domingo, 26 de agosto de 2018

Dolores Tomás, coleccionista de arte ruso y viajera audaz por la estepa soviética


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Dolores Tomás

 Dolores Tomás en la firma de la donación





Julia Sáez-Angulo
Fotos EFE

            27/08/18 .- MADRID .- Ha llegado a reunir más de cuatro mil cuadros de buena pintura rusa, el arte no oficial, que abarca desde la Revolución de 1917 al siglo XX. La coleccionista los adquirió durante los años duros y complicados de la Perestroika rusa, cuando la URSS se iba disolviendo como un azucarillo, al tiempo que las mafias se adueñaban de calles, personas y negocios. Algunos rusos suspiraban  con la célebre frase de Goethe: prefiero la injusticia al desorden. El caos se había apoderado de la santa Rusia desconcertada con los nuevos acontecimientos político-sociales y ya se sabe con el dicho castellano que a río revuelto, ganancia de pescadores.

            Dolores Tomás Silvestre ( Ciudad Real, 1948) afincada en Madrid desde los 5 años, una mujer diminuta y pizpireta, manchega de pro, con  buenos redaños, no tuvo miedo de avanzar por aquellas aguas procelosas de la URSS en descomposición, recorriendo los talleres de los mejores pintores rusos, que ahora tenían que enfrentarse a la dura competencia del capitalismo rampante en lo que quedaba del país de Stalin y Kruchev. Los artistas la recibían con los brazos abiertos; la dama española era generosa y pagaba bien. A ellos “los ponía en casa”, con aquellas divisas que les pagaban.

            Con su figura menuda, erguida y bien vestida, Dolores Tomás viajaba en tren por la inmensa llanura soviética y una se la imagina como a Ana Karenina, pero con otros fdestinos más felices que los de la protagonista del libro de León Tolstoi. El peligro también la acechaba, extraños sujetos la seguían celosos, pisándole los talones, por uno y otro recorrido, hasta que la dama española, que no era tonta, les hizo frente y les preguntó: ¿Qué queréis y me dejáis en paz? Con un par. Llegaron a un acuerdo y la dama pudo seguir adelante con su objetivo, ya sin ojos comprometedores y amenazantes en la nuca y en la espalda.

            La colección Rusia Siglo XX de Dolores Tomás (curiosamente la colección de otra dama española, Pilar Citoler, se titula Circa XX si bien gira en torno a otro concepto) comenzó en un contacto con el Instituto de Bellas Artes Surikov, en Moscú donde la coleccionista conoció a Piotr Litvinski, jefe de cátedra de la Escuela”. Después vendrían los encuentros sucesivos en Nizhni Novgorod, Ekaterimburgo, Ioshkar Olá, Volgogrado, Sámara, Tuxla, Astrakán… Tiempos de Perestroika, no precisamente fáciles en medio de nuevas euforias de apertura. La mafia campaba por sus respetos en la vieja y santa Rusia de aquellos años 80 y 90, a partir de la caída del muro y los comunismos, y algo de eso también continua.
            Entre los nombres rusos más destacados de su colección se encuentran los artistas Borodin, Striguin, Litvinski, Chernikova y Skuridin. “Una colección que es mi pasión y mi vida”, subraya Dolores, que ha creado la Fundación Surikov para promocionar este arte ruso singular, fuera del circuito oficial, del que carecen los museos más importantes de Rusia y que le han pedido algunos de esos cuadros, que la coleccionista ha acabado por donar más de medio centenar a Rusia, vía institucional, por medio de la Embajada rusa en España.

            Una selección de Rusia Siglo XX se ha expuesto en lugares de prestigio como las Atarazanas de Barcelona, Diputación de Córdoba… Dolores Tomás quiso exponerla en Madrid en el aniversario de la Revolución del 17, pero políticos pacatos estimaron que no procedía. Efectivamente se trata del arte no oficial ni revolucionario, pero pintado igualmente por artistas rusos fuera del sistema.

            La colección, fundamentalmente figurativa, abarca figura, paisaje, escenas de género, bodegones, flores y floreros y quizás lo más importante: los autorretratos de los pintores que deseaban dejar su efigie en medio del arte colectivista. De estos últimos pedían sobre todo los museos rusos a Dolores Tomás El historiador de arte, Matías Díaz Padrón, ha escrito sobre esta colección singular. La coleccionista siempre anda cerca del Grupo pro Arte y Cultura, donde cuenta con buenos amigos, y no falta a las recepciones de Mayte Spínola. ¡Estas damas del arte son tremendas!

            “Una colección es la pasión de alguien que se deshace en una testamentaría”, le recuerdo a Dolores, pero ella me dice que su hijo se encarga muy bien de la suya.


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Dolores Tomás, coleccionista

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