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lunes, 25 de noviembre de 2024

PANCHO ORTUÑO, pintor de la abstracción a la figuración, tras el encuentro con la naturaleza

Pancho Ortuño, pintor

Pancho Ortuño y su esposa Charo Mirat


Julia Sáez-Angulo

25/11/24 .- Trujillo (Cáceres).- Ha trabajado mucho y siempre, de una u otra manera  para el arte. De Madrid, en los años 70, exponiendo en la galería Juana Mordó, viajó a Trujillo (Cáceres), en los 80, donde se instaló en una casona con escudo, junto a su mujer, la pintora Charo Mirat y tres hijos. Pancho Ortuño (Granada, 1954) se topó de lleno con la naturaleza amplia y abierta de Extremadura y, como le sucediera a Frank Auerbach, dejó la abstracción y volvió a la figuración, principalmente de paisaje, actividad que compaginó con la restauración monumental. “Se acabó lo de tirar un lienzo al suelo y liarme a brochazos. Necesitaba hacer otra cosa”, explica el pintor.

Juana Mordó, que vino por Trujillo, comprendió y respetó siempre mi decisión de pasarme de la abstracción a la figuración. Ella siguió sosteniéndome con sueldo y materiales, como acostumbraba. Después de ella, fue cuando las cosas cambiaron.”

Para llegar al estudio de pintura de Pancho Ortuño, se pasa por una galería de retratos, entre ellos, los de sus tres hijos, ya situados en distintas ciudades del planeta, cuadros pintados en su mayoría por Charo Mirat, la esposa de Pancho, que nos acompaña también en el recorrido.

    Ortuño siempre tuvo más de un centenar de cuadros en danza y ahora hemos hecho un recorrido juntos por el taller. Sobre la gran mesa un gran cuadro del XIX, una buena copia de la Danae de Tiziano, para restaurar “sin re-entelar, porque ello eliminaría información al cuadro”, me explica y recuerda que hace años se podía entrar libremente en el taller de restauración del Museo del Prado, donde trabajaban las hermanas Dávila, grandes maestras en el oficio. “Junto a ellas vi cómo se restauraba “La Coronación de la Virgen” de Velázquez y, para mí, fue como un latigazo verlo tan cerca en un caballete”.

    Pancho Ortuño calcula dedicar al menos un par de meses en la restauración de la Danae, “un encargo de amigo”.

Enseguida pasamos a ver su pintura donde dominan cuadros grandes, medianos y pequeños sobre el paisaje de los alrededores de Trujillo, que siempre ha fascinado a Ortuño. Un paisaje amplio y despejado. El pintor tiene una casa cercana a Trujillo, con amplio jardín en Los Lagares, y a ella va a trabajar con frecuencia. Allí disfruta con la “abstracción” de captar el paso de una nube o atrapar la luz que va matizando progresivamente el paisaje de rocas, árboles y arbustos que lo rodean. 

No faltan las marinas, “de cuando viajo a los lugares costeros donde residen mis hijos”, comenta.

El retrato es también otro capítulo en el haber pintor y contemplo un espléndido retrato de su padre, con aire goyesco o el gran formato del retrato de James Ferguson, CEO de General Food, norteamericano que compró un palacio en Trujillo y lo hizo decorar por el célebre Duarte Pinto Coello -buen amigo de Pancho-, que a su vez tenía otro palacio en la misma ciudad extremeña. Lo de comprar palacios en Trujillo es una constante. Ahora se vende el de Piedras Albas en la plaza Mayor, que lo compró una inglesa.

-Poco antes de terminar el retrato, Ferguson murió y hablé con su última esposa para hablarle del encargo, pero ella alegó que no tenía sitio para el gran retrato en su casa de Nueva York, así que tuve que quedarme con él, explica el pintor.

        Sale el retrato del poeta Leopoldo María Panero (1948-2014), amigo de Pancho, el del filósofo Roger Scruton, dos autorretratos...

A Ortuño le gusta pintar pequeñas cabezas femeninas “muchas veces imaginarias, porque no es fácil contar con modelos reales que posen. No tienen paciencia”. 

“Ahora ando metido en una serie de los cuatro evangelistas para la parroquia de san Martín, en Trujillo”, explica el autor y me va mostrando distintos bocetos del proyecto. “Ha cambiado el párroco de la iglesia y no sé cómo van a ir las cosas”, añade.

Hablar con Pancho Ortuño de arte y pintura es un ir y venir del pasado al presente con recuerdos de colegas y citas de distintos historiadores o autores. Se detiene con admiración en el controvertido filósofo británico Roger Scruton (1944 - 2020) y su libro “El valor universal de la belleza” como algo que afecta a todas las culturas y civilizaciones. Belleza en lo artístico o lo natural. Scruton fue catedrático de estética en el Birkbeck College de la Universidad de Londres. El debate sobre la belleza no tiene fin.

