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miércoles, 27 de abril de 2022

CRONICAS DE JERUSALÉN, y XX. – Jerusalén, recapitulación general sobre una ciudad santa. Ser judío

Tumba de San José de Arimatea. Santo Sepulcro. Jerusalén

Suelo desgastado del Santo Sepulcro


Julia Sáez-Angulo

Fotos: Teresa Vallés y Carmen R. Eyre

28/4/22.- Jerusalén.- Y de Jerusalén, ¿qué añadir a lo ya dicho? De Jerusalén nunca se hablará bastante. El nunquam satis de los latinos. Es una ciudad santa, levítica, misteriosa, laberíntica, problemática, disputada… Tomás Paredes que domina el arte de adjetivar, podría describirla mejor. Una Ciudad Vieja con corazón y pálpito acelerado de barrios árabe, cristiano y judío. Con murallas y puertas que remiten a su historia de patriarcas, profetas, jueces y reyes; de imperios, legiones romanas, primeros cristianos, cruzados, sultanes otomanos, británicos…Con un pueblo variado y culto que pronto aprendía a leer para poder acceder a la Torá, a las Sagradas Escrituras, al Corán.

Mier Margalit sueña con Jerusalén como una ciudad única de doble capitalidad para Israel y Palestina. Una utopía, me temo. Sería otra novedad para esta ciudad que tiene tantas heridas y muescas de la Historia. Eso quizás no evitaría del todo los conflictos, pero es más justo que la apuntada “capital única e indivisible” de los judíos. 

    El tiempo irá dibujando con trazos gruesos y finos el presente continuo. La modernidad de Jerusalén en la periferia se percibe en un hermoso puente de Santiago Calatrava, que parece la lira del rey David. Está sobre dos diversos niveles de altura por los grandes barrancos entre sus montes.

Los Santos Lugares son el gran tesoro para aquellos que sintonizamos con ellos, sean de una creencia o de otra. A los franciscanos, certeros custodios, los cristianos les debemos muy especialmente poder disfrutar y rezar en ellos. En torno a la basílica del Santo Sepulcro (la Anástasis o Resurrección) gravitan los peregrinos que después van visitando otros puntos santos, donde puso sus pasos Cristo: la iglesia del Pater Noster, la Domus Flevit, San Salvador,  la iglesia de la Dormición, el Huerto de los Olivos, Notre Dame de Jerusalén, el Patriarcado Latino... También cristianos: el Patriarcado Ortodoxo, el Armenio, la Iglesia rusa con su torre acebollada, la danesa, la anglicana… Jerusalén es un joyel para los cristianos de todas las ramas.

La sola basílica del Santo Sepulcro es ya un gran espacio sacro para todos donde cabe  una larga explicación de la Historia de la Salvación de los cristianos, de los hombres: la piedra del embalsamiento, previa al Santo Sepulcro, donde los fieles derraman esencias, aceites aromáticos y ungüentos, algo muy oriental, tomado en buena parte de los árabes que no admiten colonias con alcohol alguno. Los peregrinos besan la piedra y el Sepulcro sin pudor ni temor. Yo me reservo en esto de los ósculos -como bien conocen los amigos-, aunque transmito mi sintonía en la fe en espíritu y en verdad, como señala el Evangelio. Nadie se priva de las fotos con el móvil, como prolongación del momento. 

La subida al Calvario dentro de la basílica es emocionante. El Calvario está situado sobre la roca viva en la que se alzó la Cruz y puede verse la altura del roquedal. Una pareja de hombre y mujer jóvenes -ella con velo blanco sobre la cabeza- canta suavemente a la cruz en una lengua que se me antoja del Este de Europa. Me conmueven. Cantar es rezar mejor y esto lo sabía la primitiva iglesia que pronto desarrolló el canto litúrgico.

Debajo del Calvario, la capilla de la llamada tumba de Adán, el primer hombre que cayó en la desobediencia a Dios y su “félix culpa” nos hizo merecer tamaña Redención con el Hombre definitivo: Cristo. 

