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jueves, 2 de junio de 2022

50 años del "Mural de los Cabreros" sobre el episodio cervantino, en un Hostal de Villacastín

Don Quijote y Sancho Panza (Wikipedia)
Carmen Valero, artista y crítica de arte


Carmen Valero Espinosa

2/6/22.- Villacastín. Segovia.-  He vuelto a ver el Mural de los Cabreros en el antiguo Hostal San Sebastián de Villacastín (Segovia), que realicé junto al pintor Daniel Quintero hace cinco lustros, cuando yo contaba con 26 años.  El Hostal quedó descolgado de la carretera general, al construirse la autopista, y el negocio hostelero se vino abajo.
    El hecho de que haya pasado medio siglo y siga allí impecable y apreciado por los dueños me conmueve, sobre todo de Tomasa García Martín, que sigue residiendo en el antiguo hostal. Me recuerda el viejo dicho latino: vita brevis, ars longa. La vida es más breve que el arte, porque éste se prolonga en el tiempo. Algunos de los once hijos de Antonio García Martín, dueños del hostal han fallecido, pero otros siguen viviendo y recuerdan el tiempo en que se hizo aquel precioso mural de cemento que permanece con la fuerza de le da el cemento.
    Los recuerdos iban y venían sobre aquel verano de los 70, a medida que contemplaba el mural y resonaban en mí algunos párrafos del episodio cervantino sobre la Edad de Oro:
    Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. 
    Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia (…) Del  capítulo XI del libro "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha"
 José Antonio García Martín, uno de los once hermanos, era buen amigo mío y en su finca de la sierra abulense, al lado de la que poseía Conchita Piquer, conversábamos mucho de filosofía de la vida y la existencia. Él era un buen pensador, amigo del profesor don Enrique Tierno Galván, entonces profesor en Salamanca y, curiosamente, yo lo era también del hijo del viejo profesor. Nos veíamos en Madrid. 
    Un día, José Antonio se puso a recitarme en voz alta el episodio de los Cabreros, en la parte en la que Don Quijote alaba la edad dorada, en la que todo llegaba de forma fácil e igualitaria a los hombres. Mi amigo era visionario y muy sensible al deseo de igualdad y superación de todos los ciudadanos. Sabedor de mis estudios de arte en la Escuela de Fomento de las Artes me dijo de pronto:
-¿Por qué no haces un mural sobre este tema cervantino?
    No lo dudé ni un momento y le dije que sí, porque tenía conocimiento y experiencia de murales en cemento, aprendido en la Escuela y llevados a cabo en Inglaterra (más tarde también en Cataluña). Cuando llegué a casa, se lo comenté a mi hermana Cuqui, que entonces salía con el pintor Daniel Quintero (Málaga, 1949), que “apuntaba maneras” de llegar a ser un gran artista. Lo comentamos con él y se ofreció a hacer los bocetos; yo sería la realizadora libre de los mismos con un criterio amplio. Manos a la obra. Para representar a Don Quijote, le pedimos que posara Florencio Becerril, un vecino al que siempre que pasaba por nuestra casa le ladraba nuestro perro Churi.
    -Florencio es tan delgado que solo tiene huesos y Churi se relame de pensarlo, decía mi padre con humor.
    Para el personaje de Sancho Panza, Quintero me hizo posar a mí -yo entonces estaba rellenita- y quiso tomar mis rasgos de modo inicial. Yo guardo con todo celo y aprecio este boceto que él me regaló, además de un precioso aguafuerte suyo.
    Terminada la realización del mural, totalmente por mi parte, Daniel Quintero aplicó algunas manchas de color sobre los personajes.
    Junto al mural coloqué un cuadro con el capítulo del episodio de los Cabreros, escrito con letra artística sobre pergamino, para que los huéspedes del comedor pudieran recordar mejor el capítulo quijotesco, cuadro que también permanece en el antiguo edificio.
    Así fue como surgió aquel Mural de los Cabreros en el Hostal San Sebastián de Villacastín. Fue hace medio siglo, cuando yo contaba con 26 años, recibí un encargo de J.A. García Martín y lo compartí con un pintor emergente, Daniel Quintero, que llegaría a ser cotizado artista, pues expuso, primero en la galería Juana Mordó y después en la Marlborough. Aquel mismo verano de 1970, el pintor realizó un retrato del dueño del Hostal San Sebastián, que ha expuesto en algunas de sus exposiciones retrospectivas, como la de Ávila.
    El Mural de los Cabreros en Villacastín sigue incólume -el cemento es eterno-, para mi satisfacción y la de sus propietarios. Tomasa García Martín me dijo que un norteamericano le había ofrecido comprar el mural, pero ella le dijo que no estaba en venta.
    Ahora veraneo en Puente Viejo (Ávila), no lejos de Villastín, y procuro visitar mi mural cada año.