Le pido a Pancho Ortuño que escriba una comunicación para el congreso “Arte y fragilidad”, que va a celebrar la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA, los días 28 y 29 de noviembre de este año 2024, y me promete que, si saca tiempo, lo hará. Eso espero. Él trabaja mucho por la noche, y de seguro que encontrará el momento de hacerlo.

Más información

https://lamiradaactual.blogspot.com/2017/05/pancho-ortuno-arte-contemporaneo-y.html

Entrevista en el taller del pintor

Leopoldo María Panero. Retrato por Pancho Ortuño
James Ferguson. Retrato por Pancho Ortuño
Retrato del padre, por Pancho Ortuño

Autorretrato de Pancho Ortuño

Autorretrato de Pancho Ortuño
"Charo Mirat dormida", por Pancho Ortuño

domingo, 21 de abril de 2024

CHARO MIRAT expone una retrospectiva de pintura en la histórica Fabric Mirat, un convento del XVI en Salamanca

pintura de Charo Mirat en el antiguo convento del XVI
Charo Mirat, pintora


L.M.A.

La pintora salmantina Charo Mirat, residente en Trujillo, ha inaugurado la exposición retrospectiva de su pintura en la histórica y familiar Fabric Mirat, fábrica de abonos, situada en un histórico y céntrico convento salmantino del siglo XVI, que fue, en su día, de los Padres Jerónimos.  Un monumento que cuenta, entre otras cosas con un bello arco de medio punto. La firma ha llevado a cabo una inteligente y generosa restauración del convento para disfrute de todos, de su ciudad natal, Salamanca. Julia Sáez-Angulo, miembro de la Asociación Internacional de críticos de arte. AICA/Spain,  ha escrito el siguiente texto para el programa de su presentación:

“Lleva casi medio siglo pintado, cuarenta de modo profesional y muchos más si consideramos su precoz dedicación al dibujo y al color. Ha llegado, por tanto, la hora de hacer una exposición retrospectiva de su obra, nada menos que en su ciudad natal: Salamanca, lo que le produce una emoción especial a la autora. Charo Mirat reside en Trujillo (Cáceres), de donde es oriunda una parte de su familia materna, pero los Mirat están arraigados en Salamanca, donde ella nació, desde hace dos siglos.

Rosario Castrillo Mirat (1950) siempre ha sentido la pintura como una reinterpretación de la Naturaleza, una contemplación de la realidad del modelo, al que atienden sus retinas, para trasladarla al lienzo o al papel en una suerte de transmutación alquímica. La pintura como arte, como reto ante la vida. Nunca le interesó el hiperrealismo fotográfico, sino la figuración que trasciende la visión y da cuenta de la dicción propia de la autora. 

Aunque su vida transcurrió un tiempo, junto a numerosos pintores abstractos, empezando por su marido, Pancho Ortuño, Charo Mirat nunca se apartó de la figuración, porque en ella encontró su lenguaje y estilo artístico, una manera de ver las cosas y registrarlas con el pigmento en un lienzo o el lápiz en el papel. Un modo de plasmarlas en el arte, conociendo el aserto latino de ars longa vita brevis, el arte es prolongado, la vida breve. El arte sobrevive en el tiempo al autor y al espectador.

La pintora salmantina trabaja siempre al óleo, pigmento eterno que trasvasa los siglos. Su repertorio artístico se reparte en todos los géneros: la figura, el retrato, el paisaje, los bodegones, la naturaleza muerta, flores, floreros… Algunos de sus bodegones cobran un significado casi ascético, en los que late el magisterio inconsciente de Zurbarán o de Morandi. El pintor Fernando Zóbel fue, en su día, el gran admirador de la pintura de Charo, su mejor coleccionista.

Los paisajes de la pintora trascienden la Naturaleza, en un arrobo de inspiración y acierto, ante el lugar que arrebata su mirada. Entre ellos, está el cerro de Santa Cruz, una visión despojada y casi mística del lugar. 

Capítulo aparte merecen las copias de arte sacro, que Charo Mirat ha llevado a cabo para recintos sacros, como la del Cristo de Velázquez, para la iglesia de Trujillo, algunas Madonnas o el “Cordero místico” de Zurbarán, que ella guarda para sí. El arte sacro o la copia no es su práctica habitual, pero la autora confiesa que también disfruta haciéndolo.

En suma, estamos ante una visión retrospectiva de la obra pictórica de Charo Mirat. Un recorrido por su mirada sobre la Naturaleza, el mundo y la vida. Ante una buena cata de su sensibilidad, creatividad y concepción de la pintura, con su sentido particular del color y de la composición plástica, sobre su estética, en suma.