    En otra capilla, el águila bicéfala del Imperio austro-húngaro. El Rey de España es Rey de Jerusalén, por tradición; le vino de la rama de los Austria. Felipe VI -el Noble más noble de España- ostentará siempre del título del antiguo gobernante supremo del Reino de Jerusalén, un estado fundado en Jerusalén por los líderes católicos latinos de la Primera Cruzada, cuando la ciudad fue conquistada en 1099. Hoy el reino está extinto, pero la tradición conserva el título.

    Entrañable, la capilla copta, detrás del Santo Sepulcro, con un pope solitario y silencioso, no lejos de la iglesia franciscana dentro de la basílica, quien asegura que la cabeza de Cristo posó en aquel espacio que a los coptos corresponde. 

    La rica capilla de Santa Elena de los armenios es espléndida…Los armenios suelen ser ricos, muy buenos comerciantes -dicen que mejor que los judíos-, sobre todo en joyería. Hay que bajar escaleras, es lo malo. 

Otra capilla octogonal es la de la tumba de José de Arimatea, quien cedió una sepultura nueva a Jesús de Nazaret crucificado. En las alturas de la basílica, espacios sin fin para reuniones y estudios litúrgicos de los sacerdotes y popes ortodoxos. 

    El Santo Sepulcro es un lugar de no perderse, incluso con sus suelos desgastados, pues como me señala la profesora Carmen R. Eyre, “en ese desgaste radica también el aura del tiempo y su dignidad”.         Juan Pablo II señalaba en uno de sus escritos, que en los santuarios de peregrinación hay acumulada tanta fe y oración de los fieles, que Dios está más propicio en ellos a concedernos nuestras súplicas. No me cabe la menor duda.

    ¡Oh, Jerusalén! No me extraña que Cristo llorara por esta ciudad santa y hermosa, cuando profetizó su destrucción en un futuro cercano por las legiones del romano Tito. (Lucas 19:41-44: Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. 43 Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes. Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación"). El Mesías era un patriota de su tierra y amante de la ciudad santa por excelencia. 

El templo de Salomón, reconstruido por Herodes el Grande, no volvió a erigirse. Ahora está el templo de cada cristiano edificado en su alma por el artífice del Espíritu Santo.

     Y para los judíos, el muro de las lamentaciones. Lo que queda del templo de Salomón. Ellos se despiden entre sí cuando termina la pascua o están fuera: "El año que viene, ¡en Jerusalén! Yo también lo deseo.

Camello en el desierto de Judea
Excavaciones arqueológicas en Nazaret
Tumba de San José. Nazaret

Julia Sáez-Angulo, a la entrada del Santo Sepulcro


martes, 12 de abril de 2022

CRÓNICAS DE JERUSALÉN V. San Francisco y el sultán. El patriarcado latino y el “Statu quo” del Santo Sepulcro

"San Francisco ante el sultán", por Ghirlandaio (1448-1494) 
Edículo del Santo Sepulcro. Jerusalén


Julia Sáez-Angulo

12/4/22.- Jerusalén.- Lo que yo hubiera dado por estar presente en la entrevista que san Francisco de Asís, sostuvo con el sultán Al-Kamil Muhammad al-Malik (1180-1238) -sobrino de Saladino-, aclamado por combatir en dos cruzadas y, más tarde, vilipendiado por haber devuelto Jerusalén a los cristianos, diez años más tarde de aquel encuentro. Los cristianos pudieron volver a visitar los Santos Lugares.  Qué no le diría el Poverello al sultán, por la tierra en que los cruzados habían peleado tanto con los islámicos. El encuentro histórico tuvo lugar en 1219, durante la quinta cruzada, y recientemente se celebró el consiguiente octavo centenario. San Buenaventura es el narrador de los hechos y el propio san Francisco hace mención a ello en sus “Florecillas”.

Los padres franciscanos son, por antonomasia, los custodios de la Obra Pía de los Santos Lugares en Jerusalén, donde anduvieron los pasos de Cristo. Es una institución centenaria ligada a la presencia de España en Tierra Santa, que sirve a la cooperación religiosa y humanitaria y contribuye a la difusión de España y su cultura entre los pueblos del Mediterráneo y Oriente. 

