Julia Sáez-Angulo
La tumba
de Oscar Wilde en el cementerio del Père Lachaise en parís es una de las más
visitadas y en ella pueden verse con frecuencia flores frescas. Los últimos
días del escritor irlandés en París, su reflexión sobre su vida, es el tema de
la obra de teatro “Beloved sinner” (el pecador amado), que Denis Rafter, autor, director y autor ha
puesto en escena en el Teatro Español de Madrid.
Con
elegante presencia británica, quizás algo lejos de la fisonomía de Oscar Wilde
(Dublín, Irlanda, 1854 – París, 1900), Denis Rafter lleva a cabo un monólogo de
hora y cuarto en inglés, en el que recorre su vida y reflexiona desde su largo
nombre hasta sus estancias en la cárcel al final de su vida, pasando por la
composición de sus obras, sobre todo El
retrato de Dorian Gray, con cuyo protagonista dice identificarse, o El ruiseñor y la rosa.
Oscar
Wilde llego a la cima de la fama, la popularidad y celebridad en vida, su caída,
por una denuncia sobre su homosexualidad, le hizo caer de las alturas; él mismo
contribuyó a ello, seguro de sus posición.
La caída
le dio distancia y humildad; sin perder su genio se humanizó. Arruinado, con
problemas de oído por falta de cuidado en la cárcel, bebedor de absenta… Wilde
camina a su fin y Denis Rafter lo hace ver de modo contenido en el escenario,
con un sobrio decorado de unas mesas de bar.
La obra
presenta dolor, cierto humor –algunos esperaban más- y recital de poesía, en
una puesta en escena natural y suficiente.
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