Es la muestra retrospectiva de una pintora, que ha sido silenciosa y constante en su trabajo artístico, por lo que es motivo de celebración, máxime cuando lo hace en su propia ciudad de nacimiento. Mostrar su arte en una bella ciudad renacentista, de fuerte calado en la historia y exponer su pintura en uno de sus antiguos y remozado convento del XVI, es motivo de gozo y disfrute para todos”. 

Más información:

https://lamiradaactual.blogspot.com/2024/01/charo-mirat-pintora-prepara-su.html

viernes, 19 de enero de 2024

CHARO MIRAT, pintora, prepara su retrospectiva de 40 años en un antiguo convento de los Jerónimos en Salamanca

Charo Mirat, artista visual

Bodegón de Charo Mirat


Julia Sáez-Angulo

19/1/24 .- Trujillo (Cáceres).- Dicen que hay cinco localidades En el planeta con el nombre de Trujillo, por eso me apresuro siempre a poner Cáceres cuando lo cito, porque es la localidad primigenia que dio nombre a todas ellas, a través de la celebridad de sus conquistadores en América, en especial Francisco de Pizarro.

Pero no es de Pizarro, ni de Trujillo, de lo que voy a hablar, aunque haya visitado el pueblo extremeño de diez mil habitantes, que rebosa de palacetes, casonas y conventos de pro. En el Hotel Izán Trujillo, antiguo convento trujillano de San Ambrosio del siglo XVI, cito a la pintora Charo Mirat, que reside en una casona del XV-XVI en la localidad, desde hace cuarenta años, junto a su esposo, el también artista Pancho Ortuño. “Está pintando mucho, como un loco”, me asegura.

    Charo Castrillo Mirat (Salamanca, 1950), con familia oriunda de Trujillo y Salamanca, prepara una amplia exposición retrospectiva de su trayectoria artística, de cuarenta años en un antiguo convento de los Jerónimos del siglo XVI en Salamanca, su ciudad natal, reconvertido en fábrica de abonos y restaurado de nuevo para hacer exposiciones. Hace un tiempo que no ha expuesto, por lo que le hace ilusión preparar esta muestra de su pintura en la ciudad que le vio nacer y de la que son oriundos los Mirat, cuando llegaron de Francia a España hace unos dos siglos.

Cuarenta años de trabajo artístico bien merecen una retrospectiva. La pintora me cuenta que lleva una vida tranquila y silenciosa, casi asceta, en Trujillo, que tiene bastante obra pintada y almacenada y que últimamente pinta menos. Ya se sabe, se tienen rachas y, cuando uno no trabaja tanto, es porque se está creciendo y madurando por dentro.

“Voy con frecuencia a la cercana sierra de Los Lagares, donde tenemos una finca y en la que diseñé un jardín que cuido yo misma y, con gusto, me entretiene mucho. Lo paso bien”, dice Charo Mirat. No hay como la naturaleza y el aire libre para pensar y meditar. “Allí también leo”, añade la pintora.

    Hablamos de pintura y me comenta que ella, a diferencia de Pancho Ortuño, ella es y siempre ha sido figurativa, aunque los modos y las modas hayan ido por otro lado. Le gusta el reto del modelo real y la interpretación libre del artista, que muestra su propio lenguaje. No es solo destreza de dibujo, sino de estilo. “Nada más lejos del hiperrealismo, donde “se plasma el uno por uno”, como decía con humor, mi amigo el pintor Zóbel, quien tenía un gran aprecio por mi pintura y me compró varias obras. Guardo de él un gran recuerdo”, comenta Charo.

    No olvidemos que Charo Mirat se casó con Pancho Ortuño en 1972, y se relacionó con numerosos artistas, además de Zóbel, como Torner, Rueda, Millares, Saura, Guerrero, Sempere, Bonifacio, Miura, Nacho Criado, así como a los críticos Juan Manuel Bonet o Quico Rivas. Después con Carmen Laffón, Gerardo Delgado y Juana de Aizpuru en Sevilla. En medio de todo este mundo de abstractos, la pintora siguió fiel a la figuración de su estilo, en un permanente reto con el modelo del natural para trascenderlo en su visión artística.

    Recordamos las obras que ella tiene en la Colegiata del Santísimo Sacramento de la plaza mayor de Trujillo: una copia del Cristo de Velázquez, y una Madonna para la ermita del pueblo. “No me dedico al arte religioso, ni mucho menos, pero lo pasé bien pintando estas obras, que hoy se muestran en dos lugares visitados por mucha gente”, me explica. "Ahora acaricio la idea de pintar una representación de San Agustín con el niño que tiene una concha en la playa, y conversan sobre la Trinidad".