Actualmente, la Obra Pía se regula por Ley de 3 de junio de 1940 que en su artículo 1 establece que «... es una institución autónoma con personalidad jurídica y patrimonio propios». Su artículo 3 señala el carácter público de sus fines y que se trata de una Institución del Estado, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Los franciscanos están Tierra Santa desde que llegara su fundador en el siglo XIII, conocen los lugares santos cristianos como nadie y los muestran a los miles de peregrinos que cada año llegan a esta tierra de su mano, con el deseo de recorrer el territorio donde Cristo nació, predicó la Buena Nueva del Evangelio, padeció, murió y resucitó. El tiempo de Semana Santa y la Pascua de Resurrección se ven con frecuencia desbordados de visitantes, si bien la reciente pandemia mitigó el flujo. La red de albergues de los franciscanos es excelente.

La iglesia o basílica del Santo Sepulcro es la más venerada como catedral de Jerusalén por la mayoría de las iglesias cristianas. El templo está dividido entre ortodoxos, católicos, coptos, armenios, sirio-ortodoxos… Todos tienen sus horarios para los diferentes cultos. Mi reciente visita al Santo Sepulcro me hizo notar el desgaste de los suelos y cierta dejación de pintura en algunos muros, especialmente en ciertas partes de la basílica, como la pequeña sala circular (desconozco a quien pertenece), donde supuestamente se celebró la primera misa. No es fácil poner de acuerdo a todos los grupos cristianos.

La Iglesia Católica por su parte, cuenta con una concatedral del Patriarcado Latino, donde se celebra misa en español todos los domingos a las 10,30 de la mañana. El pasado domingo había un grupo nutrido de familias y el sacerdote era don Joaquín Paniello. El patriarca latino en estos momentos es un italiano, el franciscano Pierbattista Pizzaballa.

En Israel las misas suelen celebrarse en latín o árabe, pues los cristianos locales son mayormente palestinos, si bien acosados a veces por ciertas presiones o fobias islamistas, han quedado reducidos a un 2% de la población. La presión y desgaste va en cadena: judíos, árabes y cristianos, sobre todo, estos últimos, en Belén y Nazaret. En Egipto, los coptos cristianos son las víctimas. La cristianofobia es una realidad de ciertos "racistas", como bien señala el libro de Luis Antequera titulado "Cristofobia".

En los muros del Patriarcado latino figuran las inscripciones que recuerdan la visita de los últimos papas: Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el papa Francisco, jesuita y franciscano de corazón. Todos ellos están empeñados en la presencia de cristianos en Tierra Santa, tarea árdua.

El Statu Quo de funcionamiento de las iglesias cristianas en el Santo Sepulcro hace que los oficios de Semana Santa se celebren por la mañana, a las 8 horas. Son largos y duran tres horas, como todo rito en Oriente. Trataremos de sobrevivir en el intento. El Statu quo derivó de un firmán (decreto) del sultán otomano Osman III en 1757, dictado como consecuencia de unas importantes revueltas que hubo en la Semana Santa de ese año en la Basílica del Santo Sepulcro. Se estableció la división de la propiedad y las responsabilidades de varios lugares sagrados cristianos. La llave de cierre y apertura de la basílica la guarda un musulmán.

El edículo que alberga la tumba donde estuvo depositado el cuerpo muerto de Cristo es del siglo XIX y la fila para besarlo suele estar muy concurrida. Está en manos de los ortodoxos griegos, que llevan la voz cantante. Detrás está en breve espacio de los coptos. El Santo Sepulcro se encuentra en la cima del Gólgota, uno de los doce montes que contiene la ciudad de Jerusalén, donde crucificaron a Cristo. Las cuestas en esta ciudad derrengan a los mayores e impedidos.

El Cenáculo es otro lugar santo, venerado especialmente estos días; allí se instituyó la Eucaristía. Un cenotafio construido por los franciscanos conmemoraba cerca de allí la tumba del rey David, en el monte Sión, no lejos de la iglesia de la Dormición de la Virgen, hasta que fue expropiado por el gobierno de Israel por ser la "tumba de David" (algo no probado) y ahora ambas partes andan en pleitos. Los judíos son duros de pelar, menos mal que los franciscanos son resistentes y resilientes.

