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viernes, 23 de mayo de 2014

EL CARDENAL ROUCO DESTACA EL “TRABAJO INFATIGABLE DE ÁLVARO DEL PORTILLO POR EL BIEN DE LA IGLESIA”.


Mons. Álvaro del Portillo será beatificado en Madrid el 27 de septiembre


L.M.A.

Madrid, 23. - El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Rouco Varela,  afirma en su carta semanal que la próxima beatificación de Álvaro del Portillo  constituye “una gran alegría eclesial” y es un estímulo del  “afán por ser santos en la vida cotidiana”.
Para el cardenal Rouco la beatificación “supone un gran gozo para toda la Iglesia y de modo muy singular para nuestra Archidiócesis” y destaca “su trabajo infatigable por el bien de la Iglesia”.
El cardenal anima “a todos los fieles madrileños a participar en las ceremonias  de la beatificación del primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, que dirigió “con gran dinamismo evangelizador, un profundo sentido de comunión eclesial y fidelidad al carisma fundacional”.
El cardenal destaca su “gran creatividad evangelizadora” y la promoción de  “nuevas labores apostólicas en numerosos países, con diversas iniciativas en favor de la Iglesia universal”. “Los jóvenes pueden aprender mucho de él”, escribe.
“Fruto de la necesidad –añade el cardenal- que sentía de vivir la caridad fraterna hacia los más pobres y necesitados, impulsó labores sociales en las zonas más pobres de muchas barriadas de las grandes ciudades y en países del tercer mundo”.
En relación al trabajo desarrollado por el futuro beato madrileño en el concilio Vaticano II, el cardenal Rouco afirma que “contribuyó a la renovación espiritual de la Iglesia con mentalidad abierta y fidelidad al Evangelio”.

ÁLVARO DEL PORTILLO Y MADRID
El futuro beato Álvaro del Portillo nació en Madrid el 11 de marzo de 1914, cerca de la Puerta de Alcalá; fue bautizado en la Iglesia de San José, junto a la Gran Vía; y recibió la Primera Comunión en la parroquia de la Concepción de la calle Goya.
Estudió en Madrid Ayudante de Obras Públicas y cursó la carrera de Ingeniería de Caminos. Después de varios años de trabajo profesional, recibió la ordenación sacerdotal en 1944 en la capilla del Palacio Episcopal, de manos del obispo de Madrid, el Patriarca D. Leopoldo Eijo y Garay. Más tarde se doctoró en Filosofía y Letras y en Derecho Canónico.
Fue uno de los primeros miembros del Opus Dei, y ayudó y secundó fielmente al fundador. Tras la muerte de san Josemaría, en 1975, fue elegido para sucederle al frente del Opus De, que dirigió durante 19 años. En 1982, al erigir el Opus Dei en prelatura personal, san Juan Pablo II le nombró prelado del Opus Dei, y, en 1991, le confirió la ordenación episcopal.
Álvaro del Portillo falleció en 1994, tras peregrinar a Tierra Santa. San Juan Pablo II fue a orar ante sus restos mortales, como reconocimiento por su servicio al pueblo de Dios.  Será beatificado el próximo 27 de septiembre en una eucaristía que tendrá lugar en el área de Valdebebas.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Solemne Festividad de la Almudena en misa y procesión en Madrid



María Antonia Román Prado, Dama de la Real Corte de Honor de la Almudena. Madrid
 

Julia Sáez-Angulo

         09.11.13.- Madrid.- La fiesta de Santa María la Real de la Almudena patrona de Madrid y de la diócesis de Madrid se ha celebrado con gran solemnidad en la misa de la plaza Mayor de la capital de España, presidida por el cardenal Rouco Varela, en presencia del Nuncio de su Santidad en Easpaña. La alcaldesa de Madrid, Ana Botella hizo la tradicional ofrenda de la Villa a la Virgen de la Almudena, protectora segura de esta gran ciudad y de los madrileños.

 El popular himno de Santa María de la Almudena se coreó por asistentes y seguidores de la procesión que siguió el itinerario desde la calle de la Sal, por la calle Mayor hasta la catedral, donde el cardenal dio la bendición general. La imagen de la explanada estaba adornada con miles de flores de la ofrenda floral de los madrileños durante la mañana de la fiesta el 9 de noviembre.

Las Damas de la Corte de Honor de la Almudena, revestida de su veste en negro con mantilla y peineta, con más de un centenar de asistentes, ofrecía un testimonio de fe y belleza al desfilar por el recorrido en honor de la Virgen. Presidida por Macarena d´Ocón, la Corte de Honor cumplió su centenario el pasado año desde que la fundara la Infanta María Teresa de Borbón, hermana del rey Alfonso XIII y dos veces Princesa de Asturias.

