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lunes, 8 de mayo de 2023

CRÓNICAS ESCURIALENSES. Cesar Casanova Martínez-Pardo, restaurador de los frescos de Luca Jordano y Luca Cambiasso. Dirigió la limpieza de la fachada del Patio de Reyes

“El ingenio y la fuerza de los sótanos del Real Monasterio es digno de subrayar”

César Casanova ante "El Calvario"


César Casanova, con dos amigas, ante el Calvario

Julia Sáez-Angulo

Fotos: Mario Saslovsky

7/5/23.- El Escorial.- César Casanova perteneció al Ejército de Tierra Cuerpo de Ingenieros de Armamento y Construcción. En 1999, a punto de ascender a teniente coronel, pidió voluntariamente la reserva y, concedida, se sumó a la empresa familiar de Rehabilitación y Restauración Lago-Vello, fundada por su esposa Lola Rodríguez, en la que trabajaba un amplio equipo de empleados y colaboradores, todos ellos licenciados en Arte y otras disciplinas. La empresa abarcaba tres ámbitos: Rehabilitación y Limpieza de Fachadas, Interiores y Pintura Artística. Casanova es experto en Rehabilitación y Restauración de elementos ornamentales y decorativos en edificios y espacios singulares de interés histórico artístico.

Por sus manos y las del equipo ha pasado la restauración y limpieza de numerosos frescos, cuadros y edificios histórico artísticos de toda España: Madrid, Toledo, Bilbao, Las Palmas, Santander, Soria, Peñafiel, Plasencia, Cuenca, Chivilcoy en Argentina… Y entre otros monumentos madrileños: el palacio de la Moncloa, el Real Monasterio de El Escorial, más concretamente la fachada del Patrio de Reyes, las cúpulas exteriores, las bóvedas interiores o las pinturas al fresco de la basílica yo la gran escalera de Luca Cambiaso y Luca Giordano, así como el Cristo de Cellini. El paso y la estancia diaria por el monasterio filipino es algo que no ha olvidado “porque se marca en la memoria”. Iba y venía al Real Sitio todos los días para supervisar los trabajos.

También hizo un estudio profundo, que le llevó un año, del cuadro “El Calvario” de Rogier van der Weyden, verdadera joya del Monasterio, antes de emprender la restauración y limpieza del mismo, pero quedó suspendido tras el cambio político en la gobernanza, algo que sucede en España con lamentable frecuencia. Con el tiempo, la restauración de “El Calvario” se llevó a cabo por el equipo del Museo del Prado, que seguramente no prescindió del estudio previo.

César Casanova Martínez-Pardo (Madrid,1951) ha visitado recientemente la instalación específica que el Real Monasterio ha dispuesto para el célebre cuadro de “El Calvario” (1457-1464) de Rogier van der Weyden (1399-1464), óleo sobre tabla de grandes dimensiones (323,5 x 192 cm), al que se conoce como El Calvario de El Escorial, La Crucifixión de Scheut o el Cristo crucificado entre San Juan y la Virgen. A Rogier van del Weyden se le conoce también como Rogier de la Pasture.

    El cuadro, afortunadamente no pasó a nuestra primera pinacoteca en Madrid, sino que regresó a Patrimonio Nacional, al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y hoy se exhibe, en una estancia especial, museística, bien vigilado, en la planta baja, junto a las pinturas de otro gran artista, Navarrete el Mudo, copista además de las dos figuras del Calvario: la Virgen María y San Juan Evangelista, ambos al pie de la cruz.

    En esta ocasión, Casanova iba acompañado, además de su esposa, de amigos del mundo del arte: el empresario mecenas Mario Saslovsky y su esposa, la pintora Adriana Zapisek, ambos argentinos y “escurialenses de pro”, a juzgar por sus continuas visitas al Real Sitio, en un recorrido sucesivo por sus lugares históricos y gastronómicos, el más reciente: el restaurante Cava Alta, situado en las Cocheras Reales.

    Casanova, después de bien observar “El Calvario” expuesto y estudiar las explicaciones de lo llevado a cabo, en un video previo a la visita, se siente satisfecho con la restauración, aunque finalmente no pasara por su equipo. Se fija también en las dos radiografías previas, anverso y reverso, que se hicieron del lienzo y se muestra en el mismo ámbito.