        No me da tiempo a ver estas piezas en sus recintos sacros, pero quedamos emplazadas en primavera para volver a vernos en Trujillo, visitar esas obras y seguir conversando.

Más información

https://lamiradaactual.blogspot.com/search?q=Charo+Mira

Bodegón con figura (Charo Mirat), de Charo Mirat

Charo Mirat, pintora

domingo, 14 de noviembre de 2021

Charo Mirat y Pancho Ortuño, 30 años de arte y restauración artística en La Casona de Trujillo


Charo Mirat junto al busto de su madre y la copia del "Cordero místico"

Charo Mirat



Julia Sáez-Angulo

13/11/21.- Madrid.- Hace 30 años adquirieron La Casona en Trujillo, un espléndido edificio entre palaciego y conventual casi en ruinas, que paulatinamente fueron restaurando hasta darle una habitabilidad perfecta para albergar su vivienda y sobre todo sus respectivos estudios donde su pintura, con un claro guiño al Barroco, reluce en una constante investigación. 

    Dejaron Madrid, cuando comenzaron a sentir que el arte que se hacía en aquellos 80, estaba derivando a una situación insostenible de búsqueda de lo llamativo, casi el escándalo, aparcando la idea misma del arte. El punto de inflexión se produjo cuando Paloma Chamorro que dirigía el popular programa "La Edad de Oro" de TVE en la cadena 2, propuso que se pintara en uno de sus programas para el espectador. Directo y llamativo...

    "Se acabó el circo. Vámonos", pensó Pancho Ortuño, que había expuesto en la galería Juana Mordó,  no se entendió con su sucesores por falta de rigor y seriedad en los pacta sunt servanda

    Después todo vino rodado, el entusiasmo por la restauración de la inmensa casona con vistas a la redonda de los tejados y linea del cielo de la preciosa y palaciega ciudad de Trujillo, donde los Pizarro y los Orellana forman el presente y la historia española y americana.

    Pancho Ortuño montó una empresa de restauración de patrimonio histórico artístico, que acaban de vender, pero lo decisivo fue que Charo Mirat y Pancho Ortuño volvieron a la pintura de verdad, a la que querían hacer y siguieron su código de honestidad, acercándose al Barroco e indagaron su verdadera técnica que logra efectos pictóricos únicos, muy distintos de los que se logran con la pintura de hoy día.

    Paisajes, bodegones, retratos actuales e históricos, flores y floreros... Charo Castrillo Mirat (Madrid, 1950) regresó a su Salamanca donde había estudiado Arte, para hacer cursos de escultura y se permitió disfrutar con el arte de la tercera dimensión. El retrato de su madre recibe en el vestíbulo y una observa con asombro el gran parecido con la autora del busto.

    "También me ha gustado volver de vez en cuando al Museo del Prado para hacer copias y atrapar el secreto de la pintura barroca", explica Charo Murat, al tiempo que recorremos la casona y nos asomamos a las ventanas balcones y terraza. Trujillo se entrega de lleno a la mirada. Maravilloso.

    Una gran copia del Cristo de Velázquez, mayor que el original figura hoy en la iglesia de San Martín, por donación generosa de Charo Mirat. Una copia del "Cordero místico" de Zurbarán, reluce entre los propios cuadros de Charo.

    Mirat hace una pintura serena y silenciosa, en calma. Contagia. Su reciente exposición tuvo lugar en 2019 en Cáceres, poco antes de la pandemia.

    Pintan con frecuencia el paisaje circundante de Trujillo, en especial la montaña de Santa Cruz (como Van Gohg la montaña de Sainte Victoire en la Provenza), donde la leyenda dice que está enterrado Viriato. Una montaña en pico que reslata en medio de las lomas del valle.

    De la gran Casona, han detraído una parte para un gran apartamento rural de cinco camas, muy bien decorado. Un apartamento que alquilan a visitantes a Trujillo por medio de bnb.

    Charo confiesa que ella se encierra a pintar en la Casona, sale y se relaciona muy poco. Su mundo está en el interior, donde duermen y reviven los muebles y bibelots de la abuela.

