sábado, 16 de mayo de 2015

“El jardín de los cerezos”, versión actualizada en el Teatro Réplika de Madrid



 Anton Chéjov
Dirección: Jaroslaw Bielski
Versión: Jaroslaw Bielski y Mikolaj Bielski
Figurines: Rosa García Andújar
Reparto: Socorro Anadón, Manuel Tiedra, Raúl Chacón, Antonio Duque, Rebeca Vecino, Javier Abad, Antonella Chiarini




L.M.A.

         16/05/2015.- No hay mayor gozo que ver de nuevo representado a un clásico y el ruso Anton Chéjov lo es. Su obra El jardín de los cerezos se ha estrenado en el Teatro Réplika , bajo la dirección de Jaroslaw Bielski, en versión actualizada del propio Bielski y Mikolaj Bielski. En esta versión puesta al día se habla de autopistas y de construir apartamentos de lujo en el jardín de los cerezos. El concepto, el resto, queda inmutable.

         En el reparto: Socorro Anadón, Manuel Tiedra, Raúl Chacón, Antonio Duque, Rebeca Vecino, Javier Abad, Antonella Chiarini.

         Anton Chéjov (Rusia, 1890 – 1904) es un médico humanista, gran conocedor del alma humana –como Shakespeare- y afortunadamente dedicado a la literatura. Sus relatos y obras dramáticas alcanza la cumbre de la excelencia poética, como sucede en El jardín de los cerezos.

         El argumento es casi un arquetipo de la vida: los últimos descendientes de una familia rica, emparentada con la nobleza, que consume y gasta lo que hereda, sin percatarse de que el tiempo pasa y hay que adoptar nuevas actitudes vitales. La obra dirigida por Bielski aporta diversos símbolos a este tema recreado por Chéjov: el paso del tiempo, montaje y gestos que se engarzan con los diálogos de la obra teatral.

Reparto de "El jardín de los cerezos"


         La melancolía del alma rusa parece rezumar en los personajes de El jardín de los cerezos. Socorro Anadón hace una interpretación justa y tierna de la mujer que dejó a casa de la finca hace cinco años para irse a vivir a la Costa Azul francesa, como hicieron muchos nobles rusos del tiempo del escritor, a dilapidar sus caudales en la dulce Francia.

         Interesante el contrapunto del criado, fiel y protector de sus señores hasta el final o el personaje del Pedro, el eterno estudiante, que perora, pero no estudia ni acaba su carrera, lo que no es óbice para dar lecciones de pureza e íntegridad. El administrador de la finca es el hombre pragmático, no simpático al espectador, pero realista ante los tiempos que se avecinan.

         El jardín de los cerezos es una obra clásica, y clásica quiere decir eterna. Siempre estará en vigor, a poco que se conozca la condición humana. El cambio de la sociedad y el paso del tiempo que congela a unos hombres y dinamiza a otros. El final de la obra es más sutil que el de La gaviota, otra célebre obra de Chéjov, donde la muerte viene a ser un corte final de hachazo.

         Bielski ha sabido mover a sus personajes para hacerlos creíbles, para aportar un trasunto continuo en la convivencia humana, pero en este caso perfumado con el aroma ruso de Chéjov, un grande entre los grandes. Nadie como los países del Este saben poner en pie a Chéjov; Bielski, de origen polaco, está en la línea.

         Hemos visto diversas puestas en escena de las grandes obras de Chèjov, algunas situadas en el Caribe, en un deseo de adaptar su poética universal a otras latitudes; la representación de El jardín de los cerezos en el Teatro Réplika sostiene la atmósfera del autor ruso, al tiempo que la adapta a nuestros días.

El estreno fue muy aplaudido por un público entusiasta; los actores tuvieron que saludar muchas veces.




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