Julia Sáez-Angulo
Para la historiadora del Arte, Dermis P. León (La Habana), residente en Madrid, “en Latinoamérica el arte sigue creyendo en las utopías de la modernidad, en la posibilidad de una reflexión en torno al arte de corte más vanguardista, aunque desde la tensión entre lo local y lo global” . Con estas premisas ha abordado una amplia biografía del artista Ciro Beltrán Hidalgo (Santiago de Chile, 1965), un chileno-alemán que actualmente reside en Madrid, con algunos desplazamientos puntuales a Medinaceli (Soria), donde trabajó durante el pasado verano.
En 2008 Beltrán asumió como director la Escuela de Arte de la Universidad Austral de Valdivia en Chile pero, al poco tiempo, renunció la docencia para consagrarse por entero a la pintura, instalando su taller en Madrid, con un trabajo siempre triangulado entre Chile, Alemania y España.
La obra de Ciro Beltrán se caracteriza por una abstracción en la que aparecen dibujos y algún graffiti ocasional. El autor afirma: “el lenguaje abstracto se acerca a lo primario. Como lenguaje abstracto me refiero a una forma de representar, en donde lo predominante no se la forma externa objetiva de las cosas, sino el instinto, el conocimiento ancestral de las cosas”.
En otro momento declara: “La pintura es sólo una ilustración de la existencia. No sirve de nada liberar a la pintura o su forma de expresión; lo importante es liberarse uno mismo”. Para él “la forma que adquiere lo pintado debe ser descontaminada, natural y de una ejecución cargada por la unidad de sentimiento”.
En la pasada década de los 80, Ciro Beltrán había renunciado a su comenzada carrera de Derecho por la de Bellas Artes, después de estudiar Pintura y Dibujo con Ismael Norambuena. Tras exponer en Chile, viaja a Alemania con frecuencia y en los 90 llevó a cabo un trabajo intenso de investigación en Dusseldorf y sigue viajando de continuo entre Chile y Alemania. Más adelante, Austria le invitaría a desarrollar una estancia de varios meses en el país.
Obsesivo del espacio estructural
A falta de un profundo análisis crítico, las palabras del autor ilustran profundamente su pensamiento, señala Dermis P. León en el libro biográfico: “Lo que he estado desarrollando es cada vez más abstracto y sale a partir de mi propio trabajo. Ese avanzar en mi obra es como si pintara siempre el mismo cuadro. Y la cantidad de cuadros que voy agregando es ir metiéndose cada vez más adentro de esta forma”, declara Beltrán.
Para Dermis P. León: “Ciro Beltrán es un obsesivo del espacio estructural, el espacio arquitectónico. La constante son esas formas estructurales que a veces creen ser orgánicas y que flotan sobre masas de color o que sugieren arquitecturas lejanas”. Para la biógrafa: “son como espacios arquitectónicos mentales. Tal vez como algo que está en el inconsciente y que el recuerdo lo modela en una forma abstracta”.
Ciro Beltrán fue invitado por Antonio Zaya en la madrileña feria de ARCO de 2008 a presentar un trabajo para “ARCO Latino”. Su pintura sigue desenvolviéndose dentro del gran formato. Con dibujos asociados a signos, símbolos y formas, que van definiendo un vocabulario icónico propio. Su cromatismo es vivaz y su mundo acaba por conformar unas señas de identidad muy particulares. Pintura valiente y sugerente con un lenguaje muy enraizado en el arte contemporáneo.
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