Más información

https://lamiradaactual.blogspot.com/2017/05/charo-mirat-la-pintura-y-el-silencio.html

Pintura de Charo Mirat

Trujillo

Alberca de Trujillo (Cáceres)

Julia Sáez-Angulo y Patricia Larrea en Trujillo 

martes, 9 de mayo de 2017

Pancho Ortuño, arte contemporáneo y refugio en el campo de Trujillo


Pacho Ortuño -Apunte del mar en Portugal 8

Pancho Ortuño, pintor



Julia Sáez-Angulo

            09.05.17.- Trujillo.- Nací en Granada en 1950. A los 17 años me trasladé a Madrid para ingresar en BB.AA. En 1969 pasé un verano en Cuenca y allí conocí a los pintores Zóbel, Torner, Rueda, Millares, Saura, Guerrero, Sempere, Bonifacio, Miura, Nacho Criado y otros, así como a los críticos Juan Manuel Bonet y Quico Rivas. De aquel verano salió una larga amistad, hasta su fallecimiento, con Zóbel. También con el resto pero no en el mismo grado. Con Bonet y Rivas fundaría años más tarde una separata de arte y pensamiento llamada ArteFacto. En 1972 me casé con la pintora Charo Mirat y nos fuimos a vivir a Sevilla. Allí conocí a Carmen Laffon, Gerardo Delgado y Juana de Aizpuru, que acababa de inaugurar su galería.

                       En 1973 volví a Madrid y trabajé como estampador de grabados al aguafuerte para diversos pintores, como modus vivendi. Al finalizar el año Zóbel nos ofreció pasar una temporada becados en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca. En 1975 hice mi primera exposición individual en la galería EGAM de Enrique Gómez Acebo. Durante la exposición la galerista Juana Mordó se interesó por mi trabajo y me ofreció entrar en su galería con un contrato en exclusiva.
    En 1976 me presenté a las becas de la Fundación March. El jurado estuvo compuesto por Antonio López y Eduardo Chillida, quienes me otorgaron la beca. Expuse los resultados de un año de trabajo en la sala de la Fundación, junto a otros becarios.

            En 1977 expuse individualmente en Juana Mordó y en una colectiva en el Palacio de Cristal del Retiro. Hubo resonancia mediática y entrevista por Paloma Chamorro para su programa de TVE. En 1978 viajé a París patrocinado por el programa de Paloma para entrevistar a los pintores Louis Cane y Marc Devade, figuras destacadas entonces. Participé en algunas colectivas de cierto impacto entre los años 1978 y  1980, entre ellas ‘Madrid D.F.’

     En 1981 dejé Madrid y me instalé en el campo. Ya estaba haciendo un retorno a la pintura tradicional y trabajé en ella hasta 1985 en el que expuse en la galería Gamarra-Garrigues.
    Al año siguiente tuve un stand personal en ARCO, con trabajos ya plenamente figurativos. Ese mismo año viajé a Italia para entregar obras en una galería romana. Me robaron todas las que llevaba, el trabajo de dos años. En 1986, gracias a Antonio López, conseguí trabajar como profesor asociado en la Facultad de BB.AA. de Cuenca. E
nseñé dibujo, pintura y teoría e historia del arte.

En 1988 decidí que me dedicaría a la restauración monumental, cuyas técnicas comencé a estudiar en Nápoles durante un intercambio de profesores con la facultad de dicha ciudad. Desde entonces he estado dedicado a esta actividad, al tiempo que iba haciendo una obra independiente del mercado. He restaurado muchos monumentos en estos años, algunos de importancia capital. He trabajado intensamente junto a quien fue creador y director del Laboratorio del Museo del Prado, José María Cabrera, químico especialista en restauración 

            Francisco Prieto Ortuño (Granada en 1950), Pancho Ortuño para el arte, contesta a la entrevista.

1.¿Qué peso tiene la restauración en la conservación del patrimonio histórico artístico?
Un axioma de restauradores dice: conservar mejor que restaurar, restaurar mejor que rehabilitar. Las patologías más severas suelen obedecer a falta de conservación, las administraciones españolas han invertido escasas cantidades en conservación. Ahora se habla en los medios especializados de ‘conservación preventiva’ que es una frase bonita para decir que, fundamentalmente, se vigilarán ciertos monumentos con aparatos electrónicos.
Es imposible que el patrimonio histórico artístico se mantenga sin invertir en conservación. Cuando tenemos que intervenir los restauradores, los problemas ya están sobre la mesa.

2.¿Qué obras de arte han pasado por sus manos para la restauración en su empresa Restaura, que le hayan impactado más?
Han sido muchos los edificios y monumentos. No siempre los más celebrados suponen el desafío más interesante. He restaurado el acueducto romano de Los Milagros de Mérida pero fue una obra muy sencilla de hacer. Ahora mismo intervengo en un monasterio benedictino del siglo XIII, en casi total ruina, que sí es un reto. Quizá del que tengo recuerdos más agradables es de la restauración de los yesos mozárabes del claustro del monasterio de Guadalupe para el IPHE del Ministerio de Cultura. Por el tipo de obra y por la convivencia con la comunidad franciscana.

