Julia Sáez-Angulo
06.02.2012.- Madrid .- Este año 2012 es el vigésimo aniversario del Museo Thyssen-Bornemisza, de la llegada a Madrid y para toda España de una espléndida colección de arte antiguo y contemporáneo que ha enriquecido las colecciones públicas en este país.
Una serie de actos y exposiciones de interés están en la programación prevista, entre ellas la inminente de Marc Chagall y la de Edward Hopper, como ha anunciado Guillermo Solada, director artístico del Museo.
“Miradas cruzadas” es uno de los proyectos que se ha abierto con la muestra “Mondrian, De Stjil y la tradición artística holandesa”, que permanecerá abierta hasta el próximo 6 de mayo. Paloma Alarco, conservadora jefe del Museo, es su comisaria y ha explicado el programa que propone montajes especiales de obras de las colecciones permanentes con el propósito de establecer un diálogo entre pintura antigua y moderna y estimular, así, en el espectador una mirada más reflexiva que pueda llevar a nuevas interpretaciones.
Neoplasticistas y pintura holandesa del XVII
La confrontación de obras se ha hecho en este caso con “Composición de colores/composición nº 1 con rojo y azul (1931), un óleo de Mondrian, junto al “Interior con unamujer cosiendo y un niño” (c. 1662 – 1668) de Pieter Hendricksz; la “Composición XX” (1920 de Theo Van Doesburg; la “Vista panorámica con ciudad al fondo” (1655) de Phillips Koninck y el “Estudio para composición nº7 y 8” (1917) , un gouache sobre papel de Bart van der Leck, que sigue en ritmos delinea y color los avatares lineales del paisaje. Junto a ellos, otro Mondrian: “New York City 3” (1941) , mucho más rayado en rojos azules, blancos y amarillos, del Museo Thyssen, al igual que el anterior del mismo autor.
La exposición quiere demostrar la vecindad conceptual de la pintura holandesa del movimiento De Stijl y la del siglo XVII al compartir elementos comunes como la equilibrada resolución y las familiaridades armónicas. La geometría que late detrás de ambos momentos de la pintura en Holanda.
El Museo Thyssen-Bornemisza cuenta con una buena colección de pintura holandesa del XVII y del movimiento neoplasticista del XX, que veía en su trabajo la culminación del arte del pasado.
La audacia de “miradas cruzadas” obligará al espectador a ciertos ejercicios de atención y persuasión en esta singular muestra. La pintura es un cordón umbilical desde Altamira y Lascaux hasta hoy, por lo que dentro de una misma escuela pueden rastrearse afinidades adyacentes.
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