sábado, 1 de junio de 2019

DOS HORAS CON JESÚS (CON JESÚS HILARIO TUNDIDOR, AUTOR DE “TETRAEDRO”)


                                                 
Jesús Hilario Tundidor
J.H. Tundidor

01.05.19 Madrid .- Jesús Hilario Tundidor, poeta zamorano nacido el 22 de junio de 1935 y casado el 13 de Enero de 1961 con María Rosario Silva, me recibe, a mediodía del viernes 25 de abril de 2019, en su casa de la Ronda de Segovia de Madrid, cerca de la Puerta de Toledo. Recuerdo que, cuando le conocí a primeros de Octubre de 1974 en Salamanca, leyendo nuestros poemas en el Aula Fray Luis de León y en el Aula Salinas de la Universidad, vivía en Zamora en la calle de Santa María y llevaba un sombrero de ala ancha.
Me recibe con dos muletas y su perrito zascandileante. El perro es la mascota del poeta y de su esposa Charo. Las muletas las precisa porque el día anterior ha sufrido una aparatosa caída en su propio hogar, a consecuencia de lo cual muestra una gran herida en el brazo izquierdo.
Nos sentamos en su despacho y me dice:
-Dame cinco duros y llévate ese libro.
Al final el amigo Tundidor me rebaja o anula el precio y me regala el libro, y además me lo dedica, resultando ser una preciosa publicación en piel, color rojo, en edición no venal, de la Junta de Castilla y León (Consejería de Cultura y Turismo/Fundación Jorge Guillén). Es un obsequio que aprecio muchísimo, primero por reunir los versos de “Tetraedro” del año 1978, segundo porque es de alabar que las comunidades autónomas se ocupen de la poesía y no solo pugnen por dotar premios de poesía o de otros géneros que, gracias a la intervención nefasta de jerifaltes de la cultura al estilo falangista con el apoyo de editores y otros personajes bien conocidos, son otorgados mediante el sistema no de plica sino del amiguismo, la recomendación o el concordato civil entre determinados benefactores de autores del nihilismo, lo cual sirve de poco seguir denunciando, aunque lo sigamos denunciando y lo haremos en cualquier escenario.
Y ya entramos en materia. En la calle de Toledo, en la Ribera de Curtidores y en la Plaza Mayor azota un sol de justicia, propio del mes de agosto, y por ahí pasean los turistas, los madrileños de toda la vida y los forasteros, incluidos subsaharianos, que han sido bien acogidos por la ciudad. El día parece pródigo en actos literarios, no en vano se avecina hoy mismo, La Noche de los Libros. Por la mañana Cedro ha concedido su Premio Anual a la periodista/locutora Pepa Fernández, con asistencia de interesantes protagonistas del mundo cultural y literario al acto y cóctel (con buenas viandas) en la sede del Instituto Cervantes. La tarde nos ha anunciado la presencia de la poeta Ida Vitale, reciente Premio Cervantes de Literatura, en la sede del Instituto de México en España. Ah, que México se escribe con equis, no con jota como seguimos viéndolo por ahí. Más tarde se inicia el III Torneo de Dramaturgia en el Teatro Español, Sala Margarita Xirgú, con la puesta en escena o, mejor dicho, torneo de lecturas en cuadrilátero, de las obras de Guillem Clúa y Pilar G. Almansa, G. de González, no de García, todos ellos presentados por la divertida Lucía Miranda y la dirección artística de Miguel Cuerdo, haciendo “una apuesta por la transmisión de valores, la meta más importante de la Cultura, lo único que puede salvar a esta humanidad de las fauces de un sistema que no la tiene en cuenta”, según escribe Carme Portaceli, además de toda la grandísima programación teatral de la capital de España y, por supuesto, las dos horas nocturnas de jazz en el Café Central cerca de la Plaza de Santa Ana, donde se encuentra la estatua de Federico García Lorca con una paloma en las manos, en el mismo lugar en que antes algún edil graciosillo o torero/político aspirante a ser diputado había colocado un toro de lidia en elegante pose y todo como los que hacen las delicias del personal en la Plaza de Toros de las Ventas cuando dejan el albero cubierto de sangre.