3. - España, después de Italia, es el segundo país en patrimonio histórico artístico, ¿cuánto se ha perdido y cuanto queda por restaurar?
    Se ha perdido mucho. La Desamortización fue un verdadero desastre respecto a los bienes históricos. A los compradores no les interesaban, generalmente, los edificios sino las fincas y los dejaban caer. La francesada y la carlistada tampoco ayudaron y en la guerra civil se perdieron conjuntos valiosos como el de Talavera de la Reina. Es fama que la baranda de piedra labrada por Francisco Becerra en el Palacio de San Carlos de Trujillo está colocada actualmente en Francia y recientemente he podido saber que uno de los Libros de Fábrica de la iglesia de San Martín de esta misma ciudad se está subastando en París. Tenemos mucho patrimonio edificado pero no es aventurado decir que se ha perdido, al menos, un tercio del existente. Sin remedio. Y peor suerte ha corrido la arquitectura popular española, de una riqueza sin parangón. Tan variada en sus tipologías que, en ciertas provincias en apenas cien kilómetros, estaban coexistiendo construcciones de una diversidad maravillosa. Hoy el caserío popular es una batalla perdida, apenas quedan unas muestras de la antigua riqueza y los conjuntos que han podido salvarse ha sido a costa de pagar un alto tributo al turismo de postales.

Queda mucho por restaurar y más todavía por salvar de la ruina inminente. Parece que en los últimos años la conservación ha dejado de preocupar a los políticos. Hemos pasado de un tiempo en el que se caía una teja de una iglesia y aparecía en los periódicos a otro en el que puede venirse abajo entera y que todos los poderes afectados se encojan de hombros.
    Hay personas extraordinarias al frente de las instituciones, en el plano técnico, que sufren con la falta de fondos o la escala de prioridades pero que carecen de poder sobre el destino de las inversiones y su cuantía. La restauración en su conjunto es la pariente pobre de las políticas culturales y lo peor es que parece no importar demasiado.

-Apunte del mar en Portugal 12, pintura de Pancho Ortuño

4.¿En qué medida se atienden las recomendaciones de reversibilidad y otras de las Cartas de Quito y de Atenas para la restauración?
    En la restauración pictórica suelen cumplirse los requisitos exigibles. En la de edificios históricos es bastante más discutible en muchos casos. En general los restauradores aconsejamos, cuando se nos pregunta, llevar la obra en el sendero de la reversibilidad pero no siempre es posible o se nos hace caso. Por desgracia hay muchas veces en que la única posibilidad de salvarle la cáscara –al menos es algo– a un edificio es cambiar el uso. Suele hacerse mal porque este tipo de construcciones se concibieron para unas formas de vivir que nada o muy poco tienen que ver con las nuestras. Palacios, monasterios, castillos incluso, convertidos en sedes administrativas, hoteles, paradores nacionales, juzgados… no puede hacerse sin ejercer una fuerte violencia sobre el bien histórico. ¿Cómo sacarle cuarenta habitaciones con servicios a un palacio del siglo XVI? ¿Por dónde canalizar conducciones de agua, electricidad, calefacción…? Todo se puede hacer pero resulta casi imposible sin destruir en buena parte la historia.

5.¿Cuál es la clave de una buena restauración?
Para mí es claro: reducir al mínimo indispensable la intervención y que sea reversible. Nuestro criterio actual, por suerte, no será eterno y vendrán generaciones de restauradores, con otras tecnologías, que nos pongan en entredicho. Mejor que se encuentren con restauraciones que permitan una ‘puesta a cero’ sin daños a la obra. ¿Sabe que no llegarán a media docena los cuadros importantes del Prado cuyo reverso es el lienzo original? ¿Que se han borrado firmas auténticas en ese mismo museo porque ‘estorbaban’ las ideas de algún historiador?

6.¿Cree usted que la Alhambra es hoy más de Velázquez Bosco que de los alarifes hispano-árabes?
    Sin duda. Y de Torres Balbás, y de Prieto Moreno.

7. El Restauro de Italia y el IRPA de Suiza tienen fama de ser excelentes lugares de restauración. ¿Qué opina del Instituto del Patrimonio Histórico Artístico, IPHE, de España?
    El antecesor del IPHE (hoy IPCE) fue el ICROA, puesto en marcha por un buen amigo, que fue quien trajo de la Universidad de Lovaina el hábito de incorporar ciencia a la restauración. Es una institución que ha pasado por diversas etapas y hoy está muy bien dirigida aunque, como al resto de instituciones, la falta de fondos la tiene muy bloqueada.
    He participado en algunos proyectos con italianos y son muy interesantes, porque todo lo prueban y a todo se arriesgan pero, en conjunto, no son mejores que nosotros, salvando la necesaria modestia personal.