    “Es una obra maestra. Una espléndida adquisición de Felipe II, el gran monarca coleccionista de arte. “Un cuadro magnífico de composición y color, con unos blancos soberbios, que se encontraba un tanto deteriorado”, comenta Casanova, sin dejar de mirar la pieza. Las figuras del cuadro son casi relieves. La tabla de roble báltico se restauró entre 2011 y 2015, cuando se le retiraron los retoques sucesivos y las capas de continuos barnices que la habían oscurecido.

    “La pintura flamenca es clave y cabeza en la pintura europea”, añade Casanova. “Los nombres de los flamencos Rogier van del Weyden, Jan va Eyck, Hans Memling, Hugo van der Goes, Robert Campin o Jeronimus Boch, El Bosco… fueron decisivos en el progreso de la pintura occidental, los primeros en divulgar la pintura al óleo junto al temple, sometido a largos procesos de secado. Ellos lograron unos resultados asombrosos a la hora de sacar luces y sombras en la pintura. El tenebrismo italiano no se entiende sin los primitivos flamencos. La pintura italiana es otra cosa, magnífica, pero otra estética”.

    Cesar Casanova elogia la tarea de la restauración artística, cuidadosa, lenta y despaciosa. No puede ser de otra manera, hay que atenerse a las recomendaciones y normativa de las Cartas Internacionales de Quito y Atenas, entre otras. “La restauración ha de ser siempre respetuosa con el autor y reversible en el tiempo. No se puede ni debe pintar más allá de lo que lo hizo el pintor en su origen, y respetar la lectura histórica entre lo pintado y lo restaurado. Se utiliza con frecuencia la acuarela, pintura al agua de fácil reversión, además, nosotros dejábamos siempre un pequeño trozo de lienzo con la situación previa del mismo, para que se conociera en todo momento como estaba en origen”, explica.

    Vale la pena entrar en el Real Monasterio, solo por contemplar este cuadro, insiste Cesar Casanova, quien elogia igualmente otra gran obra de Rogier van del Weyden: “El Descendimiento”, que se encuentra en el Museo del Prado. Van der Weyden es un grande en la Historia del Arte.

Frescos de Luca Cambiaso y Luca Giordano

    Pasamos a la Real Basílica y visitamos en primer lugar el Crucifijo (1559) de Benvenutto Cellini, de 184 cm de altura. Contemplamos la serenidad de ese Cristo ya muerto, con los párpados caídos. No lleva corona de espinas. Está esculpido en el frío mármol de Carrara, que resulta con frecuencia gélido. El artista lo esculpió en un “desnudo integral”, es decir con el sexo masculino tallado, algo poco frecuente, si bien se exhibe siempre con un paño de pureza textil. El Crucificado va sobre una cruz de madera negra. Cellini cuenta en sus memorias que este Crucificado fue fruto de sus sueños, cuando estaba encarcelado en el castillo de Sant´Angelo, por orden del Papa. Era un Cristo “de la misma substancia del sol”.

    “La inteligencia de Cellini estuvo también pendiente de elegir el mármol, cuyas vetas semejaban las venas de la carne en las piernas”, señala Cesar Casanova.

    Más adelante, al contemplar los frescos del manierista italiano Luca Cambiaso en la bóveda de la Basílica, se nos recuerda que el pintor terminó sus días en 1585 en el mismo Escorial, a donde llegó después de haber trabajado mucho en Génova junto a su padre, Giovani Cambiaso, muy inferior a él. En el Real Sitio dejó su propia sangre, en un hijo natural, bautizado como Juan. Sus frescos, a gran escala, cubren buena parte de la bóveda, donde el artista italiano supo simplificar el dibujo de las figuras, a base de componentes geométrico-cúbicas.    Cambiasso, además de diversos cuadros para el retablo y las paredes de la Basílica, pintó “La Gloria” en la bóveda del coro, para mostrar una Iglesia católica triunfante. También pintor otra gloria castrense: la serie de “La batalla de Lepanto” (1571), seis óleos expuestos en una de las galerías del palacio/monasterio con los episodios: Salida de la Armada de la Liga santa del puerto de Mesina; La Armada cristianan sale al encuentro de la turca; Disposición de las naves momentos antes de la lucha; La batalla; Retirada de los restos de la Armada turca, y, Regreso triunfal de la Armada cristiana al puerto de Mesina.

