Sáez de Slöcker, de la Fundación Anima Artis ha querido organizar una ruta sacra por las iglesias y retablos de Manuel Ortega en la región de Madrid, ruta que bien merecería un libro del Obispado, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

“Con motivo de la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud –JMJ- se han preparado distintos itinerarios artísticos con sus correspondientes discursos informativos para continuar la tradición de explicar la fe a través de las imágenes, a las que históricamente se les denominaba Biblia Pauperum o Biblia de los Pobres, porque eran muchos los que no sabían leer”, explica la crítica de arte, miembro de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA.
"La Biblia Pauperum se traduce generalmente como Biblia de los Pobres, pero también como Biblia Popular, en el sentido de "general", al alcance de todos. Con la llegada de la Imprenta sobre todo, la Biblia y sus dibujos ciertamente se hicieron populares y tuvo una gran difusión. Pero, siempre fue "de altura", tanto en lo artístico, como en su contenido, ya que se suele relacionar el Antiguo con el Nuevo Testamento. Cosa que muchos "letrados" no saben hacer", añade Sáez de Slöcker.

La primera de las iglesias para la que trabajó el artista Manuel Ortega fue el gran retablo al óleo de Nuestra Señora de las Nieves (1952), para iglesia parroquial del pueblo de Somosierra. Una hermosa Virgen, que avanza con pie firme sobre una roca y muestra con orgullo santo a su Niño Jesús en brazos, figura para la que el pintor ha reservado el color blanco, símbolo de irradiación de luz, como lo hiciera Velázquez con el Niño fajadito en su cuadro de la Epifanía.

En este cuadro de juventud, Manuel Ortega retrató a colegas, amigos y parientes en los ocho ángeles de gran tamaño que circundan a la Virgen y el Niño, éste último es igualmente el rostro del hijo de un amigo. Uno de los ángeles, arrodillado en primer plano, muestra a su vez un cuadro con la representación de iglesia de piedra del pueblo serrano de Somosierra, siguiendo la tradición barroca del cuadro dentro del cuadro. Un cielo hermoso con nubes de gasa y un paisaje lateral de pinos completan el luneto superior de la composición. El retablo tiene cinco metros y medio de altura por tres de ancho.

En 1955 Manuel Ortega viajó a América y, durante su estancia en la República Dominicana, intervino en la Capilla de Aviación para hacer pinturas murales sobre dos santos carmelitas: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

En 1956 pintó el retablo de la iglesia del pueblo Navas del Rey (Madrid)

En 1957 hizo el retablo de la Capilla del Santísimo y las pechinas para la madrileña glesia parroquial de La Paz, en pintura plástica sobre yeso negro y en esa misma iglesia pintó en 1958 “La Sagrada Cena”. Las grandes dimensiones del mural recogen la soberbia perspectiva de la última cena presidida por Cristo junto a sus doce apóstoles. El color blanco radiante del Mesías que va a morir al día siguiente en Viernes Santo, se prolonga en el mantel que acoge al final la Eucaristía real del sagrario, en el lugar opuesto a Cristo en la mesa. Es la Última Cena de Jueves Santo en que se fundó el sacramento de la Comunión. El pan y el vino e los cálices se distribuyen a lo largo del mantel. Una visión espacial de gran efecto y cierto dramatismo. Para esta misma iglesia hizo las pechinas con los cuatro evangelistas.

En 1959 Manuel Ortega hizo otro de los grandes murales al fresco en el ábside de la iglesia de Villaviciosa de Odón (Madrid) en el que se insertaba el célebre Cristo de los Milagros, escultura de un Jesús Crucificado existente en la parroquia. La escena de Pentecostés sobre los Apóstoles y la de Santiago Apóstol a caballo y con espada en la batalla de Clavijo son temas en la izquierda de este mural, mientras que en la derecha se puede contemplar a la Virgen María en el primer milagro de cristo en las Bodas de Caná, al convertir el agua en vino, y la resurección de Lázaro, como referentes al citado Cristo de los Milagros.