Y en ese momento es cuando Tundidor me dice que él no envío su libro “Junto a mi silencio” a concursar en el Premio Adonáis 1962. “Fueron Charo y Pedro sin decirme nada”. Suponemos que se refiere a Pedro Hilario Silva quien, precisamente en el libro regalado, dejó escritas unas interesantes notas sobre la obra de nuestro autor: “La vida de Jesús Hilario Tundidor se ha edificado en inmensas ediciones vitales ante la realidad y el mundo, la participación en la vida misma y la subjetividad de su pensamiento, siempre en planos líricos de verdadera poesía compartida”. Enseguida hablamos de su eterno amigo, Claudio Rodríguez, para quien sólo tiene palabras de alabanza. Ante mi sorpresa recita de memoria poemas casi enteros de Claudio, recordando como “Don de la ebriedad” fue en su momento, o sea en el año 1953, cuando el autor apenas había cumplido los 19 años, pues nació en Zamora en 1934, una noticia deslumbrante para la poesía escrita en español siendo, según Tundidor, este de los mejores poemarios de su amigo, pese a ser el primero. Efectivamente de “Don de la ebriedad” se ha escrito que en él se destaca “la magia y el lenguaje, que roza el misterio y conjuga fervor y enigma, que eleva líricamente la realidad más prosaica y cotidiana en hermosas reverberaciones y que, sobre todo, seduce por una asombrosa andadura rítmica”. Versos de Claudio Rodríguez como “Yo me pregunto a veces si la noche/se cierra al mundo para abrirse o si algo/la abre tan de repente que nosotros no llegamos a su alba, al alba al raso/que no desaparece porque nadie/la crea: ni la luna, ni el sol claro”, quedan en el ambiente y parecen impregnar los libros que, en el caso de los hogares de Félix Grande, Luis Rosales, Luzmaría Jiménez Faro, llenan paredes, estanterías, mesitas, pasillos. Comentamos también la buena labor lírica del zamorano, este de Brime de Sog, que es además catedrático de Sociología: Octavio Uña Juárez y que en su poemario titulado “Puerta de salvación”, publicado por Víctor Pozanco, de quien luego nos referimos, en su Biblioteca CYH (Barcelona 2008), escribe: “¿Dónde el amor? ¿Dónde el marfil?,/oros, caobas, mareperlas y ónices/ponen pies a su estatua?./¿Cuál es su seno, su faz o su pentélico signo?/Dicen viene en la mar y el mar lo lleva”. Hablamos después de los largos años en que hemos coincidido en actos diversos, lecturas, homenajes, encuentros literarios (como aquel convocado por la Asociación Colegial de Escritores de España, ACE, en León donde pasamos ratos agradables con Antonio Pereira, Juan Carlos Mestre, Rogelio Blanco, Ana María Navales y su esposo “Johny”, nuestro amigo Rafael de Cózar Sievert (“Cubre la ciudad un mando de ceniza”), que falleció en un incendio en su casa junto a sus libros, Andrés Sorel, Paula Izquierdo…, amén de tratar de indagar el lugar exacto en que se encontraban unas mazmorras donde, nos dijeron, estuvo preso Francisco de Quevedo y Villegas por su lengua larga). Y salen a relucir tertulias y poetas como José Luis Cano que con tanto ardor dirigió las de la Casa del Libro, frente a la Telefónica, y después en la calle del Carmen y, al final, en el Café del Prado, cerca del Ateneo y del Teatro Español, y surge el nombre de la cordobesa de Lucena, buena amiga también y admiradora de Cano, Leonor Barrón que vivió en una histórico piso de la calle Veneras, el cual fue habitado en su día por el propio Rubén Darío como reza en la fachada y donde en varias ocasiones nos reunimos con otros poetas, una de ellas con Rafael Soto Vergés. De Barrón recuerdo un verso de su libro “Sobre palomas y tus manos”, que dice: “…¿qué es el hombre si le arrebatan la palabra?”