Entre las damas que desfilaron en la procesión se pudieron ver a María José Fernández Sordo, a María Pura Rico Abello, Marisa Guerrero, María Antonia Román Prado, Elisa Sáez de Slöcker y las que recibieron investidura este año: Mercedes Ballesteros, Adriana Zapizek y María  Guía de Sebastián.

Clérigos, personas consagradas, seminaristas, militares, la Real Cofradía de la Esclavitud, fundada en el siglo XVIII, casas regionales, amigos del Capa y representantes de las órdenes militares, entre otros, dieron también testimonio, presencia y prestancia a la procesión, así como representantes de la JMJ, que entonaron un coro en honor de María, a la altura del viejo ayuntamiento madrileño. Cerca estaba monseñor Javier Cremades, recién nombrado obispo auxiliar de Madrid.

La nueva escultura de la imagen de la Almudena en la muralla, fue instalada pocos días antes de la festividad del 9 de noviembre. Recordemos que imagen más antigua data del silgo XI, cuando en 1085, el rey Alfonso VI la encontró al acercarse a la vieja muralla, donde los cristianos que huían de los musulmanes, la escondieron para proteger su integridad.

martes, 4 de junio de 2013



Procesión del Corpus Christi en Madrid, una tradición antigua y renovada


Custodia de Madrid


Julia Sáez-Angulo

         Aunque la capital de España va recuperando poco a poco la solemnidad de la fiesta del Corpus Christi, lo cierto es que tuvo un esplendor mayor en el pasado cuando los Reyes de España presidían la procesión, desde que así lo hiciera la reina Isabel la Católica en 1482, revestida con una mantilla de terciopelo negro, pero los tiempos cambian y la monarquía también.  Es de esperar que la fiesta y la procesión recobren su prestigio por la importancia de su presente.

Este año el Corpus Christi ha recorrido el trayecto entre la catedral de la Almudena y la iglesia de San Ginés en la calle Arenal, pasando por la calle Mayor y la Puerta del Sol, desde donde el cardenal Rouco Varela impartió la bendición con la célebre custodia plateresca del pueblo de Madrid.

Numeroso público esperaba en las aceras para ver el desfile procesional con capítulos y cofradías como la Corte de Honor de Santa María la Real de la Almudena, vestidas todas sus integrantes con traje negro, mantilla y peineta; la Real Esclavitud, fundada en el siglo XVII; los Caballeros del Santo Sepulcro, con sus capas blancas y cruces rojas; los caballeros Cruzados de Jerusalén…, además de los numerosos niños que han recibido la Primera Comunión este año. “Cristo está aquí” era el lema eucarístico de este año. Los gritos de ¡Viva Jesús sacramentado!, se arrancaban espontáneamente entre la multitud.

El nuevo encargado de ceremonial público en la diócesis es don Javier Cremades, Rector de la iglesia del Espíritu Santo, que iba recitando oraciones y dando recomendaciones a los organizadores del acto. La megafonía falló con frecuencia, como sucedió otros años; confiemos que en alguna ocasión no tenga percance alguno.

La misa del Corpus Christi en la explanada de la Almudena duró más de hora y media, pese a que el cardenal ha acortado su prolongada homilía de hace unos años. Con todo sigue siendo larga pues, con sólo siete minutos de sermón con ideas esquemáticas claras, llegaría mejor al pueblo de Dios (Benedicto XVI decía que en grandes solemnidades, con esos siete minutos bastan. Número bíblico, por cierto). Los niños, ancianos y participantes en la procesión se lo agradecerían. Lo bueno, más breve.
Custodiada en la Casa de la Villa

Una custodia del pueblo

“Conviene recordar que la gran custodia de plata es de los madrileños y no de la diócesis, por ello se guarda en el Ayuntamiento de Madrid y se saca cada año de la Casa de la Villa para esta efeméride”, declara Elisa Sáez de Slöcker, experta en Arte Sacro.

“Es una custodia plateresca sufragada por cuestación popular en el siglo XVI y encargada al platero mayor de Felipe II, el orfebre Francisco Álvarez. Es de plata, consta de dos cuerpos, el superior está formado por un templete circular para la custodia. Tiene una altura de metro y medio y pesa 110 kilos”.

