viernes, 12 de febrero de 2021

Arturo Pérez Reverte y “Calle Mayor” de Juan Antonio Bardem. Gamberradas gregarias

Arturo Pérez Reverte (Foto Wikipedia)


Juan Antonio Bardem (Foto Wikipedia)


Julia Sáez-Angulo

13/2/21 .- Madrid.- El escritor académico Arturo Pérez Reverte ha publicado un articulo titulado “Una orgía en Roma”, que, a medida que se lee, se percibe el  paralelismo con la película “Calle Mayor” (1956) de Juan Antonio Bardem: la conducta cruel con un ser humano inocente, por parte de unos gamberros de provincias, que se divierten humillando a una mujer soltera, con un falso novio en la película y, en el caso del académico, a un colega, un hombre ingenuo, con una prostituta inventada. 

Todo ello le produce una gran hilaridad al autor del artículo, a juzgar por el tono jocoso-lírico-bailable del mismo y al calificar los hechos de “comedia perfecta”, e improvisada. ¡Qué graciosos que fuimos!, se deduce de la lectura. Reírse de un colega célibe, inocente y cristiano, un tal Pedro, porque no participa de nuestro juego y lenguaje bajuno, es la broma más zafia que pueda haber. ¡Manca fineza!, diría un italiano elegante. 

Resulta chocante que la revista Zenda acoja en sus páginas esa “crónica real” de la conducta indeseable de su autor y sus amigotes de fanfarria, con nombres y apellidos, en aquella ocasión malhadada en la Roma de los 80. El autor no narra un cuento sino un sucedido cruel de gamberros, del que todavía se siente orgulloso.

En el artículo de Pérez Reverte se da además el añadido de unos nombres reales de periodistas y diplomáticos, que hacen más repugnante la historia: en primer lugar, la de mi colega y congénere Amalia Sampedro, que se prestó lamentablemente a esa broma cuartelera del cartagenero, junto a otros periodistas, entre los que se encontraban también Pepe Oneto y Antxon Sarasqueta. Y, en segundo lugar, la de Fernando Puig de la Bellacasa, un alto funcionario de Presidencia español, en aquellos momentos en la capital de Italia, que prestó sus "servicios nada diplomáticos", para la gamberrada de unos supremacistas gregarios sobre un bisoño inocente, poniendo sus habilidades -las de Puig de la Bellacasa- en la lengua toscana, para hacer más creíble el incidente de la putanna Paola en la recepción del hotel Plaza donde se hallaba el humillado.

Juan Antonio Bardén hizo una buena película en "Calle Mayor" para denunciar la crueldad provinciana de los que se burlan de una mujer solterona. Toda una fábula moral de gamberros sin imaginación para divertirse. Arturo Pérez Reverte se congratula y ufana todavía de lo que hizo con un grupo de periodistas y un diplomático, todos con nombres y apellidos, para reírse de un supuesto pardillo, sacarle cinco mil pesetas y hasta hacer trascender la historia hasta llegar a la empresa del burlado.

¡Qué graciosos que fuimos!, refleja el autor satisfecho al escribir ese artículo. Todavía le dura la hilaridad. ¡Qué canallas fuisteis! piensan muchos lectores con sensibilidad dispareja al humor bajuno del autor académico.



3 comentarios:

Juana Mari Herce dijo...

Pues si esa jugarreta se la hacen a uno de mi pueblo, Pérez Reverte y toda su jarcia de superguays acaban de cabeza en el pilón,y eso si que me hubiera gustado verlo a mi.Me hubiera divertido un montón y todos los mozos de mi pueblo,pues bonicos son ellos para estas cosas,menuda como se las gastan en mi pueblo.Os imagináis el espectáculo!!!ja,ja,ja,hubieran tenido para escribir unos cuantos artículos,los intelectuales estos.Que pasada!!!

Mila de Juanes dijo...

Felicidades y gracias Julia, por abrirnos los ojos a quiénes, a veces, los tenemos cerrados

Rogelio Sánchez Molero dijo...

Siempre he dicho que la maestría de algunos artistas en su aspecto creativo, no se compadece con la "manca finezza" en su vida social. Del académico (por su pertenencia a la Real Academia Española) Pérez Reverte tengo una experiencia personal vivida hace algunos años; contacté telefónicamente con él para ofrecerle participar en un evento en el que debía hablarnos de los conflictos bélicos internacionales, de los que algo sabe. Informado de quién organizaba el evento, contestó, de forma muy poco académica (por poco ajustada a las pautas tradicionales de corrección o propiedad), con un par de zafiedades a modo de excusa. Algo más educado le repliqué yo que efectivamente, nuestro congreso no podía contar entre sus ponentes con una persona tan falta de educación.
Lo difícil, en estos casos, es saber hasta donde llega la persona y dónde comienza el personaje.