Cuando se restauró Las Meninas lo hizo un restaurador norteamericano de brillo entonces. El Prado tenía restauradoras tan buenas como Maite y Rocío Dávila, perfectamente capacitadas para hacerlo, no diré igual sino mejor. Pero era necesario, por exigencias del patrocinador, montar una campaña mediática que llegara a todas partes. A quien fuese le pareció que eso se podía montar mejor con un restaurador que venía de Norteamérica y cobraba un ojo de la cara, que con dos personas que estaban en la plantilla del museo.

No tengo nada que oponer a la restauración que se hizo, pero no mucha gente sabe que la noche anterior a la ‘inauguración’ por los Reyes, un bedel advirtió que el cuadro goteaba. Al final fueron justamente las hermanas Dávila quienes tuvieron que arreglar esa misma noche el desaguisado pues el norteamericano rebarnizó con los solventes de limpieza no completamente evaporados y de ahí las gotas del barniz fresco en el suelo. Menos mal que nadie tocó la superficie durante la inauguración, porque se hubiese pringado.

8. Usted se formó y trabajó como pintor, ¿Echa de menos la pintura?
    Pinto regularmente. No diré que cada día porque tengo otras obligaciones y no siempre me permiten disponer de algunas horas para mí. En el estudio hay cuatro cuadros de un cierto tamaño y asunto más o menos complicado y muchos pequeños abocetados o terminados. Con los años uno aprende a ser rápido pintando y a usar la cabeza para no dar vueltas en círculo. He tenido baches, a veces largos, pero la pintura siempre termina imponiéndose. Ahora mismo, entre grandes, medianos y pequeños, puede haber un centenar de obras en mi estudio.

9. Declaró que ejerce la pintura de manera intimista, ¿qué está haciendo ahora?
Los temas de siempre en la pintura: figura, paisajes y naturalezas más o menos muertas. Algunos retratos de gente a la que me une el afecto, paisajes del entorno de Trujillo, marinas de la costa portuguesa a la que voy con mi esposa cada año, bodegones encontrados o compuestos… nada nuevo y todo nuevo al tiempo.

10. ¿No siente que ha traicionado de alguna manera a los coleccionistas que apostaron por su obra?
Se refiere a que en mis comienzos públicos como pintor fui más o menos vanguardista. Probablemente tengan razón los coleccionistas, pero ya me insultaron en ARCO (creo que en el 86). En mi descargo digo que no fingí una ‘evolución’: era totalmente sincero cuando pintaba lienzos grandes y abstractos y lo fui, cuando me cansé de todo aquello y quise volver a la pintura que me gustaba de niño.

11. ¿Cómo ve el panorama del arte contemporáneo en colegas y museos?
    No lo sigo. Estoy en otra cosa y la barulla conceptual me aburre mucho. Es curioso que en 1973 (creo que era ese año) expuse una obra de tipo conceptual en Juana de Aizpuru de Sevilla. Entonces estaba atento y me interesaba.
    La mayor parte de los pintores que llamaban mi atención han fallecido y los museos quieren ser algo que no me gusta. Para mí el arte es ‘voz del silencio’ por parafrasear a Malraux. Quietud para la contemplación y no espacio participativo, lúdico o esas tonterías que no tienen más objeto que justificar entradas de visitantes.

12. ¿Echa de menos la docencia, ya que la ejerció en etapas anteriores?
    Estuve en la enseñanza gracias a Antonio López, que propuso mi candidatura como profesor asociado. Fue como si alguien que se está ahogando recibe un bote salvavidas. Pocas semanas atrás me robaron en Italia el trabajo de dos años y, con ello, la posibilidad de salir adelante. Volví a España desolado y Antonio me puso de nuevo en el camino de la esperanza. Son hitos, personas que marcan benéficamente tu destino. Años antes, siendo yo muy joven, me concedió una beca de la Fundación March que suponía vivir un par de años sin preocupaciones. Gracias al dinero de esa beca pude entrar en la galería Juana Mordó y vivir de la pintura. Gracias también al puesto de profesor conocí a quien guió mis pasos en la restauración, de la que he podido vivir hasta hoy. Como ve, Antonio López ha jugado un papel muy importante en mi vida.