Procesión junto a la catedral de la Almudena

Sin Tarasca y sin gigantones

Cierto que la Tarasca y los gigantones en la procesión atraían al antiguo pueblo de Madrid a la misma y que estos personajes de cartón piedra (precedentes de gigantes y cabezudos) han quedado obsoletos. La Tarasca encarnaba la seducción del mal y precedía al Bien en la custodia que contenía el Cuerpo y la sangre de Cristo, Dios encarnado en hombre. Ya Felipe II acabó con los bailes y ventas de fritangas que tenían lugar junto al desfile procesional, para dar un relieve más espiritual a la celebración.

La primera procesión del Corpus Christi tuvo lugar en Lieja (Bélgica) –otros dicen que Colonia-, pero fue el papa Urbano IV quien declaró esta fiesta litúrgica para toda la Iglesia en 1264. La fiesta del Corpus Chiste nació en la Edad Media con la religiosa Juliana de Cornillón, cuando en 1208 promueve una festividad en honor del cuerpo y la sangre de Cristo presente en la Eucaristía.




         

viernes, 4 de marzo de 2011

Ruta sacra de iglesias y seminarios con murales de Manuel Ortega





Julia Sáez-Angulo

       04.03.11.- Madrid .- El artista madrileño Manuel Ortega y Pérez de Monforte (Madrid, 1921) es uno de los artistas del siglo XX que ha dejado su impronta en las iglesias de Madrid, tanto de la capital como de la región. También lo ha hecho en otras iglesias e instituciones sacras como capillas y seminarios de otras provincias españolas. El pintor terminó Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando de Madrid, en 1949, donde recibió el premio extraordinario fin de carrera y el Primer Premio de Pintura Mural Vázquez Díaz.

Elisa Sáez de Slöcker, de la Fundación Anima Artis ha querido organizar una ruta sacra por las iglesias y retablos de Manuel Ortega en la región de Madrid, ruta que bien merecería un libro del Obispado, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

“Con motivo de la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud –JMJ- se han preparado distintos itinerarios artísticos con sus correspondientes discursos informativos para continuar la tradición de explicar la fe a través de las imágenes, a las que históricamente se les denominaba Biblia Pauperum o Biblia de los Pobres, porque eran muchos los que no sabían leer”, explica la crítica de arte, miembro de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA.
"La Biblia Pauperum se traduce generalmente como Biblia de los Pobres, pero también como Biblia Popular, en el sentido de "general", al alcance de todos. Con la llegada de la Imprenta sobre todo, la Biblia y sus dibujos ciertamente se hicieron populares y tuvo una gran difusión. Pero, siempre fue "de altura", tanto en lo artístico, como en su contenido, ya que se suele relacionar el Antiguo con el Nuevo Testamento. Cosa que muchos "letrados" no saben hacer", añade Sáez de Slöcker.

La primera de las iglesias para la que trabajó el artista Manuel Ortega fue el gran retablo al óleo de Nuestra Señora de las Nieves (1952), para iglesia parroquial del pueblo de Somosierra. Una hermosa Virgen, que avanza con pie firme sobre una roca y muestra con orgullo santo a su Niño Jesús en brazos, figura para la que el pintor ha reservado el color blanco, símbolo de irradiación de luz, como lo hiciera Velázquez con el Niño fajadito en su cuadro de la Epifanía.

En este cuadro de juventud, Manuel Ortega retrató a colegas, amigos y parientes en los ocho ángeles de gran tamaño que circundan a la Virgen y el Niño, éste último es igualmente el rostro del hijo de un amigo. Uno de los ángeles, arrodillado en primer plano, muestra a su vez un cuadro con la representación de iglesia de piedra del pueblo serrano de Somosierra, siguiendo la tradición barroca del cuadro dentro del cuadro. Un cielo hermoso con nubes de gasa y un paisaje lateral de pinos completan el luneto superior de la composición. El retablo tiene cinco metros y medio de altura por tres de ancho.

En 1955 Manuel Ortega viajó a América y, durante su estancia en la República Dominicana, intervino en la Capilla de Aviación para hacer pinturas murales sobre dos santos carmelitas: Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.

En 1956 pintó el retablo de la iglesia del pueblo Navas del Rey (Madrid)

En 1957 hizo el retablo de la Capilla del Santísimo y las pechinas para la madrileña glesia parroquial de La Paz, en pintura plástica sobre yeso negro y en esa misma iglesia pintó en 1958 “La Sagrada Cena”. Las grandes dimensiones del mural recogen la soberbia perspectiva de la última cena presidida por Cristo junto a sus doce apóstoles. El color blanco radiante del Mesías que va a morir al día siguiente en Viernes Santo, se prolonga en el mantel que acoge al final la Eucaristía real del sagrario, en el lugar opuesto a Cristo en la mesa. Es la Última Cena de Jueves Santo en que se fundó el sacramento de la Comunión. El pan y el vino e los cálices se distribuyen a lo largo del mantel. Una visión espacial de gran efecto y cierto dramatismo. Para esta misma iglesia hizo las pechinas con los cuatro evangelistas.