Tierra Santa es lugar codiciado por la piedad, los afectos y la historia de distintas comunidades. Nadie se libra de su deseo de estar en ella. Lo cierto es que los arqueólogos no se ponen de acuerdo a la hora de fijar esa tumba de David, máxime, cuando los cruzados  pusieron el cuerpo de rey judío en un gran sarcófago de piedra, construido especialmente para ese propósito, y que descansa allí (¿donde?) desde el siglo XIV. Hoy el edificio del Cenáculo es administrado por la organización Diaspora Yeshiva, propiedad de del Estado de Israel. El pleito sigue adelante.

    Hay dos santas palestinas, religiosas canonizadas en 2015: Maria Alphonsina Ghattas y Mariam Bawardy. En 1993, el Estado Vaticano reconoció al Estado Palestino. La presencia en Tierra Santa es laboriosa y hay que estar al pie del cañón.

Más información

https://es.israel21c.org/10-sitios-cristianos-para-visitar-en-semana-santa/


Entrada a la basílica del Santo Sepulcro. Jerusalén

Limpieza y renovación del Santo Sepulcro

lunes, 6 de noviembre de 2017

Jerusalén, Una ciudad para el culto cristiano copto armenio, melquita, ortodoxo o católico




 Cúpula y Santo Sepulcro



Julia Sáez-Angulo

            06/11/17 .- JERUSALÉN.- Jerusalén es la ciudad con más variedad de cultos cristianos en sus basílicas, monasterios, conventos, abadías e iglesias. Coptos,  armenios, melquitas, ortodoxos, siriacos, arameos, greco-latinos, protestantes o católicos despliegan su singular liturgia para alabar y adorar al Dios uno y trino, en medio de unas ceremonias en las que los ornamentos sagrados de sus sacerdotes, amén de los tocados, cruces, lámparas e incensarios, constituye una riqueza ritual y estética, que se pierde en una tradición que llega hasta el primer siglo del cristianismo.

            Los peregrinos pueden disfrutar de esa riqueza y espectáculo litúrgico en una situación de práctica simultaneidad, pues pasada la primera sensación de perplejidad, resitúa a los peregrinos en el lugar sagradoen que se encuentran: Jerusalén, la ciudad santa, no solo para los cristianos, sino para judíos y musulmanes.

            La presencia de las banderas en los tejados o símbolos cristianos ayuda a identificar la custodia respectiva de los lugares. Además de la bandera de Israel con la estrella de David, que lleva seis puntas en los edificios oficiales, ondean la amarilla y blanca del Vaticano, con la tiara y las llaves del Papa en el escudo, o la griega de rayas azules y blancas que señala los lugares santos de la iglesia nacional griega ortodoxa. 

               Las bóvedas doradas y acebolladas de la siglesias rusas también se hacen notorias desde lejos en el perfil de Jerusalén. Dinamarca y Suecia cuentan con iglesias de culto protestante, no lejos de la sede de los caballeros de la hospitalaria Cruz de Malta. Pese al mandato británico de primeros del XX, no se perciben iglesias anglicanas.

            La cruz de Jerusalén, con cinco cruces que simbolizan las cinco llagas de Cristo, se contempla habitualmente en los santos lugares de custodia de rito romano y latino, mientras que la cruz con el anagrama de la Teotocos en rojo, señala los lugares ortodoxos.

            Oír una misa a las cinco de la madrugada en el Santo Sepulcro, cuya custodia corresponde a esa hora a los franciscanos, es una experiencia singular, por cuanto junto al latín y la música de órgano, se escucha al mismo tiempo el canto llano, melopea particular de los coptos, que se desgañitan en una alternancia de dúo de voces. Cantar es rezar dos veces, dice san Agustín. 