    Pasamos a los frescos que Luca Giordano (1634-1715 realizó para Carlos II, que lo visitó en dos ocasiones, según documentación de Palacio. “Era conocido como el fa presto, porque pintaba muy deprisa su obra”, cuenta Casanova. “Tenía una técnica muy particular, con la que se facilitaba las cosas, y gozó de una buena crítica. En sus frescos se dan la mano el Antiguo y el Nuevo Testamento, con escenas como El Paso del mar Rojo por los israelitas frente a los soldados del faraón, la Victoria del pueblo de Israel contra los amalecitas, Historias de la vida de David, o el Sueño de Salomón…escenas y personajes de la Antigua Alianza, que conectan con la idea de emular la Real Basílica al Templo de Jerusalén”.

    Luca Giordano nos dejó su autorretrato en el friso de la bóveda de la escalera del Monasterio. Él fue un pintor napolitano, más práctico que teórico, con demostrado virtuosismo técnico. Le gustaba trabajar en solitario. Fue buen negociante, amante del dinero. Palomino elogió su “buen gusto” en las obras, mientras que ni siquiera citó a Cambiaso.

    Diez frescos en total, que ornamentan de cromatismo y gloria la Real Basílica de San Lorenzo de El Escorial.

A la salida del Monasterio, Casanova contempla con delectación la fachada del Patio de Reyes, en la que intervino para su limpieza y restauración. Allí surgen sus reflexiones en alta voz: 

“El Real Monasterio filipino es un monumento inolvidable, firme, sobrio, elegante… Es la gran obra de Felipe II, Juan Bautista Toledo y Juan de Herrera, sin solución de continuidad. Además de toda la belleza exterior e interior que tiene, yo destacaría el ingenio y la fuerza de sus cimientos y sótanos para sostener toda esa mole de piedra y protegerla del embate de tierras y lluvias de la montaña. Es algo asombroso, signo de subrayar, clave de la permanencia del monumento en el tiempo”.

Contemplamos brillante, el conocido como ladrillo de oro, sito en lo alto del pináculo central sobre la fachada. Son las cinco de la tarde -las cuatro solares- y refulge, haciendo verdad la leyenda de que Felipe II lo colocó ahí para poner de manifiesto que no estaba arruinado como difundían sus detractores. Una cámara fotográfica sensible nos muestra que, en el susodicho ladrillo de oro, hay inscrita una cruz.

Al salir y pasear en torno al Monasterio, podemos disfrutar de la explosiva primavera el Real Sitio. El monte Abantos se muestra majestuoso en medio de un aire prístino. Perséfone luces sus galas de verdor y color. Los parterres ofrecen coloridos óvalos y círculos de begonias y boquitas de dragón. La belleza natural y la impostada de los hombres se alternan armoniosamente, sin competir. El Real Sitio en un paraíso en esta época del año.

"El Calvario", de Rogier van der Weyden

Césae Casanova ante la radiografía de "El Calvario"
Casanova ante el Crucificado de Cellini



martes, 12 de enero de 2010

Esperanza Aguirre inaugura la restauración de la Sacristía de las Comendadoras de Santiago

J.S.A.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, acompañada del vicepresidente del Gobierno regional y consejero de Cultura y Deporte, Ignacio González, y del director de la Fundación Caja Madrid, Rafael Spottorno, inauguró hoy la restauración integral que la Comunidad de Madrid ha realizado de la Sacristía de los Caballeros del Convento de las Comendadoras de Santiago, en el casco histórico de Madrid.

“Hoy ya podemos contemplar el resultado de las obras que se han llevado a cabo en la Sacristía de los Caballeros y en el Patio, obras, las dos, de Moradillo, y en otras dependencias. Y se trata de un resultado excepcional, porque la restauración nos ha permitido descubrir y recuperar las pinturas murales que decoraban la Sacristía originalmente, y que se habían mantenido ocultas bajo capas de pintura blanquecina”, explicó la presidenta madrileña.

Este conjunto conventual que se construyó en Madrid en el siglo XVII está siendo restaurado en diversas fases por la Comunidad en colaboración con otras instituciones siguiendo un plan aprobado en el año 2000. La última fase que se ha ejecutado a lo largo de 15 meses ha supuesto una inversión de 2.721.325 euros a cargo de la Comunidad de Madrid, de esta cantidad 680.331 euros fueron aportados por la Fundación Caja Madrid gracias a un convenio de colaboración entre ambas instituciones.

Durante su intervención, la presidenta resaltó que entre los lienzos restaurados se ha tratado una importante obra de Bartolomeo Cavarozzi, “un famoso pintor italiano de principios del siglo XVII, que vino a España para decorar el Monasterio del Escorial”.

