viernes, 24 de septiembre de 2010

Tzvetan Todorov y su libro “La experiencia totalitaria”




"La experiencia totalitaria"
Tzvetan Todorov
Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores
Barcelona, 2010; (314 pags)




Julia Sáez-Angulo




La imposición de la utopía en la vida de los hombres es siempre peligrosa y a ello no escapan hombres mesiánicos como fueron los Ilustrados, Napoleón, Marx, los dictadores, los Estados o los partidos políticos que se exceden más allá de su mínimo gestor de la vida individual y social de los hombres. Esto es lo que se desprende de la lectura del libro del autor búlgaro Tzvetan Todorov residente en París, con el título de “La tentación totalitaria”.

La invasión de España por Napoleón y su ejército se hizo en base a los ideales de la Revolución Francesa, que a juicio del corso había que imponer a toda costa en Europa, señaló el autor del libro, junto al editor Joan Tarrida, que presentó al ensayista como uno de los más lúcidos y del que Galaxia/Gutemberg está publicando todos los títulos.

Quizás llega con algo de retraso este libro y en algunos de sus análisis y planteamientos suena a “ya sabido o escuchado”, pero no deja de ser interesante en lo que tiene de visión de futuro y analogías con el pasado, aunque Todorov insiste en que nunca se repite la historia de la misma manera o con los mismos ingredientes.

El hundimiento del comunismo tras la caída del muro de Berlín en 1989 supuso el hundimiento de una doctrina que había hecho mella entusiasta en la mayor parte de los intelectuales occidentales, lo que a juicio de Todorov sólo se explica porque los intelectuales manejan estructuras o maquinarias mentales que no las confrontan con la realidad. Eso explicaría el gran entusiasmo por el maoísmo de buena parte de intelectuales y estudiantes franceses en los 60 y 70. Muchos de esos intelectuales no se han retractado públicamente y se han mimetizado paulatinamente con partidos de izquierda o derecha que lavan su desastroso pasado.

Cabe recordar que a la muerte de Mao Zedong, el propio presidente Giscard d´Estaign hizo una loa y panegírico de ese hombre, Mao, en la cultura y la historia de China y del siglo XX. Un hombre ególatra, avasallador de la vida privada y pública de miles de ciudadanos chinos. Bien es cierto que el ex presidente galo no se caracterizó por su inteligencia ni prudencia, a juzgar por esto y los diamantes que aceptó del sátrapa africano Bocassa.


El peligro del ultra-liberalismo o neo-cons


Para Todorov, el peligro totalitario se encuentra hoy en las posiciones radicales de los neo-conservadores, los “neo-con” o ultra-liberales. No se quiso mojar o comprometer en el caso de algunos dictadores emergentes en países del tercer mundo, si bien fue crítico con el presidente Chaves de Venezuela.

No cree Todorov que la cultura salve de posturas totalitarias como lo demuestra el hecho de que se puede estar escuchando música clásica mientras se custodian campos de exterminio. Una moral más exigente que repudie la corrupción y la tentación totalitaria es la clave para cortocircuitar los excesos mesiánicos de los salvapatrias, imperialistas y reformadores utópicos radicales.

El hombre como las plantas necesita un poco de estiércol para crecer, dice Robert Huges, pero si el estiércol le sepulta sólo avanza la ley de la selva, la del más fuerte. “El fanatismo y el fundamentalismo son las patologías de las religiones”, señalaba Benedicto XVI en su reciente viaje al Reino Unido, y a ellas no escapan las ideologías laicas beligerantes, que desembocan en el laicismo con sus propias liturgias, anatemas falta de respeto a las conciencias, lo que es lo mismo que falta de libertad de los ciudadanos.




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