. Entonces sale a relucir también nuestro amigo Mahmud Sobh (“Pensar es soñar”), poeta palestino, que fue finalista en 1975 del Premio “Álamo” con el “Libro de las kasidas de Abu Tarek”, Abu Tárek es su hijo. Sobh fue expulsado por Israel, junto con toda su familia, en 1948 cuando tenía doce años, de su casa de Safad de Galilea y terminó siendo conductor de autobuses en Damasco al tiempo que aprendía español, estudiaba en la Universidad. Vino a España en 1965 con una beca para realizar su Tesis Doctoral sobre la poesía clásica andalusí. Al final consiguió la Cátedra de Estudios Árabes e Islámicos en la Complutense, además de ser profesor de la Escuela Diplomática. Cuando yo venía de Israel, fundamentalmente invitado por mi amiga Margalit Matitiahu a quien conocí en Estambul y por el universitario y diplomático (fue profesor en la Universidad de Haifa y Embajador de Israel en Oslo), tras haber participado en los encuentros en torno a Paz y Literatura en Maghar de Galilea le solía decir, a Mahmud, que había pasado por Safad hasta que un día me dijo que no se lo comentara más porque se iba a su casa llorando. Sobh quiso viajar a su tierra en varias ocasiones, incluso con un pasaporte diplomático expedido por el Ministro Moratinos, y no consiguió el preceptivo visado de las autoridades Israelíes. A mí me animó en varias ocasiones a aprender el árabe. “Yo te lo enseño en seis meses”. Con dos idiomas y una licenciatura o doctorado se puede acceder a la Carrera Diplomática y yo cuando conocí a Mahmud sólo tenía 29 años. El 1975 el Premio Álamo de Poesía lo consiguió Miguel Fernández, de Melilla, con “Eros y Anteros” que luego fue Premio Nacional de Poesía. En 1976 el galardón fue para Leopoldo de Luis con su becqueriano libro “Otra vez con el alma en los cristales” y el finalista el sevillano de Espartinas José Luis Núñez, con el que sólo hablé por teléfono aunque tengo un libro suyo y que falleció muy joven. En ambas ocasiones di cuenta de ello como corresponsal del diario “Informaciones”, enviado por el excelente periodista que fue Pablo Corbalán.
Mi visita a Tundidor obedece al deseo de un buen editor, no comerciante, que pretende publicar en una revista que él mismo sufraga y regala a sus amigos, (cosa bien rara en este mundo mercantilista y asqueroso), un par de poemas inéditos del amigo Tundidor y que pretendo ayudar a imprimir puesto que el ratón de su ordenata va por libre y no nos deja escribir los versos del creador zamorano. Al final lo resolvemos copiando uno de ellos en la memoria de mi pequeña Canon Ixus 160, que suelo llevar conmigo como otros llevan el paquete de cigarrillos o el periódico Marca, culmen de la cultura nacional. El otro poema al fin lo copio a mano, exactamente como desea el poeta, en mi libreta de bolsillo. Ambos poemas ya están en manos del magnánimo editor, con el cual y con otro creador y sociólogo, estamos preparando además una serie de homenajes a poetas y creadores de cierta edad cuyo primer homenajeado es, precisamente, Tundidor. Acto que tendrá lugar el sábado 1º de Junio en la famosa Taberna El Alambique de Madrid. Que todo hay que decirlo.
