Julia Sáez-Angulo
14/6/22 .- Madrid.- Se llama primeritis, a la “enfermedad” de aquellos que llegan a las instituciones y creen que los anteriores no han hecho nada y que ellos vienen como “salva-patrias” -perdón salva-instituciones- a crearlo todo de la nada, a trabajar ex novo. Muchos de ellos acaban después saliendo de la institución por la puerta de atrás, porque de lo pretendido, no solo no hay nada, sino que han dejado un desaguisado atroz, cuando no lo han buscado como podio de alcance de otras aspiraciones.
Ya lo advertía con inteligencia una mujer, Teresa de Jesús: “andar en humildad es andar en verdad”.
Algo de esto puede suceder con la nueva leva de dirigentes en el Ateneo de Madrid, al verlos llegar con ínfulas y poco menos que desacreditando a los antiguos, a los que se les denomina “vieja guardia”, de la izquierda y el republicanismo supongo, a juzgar por la reputación de tal que sostiene el Ateneo.
Lo más llamativo fue la persona de nueva leva -una mujer- que en plena junta general dijo que “el Ateneo no era un “centro de día” para ancianos. Nadie la corrigió en la Junta Directiva, lo que equivale a dar por sentado que los ancianos sobran “estorban” por utilizar palabras recientes del presidente, algo inaudito e intolerable, que si se hubiera dicho de las mujeres, los gitanos o los negros, no se hubiera tolerado.
Un periódico, que se califica a sí mismo de independiente, narró la crónica de esa reunión con expresión de “un anciano con pantalones chinos…” ¡Increible, pero cierto!
Algunos Estatutos, para evitar a los nuevos que entran a veces, como burros en una cacharrería, exigen renovar las juntas directivas por mitades, porque los antiguos puedes informar y asesorar a los nuevos, para no caer en viejos errores. De la misma manera es recomendable que se alternen ancianos y jóvenes, y que los primeros no se apalanquen en los sillones, solo por el hecho de que con ello tienen el título de Ilustrísimo, concedido en su día por Alfonso XIII. Haberlos haylos.
El Vaticano, con buen criterio; recomienda a los obispos dimitir de su cargo al cumplir 75 años. Es un consejo razonable que también conviene recordar, pues, a partir de la jubilación se van perdiendo energías, por más que se tenga más tiempo libre para dedicarse a la institución cultural. La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. No puede ralentizarse la actividad, por falta de energías.
Y tampoco cabe aquello de poner una mujer o un joven o dos, en las Juntas directivas, como guinda para el escaparate y el “cumplo y miento”. El cinismo impera.
Por tanto, una buena reflexión de “novatos” y de “viejos” no vendría mal de cara a nuestras instituciones culturales.
Presumir de llevar nuevos socios a la institución del Ateneo en estos momentos primerizos no quiere decir nada, sino que solo los llevan a las instituciones, cuando están ellos en el poder directivo. Algo similar hizo un periodista madrileño conocido, cuando perdió las elecciones en la Asociación de la Prensa y creo otra Asociación de periodistas, en la que él sí puede ser el presidente. También hemos visto a una alcaldesa quién advirtió, que sólo se quedaría tras las elecciones, si salía como primer edil, de lo contrario, dimitía. Así lo hizo y se fue a su casa. Solo le interesaba el cargo, no los madrileños. Poder y escala para el futuro.
El lenguaje de la palabra o los gestos nos delatan, máxime a los seguidores del gramscismo, al querer alcanzar el poder a través de la cultura, con menosprecio de quien haga falta para ello. Y llegar ", "aprendidos", al menos de la historia de la institución.
Esta es la carta que me ha llegado de un amigo, “viejo” ateneísta”: “El Ateneo, al que pertenezco desde los años setenta, fue un centro intelectual honesto, pero desde hace unos años se ha convertido en un gallinero de arribistas, ya comunistas ya oportunistas. Ya no lo frecuento. El problema es que votan 300, y éstos, repartidos en tres o cuatro candidaturas, por lo que para ganar en cuanto tengas próximo a 100 votos, ya eres presidente. Y con ese 1% puedes hacer y deshacer, trucar las asambleas y destrozar los Estatutos”.
El Ateneo de Madrid, “vieja” institución de cierto prestigio, hará muy bien en cuidarse de sectarismos, menosprecios y exclusiones para no escorarse en polarizaciones que ya nos sobran. Actuar con respeto, presunción de buena fe hacia el otro, es parte del buen funcionamiento de la democracia, máxime en la Cultura sin aspiraciones gramscistas.
El Ateneo es algo más que un lugar comercial alquilado para eventos, debe de ser un ágora donde reine el pensamiento, el debate y en todas las direcciones, sin censuras partidistas, dogmas o anatemas.
3 comentarios:
"El lenguaje de la palabra o los gestos nos delata". SIEMPRE
Raúl Lavalle :
Queridos amigos
¿Por qué a los poetas les gusta guardar cosas viejas? No sé si tengo la respuesta pero abajo hay una reflexión. Nuevos saludos,
VEJECES
Las cosas viejas, tristes, desteñidas,
sin voz y sin color, saben secretos
de las épocas muertas, de las vidas
que ya nadie conserva en la memoria,
y a veces a los hombres, cuando inquietos
las miran y las palpan, con extrañas
voces de agonizante dicen, paso,
casi al oído, alguna rara historia
que tiene oscuridad de telarañas,
son de laúd y suavidad de raso.
¡Colores de anticuada miniatura,
hoy, de algún mueble en el cajón, dormida;
cincelado puñal; carta borrosa,
tabla en que se deshace la pintura
por el tiempo y el polvo ennegrecida;
histórico blasón, donde se pierde
la divisa latina, presuntuosa,
medio borrada por el liquen verde;
misales de las viejas sacristías;
de otros siglos fantásticos espejos
que en el azogue de las lunas frías
guardáis de lo pasado los reflejos;
arca, en un tiempo de ducados llena,
crucifijo que tanto moribundo,
humedeció con lágrimas de pena
y besó con amor grave y profundo;
negro sillón de Córdoba; alacena
que guardaba un tesoro peregrino
y donde anida la polilla sola;
sortija que adornaste el dedo fino
de algún hidalgo de espadín y gola;
mayúsculas del viejo pergamino;
batista tenue que a vainilla hueles;
seda que te deshaces en la trama
confusa de los ricos brocateles;
arpa olvidada que al sonar, te quejas;
barrotes que formáis un monograma
incomprensible en las antiguas rejas,
el vulgo os huye, el soñador os ama
y en vuestra muda sociedad reclama
las confidencias de las cosas viejas!
El pasado perfuma los ensueños
con esencias fantásticas y añejas
y nos lleva a lugares halagüeños
en épocas distantes y mejores,
por eso a los poetas soñadores,
les son dulces, gratísimas y caras,
las crónicas, historias y consejas,
las formas, los estilos, los colores
las sugestiones místicas y raras
y los perfumes de las cosas viejas!
JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
Pienso que pocos leen hoy a este gran poeta colombiano y a sus Nocturnos. Yo lo siento como romántico y como modernista. En fin, tiene una mirada compasiva sobre quienes gustamos de las cosas viejas… y de atesorarlas.
Apasionante! Puntualizar sobre lo tan bien explicitado por Julia. El Ateneo un ágora? Preguntarnos: procedencia histórica,situación actual y devenir futuro.
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