Los franciscanos cuentan con una amplia capilla dentro de la citada basílica, en la que se celebran misas de rito romano para los distintos grupos de peregrinos; la reserva del Santísimo Sacramento es otra de las particularidades de esta capilla de los franciscanos que este año celebran el 800 aniversario de su presencia en Tierra Santa.

            Durante el fin de semana es tal la afluencia de peregrinos, que la basílica del Santo Sepulcro queda abierta toda la noche para poder  aliviar las enormes filas que se forman para venerar ese sepulcro en el que reposó el cuerpo de Cristo antes de su ascensión a los cielos.

            La Vía Dolorosa está siempre recorrida por grupos de peregrinos que van rezando el Vía Crucis por las distintas estaciones sagradas marcadas a lo largo de la misma. El recorrido termina junto al Santo Sepulcro, que venera los lugares del Gólgota, embalsamamiento, entierro y resurrección de Jesucristo.

            Recientemente se descubrió una tumba que decía “Jesús hijo de José”, pero tanto uno como otro nombre son tan comunes y repetidos en las necrópolis de Jerusalén, que no tienen valor reverencial alguno, respeto al lugar del Santo Sepulcro venerado desde tiempo inmemorial por los cristianos.

            Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han sido los últimos pontífices que han visitado Jerusalén y Tierra Santa y besado el Santo Sepulcro custodiado por los relieves de dos serafines de seis alas –los más altos en la corte celestial de ángeles.

Sto. Sepulcro

Armenios, recinto amurallado
dentro de la muralla jerosolimitana

            Los armenios cuentan con uno de los cuatro barrios de Jerusalén, el más pequeño –el más grande es el árabe- que viene a ser un recinto amurallado en torno a un gran convento de monjes armenios, a su vez dentro del gran casco histórico amurallado de Jerusalén, un caso histórico que apenas si ocupa un kilómetro cuadrado. El barrio armenio cuenta con un gran seminario y un parque ajardinado nada desdeñable. Los santos lugares que custodian los armenios se identifican por su particular cruz, ensanchada en las puntas.

            El mandato británico confirió un estatuto especial a la ciudad de Jerusalén, para que se respetara en ella la presencia religiosa inmemorial de los frailes, curas, popes, o patriarcas cristianos que, desde muchos siglos llevan custodiando el legado de los santos lugares referidos a la vida de Cristo. No siempre se encuentran con facilidades de las autoridades civiles israelíes a la hora trabajar, desenvolverse o tratar de adquirir más espacio para mejor recibir a los numerosos peregrinos, pese a que estos constituyen la gran fuente de riqueza y de puestos de trabajo para el país.

            El celoso estado de Israel pretende judaizar de facto el país y sus actuaciones son con frecuencia manifiestamente mejorables. El caso más flagrante es el del Cenáculo de Cristo –donde tuvo lugar la última Cena y la aparición de Pentecostés- expropiado de pronto a los franciscanos, pese a que llevan custodiándolo durante siglos. Se alega que ahí está la tumba del rey David –cosa harto discutible desde el punto de vista arqueológico- y el asunto está en los tribunales a la espera de una decisión judicial.

            Así se comprende que los musulmanes impidan las excavaciones arqueológicas en sus santos lugares. Todo es cuestión de resistencia y buen saber hacer para una convivencia respetuosa y adecuada.



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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Jerusalén, ciudad histórica santa y codiciada para las tres religiones monoteístas





 Jerusalén


Julia Sáez-Angulo


           02.11.17.- Madrid.-  Jerusalén es una ciudad histórica santa y codiciada para las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo. Todos los creyentes de las tres religiones son hijos de Abrahán, el patriarca que salió de Ur ante la llamada de Dios para que son su descendencia lo conociera y adorase como al único Dios verdadero, frente al politeísmo circundante.

            El Santo Sepulcro es el objetivo principal de los cristianos en Jerusalén; el Muro de las Lamentaciones y el Monte Sión para los judíos y la cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa para los musulmanes. En 1981 la UNESCO declaró Jerusalén como patrimonio de la humanidad.