Sí, echo de menos la enseñanza porque me gustaba mucho estar entre personas más jóvenes que yo e intentar ayudar con lo que se puede enseñar del arte, que no son conceptos, sino la disciplina que impone querer trasladar a un papel o lienzo el mundo que nos rodea. Sólo se puede enseñar lo que se sabe y es necesario enseñar certezas pues las dudas ya vendrán solas. Por dos puntos sólo puede pasar una línea recta: si el lado externo de la oreja del modelo y el tobillo están en la misma línea (comprobable con una plomada) desde el punto de vista de la corrección cualquier otra posibilidad es errónea. Cuando el alumno comprueba algo tan sencillo comienza a entender, a abrir su mente. Y avanza.
    Pero, ¿a quién le importa eso hoy en día en España? En USA hay un cierto malestar entre los jóvenes por las enseñanzas que reciben en los centros de arte universitarios y algunos –diría que los más osados– se apuntan a talleres en los que reciben enseñanzas como el dibujo y la pintura del natural, la anatomía artística, la perspectiva cónica, composición, etc. Hay un rechazo muy fuerte al hiperrealismo, eso que consiste en copiar literalmente una fotografía, y vuelven a plantar sus caballetes en el campo para recibir las sensaciones, de nuevo directas y frescas. No se trata de un retorno a movimientos fabricados por la industria cultural sino de alejarse del Arte Moderno, cuanto más mejor.

Me hubiera gustado participar en eso pero yo comencé mi propia vía en tal dirección en 1981 y ya soy mayor. Me gusta que esa actitud, –que no puede ser llamada ‘movimiento’ ni nada que termine en ‘ismo’– está organizándose también en talleres en Italia, Inglaterra y Francia. Por el momento, vistas las obras en pantalla, hay poco valioso pues muchos de ellos están siendo encaminados en la dirección de Bouguereau, Alma-Tadema, Cabanel y esa pintura tan relamida como literaria que ocupó una parte del siglo XIX. Pero también hay obras valiosas de pintores muy jóvenes. Al contrario que con las vanguardias, no hay que tener prisa: si tiran adelante algunos harán obras estimables y el resto desaparecerá.

viernes, 5 de mayo de 2017

Charo Mirat, la pintura y el silencio como elección

            
Charo Mirat, pintora
"Charo Mirat dormida", retrato de su marido Pancho Ortuño



Julia Sáez-Angulo

       06.05.2017.- Madrid.- Charo Mirat (Madrid, 1950), residente en una hermosa casona de Trujillo (Cáceres), comenzó a pintar y exponer como profesional a los 17 años. Estuvo en la Universidad estudiando Bellas Artes y en la academia de Amadeo Roca y con el prestigioso pintor Antonio López. Trabajo bajo el patrocinio del pintor Fernando Zobel, en Sevilla, Madrid y Cuenca. Está casada con el pinotr Pancho Ortuño y ambos se fueron a vivir y trabajar a Trujillo en los 80. En su repertorio artístico, Charo Mirat cultiva la pintura del paisaje y el bodegón principalmente, además del retrato.
1.      ¿Qué es para ti la pintura?
Una forma de diálogo con la realidad a través de la mirada.
2.      ¿Qué estilo y que técnicas has escogido y por qué?
Figurativo. Óleo para la pintura, lápiz y carbón para el dibujo. Cuando empecé con 13 años es lo que tenía a mano y después siempre se ha ajustado a mi sensibilidad.
3.      ¿Qué temas de pintura barruntan tu inspiración? ¿Trabaja por series?
Siempre me han interesado las cosas cercanas a mí y a la pintura. Mis temas habituales son retratos, paisajes y bodegones.
4.      ¿Qué profesores te traen buenos recuerdos y de cuales recibiste las mejores enseñanzas?
Fernando Zóbel del cual son enormes los recuerdos, las enseñanzas y el afecto. Antonio López que fue mi profesor en el primer año de Bellas Artes en Madrid. Siempre lo he admirado.
5.      ¿Qué recuerdas de Antonio López?
De las clases que daba en Bellas Artes: cómo transmitía el amor por la realidad.
6.      Compartir la vida con otro pintor lleva inexorablemente a influir o dejarse influir por el otro?
Compartiendo la vida con otra persona siempre hay influencia mutua.
7.      ¿Qué maestros de la Historia del Arte te han influido o interesado más?
Goya, Velázquez, Van Dyck, Rembrandt, Meléndez y otros. En general, el clasicismo y el barroco. Bonnard entre los modernos.
8.      ¿Qué museos de arte contemporáneo son de su particular interés?
Ninguno.
9.      ¿Qué libro y qué película sobre arte recomendaría?
“¡Tierra, tierra!” De Sandor Márai y como película “De ratones y hombres”, de Gary Sinise.
10.  ¿Qué tiene y que le falta a Extremadura para el arte contemporáneo?
No tengo una opinión al respecto.

11.  ¿Vivir en Trujillo aísla de los circuitos grandes del arte?
El aislamiento es una decisión personal, me parece. No tiene que ver con el lugar en el que vives.
12.  ¿Qué proyectos inmediatos tiene?
Seguir pintando.

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