En 1959 Manuel Ortega hizo otro de los grandes murales al fresco en el ábside de la iglesia de Villaviciosa de Odón (Madrid) en el que se insertaba el célebre Cristo de los Milagros, escultura de un Jesús Crucificado existente en la parroquia. La escena de Pentecostés sobre los Apóstoles y la de Santiago Apóstol a caballo y con espada en la batalla de Clavijo son temas en la izquierda de este mural, mientras que en la derecha se puede contemplar a la Virgen María en el primer milagro de cristo en las Bodas de Caná, al convertir el agua en vino, y la resurección de Lázaro, como referentes al citado Cristo de los Milagros.

Retablo del Cristo de la Victoria,
Una obra maestra


En 1963 hizo el retablo del Santísimo Cristo de la Victoria en la iglesia parroquial del mismo nombre –una de las más grandes de la capital de España-, en la madrileña calle Blasco de Garay en el barrio de Argüelles. La iglesia fue fundada por el patriarca obispo de Madrid, doctor Eijo y Garay en 1940. El edificio es obra del arquitecto Fiter.

El retablo del Cristo de la Victoria es una pieza magistral, resuelta en pintura al fresco, en un total de quince paños que narran la Pasión del Señor, desde su entrada triunfal en Jerusalén sobre un pollino hasta su muerte y sepultura, pasando por su largo Via Crucis de oración en el huerto de los Olivos, abandono de sus discípulos, flagelación, escarnio, con la cruz hacia el Gólgota, crucifixión, muerte y Piedad de la Virgen. El pintor don Daniel Vázquez Díaz elogió ampliamente esta gran obra de Manuel Ortega y le felicitó personalmente por la misma. El diario “ABC”, la sacó en portada al día siguiente de su bendición e inauguración.

En la misma iglesia del Cristo de la Victoria, Manuel Ortega realizó años más tarde las pechinas y el mural “El bautismo de Cristo” (1998), para el baptisterio.

En 1964 Manuel Ortega pintó en la iglesia de Medinaceli (Soria), un mural sobre ladrillo preparado, en el que habría de integrar un gran Cristo crucificado en madera y el sagrario. El artista representó a Nuestra Señora de los Ángeles, una Virgen orante rodeada de ángeles sobre la que posa la luz que llega de un ventanal posterior a su figura. La geometría, como en el caso del Cristo de la Victoria, vuelve a estar presente en esta composición para distribuir de modo armónico el espacio y el color. Ese mismo año hizo las vidrieras para Santa María de Huerta (Soria)

En 1965 intervino en el Seminario Conciliar de Vinuesa (Soria). El artista opta por una representación de Cristo rodeado de santos, entre los que figuran numerosos religiosos y religiosas revestidos de sus correspondientes hábitos y tocas. La luz radiante del blanco vuelve a reservarse para el Cristo Redentor y Crucificado, que está de pie y con los brazos extendidos en señal de acogida a los hombres y mujeres que han alcanzado el ideal de santidad. Sobre todos ellos un ángel, situado en la parte superior, que señala con su mano la figura central de Jesucristo.

El mural tiene forma de gran luneto sobre el altar e integra en su seno cuatro grandes ventanales rectangulares de dos tamaños diferentes haciendo oportunamente pareja. Entre los santos representados se encuentran san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz y otros muchos representativos de la iglesia española.

En 1998 hizo otro mural al fresco en la iglesia de Medinaceli (Soria), con el tema del Bautismo de Cristo.


En 1997 ganó el concurso internacional para las vidrieras de la catedral de la Almudena

En 1997, Manuel Ortega gana por unanimidad el concurso internacional para hacer todas las vidrieras de la catedral de la Almudena de Madrid, proyecto que habría de ser financiado conjuntamente por el obispado, el Ayuntamiento, la Comunidad de Madrid y el Estado español. 1998 fue el año de ejecución intensiva del artista para buena parte de las vidrieras de las capillas laterales, donde iban a aposentarse las imágenes de los distintos santos madrileños. A la catedral de la Almudena, el artista dedicó dos años de trabajo. Terminó en 2000.

Manuel Ortega volvió a utilizar la geometría para instalar a las figuras sacras, con una “regla de oro” suya muy particular que, según su autor “perfecciona la renacentista”. El Espíritu Santo en forma de paloma baja sobre las figuras de los distintos santos para iluminar sus cabezas y se sitúa en el rosetón de cada vidriera dividida en tres partes, en forma de arco elíptico.