Recuperación del Patio de Moradillo y Capilla de la Fuente

Entre las actuaciones realizadas destacan la restauración de las pinturas murales del Patio de Moradillo, la creación en bajocubierta de dependencias de servicio, así como cuartos técnicos del convento y la creación de un aljibe y grupo de bombeo para protección contra incendios. La rehabilitación ha incluido la restauración de todo el mobiliario custodiado en estas salas, así como los elementos escultóricos integrados con la arquitectura, y la fuente que da nombre a una de las capillas, una bella pieza de mármol rojo y negro con un fino trabajo de taracea (incrustaciones de piezas pequeñas).

Los trabajos de restauración en la Sacristía de los Caballeros y en el Patio de Moradillo se han abordado con total independencia ya que el estado de las pinturas en uno y otro caso era bien distinto. En el patio existían algunos restos de pintura original. Se realizaron actuaciones muy concretas para evitar su desaparición.

En el caso de la Sacristía de los Caballeros, hasta que no se advirtieron las incisiones que indicaban la existencia de las pinturas decorativas bajo las capas de pintura blanca y se realizaron las primeras catas de limpieza no se pudo cuantificar la magnitud de la intervención. El
hallazgo de estas pinturas es sumamente importante, y dado que éstas han aparecido prácticamente intactas, el trabajo ha consistido únicamente en fijación y limpieza. Estas pinturas formaban parte de un único proyecto, producto de un mismo arquitecto, ejecutadas al fresco y con una concepción muy barroca.

Más actuaciones en el conjunto de Francisco Sabatini El Convento de las Comendadoras de Santiago data del siglo XVII y fue construido por los hermanos Manuel y José del Olmo, por encargo de Mariana de Austria, para albergar a las monjas de la Orden de Santiago, las Comendadoras. En 1774 Carlos III encargó a Francisco Sabatini la construcción de un nuevo edificio que vino a completar la totalidad de la manzana. El inmueble fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento en 1970 por lo que goza de la máxima protección jurídica prevista por la Ley de Patrimonio Histórica de la Comunidad de Madrid.

Las principales actuaciones realizadas por la Comunidad en el Convento de las Comendadoras hasta la fecha en virtud del Plan Director del año 2000 son, además de la ya comentada recuperación de la Sacristía de los Caballeros y otras salas (incluido el Patio de Moradillo), la rehabilitación de la Escalera de Moradillo y deambulatorio y la restauración del Coro; obras de emergencia en cubiertas; la restauración de la Capilla de las Niñas, Capilla de las Flores, Capilla de los Caballeros; y rehabilitación de la Sala de Locutorios. Todas las actuaciones están coordinadas por la Dirección General de Patrimonio Histórico.

Rehabilitación de un enorme lienzo de Luca Giordano

Una vez recuperada la Iglesia, se devolverá a la cabecera el enorme cuadro (5,88 metros de alto por 3,72 metros de ancho) Santiago Apóstol en la Batalla de Clavijo, de Luca Giordano, que la Comunidad de Madrid ha restaurado con la colaboración de la Fundación Caja Madrid y que en la actualidad se encuentra en una de las dependencias ya rehabilitadas anexas a la Iglesia. El tema representa la aparición del Apóstol Santiago en la batalla de Clavijo, hecho que tuvo lugar en la citada villa riojana en el año 859, y en el cual el santo ayudó milagrosamente al ejército del rey Ramiro I de Asturias venciendo así al de Abderramán II.

Más trabajos de restauración

La presidenta recordó que estos trabajos de restauración van a tener continuidad, ya que el pasado 22 de diciembre suscribió un convenio con el Ministerio de Fomento para emprender la restauración integral de la Iglesia, que según dijo, espera presentar oficialmente con el Ministro José Blanco en próximas fechas.

En la actualidad, gracias al convenio firmado el pasado mes de diciembre entre la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento, se prepara una nueva fase de intervención en el Conjunto Monumental para la consolidación estructural y restauración de la Iglesia, Zaguán y Torres del Convento. El plazo de ejecución de estas obras será de 16 meses, siendo el presupuesto de 3.727.034 euros.

“Con estas actuaciones, especialmente con esta recuperación de la Sacristía de los Caballeros, y con las obras que emprendamos en el futuro, estoy convencida de que todos los madrileños podrán volver a contemplar, en las mejores condiciones, uno de los edificios más interesantes de toda nuestra región”, concluyó.