      Aunque el gobierno israelí reside en Jerusalén, los demás países no reconocen la capitalidad política de la ciudad santa, ya que sus embajadas permanecen en Tel Aviv. el presidente norteamericano Trump prometió en su programa electoral que reconocería a Jerusalén como capital de Israel, pero no lo ha hecho y es difícil que lo haga.

            La historia ha acompañado a Jerusalén con acontecimientos de gloria y destrucción. Su templo, sus iglesias, basílicas y murallas han sido construidas y destruidas por numerosas invasiones y hegemonías. Santa Helena, la madre del emperador Constantino construyó diversas iglesias en el siglo V –el emperador la del Santo Sepulcro-, de las que todavía quedan ricos vestigios. Las invasiones de samaritanos, persas, romanos, cruzados y musulmanes destruyeron y reconstruyeron sucesivamente lo anterior.

            Jerusalén habría de ser la ciudad amurallada en la historia del pueblo de Israel, la ciudad amada por los reyes David y Salomón, la ciudad en la que habría de morir el Mesías, el Cristo, nacido en Belén y crecido en Nazaret, la ciudad desde la que habría de ascender Mahoma. 

      Los salmos de David perpetúan la admiración y memoria de la ciudad. Uno de los versículos más repetidos por los judíos es: Que se me pegue la lengua al paladar si me olvido de ti, Jerusalén; si me olvido de ti Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.


Edículo del Santo Sepulcro

Ochocientos mil habitantes

            Ochocientos mil habitantes tiene la ciudad de Jerusalén en un país, Israel, de ocho millones. Su morfología no puede ser más rica y laberíntica, al hablarnos de su historia. Decenas de conventos, iglesias, capillas, ermitas, oratorios… cristianos tejen su tejido urbano, en el que destacan sus pequeños jardines o patios ajardinados, principalmente en los conventos franciscanos, siguiendo el deseo de san Francisco de tener cercana la naturaleza. Bugambillas, hibiscos y aloes ponen color junto a palmeras, cipreses y olivos.

     Jerusalén tiene algo de mezcla de aldea y Kansas City, con casuchas de ropa tendida, bardales de ailantos silvestres y rascacielos repentinos. 

       Junto a estas imágenes, la de soldados con metralletas patrullando las calles en un país, Israel, en perpetua guerra con los palestinos.

            La ciudad se divide en barrios claramente diferenciados: el judío (renovado a partir de la guerra de 1967); el armenio, donde reside su patriarca junto a la catedral y el seminario; el cristiano, con el Santo Sepulcro y otras iglesias y el musulmán, este último con numerosos zocos, donde la higiene y la limpieza dejan bastante que desear con frecuencia.

            Ocho son las puertas que dan entrada a Jerusalén como ciudad amurallada, una de las más hermosas, sin duda, la de Damasco, al norte, apuntando hacia la capital de Siria, pero están también las de Jaffa o  Torre de David, convertida hoy en museo; la de los Leones; de Sión, frente al monte que lleva su mismo nombre; la de Dung o de sacada de basuras; de Herodes –los judíos la llaman de las flores por su ornamentación; la Puerta Nueva, construida en 1987 para la entrada de los peregrinos y Puerta Dorada o de la Misericordia, por la que algún día entrará de nuevo el Mesías, cerrada por Solimán, con un cementerio musulmán delante de la misma.

            En Israel se dice que en Jerusalén se reza, en Tel Aviv, se uno divierte y en Haiffa se trabaja. En la ciudad judía-cristiano-musulmana de Jerusalén con frecuencia se oye cantar bizantino, canto llano, canciones religiosas en distintos idiomas y al muecín desde el minarete  a las horas previstas llamando a oración a los musulmanes. 

       Nadie debe perderse un viaje a Jerusalén en su vida; una vez que se hace, el espíritu no queda indiferente. El Evangelio cuenta que Cristo lloró al profetizar que esta ciudad hermosa sería destruida, como lo fue en el año 70 por las tropas romanas de Adriano y Tito. La iglesia Christus flevit es uno de los lugares de Tierra Santa que conmemora la escena mesiánica.
        
           Una de las mejores guías de Tierra Santa es la de Florentino Díez Fernández, publicada por la editorial Verbo Divino.