12.04.2021.- Madrid
El pasado 23 de marzo fallecía, en Madrid, una mujer excepcional ¡Todas las mujeres son especiales, Amparo era excepcional! Tras una larga batalla con la vida, llena de triunfos y avatares de toda laya, ha tenido un final trágico, lo que adensa el dolor de quienes la conocimos y admiramos: la muerte de su hijo Alfonso, el octubre último, en plena pandemia, no por ella, sino a causa de un infarto. Un golpe que no ha podido superar, porque si es verdad que ha tenido una caída y una rotura de tobillo, se le rompió antes el alma y no ha habido forma de suturar esa sangría ¡Helas, hay dolores irreconocibles a nuestro corazón, le atacan hasta destruirlo, sin ser capaz de contenerlos!
Amparo Martí Tió, Valencia 1933, iba para maestra, estudio Magisterio, pero el viento del arte y de la religión la atravesaron y reorientaron su andadura. Entonces, por estas causas, se licenció en Filosofía e Historia en la Universidad de Valencia y en Teología en la de Navarra.
Comenzó trabajando en la dirección del Leku-Eder de Neguri, donde estuvo cinco años, con un éxito impactante, dando clases de Historia del Arte, haciendo viajes y organizando una institución de fuste. Luego fue llamada a dirigir una galería de arte en Madrid, Neblí, y lo hizo con excelencia desde 1963 al 69. La galería funcionaba desde el 58 dirigida por Jaime López Asiaín. La exposición inaugural de su etapa estuvo integrada por Basterrechea, María Droc y Nadia Werba, que ella seleccionó con un desparpajo increíble. Neblí fue muy importante, hizo la primera muestra de Manolo Valdés, la de Jasper John en Madrid y en los veranos hacia extensiones en Torremolinos.
Neblí fue un acontecimiento en los sesenta. Hacía presentaciones de libros, ciclos de conferencias, actos en los que contaba con lo más brillante de la crítica entonces y artistas: Gaya Nuño, Figuerola Ferreti, Ayllón, Moreno Galván, Pepe Hierro, José de Castro Arines, Venancio Sánchez Marín, Antonio Bonet, Pancho Cossío…Instituyó un premio, siendo el primer galardonado Lucio Muñoz; trajo a Granell, Hartung, Vivancos, entre otros.
Tras su espléndida etapa en Neblí, con apoyo de los críticos más conspicuos, dirigió la galería Ramón Durán, colocando exposiciones propias en otras galerías de España y más allá de sus fronteras. Razones familiares y profesionales la llevaron a dejar la galería y a convertirse en asesora de colecciones y comisaria de exposiciones, en París, Frankfurt; colaborando con TVE y otros medios.
Para entonces ya pertenecía a la Asociación Española de Críticos de Arte, luego cooperó en la fundación de AMCA y siempre fue miembro de AICA. Participó en la redacción de los Estatutos de AECA. A pesar de que desde el inicio fue más oral que escrita y así ha sido hasta al final. En 1979 publica dos libros en colaboración con el Dr, Vallejo Nájera sobre el naif. Gianna Prodan le hizo una preciosa entrevista en la que fija sus posiciones ante el arte e historió su quehacer en amplio ensayo en la revista de AACA, 2011.
Durante 22 años montó el Salón Ibérico Naif en Estoril. Soy testigo del cariño y respeto que le profesaba Nuno Lima de Carvalho, amante infinito de España, director de las actividades culturales del Casino de Estoril. Sin buscarlo se hizo la reina del naif. En una entrevista que le hice para El Punto de las Artes, 10.VII.2001, me confesó que la idea del naif se la dio Zóbel y que los primeros que vio, en 1963, fueron Boliche y F. Roche, y cuando las tuvo delante, dijo para sí: “esto debe ser de lo que habla Zóbel”.
Según Amparo Martí: “El naif es una pintura directa, fresca, como un manantial que brota; es el trabajo de alguien que no ha aprendido las técnicas tradicionales para expresarse: la obra de quien decide pintar sin saber pintar”. En el Centro Cultural Galileo durante una década realizó jornadas de naif, con exhibiciones de obras, conferencias, encuentros de artistas y otras actividades que generaban una amplia aceptación.
Más adelante fue marchante exclusivo de las obras de Pancho Cossío, durante el último lustro de vida del pintor y su albacea testamentario. De Cossío contaba ciento y una anécdotas, decía que era maravilloso, sus amigos queríamos que escribiera esa relación de amistad y de trabajo, pero ella continuó siendo ágrafa.
Defendía a los artistas, de palabra y obra, los proponía a colecciones, los encauzaba, los seguía, los cuidaba, los quería. Tenia predilección por Boliche, Angulo, Moral y Fernando Roche. Yo hice una visita con ella al maestro de Navalcarnero, que era un personaje deslumbrante. Fuera del mundo naif, sus amigos eran Pancho Cossío, Pepe Caballero, Fernando Mora, Manolo Arce, Romeral, Carmen Gutiérrez, Ana Muñoz.
¡Una mujer excepcional! Sólida, fluida, solvente, natural, conocedora, su fuerza le venía de su sentido de la realidad y de sus creencias. “Soy muy rezona- decía-, pero no boba”. Ayudó a hacer un volumen sobre el arte naif a Antonio Granados Valdés, a quien quería mucho. Escribió catálogos, textos generosos, con la idea constante de ayudar y acercar amantes al arte. Ramón Rosal Cortés hace un retrato enjundioso de su vida y recoge su testimonio en el libro Naufragio y rescate de un proyecto vital, Editorial Milenio, Lleida 2010.
Simpática, empática, solvente, envolvente, creía que el arte hay que defenderlo desde todos los puntos de vista, incluso el económico, llegando a vender gran cantidad de obras de autores diversos. En mi nombre y en el de esta Asociación Madrileña de Críticos de Arte, que cofundó, presentamos nuestras condolencias a su hija Almudena y a su nieto Diego. En cinco meses se han quedado huérfanos y sin hermano, pero no solos, porque quien tiene la formación que le dio Amparo a Almudena nunca estará sola, pues ama la vida y, generosa, genera amigos. Recessit in pace
Tomás Paredes
Presidente de Honor de AMCA
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