lunes, 20 de diciembre de 2010

Rilke, una pequeña gran antología con las tres etapas de sus poemas

Rainer María Rilke, escritor

J.S.A.
    20.12.10. Madrid.- “Cuarenta y nueve poemas” Rainer María Rilke Traducción: Antonio Pau Editorial Trotta Madrid, 2010 (147 pags) Julia Sáez-Angulo , La poesía del gran Rainer María Rilke (1875-1926) se clasifica en tres etapas. Antonio Pau ha hecho una selección de las mismas, así como la traducción e introducción del libro para centrar al lector en estos “Cuarenta y nueve poemas” del poeta checo en lengua alemana. El antólogo es autor del célebre libro “Rilke en Toledo” (1977). Poemas juveniles y de madurez, el libro nos ofrece un recorrido por la creatividad de Rilke, algo que nos permite un recorrido comprensivo de una obra singular en sentimientos, emociones y conceptos. Los chispazos del poeta llegan a alturas sublimes y el lector puede entrar en ellas. “Hace poco han muerto las últimas personas que conocieron a Rainer María Rilke –el pintor Balthus, en febrero en febrero de 2001; su hermano el escritor Pierre Klossowski en agosto del mismo año; la poeta Erika Miterer, en octubre...- y nadie puede ya recordar la presencia silenciosa y extremadamente cortés de aquel poeta menudo de ojos claros, que sin patria ni domicilio recorrió Europa en las primeras décadas del siglo XX”, dice Antonio Pau en la introducción “El poema como meteoro”. “En su propio idioma, cada poema está situado en el extremo de una tradición literaria que lo hace más inteligible. Al traducirlo, no sólo se produce la pérdida de los efectos sonoros del poema mismo, sino que además se lo desgaja de la tradición propia”, explica con sinceridad el propio traductor, haciendo suyo el dicho de “traduttore, tradittore”. En todo caso leer a Kafka, aunque sea en español, es percibir el humus de su poesía, sus emociones, sentimientos y conceptos. “Me gusta tanto como cantas las cosas. / Si las tocáis vosotros quedan quietas y mudas. / Vosotros me matáis todas las cosas”, dicen tres de sus versos en los que muestra su sentido casi sacralizado de las cosas. “Se me vuelven las cosas más fraternas / y se detienen mis ojos más lentos sobre ellas”, dice el poeta en otro momento. La muerte personal como final del tiempo vivido
En “El Libro de las Horas” se percibe la obsesión de Rilke por la muerte personal como final del tiempo vivido: “Da a cada uno, Señor, su propia muerte; la muerte que deriva de su vida”. Pau recuerda que “cada hombre lleva en sí mismo el espacio interior del mundo –Weltinnenraum-: las cosas se hacen verdaderamente reales cuando el hombre las incorpora a su interior, porque entonces quedan a salvo de la fugacidad y la caducidad”- En suma un libro clave e inmediato para conocer la obra poética del gran Rilke, un hombre que viajó y vivió sobre todo en París donde trabajó como secretario del escultor Rodin y mantuvo correspondencia con el coleccionista Barón Thies-Bornemisza. Su viaje a España, sobre todo a Toledo y Ronda, lo ha hecho cercano a nuestro país. 

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