Ya tenemos en las manos “Tetraedro”, con una bonita dedicatoria, y el autor me recuerda que el libro fue publicado por la Editorial Anthropos/Ámbito Literario en  1978 en Barcelona. Ámbito Literario fue una editorial creada por el traductor y también creador y poeta Víctor Pozanco, que llego a publicar decenas de títulos, creó el movimiento del Resurgimiento, del que hizo dos interesantes antologías, y posteriormente la vendió a Anthopos, Editorial del Hombre, que no liquidó ningún derecho de autor a los titulares de las obras. Varios títulos de la literatura universal fueron vertidos a nuestro idioma por Pozanco de John Donne, Charles Dickens, Samuel Beckett, Anthony Burgess (el autor de “La naranja mecánica”), James Joyce, Margaret Atwood y los títulos que valieron a Nadine Gordimer el Premio Nobel de Literatura.
La vida de Jesús Hilario Tundidor a quien se le concedió el Premio Castilla y León de las Letras en 2013 ha girado en torno a la enseñanza y recuerda su emoción al ir viendo las diversas ediciones de sus versos: “Las hoces y los días”, publicado por la Editora Nacional cuando, en 1966 era una editorial potente que sólo editaba a autores importantes, el libro “En voz baja”, que obtuvo el Premio Álamo de Salamanca en 1969, de la mano del inquieto José Ledesma Criado, “Pasiono” que seleccionó la Institución Fray Bernardino de Sahagún del CSIC, libros de la que él considera su primera época. De la segunda destacamos: “Libro de amor para Salónica” (Diputación de Zamora 1980), “Repaso de un tiempo inmóvil” en la Colección Esquío, 1982, “Mausoleo” que Juan Pastor incluyo en su colección Devenir en 1988, “Construcción de la rosa” (Libertarias/Prodhufi, 1990), “Tejedora de azar” en la “Fundación Jorge Guillen”, 1995, “Las llaves del reino” (Hiperión 2000), “Sendas” en edición bilingüe Colección Tierra-Terres, Cléry-Saint-André Paris, 2007 y “Fue” (“Cálamo”, Palencia 2008). La serie de premios, distinciones, traducciones, antología impresiones en revistas y libros colectivos es importante como también lo es su comparecen en encuentros, congresos, tertulias, conferencias y manifestaciones culturales diversas y la dedicación a su obra por parte de autores como Gonzalo Santonja, Jaime Siles, Gabriele Morelli, José María Balcells, etcétera. Casi terminado el tiempo reglamentario de visita paso al salón y allí mismo, o de camino, voy re-conociendo fotografías de tiempos idos con poetas, amigos, hijos, esposa. En alguna de ellas advierto imágenes cuantiosas como las de Luis Felipe Vivanco, Gerardo Diego, Luis Jiménez Martos, Claudio Rodríguez, algunas féminas que no llegué a conocer, el poeta de Priego de Cuenca Diego Jesús Jiménez, del que en su antología poética “Escombros de la luz” (Fundación Centro de Poesía José Hierro, 2010) leemos: “Toda existencia anida en el espejo/de su propia mirada”.
Como ha vuelto Charo de pasear al perrito y se hace tarde sólo nos queda recordar la cita para la reunión-homenaje y leer un poema del precioso libro que me llevo gratis con agradecida dedicatoria. El poema final de “Tetraedro” se titula “Serena luz vacía (II)” y de él nos quedamos con una preciosa estrofa:
                                   “Árbol de la verdad: cierra
                                    tus ramas. Si el sol así esplendiese
                                    no día, sino puro
                                    pensar fuera
                                    el diluyente albor de la alegría”.
Surgen entre los recuerdos las figuras de Gerardo Diego al que acompañaba en sus paseos por Salamanca, las de Pilar y José Ledesma, Luis Rosales, Alfredo Pérez Alencart, Leopoldo de Luís, Carmen Conde. Otros días en León, en Zamora, la poesía envolviendo la poesía. Eso siempre.

Manuel Quiroga Clérigo, Majadahonda, 1º de Mayo de 2019. Día del Trabajo.
                                   


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