Más información

Casa de veraneo en Villacastín (Segovia) de la familia Valero Espinosa, durante muchos años (Foto May Pire)



miércoles, 20 de febrero de 2019

Los dibujos de Daniel Quintero llegan a Centro Sefarad-Israel


Desde el 28 de febrero al 29 de marzo,
  
El artista español expondrá sus dibujos en la muestra “Entorno”, en la que el retrato tendrá un especial protagonismo

 Retrato de la esposa, or Daniel Quintero
Bendahan, por Daniel Quintero


L.M.A.

20 de febrero de 2019.- Madrid .- El pintor español Daniel Quintero es considerado uno de los artistas judíos más relevantes de nuestro país.  Sus obras han sido expuestas en la Galería Marlborough Fine Art de Londres, en la Marlborough Gallery de Nueva York o en la Fundación Botín de Santander, entre otros espacios.

Ahora llega a Centro Sefarad-Israel con una muestra titulada “Entorno”, en la que se exhibirán un total de 25 dibujos. La mayoría de ellos son retratos, aunque también tendrán presencia los paisajes. La muestra analiza la visión del autor sobre el entorno que le rodea,: personas, espacios y lugares.

En palabras de Quintero “en esta muestra el dibujo se construye desde un punto inicial de arranque que parte del interior de las formas. Elegido este punto se van formando conexiones visuales, alturas horizontales y verticales que se van uniendo entre sí con la aplicación de medidas puntuales y en todas direcciones, todo ello en pequeños espacios bien coordinados entre sí. Estas relaciones matemáticas y geométricas dibujan expandiéndose el contorno del cuerpo a visualizar proyectando así la belleza de sus formas exteriores



Entorno. Dibujos de Daniel Quintero.Centro Sefarad-Israel. Calle Mayor, 69. Madrid
Del 28 de febrero al 29 de marzo.
Horario:
De lunes a jueves de 10:30 h. a 14:30 h. y 15:30 h. a 20:00 h.
Viernes de 10:30 h. a 14:30 h.

lunes, 11 de febrero de 2013

Carmen Valero y Daniel Quintero: Mural de Don Quijote y los cabreros en Villacastín

Carmen Valero (Foto: María José)
 Villacastín (Segovia)


Julia Sáez-Angulo
         11.02.13 .- MADRID .- Carmen Valero Espinosa y Daniel Quintero fueron los autores del mural “Don Quijote y los cabreros” en el Hotel San Sebastián de Villacastín (Segovia). La obra, firmada por ambos artistas en 1970, es el orgullo de los propietarios, que hicieron el encargo en su día a Carmen Valero, cuya familia veraneaba habitualmente en Villacastín. Hoy Tomasa García Martín una de los propietarios lo muestra con orgullo a los visitantes.

         “Hubo americanos que nos lo quisieron comprar en su día”, dice con orgullo Tomasa García, una de las propietarias del restaurante San Sebastián, hoy varado en la antigua carretera general, desde que se abriera la autopista hacia Madrid y La Coruña. “Fue una catástrofe la autopista para nosotros, obra de los politicastros”, dice Tomasa sin resignación.

         Volviendo al mural, que representa la célebre arenga de Don Quijote de la Mancha a los cabreros en presencia de Sancho, Carmen Valero Espinosa (Madrid, 1944) recuerda ante la presencia de Tomasa, como se estropeó las manos con el cemento, tierras y pigmentos que se utilizaron en el mural, conocimientos adquiridos por la artista en la Escuela Fomento de las Artes, FAE, en la calle Presidente Carmona de Madrid, donde estudio con colegas como Carmen Lastra e Isabel Gemudio. La farmacéutica de Villacastín, María Ángeles Ferrari, corrobora la afirmación de aquel trabajo ímprobo de Carmen Valero y Daniel Quintero. 
    Valero guarda el boceto de Sancho Panza en un gran rollo de papel de estraza, porque Quintero se inspiró en ella para la cara de Sancho

         "El encargo de la familia, concretamente de José Antonio García Martín, un pensador, el mayor de los once hermanos que se hicieron cargo del establecimiento, fue a Carmen Valero, buena amiga de la familia. La elaboración de la idea se gestó en numerosas conversaciones entre ambos, debates en la finca de la familia en plena sierra segoviana, sobre la idea de compartir las cosas en la tierra, elucubrando sobre la justicia social entre los hombres.

Grabado de Don Quijote y los cabreros

Siguió la idea de compartir la realización del mural con Daniel Quintero (Málaga, 1944), residente en Madrid y entonces amigo de su hermana María Luisa Valero, también artista y del que tenía excelentes referencias, a través de las obras que exponía en el estudio de decoración de Eleuterio Martínez, en la calle Altamirano de Madrid, donde trabajó María Luisa y frecuentaba el profesor de Bellas Artes Amadeo Roca.

