02.01.2024.- Madrid.- Y mágicos carboncillo, pastel, sanguina. Sus manos se deslizaban por el papel o el lienzo con la ductilidad de una caricia. Daba la impresión de estar especializada en el retrato, pero cuando se contemplan sus bodegones, sus paisajes, los dibujos de animales -ese gorrión de seda-, uno entiende que no era sólo pintora de retratos, por muchos que hiciera, sino una sólida pintora, que derramaba su gracia sobre aquello que efigiaba.
El 26 de diciembre de este 2024, en plena Navidad, víctima de un cáncer contra el que venía luchando, ha fallecido en Madrid, la pintora realista, Margarita Sanz de Andino (1962-2024). Nacida en Cartagena, desde niña, su abuelo la fue aproximando al arte, a los libros, al teatro, a la música, a la pintura, hasta que a los catorce años decidió que su vida era la pintura.
Ricardo Macarrón, amigo de la familia, elogió sus facultades y recomendó a su abuelo que asistiera a una escuela para formarse y así entró en la Academia Peña, donde se pertrechó de las herramientas necesarias para desarrollar una técnica impecable. Luego pasaría unos años em el taller de Betsy Westendorp donde aplicó las enseñanzas recibidas, puliendo su estilo e impregnándose del señorío de la maestra. Antes, por insistencia familiar, se licenció en Derecho, pero sin dar opción a su cambio de objetivo.
Tras unos inicios variados, se fue afianzando en el retrato, donde consiguió un prestigio claro, hasta ser conocida como retratista de la nobleza y la alta burguesía. Vivió un tiempo en La Rioja, donde se reafirmó en su manera y su pasión. Expuso su obra con distintas temáticas, en galerías y centros de arte de varios países de Europa y América: Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos, República Dominicana.
Entre los galardones obtenidos: la Medalla de Oro del Consejo General de la Haute Garonne, 1991; fue premiada en el 37 Salon de Beaux Arts de la Ville de Beziers, o Primer Premio de la Universidad Pontificia de Comillas; así como varios galardones en Dibujo, lo que justifica su éxito en el retrato. Sin conocimientos y facultades para el dibujo, no se puede componer ni referenciar algo con solercia.
La tertulia Primera Plana le contrató un retrato de Camilo José Cela, que fue muy alabado por el Premio Nobel, quien le encargó el de su mujer. Además, le facilitó la posibilidad de copiar ciertas piezas en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando -institución donde posee obra- entre otras, un retrato magnífico de Madrazo.
Margarita Sanz de Andino está presente en numerosas colecciones nacionales e internacionales y en algunas instituciones, como el Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales, siendo autora de todos los retratos de sus sucesivos Decanos, o casi todos. La acompañé en varias de sus exposiciones, como la de paisaje y bodegones, que hizo en la Sala Ángeles Santos de Majadahonda.
Como médico, seguí de cerca su proceso, su lucha, su valentía, apoyada en la fuerza de sus creencias religiosas. Me hizo un retrato que conservo como un tesoro, que la hace presente a cada instante. La vi crecer como pintora, moviéndose con desparpajo en una sociedad por veces complicada. La vi agigantarse como madre con sus dos niñas preciosas, como abuela con su nieta; como esposa ejemplar. El dolor, que nunca tiene dueño, hoy me cubre como una inmensa y pesada sombra, por su pérdida. Cuando el trato es continuado, el médico acaba haciéndose amigo de la paciente y, créanme, se siente agobio, impotencia, y dolor, como me sucede ahora. ¡Nos quedamos con su belleza, con su fuerza, con su sonrisa, con la luz de sus obras, que son el espíritu de su vida.
La pintora con la doctora Emilia de Dios
2 comentarios:
Soy Juan García-Blanch, marido de Margarita. Tuve la inmensa fortuna de conocerla y que me quisiera como pareja de su vida dándome dos hijas cada una con su propia personalidad, y eso si, tan maravillosas como ella. Me llamó la atención desde el momento que la vi por primera vez, y una de sus características que más me impresionó fue además de su gran personalidad, su capacidad para plasmar en sus cuadros la esencia de lo que pintaba, ya fuera bodegón, paisaje o especialmente sus retratos, en los que más allá de su perfección formal captaba lo más difícil: El espíritu que animaba a las personas retratadas, su más intima esencia. Todos aquellos que han sido retratados por ella saben de qué hablo. Francisco de Goya también retrataba el alma, si bien lo hacía sin concesiones, Margarita en cambio daba a aquellos que hubieran podido tener aristas a pulir, esa mirada de reconciliación con los demás y con la vida que hacía perdurables sus retratos tanto al pastel como al óleo. En su última etapa pictórica hizo composiciones con figura humana, alcanzando un nivel artístico digno de los grandes maestros. Su Última Cena y los cuatro cuadros sobre la vida de San Ignacio de Loyola, no tuvo tiempo de hacer más, los pintó para los Cooperadores de Cristo Rey y pueden admirarse en la Casa de Ejercicios de Cristo Rey de Pozuelo de Alarcón. Cualquiera que los contemple quedará transpasado por su gran sensibilidad y maestría artística.
Nos ha dejado muy tristes y muy esperanzados de que ha sido admitida a la presencia de Dios.
D.E.P
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