Retablo del Cristo de la Victoria,
Una obra maestra


En 1963 hizo el retablo del Santísimo Cristo de la Victoria en la iglesia parroquial del mismo nombre –una de las más grandes de la capital de España-, en la madrileña calle Blasco de Garay en el barrio de Argüelles. La iglesia fue fundada por el patriarca obispo de Madrid, doctor Eijo y Garay en 1940. El edificio es obra del arquitecto Fiter.

El retablo del Cristo de la Victoria es una pieza magistral, resuelta en pintura al fresco, en un total de quince paños que narran la Pasión del Señor, desde su entrada triunfal en Jerusalén sobre un pollino hasta su muerte y sepultura, pasando por su largo Via Crucis de oración en el huerto de los Olivos, abandono de sus discípulos, flagelación, escarnio, con la cruz hacia el Gólgota, crucifixión, muerte y Piedad de la Virgen. El pintor don Daniel Vázquez Díaz elogió ampliamente esta gran obra de Manuel Ortega y le felicitó personalmente por la misma. El diario “ABC”, la sacó en portada al día siguiente de su bendición e inauguración.

En la misma iglesia del Cristo de la Victoria, Manuel Ortega realizó años más tarde las pechinas y el mural “El bautismo de Cristo” (1998), para el baptisterio.

En 1964 Manuel Ortega pintó en la iglesia de Medinaceli (Soria), un mural sobre ladrillo preparado, en el que habría de integrar un gran Cristo crucificado en madera y el sagrario. El artista representó a Nuestra Señora de los Ángeles, una Virgen orante rodeada de ángeles sobre la que posa la luz que llega de un ventanal posterior a su figura. La geometría, como en el caso del Cristo de la Victoria, vuelve a estar presente en esta composición para distribuir de modo armónico el espacio y el color. Ese mismo año hizo las vidrieras para Santa María de Huerta (Soria)

En 1965 intervino en el Seminario Conciliar de Vinuesa (Soria). El artista opta por una representación de Cristo rodeado de santos, entre los que figuran numerosos religiosos y religiosas revestidos de sus correspondientes hábitos y tocas. La luz radiante del blanco vuelve a reservarse para el Cristo Redentor y Crucificado, que está de pie y con los brazos extendidos en señal de acogida a los hombres y mujeres que han alcanzado el ideal de santidad. Sobre todos ellos un ángel, situado en la parte superior, que señala con su mano la figura central de Jesucristo.

El mural tiene forma de gran luneto sobre el altar e integra en su seno cuatro grandes ventanales rectangulares de dos tamaños diferentes haciendo oportunamente pareja. Entre los santos representados se encuentran san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz y otros muchos representativos de la iglesia española.

En 1998 hizo otro mural al fresco en la iglesia de Medinaceli (Soria), con el tema del Bautismo de Cristo.


En 1997 ganó el concurso internacional para las vidrieras de la catedral de la Almudena

En 1997, Manuel Ortega gana por unanimidad el concurso internacional para hacer todas las vidrieras de la catedral de la Almudena de Madrid, proyecto que habría de ser financiado conjuntamente por el obispado, el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y el Estado español. 1998 fue el año de ejecución intensiva del artista para buena parte de las vidrieras de las capillas laterales, donde iban a aposentarse las imágenes de los distintos santos madrileños. A la catedral de la Almudena, el artista dedicó dos años de trabajo. Terminó en 2000.

Manuel Ortega volvió a utilizar la geometría para instalar a las figuras sacras, con una “regla de oro” suya muy particular que, según su autor “perfecciona la renacentista”. El Espíritu Santo en forma de paloma baja sobre las figuras de los distintos santos para iluminar sus cabezas y se sitúa en el rosetón de cada vidriera dividida en tres partes, en forma de arco elíptico.

Hizo igualmente todas las vidrieras del ábside, con su particular estilo geométrico post-cubista, donde resaltaban la armonización de los delicados colores celestes para representar la Anunciación de María, el Encuentro con su prima Santa Isabel, la Purificación en el Templo de Jerusalén, la Huída a Egipto,... así hasta el total de vidrieras hermosas e instaladas en los vanos correspondientes para seguir la secuencia evangélica que narra la vida de infancia de Cristo y por ende la de su Madre, narrada por el Evangelio de san Lucas.