         Valero y Quintero concibieron el mural y se pusieron manos a la obra. La obra mereció grandes elogios por los numerosos clientes del restaurante. Carmen Valero añadió en la pared siguiente un gran papiro con el episodio cervantino escrito en letra artística, alusivo al capítulo de los cabreros. Cuadro que todavía se conserva en el antiguo restaurante.

         Carmen Valero había ya realizado varios murales y vidrieras en los conventos de santa Joaquina Vedruna en Stratford-upon-Avon y en el Mount Carmel de Wilbledon (Inglaterra), en colaboración con la artista inglesa Eileen Graham y María Antonia Badía Santacana durante los años 60. 
         El padre de los once hermanos García Martín, propietario del Hostal San Sebastián, terminó sus últimos años en silla de ruedas por una enfermedad neurovegetativa y fue retratado por Daniel Quintero. El retrato se ha expuesto recientemente en el palacio de los Serranos en Ávila. Figuraba con el título de su lugar de nacimiento como “Un hombre de Maello”, pueblo en la provincia abulense.

Carmen Valero (Foto María José)
        
Carmen Valero, abogado (2021), retrato a plumilla por Juan Jiménez

         

martes, 8 de febrero de 2011

Centenario del Museo Sefardí en Toledo




Julia Sáez-Angulo


Situado en la antigua y hermosa sinagoga del Tránsito en Toledo, el Museo Sefardí (1911-2011) celebra este año su centenario y recuerda al marqués de la Vega Inclán, precursor del turismo en España, que tomó la histórica ciudad de Toledo para su proyecto, junto a un grupo de intelectuales como Cossio, Zuloaga o Azorín. Todos ellos potenciaron lugares como la llamada casa del Greco y o el Museo Sefardí como atractivos cultuales.

Santiago Palomero Plaza, director del Museo Sefardí, recuerda como esos hombres “habían tejido unas urdimbres, en las que luego otras tramas, como las del mexicano Alfonso Reyes o el joven Américo Castro, harían brillar en la ciudad la conocida como Edad de Plata de la cultura española”.

Toledo ha querido presentarse siempre como la ciudad de las tres culturas: cristiana, islámica y judía, a lo que Palomero matiza: “La lección de tolerancia medieval y de mudejarismo cultural que dio al mundo Toledo en la Edad Media (cuya máxima representación es el propio edificio que alberga el museo, la Sinagoga del Tránsito) no debe quedar como simple referencia de un pasado mítico englobado erróneamente en el mito de las Tres Culturas idílicas que algunos han pintado para consumo indiscriminado de masas”.

“Muy al contrario, ese fenómeno de aculturación mutua entre una mayoría dominante y dos minorías, debe permanecer hoy como una lección hodierna”, añade el director del Museo Sefardí, entidad que alberga interesantes piezas arqueológicas de la arquitectura y bienes muebles como “menoras” o candelabros de siete brazos, portarrollos de la ley, estrellas de David, joyas sefardíes y cuadros de distinta procedencia como el retrato de Ha Levi, célebre rabino toledano, que da nombre a una calle de la ciudad imperial de Carlos V.

El citado retrato es obra del pintor español Daniel Quintero, judío converso, que expone en la célebre galería Marlborough. La figura está resuelta en una suerte de gran dibujo pigmentado en rojo, en el que la cabeza tiene una resolución formal figurativa más hecha que el resto. El museo cuenta también con una pintura bajo cristal de Letizia Arbeta, que ha recreado en esta técnica, numerosos pasajes bíblicos del Antiguo Testamento.


Fondos incorporados a “Judaica Europeana”

Los fondos del Museo Sefardí, que fue dirigido durante muchos años por la conservadora Ana María López Álvarez, se han incorporado a la “Judaica Europeana”, por lo que libros, manuscritos y documentos en lengua hebrea y sefardí, o vinculados con la cultura judía del museo, podrán ser consultados en esta red.

Las ciudades de París, Berlín, Amsterdan, Francfurt, Londres o Jerusalén, entre otras, cuentan con espléndidos museos sobre el mundo judío, que también se han incorporado a la “Judaica Europeana”.

El Museo tiene previstas actividades como un curso sobre moriscos, coordinado por Alfredo Mateos Paramio y seguir con su serie de “hombres justos”, invitando a personalidades destacadas que tengan relación con el mundo histórico o los contenidos que alberga el museo.

El Museo Sefardí de Toledo se encuentra no lejos de la Casa del Greco y cerca de una de las hoces del río Tajo, un río que perfila la morfología de la bella ciudad de Toledo.