Hizo igualmente todas las vidrieras del ábside, con su particular estilo geométrico post-cubista, donde resaltaban la armonización de los delicados colores celestes para representar la Anunciación de María, el Encuentro con su prima Santa Isabel, la Purificación en el Templo de Jerusalén, la Huída a Egipto,... así hasta el total de vidrieras hermosas e instaladas en los vanos correspondientes para seguir la secuencia evangélica que narra la vida de infancia de Cristo y por ende la de su Madre, narrada por el Evangelio de san Lucas.

Pero de pronto, poco antes de la boda del Príncipe de Asturias en 2003, las vidrieras de Manuel Ortega se levantan y van a parar al Museo de la Catedral de la Almudena, para colocar en su lugar otras de estilo neo-bizantino, realizadas por Kiko Argüello, fundador del Camino Neocatecumental, buen amigo del cardenal Rouco Varela.

El disgusto y la contrariedad de Manuel Ortega no se hicieron esperar. Él había ganado por unanimidad el concurso internacional para hacer todas las vidrieras y ahora se veía desplazado por una decisión unilateral y contraria a Derecho. Para más desconcierto, ya se habían colocado otras vidrieras en el crucero, realizadas y donadas por unas señoras, bajo la aquiescencia del deán de la catedral.

El artista Manuel Ortega recurrió a los tribunales. La diócesis fue demandada. El daño moral y físico a su persona ya estaba hecho. La boda de los Príncipes de Asturias se realizó en la catedral de la Almudena, en medio de un totum revolutum de vidrieras de distinta autoría porque, sin respetar el acuerdo del concurso internacional, se permitió intervenir a otros hacedores de menor calidad artística. El escándalo de las vidrieras de Kiko Argüello estalló aún más al descubrir que eran una simple copia de otras realizadas en un seminario neocatecumental en Santo Domingo.

Manuel Ortega ganó el contencioso en conciliación. Fue indemnizado y dejó, de una vez por todas, el asunto. Hombre de gran fe, no ha vuelto por la Almudena para no sentir la gran punzada del desaguisado estético cometido en sus muros. Tiene la confianza de que alguna vez la cordura se imponga y se recoloquen sus vidrieras en el ábside para sintonizar con las capillas laterales. Confía en que quizás más adelante, lo verán algunos.

Por otro lado, el artista madrileño hizo una hermosa escultura de la Virgen con Niño para el jardín del colegio Nuestra Señora de Europa en Las Lomas (Madrid), a base de cemento pintado en rojo y vidrieras emplomadas. Además de la imagen sacra de la Madre de Cristo, la escultura tenía el objetivo de cubrir una chimenea grande al exterior. La figura es tan proporcionada y bella, que el colegio la utiliza como obra de arte seriada para premiar a visitantes y alumnos. También la ha utilizado el autor como portada de su catálago.

En cuanto a las imágenes sagradas que pintó Manuel Ortega al óleo en cuadros, podrían citarse: "Santo Domingo de Guzmán para una capilla de los Padres Dominicos en la calle Conde de Peñalver de Madrid; "Santa teresa de Jesús", por encargo de la señora Illana una abulense cuñada del entonces presidente Adolfo Suarez; "Cristo expulsando a los mercaderes", por decisión propia cuando un coleccionista le trataba de ajustar en exceso el precio de un cuadro; "Virgen con Niño" muy geometrizada para el coleccionista Cabezaolías y diversas escenas de "La Anunciación", porque ha sido "un tema muy querido por mí", explica el artista. "Todos ellos se encuentran en diversas colecciones privadas pero no sabría dar razón ya que no llevo cuenta de todo ello. Por otro lado, en el estudio del pintor conserva un gran fresco trasportable con el tema de "La huida de a la Sagrada Familia a Egipto"

En suma, Manuel Ortega ha intervenido en la catedral de Madrid, ocho iglesias cuatro en Madrid y dos en Soria-; un seminario en Medinaceli y una capilla en la República Dominicana. En dos ocasiones ha representado la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, con muy distinta factura.

El artista ha trabado también la iconografía greco-romana en los frescos del palacio de Neptuno junto a la plaza del mismo nombre en Madrid, lo que indica que su arte hunde sus raíces en ambas culturas occidentales, la judeo-cristiana y la clásica de Grecia y Roma.

Manuel Ortega dice que "el pintor, además de trabajar en el taller, tiene que volver periódicamente al exterior, porque, de las infinitas armonías que ofrece la Naturaleza -en formas y colores-, cada artista extrae las suyas propias" .