Pero de pronto, poco antes de la boda del Príncipe de Asturias en 2003, las vidrieras de Manuel Ortega se levantan y van a parar al Museo de la Catedral de la Almudena, para colocar en su lugar otras de estilo neo-bizantino, realizadas por Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumental, buen amigo del cardenal Rouco Varela.

El disgusto y la contrariedad de Manuel Ortega no se hicieron esperar. Él había ganado por unanimidad el concurso internacional para hacer todas las vidrieras y ahora se veía desplazado por una decisión unilateral y contraria a Derecho. Para más desconcierto, ya se habían colocado otras vidrieras en el crucero, realizadas y donadas por unas señoras, bajo la aquiescencia del deán de la catedral.

El artista Manuel Ortega recurrió a los tribunales. La diócesis fue demandada. El daño moral y físico a su persona ya estaba hecho. La boda de los Príncipes de Asturias se realizó en la catedral de la Almudena, en medio de un totum revolutum de vidrieras de distinta autoría porque, sin respetar el acuerdo del concurso internacional, se permitió intervenir a otros hacedores de menor calidad artística. El escándalo de las vidrieras de Kiko Argüello estalló aún más al descubrir que eran una simple copia de otras realizadas en un seminario neocatecumental en Santo Domingo.

Manuel Ortega ganó el contencioso en conciliación. Fue indemnizado y dejó, de una vez por todas, el asunto. Hombre de gran fe, no ha vuelto por la Almudena para no sentir la gran punzada del desaguisado estético cometido en sus muros. Tiene la confianza de que alguna vez la cordura se imponga y se recoloquen sus vidrieras en el ábside para sintonizar con las capillas laterales. Confía en que quizás más adelante, lo verán algunos.

Por otro lado, el artista madrileño hizo una hermosa escultura de la Virgen con Niño para el jardín del colegio Nuestra Señora de Europa en Las Lomas (Madrid), a base de cemento pintado en rojo y vidrieras emplomadas. Además de la imagen sacra de la Madre de Cristo, la escultura tenía el objetivo de cubrir una chimenea grande al exterior. La figura es tan proporcionada y bella, que el colegio la utiliza como obra de arte seriada para premiar a visitantes y alumnos. También la ha utilizado el autor como portada de su catálago.

En cuanto a las imágenes sagradas que pintó Manuel Ortega al óleo en cuadros, podrían citarse: "Santo Domingo de Guzmán para una capilla de los Padres Dominicos en la calle Conde de Peñalver de Madrid; "Santa teresa de Jesús", por encargo de la señora Illana una abulense cuñada del entonces presidente Adolfo Suarez; "Cristo expulsando a los mercaderes", por decisión propia cuando un coleccionista le trataba de ajustar en exceso el precio de un cuadro; "Virgen con Niño" muy geometrizada para el coleccionista Cabezaolías y diversas escenas de "La Anunciación", porque ha sido "un tema muy querido por mí", explica el artista. "Todos ellos se encuentran en diversas colecciones privadas pero no sabría dar razón ya que no llevo cuenta de todo ello. Por otro lado, en el estudio del pintor conserva un gran fresco trasportable con el tema de "La huida de a la Sagrada Familia a Egipto"

En suma, Manuel Ortega ha intervenido en la catedral de Madrid, ocho iglesias cuatro en Madrid y dos en Soria-; un seminario en Medinaceli y una capilla en la República Dominicana. En dos ocasiones ha representado la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, con muy distinta factura.

El artista ha trabado también la iconografía greco-romana en los frescos del palacio de Neptuno junto a la plaza del mismo nombre en Madrid, lo que indica que su arte hunde sus raíces en ambas culturas occidentales, la judeo-cristiana y la clásica de Grecia y Roma.

Manuel Ortega dice que "el pintor, además de trabajar en el taller, tiene que volver periódicamente al exterior, porque, de las infinitas armonías que ofrece la Naturaleza -en formas y colores-, cada artista extrae las suyas propias" .