Julia Sáez-Angulo
Fotos: M. Antonia G. de León
22/10/25.- Madrid.- El poeta Víctor Herrero de Miguel impartió una conferencia sobre "La castidad del agua y la alegría del fuego", dentro del ciclo de “El cántico de las criaturas” de San Francisco de Asís, que tiene lugar durante ocho semanas en la sede O-Lumen (c/ Claudio Coello, 141). El conferenciante fue presentado por el franciscano Jaime Rey. El auditorio estaba lleno de público
Víctor Herrero de Miguel nació en Salamanca en 1980. Es fraile capuchino. Hizo Filología clásica en su ciudad natal y Sagrada Escritura en Roma. Da clases de Biblia en la Universidad Pontificia Comillas, de Madrid. Ha publicado diversos estudios sobre poetas contemporáneos y sobre la Biblia hebrea (Carne escrita en la roca. La poética implícita del libro de Job). Acompaña grupos de peregrinos en Tierra Santa y viaja con frecuencia para impartir charlas y cursos de formación.
El conferenciante, después del saludo franciscano “Paz y bien”, leyó los versos del “Cántico de las criaturas” referentes al agua casa y al fuego alegre, para pasar y glosar los poemas relativos al agua de Juan Antonio González Iglesias, Hugo Mugica, Eloy Sánchez Rosillo, Basilio Sánchez, Lola Mascarel y terminó con uno propio, titulado “Será rocío”.
Seguidamente habló de fuego alegre según Francisco de Asís y siguió con poemas sobre el fuego de Antonio Moreno, José Saborit, Miguel D´Ors, Carmen Palomo Pinel, Vanesa Pérez Sauquillo y de un poema propio.
Herrero de Miguel se detuvo en el poema de Pérez Sauquillo: Daros a luz/ y a unos meses después, a media vida/ serás vela encendida/ en la ventana.
La conferencia culta y amena al mismo tiempo. Citó a Max Weber y su “desencantamiento del mundo” en el que vivimos, radicalmente distinto al de la mayoría de hombres que han habitado el planeta hasta ahora, frente a Francisco de Asís, que veía un carácter sagrado en la materia. “Francisco cree en la verdad profunda de la Poesía”.
“En el Cántico de las Criaturas” no hay súplica, no hay petición o está contenida en la alabanza. Francisco se abisma en el misterio de las cosas, de la materia del agua, del fuego…” “Ante el Absoluto, entrega absoluta, alabanza absoluta”.
Finalmente, el poeta conferenciante comparó el “Cántico de las criaturas” con el “Cantar de los cantares”, que es fuego, donde “Dios se encarna en la caricia”. “El Cántico nos recuerda que el mundo es cuerpo, es piel nacida… También el sol, la luna, la vida, la muerte… son criaturas que se dejan tocar”. “Solo la paradoja sostiene nuestras vidas. El mundo se nos ha dado como regalo para convertirnos en mundo… en cosmos… “El mundo no es Dios, pero se nos regala hasta el encuentro con Dios”, concluyó.
CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
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